ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Historia de Todas las Cosas que han Acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado (1536-1575)
VI. De las cosas que hizo Valdivia después que llegó el capitán Alonso de Monroy a Santiago

Llegado Alonso de Monroy con la gente que le dió Vaca de Castro, Valdivia envió luego a conquistar los valles comarcanos y traerlos de paz; y porque el valle de Chile era mejor y más bien poblado que otro ninguno, lo tomó para sí, y también por que en sus tierras tenían minas ricas de oro. Habiendo tomado relación y memoria de todos los indios que en la comarca de Santiago había, considerando que el valle de Copiapó y el del Guaco y Limari con otros a ellos comarcanos era imposible servir a Santiago por la mucha distancia que había, mandó al capitán Francisco de Aguirre que con los soldados que le señalaba fuese a poblar donde agora es la ciudad de la Serena; que ya de aquel asiento tenía plática cuando por allí pasó que venía del Perú. Teniendo atención a lo arriba dicho, yendo su jornada llegó al valle .de Chile. Hallando buen servicio en los naturales hizo alto algunos días, refrescