ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Tomo II
Notas

(1)

Don Santiago Tresillo es el autor de esta noticia, i le siguieron otros escritores de Chile. Poco o nada se diferencia de la relación que hace el padre Diego Rosales, que se halló en la batalla desde la salida de Córdoba hasta su regreso, i yo lo he seguido como testigo ocular e imparcial.
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(2)

La relación de esta batalla se ha timado por la que hallamos en el padre Diego Rosales que pudo llamarse testigo ocular, porque era uno de los conversores de Arauco, i estaba en la plaza. Murieron mil ochocientos veinte araucanos, i de ellos quedaron ochocientos doce cadáveres en el campo de batalla. Se les tomaron quinientos ochenta prisioneros, i mas de tres mil caballos. De los españoles solo uno pereció, i dos auxiliares, i quedó pocos herido. Sin escrúpulo alguno se le puede quitar a esta función el nombre de batalla, i darle el de matanza, pues solo los españoles herían. Otros escritores añaden que el anciano Lientur predijo su derrota por un frívolo agüero, i que la noche anterior se volvieron dos mil hombres que creyeron la predicción. El padre Rosales i Tesillo; que se hallaron presentes no dicen esta circunstancia. Pero pudo ser mui bien, porque cuando salen a campaña llevan un adivino, i todos los días le consultan las operaciones militares. El agorero satisface con embustes que finge, tomando margen o en el vuelo de alguna ave que sé presente a la vista o en la palpitación del corazón de alguno de los animales que degüellan para comer, i su ejército marcha o se detiene a voluntad del adivino. Se apartan de esta costumbre cuando dan algún golpe de mano, porque ya su buen éxito está consultado i pronosticado antes de salir.
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(3)

Es expresión del consejo de Indias en su informe sobre este asunto.
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(4)

¿Qué diría Avendaño si sirviera en Chile en este tiempo, i viera que ya no solo interviene el interés particular en la consulta del premio, sino que pasa a mezclarse hasta en la propuesta del empleo de, escala: i que en ella también tiene intervención la inicua venganza, i por satisfacer esta vil pasión se quita el empleo al que le corresponde de justicia? Llegará tiempo en que la corte penetre, i entienda estas maniobras contra los buenos servidores del reí, i se pondrá término a los daños i perjuicios que sufren.
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(5)

Bajo la especie de represalias i de satisfacción está hoy sacramentada la venganza, como si estos hermosos títulos le quitaran la esencia de su vileza.
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(6)

No es el hijo de Catimalu que quitó la vida a Queupuantú.
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(7)

El padre Miguel de Olivares i don Pedro de Figueroa ponen la fundación de esta ciudad en 1638, conducidos sin duda por don Santiago Tesillo que en su guerra de Chile nos pone el establecimiento de esta colonia en 1637, pero la imprenta puso en 1638. La equivocación está tan manifiesta a la que leyere la obra de Tesillo, que me contemplo escusado de su prueba.
El gobernador da margen para poner la data de su establecimiento en 1636, porque en carta de 15 de abril de este año pone en noticia del reí esta población, i su majestad la aprueba, i le da las gracias en su cédula de 19 de octubre de 1638. Aquí parece que hubo una de las tramoyas que son frecuentes en aquella América. Los gobernadores mandan delinear una o mas poblaciones; hacen levantar planos de ellas, i se da noticia a la corte de lo que no tiene otra existencia, que la que le da el papel, i a los aumentos de su población quedaron siempre en pintura. Mucho hay de esto.

El gobernador avisa de esta población en 1636, i Tesillo que se halló en su establecimiento, i fue- comisionado para introducir a ella los colonos de San Felipe, nos la pone en 1637, i nos consta lo mismo por los oficios dirigidos al ayuntamiento de la capital, que se hallan en sus libros de provisión.
La misma tramoya se había hecho sobre la población de Puren. En carta de 15 de abril dé 163,5 avisa el mismo gobernador al reí que, ha recuperado la plaza do Puren, i su majestad le da gracias en su real cédula dada en Madrid a 15 de febrero de 1636, i no hubo otra población, ni más recuperación que entrar en aquella parcialidad haciendo hostilidades, como entró también en la Imperial. El mismo Tesillo que servia en el ejército, i asistía cerca de la persona del gobernador nos dice hablando de esta población, i recuperación: ....Tomó consejo Don Francisco i no le tuvo bueno. Pocos fueron de parecer qué se ejecutase, i muchos que no.” I mas adelante prosigue diciendo sobre el mismo asunto, Miré constante a don Francisco Lazo en el intento, i desvaneciese la contrariedad de opiniones.” En esta falta de fidelidad, i de verdad, que sé experimenta en los informes que se hacen desde aquellos remotos países consiste la decadencia de Chile con perjuicio del real erario, del Estado i de la religión.
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(8)

La relación de la erupción del volcara de Allipen la he visto en el padre Alonso de Ovalle, i en un manuscrito del padre Rosales que entonces se hallase en la plaza de Arauco de superior de la casa de conversión que allí tenían los padres de la extinguida Compañía de Jesús, i acaso éste se la envió al padre Alonso. Ambos la autorizan con el testimonio de don Pedro Méndez de Sotomayor: el de dona Catalina Santander de Espinoza i el de doña María de Sotomayor. I añade el padre Rosales que estuvo en la Villarica poco después, i examinó sobre el caso a muchos indios que fueron testigos oculares, i afirma haberles hallado contestes.
En la erupción i río de fuego, i en los efectos quo éste causó en las aguas del lago, i las del río Toltan no cabe dificultad. Algunos ejemplares de estos horrorosos incendios nos presentan la antigüedad. Tampoco tengo inconveniente para persuadirme que elevándose los raudales de fuego en algunas partes iras que en otras pareciesen árboles estas elevaciones a unos hombres sobrecogidos de un pavoroso espanto. Ni hallo imposibilidad en que el demonio les presentase a la vista la representación de una bestia feroz, como la que nos describe la relación. Pero parra persuadirine de la representación de los escuadrones aéreos no hallo razón de algún pego. Yo sé mui bien que tenemos otro igual en el capitulo V, libro 11 de los Macabros; peso sé también que ésta se dirigió a exhortar a los israelitas a la penitencia de sus delitos, bajo la pena del verificativo de su destrucción, amenazada en la misma visión, i que fue consiguiente a la dureza de su corazón i de su impenitencia; i que la de nuestro caso no tuvo este objeto. Aquellos indios perseveran i se mantienen hasta hoy envueltos en los mismo delitos, i ahogados en la misma infidelidad, sin que entonces, ni después, ni hasta el día, hayan empeorado ni mejorado de fortuna. Por otra parte me parece supérflua la representación acerca de un escuadren vencedor, cuando tenían las realidades de un ejército que sin piedad llevaba por su país todo el rigor de las hostilidades. Yo no sé si el caballo en que cabalgaba el marqués de Báides, jefe de este ejército era blanco, i por eso hicieron que los indios viesen montado en un caballo blanco al jefe del escudaron aéreo.
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(9)

Este río se nombra Allipen. En dos ocasiones he transitado por él, i es mui peligrosa para vadearlo por la multitud de piedras grandes que en él hay.
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(10)

El parlamento que ahora se hace para establecer la paz, después se hizo de costumbre; de modo que cada gobernador de aquel reino a su ingreso en el gobierno ha de celebrar uno. En nuestro tiempo se le ha dado a esta bufonada o ridícula asamblea todo el valor que se ha podido, como se dirá en su propio lugar.
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(11)

El padre Alonso de Ovalle, dice que se componía el ejército de dos mil trescientos cincuenta hombres. El padre Rosales lo pone en cuatro mil. Don Pedro de Córdoba i Figueroa baja su número al de dos mil. I el padre Miguel de Olivares lo asciende a diez mil.
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(12)

Se quejaron de los gobernadores que precedieron al marqués de Báides porque suponían que trataron con tibieza, i aun con olvido el rescate de las cautivas españolas. Yo no me admiro que se lamentasen porqué es difícil callar cuando hay dolor. Pero sí me sorprende que se les condene a omisión culpable e, indigna de pechos generosos i cristianos sin examen alguno. El primer gobernador que tuvo proporción de tratar de rescate, f'ué Alonso de Rivera, i. no se descuido. Este jefe, i el padre Luis de Valdivia hizo mucho empeño, i ofrecieron; i les indios ventajosos rescates, i en la tercera conferencia que tuvieron con ellos sobre el establecimiento cíe la paz, nada mas se pudo conseguir que la devolución de los varones con la absoluta negativa de volver mujer alguna. Si en estas circunstancias se negaron con tenacidad, nos debemos persuadir que los siguientes gobiernos no dieron lugar ni aun para hacer profesiones sobre ello. Los interesados hicieron mucha diligencia. Un marido pasó a la cuidad de Lima en solicitud de limosna para el rescate de su mujer. Juntó mil quinientos pesos, i en treinta años de exquisitas diligencias no lo pudo facilitar. Se entró religioso mercenario, i en el convento que tiene esta orden en la ciudad de la Concepción fundó con la cantidad una capellanía a favor de ambos. A otro aconteció lo mismo. En veinte anos de diligencias bien gratificadas nada alcanzó. Era hombre de conveniencias, i avecindado en la ciudad de San Bartolomé de Gamboa. Fundó una capellanía en el convento de Santo Domigo de aquella ciudad, en beneficio de su mujer i dos hijas que le cautivaron. Esta satisfaccion estuvo reservada para don Francisco Lopez de Zuñiga. Rescató muchas personas, i algunas fueron de conocida nobleza, así de éstos como de aquellos reinos, i les diò conveniencia para que pudiesen subsistir con decencia. Entre ellas recuerda con gratitud este beneficio la familia de don Pedro Mendez de Sotomayor; a quien honró con un distinguido empleo desde el momento en que le rescató.
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(13)

Véace don Jerónimo Quiroga en su historia de Chile, cap. 99.
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(14)

No es de estrañar que la historia transmita a la posteridad éstos, i otros hechos. No ignoro no ser del cargo del historiador desaprobar el gobierno, pero tampoco se ignora estar constituidos en la obligacion de referir los hechos segùn nos los hacen comprender instrumentos fidedignos. El rei en su real cédula de 12 do noviembre de 1656 manifiesta lo odioso que se hizo este gobierno, i da varias órdenes al virei del Perù conde de Alba de Liste para indemnizacion de sus vasallos de Chile.
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(15)

Uno de los clèrigos era el licenciado don Diego Clavero, cura parroco, i vicario de la parroquia i doctrina Gualqui que regresaba a Chile desde el Perù a donde había ido a negocios propios.
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(16)

Totora es lo mismo que espadaña.
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(17)

Potreros llaman en Chile a las dehesas destinadas a cebar ganados.
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(18)

Las informaciones falsas. i las certificaciones de los cabildos seculares son la obvia tramoya de los gobiernos de América (dice el cronista Antonio de Herrera) para realzar sus méritos, i para inferir perjuicio contra la; persona que les conviene desacreditar para que no valgan sus quejas o sus informes i contra los sujetos que odian, i quieren vengarse de ellos. No hai quien tenga constancia para declarar contra el gobernador porque no hai constancia para sufrir perjucios i daños en la honra, en la persona i en lo intereses.” Hasta aqui don Antonio de Herrera Semejantes informaciones no debian ser admitidas para evitar los juramentos falsos que tanto irritan al Altísimo. I serian instrumentos lejìtimos, si se recibieran despues de concluìdo su gobierno, i sin ascenzo a virei, pues para recibir el premio de sus buenos servicios, tienen sobrado tiempo despues que los vasallos hayan quedado en libertad para demandar los perjuicios que les infirieron. Cuando pasa el gobernador a virei, ningun vasallo tiene que pedir, pero concluìdo el vireinato salen las demandas, i muchos quedan perjudicados con la demora porque viene la muerte que da fin con todo, i a todos deja iguales en la oscuridad de un sepulcro.
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(19)

No hai duda que la convocatoria fué jeneral. Se notó alguna inquietud en los indios del distrito de la capital, i en real acuerdo de 3 de marzo de 1655 se determinó que sa-liese a sosegarlos con su compañìa el capitan don Sebastian Chaparro.
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(20)

Botija llaman en América una vasija de barro que hace dos arrobas.
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(21)

Todos los escritoras de Chile escriben que el mismo sarjento mayor echó a tierra las mujeres i niños en San Rosendo i les dijo se fuesen a la ciudad de la Concepciòn porque tenia poca agua el río, i encallaban las embarcaciones. Pero don Jerónimo de Quiroga nos dice la noticia que doi, i le sigo por tres motivos 1.° Porque no acierto a persuadirme fuese tan cruel e impìo un hombre que tenia valor para sufrir un bloqueo. 2.° Porque Quiroga es autor contemporáneo; i 3.° Porque fué tan claro que no perdonò defecto alguno, i no hallo motivo que me convenza de su induljencia con Salazar.
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(22)

Este trabajo sigue en Amèrica a todos los sùbditos que contra su derecho no permiten ser atropellados de los jefes supremos, i se defienden de la tropelìa.
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(23)

En la relacion de este asedio sigo al padre Diego Rosales, i me separo de don José Basilio de Rojas i de don Jerònimo de Quiroga, i todos los que le siguen. Los tres son autores contemporàneos pero el padre Rosàles era de superiores luces, i de juiciosa crítica; i catorce meses despues estuvo en la ciudad de la Concepcion donde debemos suponer tomò verídicas noticias de todo lo acaecido en este levantamiento que le cojió en la plaza de Boroa.
Don Jerónimo de Quiroga supone en la de Arauco otro oficial de comandante sin decirnos su nombre, i que echó de la plaza a las mujeres i los niños, i al padre Jerònimo de la Barra para que no le consumiesen víveres, i que fueron presa de los indios por esta inaudita impiedad. De otro modo nos refiere el padre Rosales esta prision; i siendo de la misma relijion con el padre Barraza, i estando ,juntos en su colejio de la Concepcion catorce meses despues de estos ocursos, debemos parsuadirnos que se impondria a fondo en el hecho que nos refiere con menudas circunstancias.
Que se tuvo sospecha de este comandante dice el mismo Quiroga, i fue Volea a relevarle. Ròjas dice que marchò solo a todo riesgo, i yo que muchas veces anduve las veinte leguas de tierra que hai en las que entónces no habia colonia alguna de los españoles, i que he sido comandante de la espresada en tiempo de sospechas de guerra, i me impuse de su situacion i avenidas para hacer mejor su defensa digo: que toca en lo imposible su entrada en ella, i mas estando asediada.
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(24)

Corneta es un instrumento militar que equivale a los clarines de nuestra caballería, pero de un sonido àspero i sin armonìa.
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(25)

El padre Diego Rosàles afirrma el número de trescientos. Don José Basilio de Rojas el de doscientos cincuenta i don Pedro de Figueroa lo disminuye al de ciento. Para asegurar la espedicion parece mas regular el mayor, i sabemos que tenían en la ciudad de la Concepcion mil quinientos hombres.
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(26)

El padre Rosáles dice fueron seiscientos i Figueroa quinientos, pero Ròjas que se halló presente cuando llegó, i era capitan de caballería, afirma el número trescientos setenta i seis que ponemos.
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(27)

La aparicion de San Fabian que refiero, la hallé en el manuscrito del padre Rosáles, que se hallaba este jesuita en la plaza de Boroa cuando se dió esta batalla en Conuco. Dice que supo el prodijio por los mismos indios que despues de su derrota preguntaron a los españoles cautivos de dónde habia ido al ejército un capitan de fama, montado en un caballo ricamente enjaezado, armado con espada que centellaba fuego, i se nombraba Fabian.
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(28)

Figueroa afirma que el maestre de campo don Jerónimo de Molina fué el comandante de esta espedicion. Pero el padre Rosáles que se hallaba en la plaza, i refiere individualmente la espedicion i su llegada, dice que fue el maestre de campo don Francisco Bascuñan Rojas que era capitan de caballería, i fué uno de los de la, espedicion, afirma lo mismo, i a estos debemos creer sin violencia.
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(29)

El padre Rosáles dice que él i su compañero el padre Francisco Astorga, fueron testigos oculares del referido sudor. Afirma haberle reconocido i examinado en las dos ocasiones, i le declara prodijioso, i sobre-natural.
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(30)

Se halló la botija en una bodeguilla subterránea que manifestaba haber sido reservada al favor de las ruinas que cayeron sobre ella la última vez que esta plaza fué demolida.
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(31)

De la plata hicieron balas. El padre Rosáles ocurrió al rei por la de su iglesia, i por los libros que dió para cartuchos, i la real piedad le mandó dar seis mil pesos. Bascuñan se cansó de derramar la suya ante los gobernadores, i jamas se movió a representar al soberano este servicio, i quedó su plata, sin pago, i su mérito sin premio. Esta que el caballero Bascuñan llamó desgracia, fué omision procedente de descuido o de inadvertencia, pues debemos suponer que orientado el soberano de un relevante mérito como el suyo, no lo hubiera dejado su real piedad sin recompensa.
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(32)

Don Juan de Zúñiga fué natural de la capital de Chile, persona de calidad, casado con doña Petronila de Mier, que sobrevivió setenta años a la desgracia de su marido. Un indio yanacona que iba con los españoles, i libró a pié, fué testigo de la vileza de aquel oficial.
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(33)

Estuve determinado a no poner este pesado lance, pero viéndolo trasmitido a la posteridad por el padre Rosáles, i que su memoria se conserva en una constante tradicion que le detalla con horrorosos colores, desistí de mi silenciosa resolucion; pero poniendo las circunstancias esenciales del hecho, omito otras por demasiado denigrantes. I siendo preciso poner a la letra el acuerdo que celebró el ayuntamiento sobre el enunciado recurso, le suprimo tambien las espresiones que denigran demasiado.
No solo me determina darle a la prensa el que ya lo escribió el padre Rosáles sino tambien para que viendo que la historia no omite referírlo, omite la ejecucion de otros semejantes la superioridad aunque esta por desgracia haya recaído en sujetos desnudos de la prudencia necesarísima en los que gobiernan.
Si el gobernador hubiera estado presente, el caballero oidor se hubiera dirijido a él para solicitar este ausilio, i desde luego debemos persuadirnos que un militar adornado de la prudencia del caballero don Pedro Porter no hubiera permitido se hiciera semejante estrépito contra unas relijiosas incapaces de resistencia.
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(34)

Todo consta de los acuerdos celebrados en los días 19 i 20 de diciembre de 1656, i 12 i 13 de enero de 57 que se hallan a fojas ciento setenta i cinco i siguientes del libro de provisiones de la capital, número catorce, cuyas son "las cláusulas siguientes:" i teniendo mayores daños en la obediencia i sujeciòn al prelado regular, se salieron del dicho monasterio, i para impedírselo las acometieron los soldados i personas que habian ido a asistir al dicho señor oidor ofendiéndolas con las armas, i a empellones arrastrándolas por el suelo .... i poniéndoles las manos en los rostros, arrastrándolas de los cabellos, siguiéndolas con otras demostraciones i agravios en la salida que hacian para reducirse al monasterio de la limpia Concepcion de esta ciudad, por las calles públicas obligándolas a correr falde en cinta por los golpes, i malos tratamientos que les habían hecho e iban haciendo... de lo cual resulto tan grave escándalo que ha parecido sin ejemplo en la cristiandad.
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(35)

Consta de perpetua tradicion, i don Pedro Figueroa afirma haberlo oído a sus parientes i a otras personas fidedignas.
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(36)

Don Diegò Rosáles escribe este prodijio.
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(37)

Se hallaba Luis de Lara exaltado al empleo de comisario jeneral de caballería i a segundo comandante de esta espedicion por su mérito, por su valor i por su intelijencia en la profesion militar.
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(38)

En ningun caso pudo ser practicable este método, atendida la distancia del uno al otro obispado, pues el de la Concepcion dista setenta leguas del de Santiago.
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(39)

Este era hijo de don Alonso de Córdoba i Figueroa, gobernador interino de Chile.
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(40)

El soldado Farfan fué el primero que entrò en el atrincheramiento de los araucanos.
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(41)

Anjel lo nombra don Pedro de Figueroa en su Historia de Chile.
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(42)

Así hacen su elojio don Pedro de Figueroa i el abate Oliváres en su Historia de Chile.
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(43)

Consta del cabildo celebrado en Santiago el 5 de mayo de 1668.
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(44)

Consta de una carta que el ayuntamiento de la capital escribió al rei con fecha 12 de diciembre de 1665, i se halla a foja 6 del libro tercero de provisiones.
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(45)

Los excelentísimos señores don Antonio de Ulloa i don Jorje Juan en su viaje al mar del sur.
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(46)

Me resolví a referir este hecho así por las resultas que sufrió el gobernador. como porque por una tradicion vulgar se cree haberse ejecutado con un ministro de la Audiencia.
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(47)

Don Pedro Figueroa afirma que don Francisco de Meneses fuè absuelto de los cargos que resultaron de la pesquisa, i repuesto en su empleo por el tiempo que le faltaba para cumplir los ochos años de su provision, i que esta gracia le hallo difunto.
No me conformo con esta opinion. Yo he rejistrado con prolijidad todas las reales cédulas dirijidas a Chile, i no se halla la de este indulto. La reposicion, sin duda, es falsa. Porque cuando llegó a la corte la noticia de su separacion del gobierno lo proveyó la reina gobernadora en don Juan de Henriquez. Todo consta de los libros de provisiones de la capital donde se hallan los despachos de gobierno librados a favor de don Diego Dávila Coello i Pacheco, i de don Juan de Henriquez. El primero dado en Lima a 7 de enero qe 1668 i el segundo en Madrid a 21 de agosto del mismo año. Al mismo tiempo que en la corte se nombro gobernador que le, subrogase, se librò real òrden para que se le tomase residencia, i este juicio se abrió el 1. de abril de 1670, i sus resultas, que debian remitirse a España, i volverse a América por la ruta de Panamá, bien tardarian dos años
Por estos principios se falsifica la reposicion que nos afirma el citado Figueroa con la espresion de haberse dado el gobierno a don Juan de Henriquez porque se tuvo noticia en la corte del fallecimiento de Meneses, que todo es falso. No me separo de que fuese indultado porque su distinguido mérito pedia no fuese castigado con demasiada severidad por delitos ordinarios, i porque veo que a solicitud de su ajente mandò dar el juez pesquisidor testimonio de tres cartas del ayuntamiento de la capital dirijidas al rei, datadas en 10 de marzo de 1664, 7 de agosto i 12 de diciembre del mismo año, i otras dos al virei de Lina con fecha de 13 de agosto de 1664, i 19 de setiembre de 65. En ellas hacen grandes elojios del caballero Meneses, i dan al rei las gracias de haberles enviado tan famoso gobernador.
Ahora vendrá bien digamos còmo se hallaba en Lima Matías de la Zerpa, i la verdad de su declaracion contra el caballero Meneses, de cuya retractacion no dejarian de aprovecharse los parientes de su mujer. Era Zerpa natural de Andalucía, elocuente, audaz, i de feroz condicion, de espíritu valeroso, i estatura prócera, que los hombres de la mayor talla corriente no le excedían la altura del hombro. En la capital de Chile quito la vida a un hijo de Valladolid, i cortada la mano derecha del cadáver, tuvo la audacia de clavarla en la puerta del tribunal de la Real Audiencia con una inscripcion que decía: "Yo Matías de la Zerpa porque me agravió.” En altas voces se jactaba del hecho. Mandó la Audiencia, arrestarle, pero se evadió de los que le perseguian, i huyó al Perú. El presidente envió requisitoria a la ciudad de Lima, i allí se verificó su prision, fuè enviarlo a Chile. Arribó al puerto de Valparaiso, i asegurado en un castillo rompió las prisiones, i se libertò. Se refujiò en la iglesia, i el tiempo olvidó su exsecrable delito por mediacion de sus protectores, i contrajo matrimonio con la mujer por quien hizo el homicidio. Constituido en el trance de la muerte, retractò su declaracion ante Juan de Velarde, escribano de cabildo, i públicamente se desdijo de lo que había dispuesto en Lima contra el gobernador Meneses. Don José de Garro, que gobernaba en Chile cuando fallecio Zerpa, quiso se hiciese alguna demostraciòn de castigos en su cadáver, pero se interpusieron personas piadosas para que no se ejecutase.
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(48)

Sinodal del obispado de la Concepcion de Chile, paj. 35.
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(49)

En el invierno de este año salieron de sus cauces los rios Tolpan i Vergara i subieron sus aguas mas de diez varas sobre la superficie del terreno en que tuvo esta plaza su ubicacion, donde hubieran perecido sus habifantes, si no se hubiera desálojado.
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(50)

Consta del cabildo celebrado en la capital el 20 de febrero de 1670.
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(51)

El ramo de balanza es un impuesto de medio real por cala quintal de frutos de Chile que se embarcan en el puerto de Valparaíso para cualquiera otro, aunque sea del mismo rincon, i asciende a mas de veinte mil pesos anuales.
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(52)

La reina gobernadora -Maestre de campo don Juan Henriquez, caballero de la órden de Santiago, gobernador i capitan jeneral de las provincias de chile i presidente de la Audiencia Real de ellas: hase entendido que con ocasion de ser público el escándalo, i mal ejemplo que causaba en esa ciudad don José de Meneses, oidor de la dicha Audiencia, teniendo amistad ilìcita con una mujer soltera, nombrada doña Elvira Tello, ordeno el reverendo obispo de esa ciudad que su secretario de càmara amonestase a doña Beatriz de la Barrera, abuela de la dicha doña Elvira, en cuya casa vivìa, la tuviese con recojimiento. I no habiendo sido bastante para el remedio de esto el haberse repetido la misma dilijencia con doña Aldonsa Tello su tía, relijiosa en el convento de Santa Clara, recibió el reverendo obispo informacion sobre ello, comprobàndose con la declaracion de cinco testigos que tambien depusieron haber oído decir tenia en ella don José una hija, con que la puso en un convento de que resultó descomedirse con él; i pedir el abuelo de doña Elvira fuese depositada en poder de unos tíos suyos, que vivian en una estancia veinte leguas da esa dicha ciudad, para cuyo efecto dió licencia el reverendo obispo con algunas circunstancias de seguridad. I estando en el camino despues de haberla hablado a solas don Lorenzo Lazo de la Vega, la cojieron diferentes personas encubiertas que iban con espadas desnudas, i la volvieron a esa ciudad en un caballo; averiguando el reverendo obispo, habían sido de casa de Meneses i ejecutàndolo por su disposicion. I habiendose visto en el consejo real de las Indias, i consultàndome sobre ello, reconociendo que no podía dejar de tener noticias del escàndalo con que han vivido, así del dicho don José de Meneses como don Blas Henriquez, vuestro hermano, tenido éste una hija, en doña Ines de Astorga, a quien hablaba don Francisco de Càrdenas, fiscal de esa Audiencia, habiendo ganado por este medio tan ilícito vuestra amistad. I considerando asimismo la omision que habéis tenido, en no haber castigado i remediado pecados tan públicos, i de tan mal ejemplo, i que por el puesto que ocupa don José de Meneses, i el parentesco que tiene con vos don Blas Henriquez era mayor la obligacion de no permitir semejantes excesos, ni dar lugar a que el reverendo obispo de la iglesia Catedral de esa ciudad necesitase de proceder contra los culpados para atajar los graves inconvenientes que de esto resultaban, en que faltais al cuidado i vijilancia que debéis tener para saber cómo proceden, i viven Ios ministros de esa Audiencia, i los demas sübditos de vuestro gobierno para recurrir al remedio; he resuelto (entre otras cosas) advertiros de todo lo referido para que teniéndolo entendido, obréis en lo de adelante con 1a atencion que pide la obligacion de nuestro puesto. I porque fío lo hareis así, he suspendido por ahora el hacer con vos la demostracion que fuere justo por la omision que en ello habéis tenido. I solo he mandado a los oficiales de la Real Audiencia, de esa ciudad por despacho de este día; se saquen mil pesos de multa, i los remitan a estos reinos en la conformidad que se les ordena. Fecha en Madrid a 28 de diciembre de 1674 años.-YO LA REINA .
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(53)

Don Jerónimo de Quiroga, natural del reino de Galicia, i de calidad noble, pasó de España a América en la edad de diez años. En la de quince pasó a Chile i comenzó a servir al rei, i en la de veintitrés contrajo matrimonio en la capital. En la de veintiséis fué ascendido a capitan de caballería. Fué rejidor perpetuo con real confirmacion en el ayuntamiento de la capital., i uno de sus vecinos de encomienda. Condujo tres mil armas de la ciudad de Mendoza hasta la de la Concepcion.. Dirijio la obra de la Catedral, en que gastó diez mil pesos de su caudal; de la fuente de la plaza mayor, tajamares i casas de ayuntamiento de la capital. Fortificó los puertos de Valparaíso i Concepcion, donde fabricó una sala hermosa da armas. Levantò las plazas de Arauco i Tucapel i reparó las ruinas de todas las demas fortificaciones de la frontera. Fué tres años maestre de campo de las milicias urbanas de la capital, i diezisiete maestre de campo jeneral del reino de Chile i comandante jeneral político i militar del obispado de la Concepcion, con facultad que le concedieron los góbernadores don Juan Henriquez i don José de Garro para darlos empleos militares, cuyo uso hizo en dos ocasiones con equidad, i proporcion al merito de los sujetos. Tuvo también facultad para conceder grados hasta el de maestre campo. El virei del Perú, don Melchor de Navarro Rocafull duque de la Palata pasó orden a don José de Garro para que orientado del nùmero de hombres que podían poner en campaña los indios que gozan de independencia, propusiese el mètodo de reducirlos a civilizacion. El gobernador comisionò este cargo a Quiroga, i despuès de haber hallado dieziocho mil indios de armas espuso su dictàmen sobre su sujecion. Fué de limpio manejo, i desinteresado, i por 1o mismo fuè postergado i perseguido i muriò pobre Su buena i arreglada conducta le daban cierto derecho para hablar libremente en los asuntos del real servicio, i esto 1o perjudico en los ascensos que le eran debidos. El gobernador don Josè de Garro informó al rei su distinguido mérito; pero don Tomas Marin de Poveda, que sirvió bajo sus òrdenes, i le dio bastante que hacer, se hallaba en la corte i frustro el informe i le quito el ascenso, i colocado en el gobierno de Chile, le persiguió de modo que por sustraerse de las persecuciones, se retiró al sagrado de la iglesia i serenada la borrasca, se reclasó volunta-riamente en su casa a concluir los dias de su ancianidad en penosa pobreza. En este retiro se dedico a escribir la historia de Chile hasta su tiempo, i fuè el que mas se acercó a la verdad de los sucesos antiguos, i escribió los de su tiempo con aquella libertad que da la fuerza i la pérdida de toda esperanza, segùn aquel verso de Virjilio: Una salus victis, nullam sperare salutem.
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(54)

Véase esta descripción en el tomo I de la presente obra.
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(55)

Estos almacenes se llaman allí bodegas.
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(56)

El castillo de la Concepcion es conocido hoi con el nombre de Castillo Viejo.
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(57)

Sinodal del obispado de Santiago de Chile, páj. 147.
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(58)

Véase la real cédula de 28 de diciembre de 1674, que esta reproducida en la nota 52 del presente tomo.
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(59)

Don Pedro Figueroa i el padre Miguel de Olivàres dan su recibimiento un año antes, pero en el libro de recepciones de presidentes i oidores de la Audiencia de Chile consta la data que ponemos.
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(60)

Figueroa lo nombra don José Moncada, pero el rei en carta de 11 de mayo de 1697 le llama don José Gonzalez Rivera.
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(61)

Este número nos da un jesuita (cuyo nombre no consta de su obra), autor de la Historia de la Compañía de Jesus en Chile," i Figueroa dice: fueron dos mil ausiliares i la compañía de caballería de don Ignacio Molina.
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(62)

Se asignaron ciento ochenta pesos anuales al rector; ciento sesenta a cada uno de los maestros i ciento veinte a cada beca.
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(63)

Don Juan Bautista Muñoz en su Historia del Nuevo Mundo," tomo I.
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(64)

Los militares mas favorecidos del gobernador fueron don Juan Verdugo, don Fernando Bascuñan, don Alonso Covarrúbias, don Antonio Otalosa, don Alvaro de Cereceda, don Josè Paravicino, don Alonso Soto, don Fernando de Mier, don Pedro Molina, don José Mendoza, don José Arias, don Antonio Valenzuela, don Pedro de la Barra, don Juan Güemes Calderon i don Alonso de Córdoba i Figueroa.
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(65)

Sinodal del obispado de la Concepcion de Chile, f. 36.
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(66)

Por real cédula de 21 de junio de 1687, que se halla en la secretaría de gobierno de Chile, cuaderno cuarto, consta que habiendo avisado el gobernador el naufrajio del Iltmo, señor don frai Antonio de Morales, dice el rei que presentó al Iltmo, señor don frai Luis de Lemus, i en la sinodal del obispado de la Concepcion a fojas 36 se pone a éste primero, i a aquél por su sucesor.
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(67)

Sinodal del obispado de Santiago de Chile en la nomenclatura de los reverendos obispos, fs. 147 i siguientes.
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(68)

Don Jorje Juan i don Antonio de Ulloa, en su "Viaje a la América meridional," parte segunda, tomo cuarto. Resúmen histórico, páj. 138, núm. 207.
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(69)

Se compuso esta junta, de la Audiencia con su presidente; del ayuntamiento de la capital con su correjidor; de los correjidores de todos los partidos; i de cuatro vecinos de cada uno en calidad de diputados.
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(70) 

Dio mérito a emplear un oidor en calidad de correjidor de aquella ciudad el haber dado permiso la corte de España a los franceses, para comerciar en los puertos del mar del sur,i elijieron el de la Concepcion para hacer escala.
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(71)

Esta historia del vulgo, que hasta hoi corre por verdadera, se publicó por real cédula de 26 de abril de 1703.
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(72)

Consta de real cédula de 30 de marzo de 1705.
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(73)

Por real cédula de 26 de abril de 1703, mandò el rei se observase el siguiente reglamento: Un gobernador i capitan jeneral i presidente de la real Audiencia, con ocho mil pesos; un maestre de campo jeneral con mil trescientos veinte pesos; un veedor jeneral con dos mil; un auditor de guerra con mil; un capellan mayor con quinientos; un ayudante mayor de plaza con trescientos; un cirujano con trescientos; dos practicantes de cirujía con setenta cada uno; un intérprete con ciento cincuenta; un carpintero mayor con ciento cincuenta; un preboste con ciento cincuenta; otro segundo con ciento; un armero con ciento; al sarjento mayor del reino de Chile novecientos; al ayudante trescientos; a cada uno de los ocho capitanes de infantería seiscientos; a cada uno de los ocho subtenientes doscientos cincuenta; a cada uno de los dieziseis sarjentos ciento cincuenta; a cada uno de los ocho tambores ochenta; a cada uno de los dieziseis cabos de escuadra ciento; a cada uno de los veinticinco mosqueteros ciento; a cada uno de los novecientos sesenta arcabuceros ochenta; a un comisario jeneral de caballería ochocientos; un ayudante mayor con trescientos; un capellan con trescientos; a cada uno de los cinco capitanes de caballería setecientos cincuenta; a cada uno de los cinco tenientes trescientos; a cada uno de diez cabos de escuadra ciento setenta; a cada uno de los cinco trompetas ciento; a cada uno de cuatrocientos ochenta i cinco soldados ciento; un capitan de artillería ciento: se entiende anualmente.
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(74)

Sinodal del obispado de Santiago, páj. 148.
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(75)

Fué el primero i último a quien se dio este gobierno por beneficio.
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(76)

Se negó a hacer el juramento acostumbrado, i por eso no se formalizo su recibimiento, i es la causa de no hallarse la data de él en los libros del ayuntamiento de la capital, ni en los de la Audiencia. Don Pedro de Figueroa i otros escritores de Chile nos la ponen en sus manuscritos en marzo de 1707, pero padecieron equivocacion, porque la posesion de empleos de oidor, que se dio a don Juan Calvo de la Torre en 30 de mayo de 1708 se halla firmada de su antecesor en el libro de recepciones de los presidentes i oidores, i la que damos consta de real cédula dada en Madrid a 30 de julio de 1713, i se halla orijinal en la coleccion de cédulas de la escribanía de gobierno de aquel reino.
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(77)

Yo conocí en el convento de la capital al padre frai José Tello, que fue prior dieziocho años, hasta que paso de comisarió a Panama i en el de la ciudad de la Concepcion al padre frai Cayetano de Torres, que lo fue quince años, hasta que lo promovieron a la prelacia del primero, i hoi lleva cerca de diez años, en el de la Concepcion el padre frai Bernabé Carriel. Estas i otras semejantes sábias disposiciones de la corte las elude el interes i las olvida el tiempo en aquellos remotos paises. Bien que los tres espresados relijiosos léjos de abusar de la perpetuidad en las prelacías fueron utilísimos a sus conventos i hospitales en el adelantamiento de sus edificios, i mas solícitos en la asistencia i regalo de los enfermos.
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(78)

El marqués de Corpa fué sindicado de esta infidelidad, porque se halló en la corte de Madrid cuando entro en ella el archiduque de Austria i se hizo proclamar rei de España bajo el nombre de Carlos III. Vindicado despues de esta calumnia, le restituyó el monarca sus honores, mandó se le entregasen sus bienes secuestrados i le indemnizó de todos los perjuicios que se le habian inferido.
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(79)

Lo afirman don Pedro de Figueroa en su Historia de Chile, lib. 6, cap. 15, i el reverendo obispo de la ciudad de la Concepcion en la siguiente carta esplicada con notas del autor.
"Señor: Sirvióse V. M. promóverme a este obispado de la Concepcion de Chile, i tengo dado parte a V. M. de mi consagracion i llegada en otras dos ocasiones, i en continuacion de lo que me incumbe, paso a dar cuenta a V. M. de mis progresos, i del estado del reino.
"Luego que llegué, traté de dar principio a las operaciones episcopales, no como mi tibieza demanda, sino como pide la real confianza de V. M., cuando fuì promovido a esta silla. Entrado en ella, me informé del reino, del distrito, i de sus conversiones, i hallé todo estar informe, porque los prelados que ha tenido este obispado por la mayor parte han sido de tan crecida edad, que han admitido este obispado mas para tener una honrada mortaja que para dirijir sus importancias en lo espiritual, no por falta de celo (porque han sido varones justos), sino por no tener fuerzas para discurrir sus inmensas distancias. De manera que desde que se descubrió este reino, no ha habido obispo que las haya peregrinado, ni gobernador militar que las haya querido ver. Un obispo fué, habrá ochenta, i un años, a la provincia de Chiloé, por mar, otro a la plaza de Valdivia, i se volvió en el mismo bajel, pero ninguno ha examinado la tierra, lugares, costumbres, i estado de ella, si no es por noticias i relaciones, unas de unos lugares, i otras de otros. A vista de esto, me resolví a verlos todos, i en efecto me embarqué para la provincia de Chiloé, próxima al Estrecho de Magallánes, que se compone de la isla grande i principal, i veintiseis (a) pobladas en su archipiélago, i las anduve todas, tomando cuenta de la doctrina cristiana, haciendo ordenanzas, i dejando aranceles, i quince mil sesenta personas confirmadas. Pasé a la plaza de Valdivia i visité todos los castillos, i dispuse en todas sus iglesias lo que necesitó de remedio, i pudo tenerlo. Hubo gran contradiccion de los gobernadores seculares en órden a que penetrase la tierra desde dicha plaza hasta esta ciudad, fundada en que sus habitantes eran jentiles, i su paz siempre dudosa, i el enemigo comun (b) habia esparcido entre ellos que el obispo había echado la langosta de las islas a su tierra firme, i llevaba botijas de peste para maleficiarlos, i sobre todo iba a quitarles la pluralidad de mujeres que había sido su costumbre heredada de sus padres. Sin embargo, fiando de la misericordia de Dios, emprendí con mis familiares solos la entrada, i reconocí todas las ciudades perdidas. Visité las misiones de los relijiosos de la Compañía de jesus, i como estos lugares no están consecutivos, sino en los estremos del territorio, peregriné mas de cuatrocientas leguas sin mal suceso, aunque con trabajo i algunos peligros imajinados. (c) No caben en una carta todas las noticias de lo que he visto i tanteado, i se requeria un volúmen grande; pero apuntaré lo sustancial para que V. M. haga el juicio que fuere servido.
"Este reino se compone de ocho ciudades, la de Santiago, que es la corte i silla principal, la de Serena o Coquimbo, la de Mendoza, i la Punta, (d) que tocan al obispado de Santiago, i nunca tuvo mas, ni se ha disminuido alguna, i todos sus pueblos, valles i campos están reducidos, poblados de españoles, i en órden regular, de que dará larga noticia su obispo, a quien me remito. Camínanse desde Santiago hasta cincuenta leguas, i al fin de ellas comienza el distrito de este obispado, i se continúa hasta esta ciudad por término de otras cincuenta leguas con menos habitadores que la del obispado de Santiago, pero todas de paz i pobladas de jente buena, la mayor parte mestizos, hijos de españoles e indios; i la menor de jente principal, i de obligaciones que tienen algunas encomiendas i cuidado a las armas. Desde esta ciudad se caminan dos leguas a un río formidable, que se llama Biobio, i en tiempo de estío tiene média legua de ancho, i en tiempo de aguas mas de una, i desde allí hasta el Estrecho de Magallánes, Tierra del Fuego, Cabo de Hornos, i Tierra de Salvajes. llamada así, a lo que creo, porque sus habitantes se sustentan de yerbas incoctas, hasta la isla Grande de Chiloé, caminando a esta ciudad corren doscientas leguas, i no hai ni español, ni cristiano, ni predicacion evanjélica, porque aunque son innumerables las naciones que residen allí, i en su intermedio se forma el Estrecho i Tierra del Fuego, ni hai accion, ni fuerzas, ni caudal para pasar a estos parajes; es mucha la mies que se deja ver, i ningun operario que la haya querido examinar. Duéleme el corazon cuando lo considero, pero no debe de haber llegado el tiempo que Dios tiene determinado para que su gracia alumbre aquellas partes, í se lo suplico en mis tibias oraciones. Desde dichas islas de Chiloé hasta Valdivia habrá treinta leguas, i desde Valdivia a esta ciudad mas de ciento, i en este intermedio hubo doce ciudades (e) ricas, pobladas de muchos españoles i todos los conventos de relijiosos i relijiosas i hai capacidad de vegas, rìos i àngulos para otras doce ciudades. Apretabase la mano a los indios en 1a saca de frutos i oro i rebelados mataron españoles y españolas reservando las que por su; cara i poca edad fueron objeto de su desorden y destruyeron las iglesias, las capillas i murallas de ocho ciudades (f) que estaban en el corazon de la Tierra (g) i no queda mas memoria de ellas que las señales de los cimientos que aun se conservan en sus cuadros i divisiones por haber hecho los indios empeño de no habitarlas ni permitir que otros las habiten aunque sean amigos, i relijiosos misioneros i quedaron cuatro ciudades (h) en el nombre i esta solo en la sustancia, en los estremos de; toda la tierra: la plaza de Valdivia que siendo un fuerte de soldados que sirve de frontera se llama ciudad la de Castro que no tiene cincuenta vecinos españoles la de Chillan que tendra tantos i esta que tambien es frontera, i tendrá a lo sumo doscientos vecinos, i este es todo el obispado (i) Con haber quedado estas fronteras en los estremos se han sujetado las ciudades de Santiago, Serena, Mendoza i la Punta (j), que es el obispado de Santiago las cuales crecen tanto, que de diez a diez años no se conocen ni las ciudades ni los edificios, ni la jente al contrario de este obispado que por ser donde se dan los golpes por mar, i por tierra, cada día va a ménos de parte de las españoles i cada dia a mas de parte de los jentiles Esto es lo que toca a la tierra.
Por lo que toca a los naturales, solo por donde he transitado, he visto mas de veinte mil jentiles montados con lanzas , espadas i todo jenero de armas menos las de fuego i hago juicio que pasan de cuatrocientos mil de Valdivia a la Concepcion (k) sin trascender las cordilleras ni seguir las doscientos leguas de lonjitud hasta el norte, que lo estan peragrados de españoles ni de otras naciones sino de indios barbaros. No tienen culto ni adoracion, ni altares ni artes, ni oficios ni conocen mas de un cierto espiritu que puede hacer daño, i no esperan provecho ni amistad con el para efectos impuros i que quite las enfermedades le invocan i los mas relijiosos entre ellos tienen cierta creencia de que van a resucitar detras del mar, i para ello se les ponen (cuando mueren) comidas de matalotaje, avíos de camino, caballo, silla i espuelas. Todo su Dios son tres vicios: el ocio la embriaguez, i la lascivia Para el ocio se retiran a los desiertos i angulos de la tierra, i abominan tener lugares i ciudades de comun habitacion; cada uno tiene su rancho, i casillas de paja, i allí viven con san hijos, mujeres i ganado i solo los junta la solemnidad del beber citado; a ciertos valles, campos o vegas. Los varones no trabajan las mujeres siembran, hilan i tejen, vísten a los varones, i les dan de comer i de beber. La embriaguez dura todo el tiempo que hai que beber, haciendo vino de manzana de semillas, i de frutas del campo i los meses que falta la bebida, que suelen ser los de agosto i setiembre padecen hambre intolerable, porque como no trabajan i siempre están embriagados llega a consumirse el material, i luego que vuelve el tiempo, vuelven tambien los frutos especialmente los silvestres, i pasan con ellos, i sus brevajes. La lascivia, hija del ocio i de la embriaguez, es sin mesura, pero nunca he averiguado que pase a ser nefandadas mujeres, son de mas estrecha servidumbre que en Arjel, porque no se reputan por iguales a los hombres en la libertad, los padres las venden como venden una oveja, vaca o cabra. Siembra para el marido, hila, i teje para él todo el año; por esta causa, así como el que tiene mas ganado es mas rico, lo es el que tiene mas mujeres. Entre ellas no hai zolotypia respecto del marido, sino que estan al arbitrio de él, i opta la que quiere, i la optada le ha de construir el primer día una manta i otros vestuarios, ligas, o ceñidores. La manta es una tela de hilos gruesos, de dos varas de ancho i tres de largo, abierta con un tajo por medio cuanto quepa , la cabeza, i metida cae una falda a los pechos i otra a las espaldas; el que mas viste dos mantas, pero como las mujeres son muchas, sobran al cabo del año al señor o marido gran acopio, i éstas las venden, cambian, o dan por vino a los españoles, que despues las revenden entre nosotros. El hijo mayor hereda las mujeres, menos a la madre, i si el tal hijo mayor se aficiona de alguna mujer de su padre, pone acechanzas al padre, i muerto se queda con. aquella, i las demas. Los varones sienten que de aquellas mujeres haya alguna infiel, i con levísima sospecha la castigan, o dàndole muchos palos, o muchas heridas, de que mueren, i si sanan las venden. Pasando yo por la Imperial, castigo a una de ellas el cacique Inalican cortándole con su alfanje un pecho, i no murió, ni ella se quiso apartar de su compañía, i venirse a los cristianos, i entre españoles, porque adoran en su misma esclavitud. Su conversion no es imposible, ni difícil si se quisiera, porque no dando adoracion a otro Dios sino a sus vicios, ninguno apetece padecer martirio por ellos, i quitándoles la ocasion, hoi unos, i mañana otros, se hubieran reducido muchos.
Caminando yo de Tolten a Boroa, salieron a cumplimentarme mas de quinientos indios jentiles, i debajo de una enramadilla de paja me ofrecieron chicha, maices cocidos, i no sé qué frutas. Yo les retorné listones, navajuelas, i agujas, i una india de mas de ochenta años no llegó a besarme el pectoral como los otro, i la llamé i pregunté la causa de su retiro, i me dijo en su idioma: que ella era vieja, i no tenia cosa, alguna que dar, i era entre ellos gran falta de respeto llegar a un señor grande a besarle la ropa, sin darle algun pollo o unos huevos. Mandéla regalar con cintas, con agujas i tijeras, i se vino a mí enternecida, i me dijo en su lengua, lo que saco muchas lágrímas de mis ojos: "Tú eres sin duda Dios, o vienes de Dios, pues das sin que te den." Preguntèle si era bautizada, i no lo era, quísela reducir, i llevarla conmigo, i no hubo forma de reducirla, ni a los suyos, ni dejarse bautizar, pero hizo juicio, de que sabria algo de Dios, i con una leve demostracion mía calificó ser cierto haber Dios que daba sin recompensa alguna. Califiquélo tambien de que habiendo entrado a Maquegua un capitan Fulano Pedreros, estando de paz, le prohibió el cacique Millapal que pasase un rio, i a la parte de sus tierras, i porfiando pasar, lo mataron a él, i a otros, i habiendo catorce misioneros i pasando treinta relijiosos de la Compañía de Jesus por medio de ellos, i yo con. toda mi familia, mi pontifical, i recámara tal cual, no solo no me lo resistian, sino que por saber que era el gobierno de los ministros de Dios, me regalaban, en la esfera de sus cortedades, chicha, pollos i frutas, e hicieron cantares, que hoi cantan diciendo: que por allí pasó vestido de blanco, i con cruz de oro i vidrios verdes, el santo padre, enviado de Dios: llaman vestido blanco el roquete de que usaba por recabar su respeto, i llaman santo porque explican así las cosas de Dios.
No llegaron a cinco los bauticé entre tantos jentiles, ni se convirtieron adultos algunos, porque transitaba i no me detenia, pero a todos los dejé con pia aficion que es el fundamento de introducir la santa fe. Hai en estos estremos, en sus mas empeñados retiros, en las cordilleras i lugares de concurso, catorce casas de misioneros relijiosos todos de la Compañía de Jesus, dos relijiosos en cada una, a los cuales ayudé a llorar para consolarlos, no a convertir, porque para esto no necesitan de incentivo, sino de medios; sitúaseles una corta còngrua por V. M. la cual se promete, i no se cumple, i siempre la están debiendo, i hoi pasan de ocho años sus créditos a la real hacienda, si se les paga algo es para aquellos que suplieron a los pasados, i siempre están pereciendo, los presentes visten las mantas de los indios, comen lo que mendigan, i enferman de lo que trabajan, mas merecen, en mi concepto, que mereció San Francisco Javier en el oriente: porque si este santo trabajó hasta perder la vida, tuvo el triunfo de darle a Dios tantas almas, que no tienen número, i estos miserables misioneros pierden la salud i la vida, perdiéndoles el mal gobierno de los seculares la mies que recojo su. predicacion. Bautizan a lo recien nacidos i algunos adultos, i a pocos años ven apóstatas de la fe a los que atrajo su industria santa. Claman estos varones ilustres al obispo, i el obispo no puede hacer cosa alguna; poco ha que se ofreció un caso àrduo sobre las misiones, i pedí al gobierno secular, que ántes de resolverse, me oyese, i no quiso hacerlo por fines particulares, respecto de haber cédula, su fecha en Madrid, a 11 de mayo de 1697, que se dice de misiones, en que se sirve V. M. mandar que las cosas que se ofrecieren sobre ellas la resuelva el presidente en junta, o sala de ellas, con el obispo, el oidor mas antiguo, los oficiales reales, i el dean i un canónigo de la ciudad de Santiago distante de ésta cien leguas, que se deben reputar por quinientas por la infinidad de rios caudalosos, pantanos i cuestas, i todos los que allí residen están tan ajenos de lo que son misiones de lo que jentiles, i de sus ritos, como puede estarlo el que nace en la Tartaria, i quedan excluidos los obispos de esta ciudad, los prebendados i oficiales reales que manejan este distrito: de manera que un médico coje el pulso i examina los accidentes de un enfermo presente, i otros que nada saben aplican el remedio como les cae en gracia, i no como se debiera, sobre que no he intentado contradecir en obediencia de lo mandado por V. M., que así se ha servido disponerlo. Podrá preguntarme que hai obispo de celo, misioneros insignes, i facilidad en los indios, i paz con los españoles. ¿Como so gastan tantos millones, que pasan de cuatrocientos sacados del real haber, i otros doscientos de lo que fructifica el reino, los que se han consumido en esta conquista, i en mas de cien años no se ha dado paso, ni en la recuperacion de algunas de las ciudades, ni en la mejora de las costumbres de los indios, i duran sus ritos, i duran sus vicios, i barbaridad primitiva, excepto tali cual, a quien la prolija vijilancia de los misioneros conduce al rebaño de la Iglesia? Respondo que no es mas de una la causa, i ésta las comprende todas, i la espresó profeticamente el glorioso San Francisco Javier en estas cortas cláusulas: Non possunt esse perfecti sine profectis. Es imposible que haya conquista, es imposible que haya conversiones, es imposible que se consigan los santos fines que V. M. tanto aprecia como protector de la Iglesia, si no hai gobernadores.
"Los indios no son bárbaros que no se puedan poner en obediencia, pero para ponerlos en ella, es necesario honrar i apreciar a los buenos, i correjir a los malos, lo cual no podrá hacerse sin que el gobernador i presidente lo vea i cele. Es menester separar a los cristianos de los jentiles, i que no sean promisertos los ritos i supresiones, i esta separacion no . la pueden hacer ni los obisos, ni los misioneros. Es preciso traer a los convertidos i bautizados a la doctrina cristiana, a la misa a cumplir con. la Iglesia, i sin mano armada que los compela, no se puede conseguir. Es menester que ya que no se compele a los jentiles a recibir el Evanjelio con violencias, se les obligue a que guarde la lei política i natural, que no hagan esclavas a las mujeres, que no vendan las hijas, que no maten a su arbitrio, que no propinen veneno, cine no se hurten unos a otros, que ellos llaman maloquearse, que no vivan de lo que quitan, sino de lo que sembraron, i el poner a estos jentiles (que son vasallos) en esta política, no cabe ni en el obispo inerme, ni en los misioneros desnudos.
Situó V. M. esta plaza, sus fuertes i ejército i señaló en cada nn año doscientos noventa mil pesos, de los cuales se hacían tres partes: una para los vireyes, otra para el podatario que nombraba el ejército i los que suplian la ropa, i llegaba una tercia parte a los soldados, la cual se volvia a compartir entre el gobernador i jefes i quedaba una décima parte entre los soldados. Pidieron estos que se les pagase en plata, i V. M. lo mando así, pero el virei i los gobernadores lo pusieron de peor calidad porque el virei libraba otros gastos en la caja de Potosí con prelacion al situado i no alcanzaba la caja, i los que iban por los situados pagaban i regalaban a los oficiales reales de Potosí, porque no les acabasen de pagar i se detenían dos o tres años tratando i contratando con la mitad que son ciento cincuenta mil pesos, i hoi se han suspendido del todo estos sueldos. A vista de esta falta de dos mil plazas que, debía de haber no hai quinientas de listas i hasta ciento cincuenta de actual i física residencia entre todos los fuertes, los cuales conservan el serlo en el nombre porque ni tienen jente, ni números, ni armas, ni soldados, i como no ignoran esto los vireyes no remiten situados, con que está esta ciudad i sus llamados fuertes a merced de los indios. Beneficio un presidente el gobierno por veinte i cuatro mil pesos a lo sumo i hasta llevar i volver a su casa con quinientos, mil pesos para titular, fundar mayorazgos i levantar su familia, lo cual no se puede hacer ni acompañar con el servicio de Dios. Porque el gobernador se queda en la ciudad de Santiago donde no hai guerra, ni sabe si hai fronteras; los oidores le contemporizan por merecerle que suelte un alon del ave que trinche, el correjidor busca para el gobernador; el teniente para el correjidor; los vecinos para el teniente, i el real servicio se reduce a disponer papeles que digan lo que no ha sido. En el llamado ejército se benefician los puestos. El maestre de campo jeneral busca para el presidente; el sarjento mayor para el maestre de campo; el capitan para el sarjento mayor, i los reformados para el capitan actual, i todos se componen con los indios, a quienes se paga la paz con la trasgresion del santo Evanjelio, conviene saber:
"Nosotros no os impediremos los vicios, las superticiones, las muertes entre vosotros, las mujeres i demas delitos, no obligaremos a los apóstatas ni les hablaremos palabras a los jentiles como no nos hagais guerra;" a cuya vista los indios están quietos, tratan i contratan, venden sus hijas, entran entre ellos muchos españoles i cojea muchas mujeres, especialmente los que tienen algo de la tierra, mestizos, i he visto entre los mismos españoles que viven entre nosotros muchos abusos i supersticiones traducidas de los indios, de manera que con el tiempo mas han de influir los jentiles en los católicos que los católicos en los jentiles. Estando este reino en el estado presente, ¿qué han de hacer los misioneros sino sembrar con lágrimas lo que apénas nace cuando lo tala la codicia? ¿Qué ha de hacer un obispo que cuando quiere remediar un daño como ha sucedido en los escándalos; lascivos que han ocasionado los navíos franceses, en que vienen algunos herejes calvinistas, de los cuales he reconciliado uno i mandé echar a otros; es dar la ocasion al gobierno para vender el permiso i que le paguen la continuacion del pecado? Todo el daño, señor, toda la retardacion de la conquista, todo el malogro de las conversiones, todo el llanto de los obispos ha sido i será la codicia del gobierno secular, porque ninguno viene a edificar, sino a destruir, i por poco que se disipe por último llegará a la perdicion de uno de los mayores renos que Dios ha dado a V. M. para que en ellos exalte la santa fe.
No hablo señor, a V. M. en particular de alguno, en comun. doi cuenta del estado del reino deseando cumplir con mi obligacion delante de Dios, i con mi gratitud delante del rei, mi señor, el señor don Felipe V, a quien Dios guarde muchos años, que se sirvió ponerme en la dignidad que nunca pude merecer ni merezco. Guarde Dios la real católica persona de V. M. con aumento de mayores reinos. -Concepcion de Chile i diciembre 29 de 1712.-DIEGO, obispo de la Concepcion de Chile."
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(a)

Son veinticinco inclusa la grande.
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(b)

Habla el reverendo obispo del demonio, pero se equivocó: los que hicieron estos malos oficios fueron los yanaconas i los conchabadores, (así llaman a los que entran a tierra de infieles a comprar sus manufacturas) quienes por interes del cambio de ponchos, les sujieren semejantes perjudiciales especies.
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(c)

Tuvieron inquietudes los indios, i maquinaron contra el ilustrísimo prelado, pero el teniente jeneral de caballería, don Juan Güemes Calderon, salió de la plaza de Púren con un escuadron, i le escoltó desde el río Tolten hasta la ciudad de la Concepcion, i acaso por esto no fueron reales i verdaderos los peligros, i quedaron en la clase de imajinados, que dice el reverendo obispo.
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(d) 

Las ciudades de Mendoza i Punta de San Luis no fueron ni son propiamente de Chile, aunque pertenecieron a esta gobernacion hasta el año 1777, en que se adjudicaron a Buenos Aires.
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(e)

Las ciudades que hubo desde la Concepcion a Chiloé fueron diez, i por el órden de su situacion, son las siguientes: Concepcion, San Bartolomé de Gamboa (alias Chillan), Santa Cruz de Coya, Cañete, Los Infantes (tambien se llama Contines, i Angol), Villarrica, Osorno, i Santiago de Castro. En el Estrecho de magallanes hubo las de San Felipe i Nombre de Jesus, pero ni fueron ricas, ni pobladas, i tuvieron mui corta doracion.
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(f)

Las ciudades destruidas por los indios fueron siete, Santa Cruz de Coya, Cañete, Infantes, Imperial, Villarrica, Valdivia i Osorno.
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(g)

Por el nombre de La Tierra es conocido en Chile el país independiente.
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(h)

No quedaron mas de tres: Concepcion, San Bartolomé i Santiago de Castro. Volver

(i)

Hoi están aumentadas con desmedido exceso, sin guardar proporcion.
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(j)

Siempre se ha esperimentado lo contrario en Mendoza i Punta de San Luis, i en otros tiempos y con demasiada frecuencia padecen irrupciones sus estancias. Volver

(k)

Hoi está notablemente disminuido ese número con los matrimonios de los españoles con indios, i de indios con españoles; con las guerras que tienen entre sí, i con las dos que desde entónces aca han tenido con los españoles.  Volver

(80)

Pradel se casó en la ciudad de la Concepcion, i quedó avecindado en ella, en donde permanece su descendencia aunque en decadente fortuna.
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(81)

"Viaje al Mar del Sur," part. 2.
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(82)

Los Exmos. Sres. don Jorje Juan i don Antonio de Ülloa en su "Viaje al Mar del Sur," t. 4, núm. 216, páj. 145, dicen que la escuadra se componía de tres navíos, i que el denominado Rubí era mandado por don Blas de Leso. La noticia que doi es tomada de un manuscrito que se halla en uno de los cincuenta i seis tomos de papeles varios del doctor don José Perfecto de Salas, fiscal de la Real Audiencia de Chile i asesor del vireinato del Perú.
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(83)

Libro 6°. cap. 15.
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(84)

Con decir que fué lascivo en sumo grado, habríamos salido de este paso; pero. . .
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(85)

Sinodal del obispado de Santiago de Chile, en la sucesion de sus reverendos obispos.
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(86)

Sinodal del obispado de Santiago de Chile.
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(87)

Consta de instrumentos de toda fe: lo ha oido el autor a muchas personas testigos de esta inîcua pràctica i ya ha sido dada a la prensa por los excelentìsimos señores don Antonio de Ulloa i don Jorje Juan en su Viaje al Mar del Sur," i por don Dionisio de Alcedo en su Diccionario histórico de la América."
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(88)

Llaman mocetones a la jente comun.
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(89)

Estos capitanes subalternos son llamados capitanejos.
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(90)

Canoa es un corpulento madero a que dan la concavidad que permite su grueso, i le forman popa i proa, pero no quilla; i en ella navegan los rios, puertos de mar, caletas i ensenadas para pescar i para todo trafico.
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(91)

Viaje al Mar del Sur,” tom. IV
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(92)

Verificada la espatriacion de los jesuitas, se trasladó este colejio a la casa del noviciado de los espresados relijiosos i se le dio por titular a San Carlos, en obsequio debido al señor don Cárlos III, i la casa dedicada a San Martin sirve desde entonces de real aduana.
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(93)

Sinodal del obispado de Santiago de Chile.
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(94)

Este se halló reunido, como el de San Martin, desde la espatriacion de los jesuitas, en el Carolino establecido en la casa del noviciado
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(95) 

Sinodal del obispado de Santiago de Chile.
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(96)

Los jesuitas de Chile poseyeron estas dos islas i las destinaron para crianza de ganado cabrio. Despues que adquirieron buenas posesiones en el continente, las abandonaron y mataron aquel ganado para a provechar las pieles. Sin duda quedo alguno i procreò en tanta cantidad que el vice-almirante Anzon hallò suficiente carne para refresco de su escuadra i hoi despues de cuarenta i cinco años de poblacion todavia se ven algunas reses i son de carnes dedicadas a causa de los pastos.
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(97)

Sinodal del obispado de santiago de Chile.
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(98)

La cañada es una calle tirada de oriente a poniente a mediodia de la plaza mayor, trescientos toesas distante de ella; i por esta parte corta un tercio de la estension de la ciudad. Tiene de ancho desde sesenta hasta setenta toesas i mil ochocientas de largo desde la quinta de don José Alcalde hasta el convento de San Miguel
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(99)

En aquel tiempo solo los mercaderes de Lima tenían navíos, i aun en el día es lo mismo, pues uno u otro de los de Chile los tienen.
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(100)

"Viaje al Mar del Sur."
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(101)

Por real orden de 22 de mayo de 1748 mandò el reí se hiciese el siguiente reglamento, i lo aprobo i ordenò se observase por otra de 17 de abril de 1752.
Para la ciudad de la Concepcion i su frontera.. Un maestre de campo jeneral de infanfaría con compañia i residencia en la plaza de Arauco con noventa i. dos pesos al mes; un veedor jeneral con ciento veinticinco pesos; un sarjento mayor de infanteria con compañìa: mando sobre toda clase de tropas con titulo de sarjento mayor del reino de Chile, i residencia en la de Yumbel con sesenta i siete pesos; un cirujano mayor veinte pesos un a interprete con doce pesos i medio; un capellan mayor con treinta i cuatro pesos; ocho capellanes de las plazas fronteras con quince pesos cada uno; cinco capitanes de infanteria con cuarenta i dos pesos cada uno; siete tenientes idem con dieziocho pesos cada uno; siete bubtenientes idem con quince pesos cada uno: catorce sarjentos idem con diez pesos cada uno; Catorce cabos de escuadra con siete pesos cada uno; siete tambores con seis pesos i medio cada uno; un capitan de artilleria para maudar diezinueve artilleros sacados de 1as compañias de infanteria con medio peso de sobresueldo con veintium pesos; un condestable con siete pesos i medio; un comisario jeneral de caballeria con compañia i residencia en la plaza de Arauco con setenta i cinco pesos; cuatro capitanes de artilleria con cincuenta pesos cada uno: cinco tenientes idem con veintium pesos; cinco subtenientes idem con diezisiete pesos cada uno; diez cabos de escuadra con ocho pesos i medio cada uno; cinco trompetas con ocho peso s cada uno; ciento ochenta i cinco soldados idem con ocho pesos cada uno.
Para la capital de Chile. Un sarjento mayor de milicias con diezisiete pesos al mes; un ayudante del capitan jeneral con veinte pesos ; un preboste con seis pesos i medio; un armero con veinticinco pesos.
Para e1 puerto de Valparaiso. Un gobernador con tres mil quinientos pesos al año, que tendria a su cargo una compañia de infanteria de a cincuenta hombres con el sueldo espresado.
Para la provincia de Chiloe. En el fuerte de San Miguel de Cabulco una compañía de in- fanteria con la misma dotacion de sueldos En el puerto de Chacao. Un gobernador con tres mil quinientos pesos al año i deberà tener una compañìa de caballerìa con la dotaciòn de sueldos ya dicha.
Para la plaza de Valdivia. Un gobernador quo serà comandante de la tropa con tres mil quinientos peso: al año año; un veedor jeneral con ciento veinticinco pesos al mes; un factor i tesorero con mil pesos al año; un sarjento mayor de infanteria con cincuenta pesos al mes; un primer ayudante de la plaza de la tropa con veinticinco pesos :al mes; un segundo ayudante idem con veintium pesos; siete compañias de infantería con la dotacion de sueldos de la tropa de la frontera; un capitan de artillería con igual número de artilleros i un condestable con los mismos sueldos.
Para la isla de Juan Fernandez. Un gobernador con mil pesos al año; una compañía de infantería en el mismo nùmero de cincuenta hombres i con el mismo sueldo que las espresadas.
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(102)

El primer batallon fué destinado a la America Setentrional i en un combate que tuvo la escuadra que lo llevaba a su bordo, con los ingleses, quedò enteramente destrozado, i de este modo se estinguio aquel rejimiento.
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(103)

En aquello tiempos acostumbraron los jefes superiores remitir a los inferiores, jefes, las quejas i representaciones de los sùbditos. I esta es la causa por que amedrentados con las violencias i persecuciones que trae esta pràctica, nadie se atreve a lamentarse i cada dia se aumenta mas i mas el descontento de aquellas colonias. I si alguno se determina a hacer valer sus derechos por medio del recurso, es, mas bien por acto de desesperacion, que por la esperanza de ser desagraviado i resarcido en los perjuicios. Los jefes en Amèrica son demasiado delicados i de poder mas absoluto. I como por otra parte estan sujetos a las mismas pasionas que los demas hombres; hacen tan injustas vejaciones, que ponen en la estrecha necesidad de interponer el recurso ante otra fuerza superior Llega a su noticia i el amor propio les representa justas todas sus acciones i determinaciones; i aunque alguna vez conozcan su injusticia, no por eso dejan de estar persuadidos de que su empleo en aquellos rémotos dominios les da cierto derecho para que el subdito se conforme con ella. I de este principio viene que sobre una injusticia hacen otra i otra; producen informes las mas veces injustos i siempre dimanados del encono i del veneno de la venganza contra el subdito querellante i le cierran todas las puertas i descargan sobre el toda su ira hasta verle reducido a estado miserable. Los fines que puede traer esta practica en estos peligrosos tiempos, son faciles de conocer.
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(104)

Cada uno de los que van a América da gobernadores reprueba el modo de gobierno i las operaciones de su antecesor Los de Chile siguen la misma practica, siempre encuentran desórden en la administracion de justicia: i de la real hacienda i abusos que remediar, i este es el pàrrafo que sirve de introduccion al espediente de sus primeras disposiciones de gobierno; i sobre estos puntos me veo necesitado a conducirme por estos doumentos para la historia de sus hechos. Lo cierto es que en el particular de justicia i real hacienda acontece en Chile lo mismo que en todas partes del mundo sin esclusion de las mismas cortes, donde todo debia respirar integridad, buen òrden i mucho celo i vemos i esperimentamos que estas cualidades tienen su complemento i decadencia a proporcion de la justiflcacion o corrupcion de la aptitud o ineptitud de la aplicacion o ineficiencia de los sujetos detinados a estas operaciones i no pocas veces sucede, que antes de obtener el empleo se manifiestan intejerrimos i dilijentes, pero colocados en èl, siguieron la secuela ordinaria. Chile ha tenido tres clases de gobernadores La primera que comprende a los con quistadores i restauradores de aquel reino i durò hasta a mitad del siglo anterior nada mas respiraba que integridad i celo por la relijion i por el estado. La segunda que permanecio hasta el año 15 del siglo presente a escepcion de mui pocos, ningun otro espiritu les animaba, que el de la codicia. La tercera que corre hasta el dia, viendo que con el trascurso del tiempo ya no se presentan las proporciones de sacar grandes caudales, ha variado de mètodo siguendo la cirscunstancias del tiempo presente . No se acuerda de la conducta de los primeros. Usa con moderacion de la de los segundos, contentàndose con un mediano caudal i ha adoptado el gran sistema de la sutileza, que vulgarmente llaman tramoyas. Cada uno adelanta un poco a favor de la esperiencia que le suministran las operaciones de sus antecesores; de modo que en el dia ha tomado este arte tanto incremento que ya parece incapaz de adelantamiento, porque ya llegò a lo sumo. La mayor parte de las ideas que proponen son superficiales, su existencia es imajinaria i no tiene otra que la que se quiere detallar en los papelones que se dirijen a la corte recomendando a sus protectores con dinero i con suplicas rendidas, i èstos ponen en movimiento tales resortes, que para descubrir una maraña era indispensable que los señores ministros tuvieran intelijencia anjelica para alcanzar a divisar esta sutil màquina , desde tan larga distancia. Los hombres en aquellos destinos se admiran de ver las favorables resultas que producen semejantes maniobras, porque ignoran el mètodo. Esto se conocerà si se reflexiona que aquellos dominios no adelantan a proporcion de las ideas que se informan sino con respecto a 1o que el tiempo da naturalmente de sí.
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(105)

A1 capitan se le asignaron ochenta pesos al mes; al teniente cincuent:a; al subteniente cuarenta a cada uno de los cabos de escuadra veintisiete pesos; al tambor i a cada uno de cuarenta i cinco soldados veinticinco i de ellos han de costear vestuarios, caballo i montura; de modo que se les retienen diez pesos cada mes i siempre estan bien montados i vestidos.
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(106)

La sospecha era infundada, porque las entradas de aquellas arcas reales se reducen al situado, que anualmente va a Lima i todos los años se da cuenta con pago; no queda remanente; i si lo hay es de mui poca cantidad.
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(107)

Cuando regresó Zabaleta a España, salió del puerto del Callao interasada la fragata en mas de cuatro millones de pesos; en plata i oro, sin contar el valor del cobre, cacao i otros jéneros que se traen del Perú. Se ignoraba en Lima la guerra con Inglaterra i se descuidó de satisfacerse de la existencia de las municiones que debia tener i se le presentaba en noticia; pero casi toda la pólvora habia sido vendida en aquella ciudad, ignorándolo Zabaleta; i atacado de otra fragata inglesa, no tuvo arbitrio para defenderse un, capitan de notoria intrepidez, que tenia dadas muchas pruebas de su valor i su buena conducta; i arrió su bandera. El delincuente se quedo en Inglaterra i Zabaleta fué sentenciado a degradacion i reclusion perpétua en un castillo, donde murió.
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(108)

El virei le reprendió esta pasioncilla con un paquete de papeles de música, que le dirijió con sobrecarta sellada con el sello de sus armas; i conociendo el golpe el caballero Guill, se desentendió de él.
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(109)

No hago presente esta escena por malignidad, de cuyo espíritu estoi mui distante; i al mismo tiempo penetrado de los buenos sentimientos, de la verdad i del deseo de evitar los males que son frecuentes en aquella tierra, me determiné a ponerla para que sirva de ejemplar a los gobernadores i se acuerden alguna vez de examinar las influencias de los empleados en el despacho de los negocios públicos del elejido para sus confianzas de sus allegados, de sus familiares i sirvientes; no sea que persuadidos de. que obran con rectitud sin fines particulares, sin adulacion i sin engaño (que aunque no es imposible hallar hombres tan cumplidos, es difícil). hagan los irreparables perjuicios que causó este bien intencionado gobernador con la incauta entrega de su pecho, que aun a él mismo le estuvo mal. La malignidad de aquel hombre no supo perdonarle i se deslizó a informar que se hallaba demente e incapaz de gobernar. Este informe llegò a noticia del gobernaelor en los últimos días de su vida i le hizo conocer a la luz de la candela, que avisa da la cercanía de la eternidad los monstruosos hecho de su gobierno, de que hasta entonces jamas quiso persuadirse. Tarde le llego la luz de este conocimiento i de ninguna otra, cosa le sirvió que derramar su corazon en los íntimos sentimientos que le causaba la consideracion de no quedarle tiempo para remediar el daño. Lo cierto es que ni este conocimiento ni los sentimientos que le acompañaron pudieron hacer las veces de una justa indemnizacion de los perjuicios causados i no faltan quienes hasta hoi los lloren i los lamenten.
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(110)

Algunos atribuyen la inoculacion chilena al padre frai Matias Verdugo, de La misma òrden; pero ya era difunto este relijioso cuando la comenzó a practicar el espresado F. Pedro Manuel Chaparro, que sin disputa es tenido por su primer descubridor en Chile.
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(111) 

Antes que entrasen los españoles en Chile, no respetaron los indios la lei natural. Ningun vicio fué para ellos desconocido. Siempre vivieron entregados a una frecuente práctica de toda especie de abominacion: i su vecindad ha contaminado las costumbres de la plebe española.
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(112)

Villucura es una pequeña campiña circuida de un bosque mui espeso situado en territorio español, en la falda occidental de los Andes, que baja a la isla de la Laja.
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(113)

Las resultas fueron pésimas, i todas cayeron sobre el maestre de campo como parte mas débil i contra el real erario, que en esta bufonada desembolsó mas de dos millones de pesos.
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(114)

El primer provincial de esta provincia fué el padre Diego de Torres, español, i el último el padre Baltazar Huever, aleman; sus casas i colejios los siguientes:

Colejios en la capital,

Obispado de Santiago. 4 El Máximo de San Miguel
    San Francisco de Borja
    San Pablo
    San Francisco Javier
Obispado de Santiago. 3 El de la ciudad de la Serena
    El de la villa de San Martín
    El de Bucalemu
Ciudad de Concepcion. 2 El de la ciudad de la Concepcion
    El de San José
Obispado de La Concepcion. 3 El de Buena Esperanza
    El de San Bartolomé de Gamboa
    El de la ciudad de Santiago de Castro
Obispado de Santiago 3 El de la ciudad de Mendoza.
    El de San Juan
    El de San Luis
Total
15  

Residencias

Obispado de Santiago. 6 Copiapó
    Aconcagua
    Melipilla
    Valparaiso
    San Fernando
    Talca
Obispado La Concepcion 2 Arauco
    Valdivia
Total
8  

Misiones

Frontera Chile, Obispado de La Concepcion 4 San José de la Mochita
    San Cristóbal
    San Juan Nepomuceno de Santa Fe
    Santa Juana
Frontera de Valdivia, Obispado de La Concepcion 1 San José de la Mariquina
Isla de Chiloé, Obispado de La Concepcion 2 Conchi
    Achua
Total
7  

Casas de ejercicios espirituales

Obispado de Santiago 3 La de la ciudad de Santiago
    La de la villa de San Martin
    La del puerto de Valparaiso
Obispado La Concepcion 1 La de la ciudad de la Concepcion
Total
4  
En la capital 1 Olleria

Estancias

Obispado de Santiago 8 Punta
    San Pedro
    Peñuelas
    Chacabuco
    Calera
    Parral
    Bucalemu
    Rancagua
Obispado de La Concepcion 8 Longavi
    Cato
    Magdalena
    ChucaChuca
    Conuco
    San José
    Perales
    Nipas
Partido de Cuyo, Obispado Santiago 1 Jaurúa
Total
17  
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(115)

Este es, a mi entender, el hecho de armas que un escritor de Chile nos pone en 1773, pues en dicho año ya estaba hecha la paz, i no hubo accion alguna de guerra, sino algunas hostilidades que hacían los indios dirijidas a robar.
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(116)

Francisco Ortega, Dionisio Ortega, Juan Albornòs, Francisco Albornòs, Basilio Mora, Alejo Ripeti, Juan Astete i Andres de Luna.
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(117)

"Política," lib. 7, c. 9.
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(118)

Cuando se necesitan caballerías en Chile para servicio del reí o para los frecuentes trasportes de indios que ha introducido en aquel reino el interes particular, o una voluntaria seduccion, que en todos no la debemos suponer, se toman del vasallo i no se les paga su alquiler, ni el valor de la especie si se pierde. Se ejecuta esta prorrata (este nombre se da a la exaccion de este servicio) sin la menor discrecion ni equidad i es ocasion para que los comisionados, que por lo regular son hombres de bajas obligaciones, hurten i se venguen. Cometen el primer delito recibiendo dinero por no tocar en las caballerías de quien lo ofrece i lo exhibe, i el segundo dirijiéndose a quitarle sus caballos al sujeto de quien se contemplan agraviados.
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(119)

El canal llevó buena direccion miéntras el caballero Morales estuvo en Chile.
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(120)

"De Antiquitate Romae," lib. 1°.
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(121)

Don Francisco Nuñez de Pineda i Bascuñan en su Cautiverio feliz, discurso 3, cap. 5.
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(122)

Ha sido indispensable traer aquí este pasaje de las aventuras de don Ambrosio como introduccion al gran papelon quo va a empezar en la frontera, i que parecerá sueño o delirio a los que no hayan visto, experimentado i conocido al sujeto, i aun al que ahora mismo protesta no haberle pasado por la imajinacion tan brillante i elevada fortuna.
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(123)

Véase el cap. 44 del presente tomo.
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(124)

Vista del promotor fiscal del obispado de la Concepcion.
El promotor fiscal del obispado, en vista de los autos que preceden, sobre la permision i licencia concedida por el señor presidente gobernador i capitan jeneral de este reino a los indios infieles para extraer libremente, i trasportar a sus tierras a las indiecillas e indiecillos jóvenes cristianos que viven entre los españoles, reproduciendo su peticion a f. 2 i lo espuesto por el promotor jeneral de naturales de este reino, dice: Que debe. considerarse en toda su fuerza i vigor dicha primera peticion sin que obste lo que en justificacion de la citada licencia, i ,a fin de suspender la devolucion de las indiecillas que con su motivo se extraen por los indios bárbaros, se opone en el oficio de f. 5.
Es constante que el único fruto que en mas de doscientos años de cultivo han producido estos dilatados campos, son los indiecillos que, o atraidos del cariño de los españoles, o entregados a éstos voluntariamente por sus padres o propincuos, o libertados de la muerte i cautiverio a que los conduce su adversa suerte en sus guerras i malocas, i criados desde su tierna edad (o ya adultos) i alimentados con el saludable pasto de la doctrina, se bautizan i viven entre nosotros cristianamente, instruidos como tales en los misterios i cumplimiento de nuestra santa leí, i admitidos a los sacramentos de la Iglesia, en cuyo gremio reciben asimismo el del matrimonio, resultando de aquí que su descendencia, que en cada jeneracion se va españolizando, es segura ganancia de la Iglesia i al mismo tiempo de nuestro soberano, que por este medio logran abundante cosecha de fieles, soldados i vasallos. De modo que no solamente se interesa la relijion que ha sido siempre el principal objeto (i lo debe ser nuestro) de las piadosas celosas ánsias de nuestros monarcas, sino tambien el estado en los vasallos que adquiere en el aumento de tributos i fuerzas, en la facilidad de adelantar sus conquistas, etc.
Siendo esto así, como es, ya se ve con la mayor distincion que, franqueada la puerta para que libremente se trasportasen a sus tierras a peticion de sus padres verdaderos o finjidos, que nunca faltarian, es perder este unico fruto i cerrarla a los demas bienes que quedan indicados. Porque siendo los indios de ánimo tan voluble i de propension tan innata i activa a sus supersticiones i ritos, no habría uno (a no ser portento de la gracia) que con la libertad i franquicia de pasarse i sujestiones de los suyos no abandonase la relijion que profeso i que con serenidad i gusto practicaba, como lo tocamos todos por experiencia en la conmocion que excito la enunciada licencia i permision, i conocerá cualquiera que tenga conocimiento práctico de estos naturales; a que se agrega que estos mismos indios que se criaron entre nosotros vienen a ser los mas terribles enemigos i perturbadores de la paz i tranquilidad del reino como persuade el promotor jeneral con los acaecimientos pasados, i acreditan hasta lo sumo diarias i dolorosas experiencias; porque a que los infieles que viven en el centro de su barbarie no les faltan ardides i astucias para maquinar coutínuas acechanzas contra el español; sin embargo, éstos como mas cultivados e instruidos en la debilidad de nuestras fuerzas, e indefenso de nuestras plazas i en fin como enemigos domésticos que son mas a proposito para causarnos un mal que pudiera ser jeneral i talvez irremediable al mismo tiempo, i por el mismo caso que se convierten en nuestros mayores enemigos; o sea por insinuarse mas bien en el amor a los suyos con el odio a los españoles; o porque con las mayores luces se irrita su soberbia i orgullo, lo que teniendo presente entre otros motivos la sínodo diocesana de este obispado interpela i encarga en la cons. 6, cap. 1°. a los señores gobernadores i demas ministros reales se embarazase dicho tránsito i aun se solicite de los caciques el regreso de los que hubiesen pasado, cuyo testimonio pide el fiscal se acompañe a estos autos.

Esto es, si únicamente se atiende a los bienes que resultan a la relijion i al Estado en no conceder de ningun modo la libre trasportacion de los indios cristianos a la infidelidad de los suyos; peró si se reflexiona el agravio e injusticia con que se vulnera el derecho de la Iglesia en despojarla de aquellas almas que crió i alimento en su seno i que con ansiosa solicitud i afan apacienta i busca para abandonárselas a evidente perversion i apostasía, no habrá ánimo cristiano que a lo ménos no se sienta penetrado de un vivo dolor. Que la Iglesia llore a tantos millares de hombres envueltos en las tinieblas de la infidelidad e idolatría con solo el carácter de cristianos, en quienes se malogra el grano del Evanjelio por un Jenero de apostasía de la verdadera relijion que profesaron en el bautismo, pero que jamas conocieron; dolor es, pero no tan amargo porque no habiendo tenido alguna vez voluntad propia deliberada de abrazar la fe, debe considerarlos fuera del gremio i sin dejar de aplicar cualquiera fatiga por su conversion, consolarse i decir con San Pablo, 1. ad Corinth, cap. 5: Quid enim mihi de üs, qui foris sunt, i como espone Tirino: Nolo me immiscere indicio eorum, qui ad Ecclesiam nulla ratione pertinent; pero que aquellos con deliberacion voluntaria la abrazaron, que fueron tanto tiempo participantes de sus soberanos sacramentos i que como obedientes hijos aplicaron gustosos la cerviz al suave yugo de la leí, se les franquee permiso para despreciarla, es injuria que ni puede disimular ni ménos que espresar con la mayor vehemencia clamando por su oportuno remedio i debida satisfaccion.
Porque, a la verdad, ¿qué motivo de tan graves circunstancias puede ocurrir, no que prepondere, que honeste la referida permision? No el decir que los párvulos no tienen voluntad propia sino la de sus padres ó propincuos i que reclutándolo éstos no pudieron ser bautizados ni entrar al gremio de la Iglesia, i que no habiendo perdido la patria potestad puede volverlos a repetir; pues fuera de lo que en satisfaccion de esta objecion queda deducido por el promotor jeneral, es cierto que todos los párvulos criados entre españoles, luego que llegan a los años de la discrecion i adolescencia sui juris, viven gustosísimamente en la leí católica que profesaron, i con plena tranquila voluntad de permanecer i morir en ella, sin que se eche ménos cosa en ellos para considerarlos fieles hijos de la Iglesia, i soldados voluntarios de Cristo, ni pueda obstar en lo menor la voluntad reluctante de sus padres, pues la propia prevalece in favorem fidei; esta es doctrina tan cierta i segura, que por lo mismo se omite el comprobarla.
No el decir que así conviene a la pacificacion del reino, pues ademas de que ni la denegacion fué en otros tiempos suficiente motivo a quebrantar la paz, ni en la actualidad medio bastante para afianzarle la permision, no pudo convenirse en ella con tan conocido grave perjuicio de la relijion, antes este derecho debió siempre conservarse ileso, i mirarse con preferencia a otro cualquiera respeto, cuando mas a la simple súplica de unos indios, que de mil modos podía evadirse, i cuando fué la mas eficaz no están las cosas en tan estrecha constitucion, que no permitan otro espediente; ántes este que se discurre medio proporcionado de conservar una paz, puede ser que sea, permitiendo justamente Dios, que se truequen los fines, la centella que brota continuamente, los estragos que llora el obispado, como dice al propósito el señor Solórzano, tomo II, lib. I, cap. V: In omnibus quippe rebus procipua semper debet esse fides et religionis considerado, qua neglecta reliquia ubi promoveri creduntur pessum erunt. Este ha sido el principal e invariable conato i deseo de nuestros soberanos; éste el estímulo mas poderoso i eficaz que introdujo en estas vastas rejiones las armas españolas, i el primer plan que en sus conquistas se propusieron i en que fiaban la prosperidad i buen éxito de sus empresas, i que tanto campo dió a las plumas así nuestras como estrañas, para elojiarlos sobre todos los monarcas del mundo. Bastará uno de éstos, Camilo Borel, de prcestantia reg., Calh., cap. 50, que dice: Nam illis qui rendis rex calholicus efudit bona, opus, ac sanguinem, ut ecclesia, catholice cujus nomen gerit ampliet principalum.. . . En cuya atencion se concedió a nuestros católicos reyes el patronato de las Indias por la Santidad de Julio II, en su bula: Universalis eeclesiae regimini, dada en Roma, año 1508.
No últimamente debe hacer rata esta permision la imajinada servidumbre, que se pondera. Bien sabe el fiscal lo recomendada que se halla la libertad de los indios, i lo estrecho que producen las leyes i cédulas en este punto, pero esta escepcion en manera alguna puede tener lugar en nuestro caso, cuando es cierto, i fuera de toda duda, que estos de Chile no padecen alguna, que diga la menor oposicion a su recomendada libertad.
Es bien notorio a cuantos tienen conocimiento de este reino el suave trato, i amor con que son mirados esos indiecillos por las personas bajo cuyas manos viven, ni habrá a quien no conste que cuando tiernecitos muchas veces son alimentados a los pechos de sus mismas señoras, criándose casi al igual de sus propios hijos i con el regalo de tales; que si acontece que alguno muera o sea perdido de sus padres cuesta a los de casa lágrimas, no porque se priven de su servicio o esperanza de él, sino por el cariño que le contraen; que adultos les prefieren i adelantan en las comodidades de casa, si las hai i de no, les enseñan el oficio a que se inclinan para que con este auxilio sean útiles así a la república; que cuando están en aptitud les es totalmente libre casarse, separarse de sus amos, mudar de casa i lugar con la misma franqueza que otro cualquiera español; que hai muchos i muchísimos de ámbos sexos que viven con absoluta, independencia i se mantienen con su propia industria de sus maridos o mujeres; de forma que no tienen que apetecer el beneficiode la libertad, pues de esclavitud o servidumbre no conocemos nombre ni realidad.
Pero aun permitido el caso que se niega que hubiese alguna, no era motivo suficiente a cohonestar dicha permision. Porque si es lícita i permitida alguna especie de servidumbre en los mismos indios (aquella que no se opone a la libertal natural de que hablan las leyes) por el bien público i utilidad comun, como se ve en la adjudicacion por tiempo que de ello se hace en el Perú a las minas de oro, plata i azogue, a la agricultura, etc., sin embargo de ser éstas unas labores pesadísimas, guardando solo los temperamentos que ponen las cédulas i ordenanzas dirijidas a este objeto, ¿cuanto mas seria tolerable alguna especie de servidumbre por el bien espiritual que les resulta siendo éste de Superior órden? Fúndase en que en la concurrencia necesaria de dos males, como son, o la carencia, de estos beneficios o esta especie de servidumbre, se debe elejir el menor, como es vulgar en uno i otro derecho i es lo que los antiguos, Malum necessarium usurpando como adajio este modo de hablar cuando se sufria alguna incomodidad que cedía en beneficio de la república, como esplica óptimamente Erasmo, i vemos que aunque muchas veces se suele prohibir el bien por el mal coherente, muchas asimismo se permite éste, porque de allí se orijina el bien, sobre que es digno de verse Pedro Gregorio de consibus, qucest, 3, cap. 5.
Este fué el estilo de los romanos que deseando civilizar a las fieras i bárbaras jentes que sujetaban con las armas, las precisaban a desamparar los patrios lares i establecerse en las colonias que les designaban i llamaban Metacia esto es, lugar de trasmigracion en donde olvidadas las antiguas e incultas costumbres, adgnirian otro jénero de vida política i sociable, por cuya razon los elojia San Agustin, lib. 5, de Civitate Dei, i lo que hace a nuestro propósito les imponian un tributo de doce dracmas, que asimismo decían Matacium; i este era el mismo que observaban sus reyes en el Perú, segun nos dicen las historias.
Este bien espiritual fué bastante para ser mirado como motivo principal en la institucion de las encomiendas que desde el descubrimiento de este nuevo mundo hubo en él, no pudiéndose negar que en los encomendados había esta especie de servidumbre, pero preponderó mucho mas en el ánimo de nuestros monarcas para instituirlas i concederlas la utilidad que de allí nacia. Véase a Costa de procuranda indorum salide lib. 3, cap. XI, donde muestra ser la principal causa de dicha institucion. Terlia denique maxima (dice), ac reliquarum fundamentum causa exstitil, ut noce fidei tyrones, teneraeque stirpes patrocinio curaque veterum protegerentur instituerentur, religionis disciplina regerentur. Denique salutis viam munirent atque infirmos (ut monet paulus ad Roman 14) assumerent Véase asimismo Matienzo in leg. 6, tít. 10, lib. 5, recop. glos. 2, núm. 12; Antonio de Herrera, Hist. jeneral,” dec. 8, lib. 8; Antonio Leon, de confirm. reg. 1. part, cap. XIX. Concedió igualmente este bien espiritual de los indios derecho a nuestras armas para intentar comenzar i adelantar estas vastas í difíciles conquistas, i sujetarlos bajo la dominacion de nuestros reyes; luego, porque no seria motivo superior para retener en nuestro poder, i de negar la licencia a unos bárbaros que talvez sin mas antecedente que las sujestiones de uno u otro indio, a quien mueve un brutal apetito, intenta arrancar del rebaño de la Iglesia a las incautas ovejillas que en él se apacientan, í que seducidas de sus falacias i engaños, desean precipitarse a tan deplorable desercion. En ella no hai duda que se abandonan a una escandalosa apostasía, entregándose a toda especie de vicios, a que por una parte les inclina el propio natural, i por otra da salvo-conducto su barbaridad, trocando de este modo por una servidumbre abominable entre los suyos una libertad cristiana, i política entre los nuestros.
I para dar una prueba mas circunstanciada de esta verdad, i una nocion clara de aquella viciosa servidumbre, i de esta libertad, suplica a V. S. Iltma. el fiscal se sirva mandar acompañar a esta vista el informe que en el año de 1766 dio el colejio de propaganda fide de la ciudad de Chillan, i escribir un oficio al ilustrísimo cabildo de ésta para que se sirva esponer el modo, i libertad con qué viven, i se les trata a las indias ,jóvenes, i adultos que entre nosotros moran, para que con la presencia de estos documentos, se vea del todo comprobada la justificacion de esta causa.-Concepcion de Chile, i enero 4 de 1777.-Doctor, don Juan de San Cristóbal.
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(125)

Véase el cap. LXIV del presente volúmen.
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(126)

En Chile llaman potreros a las dehesas.
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(127)

Cautiverio feliz, die. 3, cap. XI.
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(128)

Ibidem.
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(129)
Ultimo reglamento.-Un comandante de la frontera con el sueldo de su graduacion; a cada uno de trece capellaues de las plazas de la frontera dieziocho pesos al mes. Un batallon de infantería de nueve compañías inclusa la de granaderos: al comandante el sueldo de su graduacion, si es teniente coronel ciento veinticinco pesos i si coronel doscientos pesos; al sarjento mayor ochenta pesos; al ayudante mayor cuarenta i cinco pesos; al capellan treinta pesos; al cirujano treinta pesos; al armero treinta pesos; al tambor mayor i al pífano catorce pesos; al capitan cincuenta pesos; al teniente treinta i dos pesos; al subteniente veinticinco pesos; al sarjento primero catorce pesos; al segundo doce pesos; al cabo primero diéz pesos; al segundo i al tambor nueve pesos; al soldado ocho pesos.
Un cuerpo de dragones de ocho compañías de a cincuenta hombres sin los oficiales: al comandante el sueldo de su graduacion, si teniente coronel ciento treinta i cinco pesos i si coronel doscientos veinte pesos; al sarjento mayor noventa pesos; al ayudante mayor cincuenta pesos; al capellan treinta i seis pesos; al cirujano treinta pesos; al armero veinticinco pesos; al tambor mayor quince pesos; al capitan sesenta pesos; al teniente cuarenta pesos; al subteniente treinta i dos pesos; al sarjento quince pesos; al cabo i a 1 tambor doce pesos; al soldado diez pesos.
En la ciudad de Santiago: al ayudante del capitan jeneral veinticinco pesos; al preboste veinticinco pesos; al armero treinta pesos; al capitan de la sala de armas cuarenta pesos.
Una compañía de dragones en Valparaiso: al capitan ochenta pesos; al teniente cincuenta pesos; al subteniente cuarenta pesos; al sarjento treinta pesos; al cabo veintisiete pesos; al tambor i al soldado veinticinco peso;.
En Valparaiso una compañía de artillería: al capitan sesenta pesos; al teniente cuarenta pesos; al subteniente veinticinco pesos; al sarjento quince pesos: al cabo doce pesos, i al soldado diez pesos.
En la Concepcion, artillería: al comandante el sueldo de su graduacion; al capitan sesenta i cinco pesos; al teniente cuarenta pesos; al subteniente treinta i dos pasos; al sarjento primero veintiun pesos; al cabo primero catorce pesos; al segundo trece pesos; al soldado doce pesos.
Plaza de Valdivia. Un batallon de siete compañías: comandante el gobernador de la plaza; sarjento mayor el de la plaza con cincuenta pesos al mes; ayudante mayor el de la plaza con veinticinco pesos; ayudante segundo tambien de la plaza con veintiun pesos; al capellan cincuenta pesos; al cirujano cuarenta i dos pesos; al veedor ciento veinticinco pesos; al factor mil pesos al año; al capitan cuarenta i dos pesos; al teniente veinticinco pesos; al subteniente veinte pesos; al sarjento primero diez pesos; al segundo nueve pesos; al cabo primero ocho pesos; al segundo siete pesos; al soldado seis pesos; al tambor cuatro pesos. A cada uno de los cuatro capellanes de los castillos veinticinco pesos. Un capitan de artillería con cuarenta soldados.
Isla de Juan Fernandez. El gobernador cien pesos; cada uno de dos capellanes veinticinco pesos; el cirujano treinta pesos.
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(130)
Estos eran: Santiago, La América, su capitan el comandante de la escuadra, que falleció en Cartajena de teniente jeneral; San José, El Peruano su capitan el señor don José de Córdoba, que vive ascendido al misma grado; San Pedro Alcantara, su capitan don Manuel Beyoda que falleció en Lima de brigadier; El Aquiles, su capitan don Manuel de Eguia, que mandando el San Pedro Alcantara, graduando ya de brigadier, tuvo la desgracia de naufragar en las costas de Portugal, sobre Peniche; la barca Nuestra Señora de Monserrate, su capitan don N. Valcárcel, i por su fallecimiento el capitan de fragata don Benito jimenez de Guzznan, hoi capitan de navío.
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(131) 

De Europa paso a Lima esta epidemia, i de allí al puerto de la Concepcion, de donde no habia salido para el interior del pais.
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(132)

El excelentísimo señor don Manuel de Guirior se vindicó de los cargos que contenia el informe que hizo contra su conducta el ilustrisimo señor don José Antonio de Areche, a quien se lo mando venir a la corte, i declarado su excelencia buen servidor de su majestad, fué el caballero Areche privado del empleo i mandado salir de la corte con la tercera parte del sueldo de consejero, i elijió para su residencia la ciudad de Bilbao.
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(133)

En la segunda parte de la obra hablaré de estos fabulosos colonos.
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(134)

Por la revolucion de Francia se ignora la fortuna do monsicur de la Perouso i los efectos de su viaje.
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(135)

Solo el del reverendo obispo valia cerca de cincuenta mil pesos
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(136)

En la segunda parte se dirá como hacen esta lid.
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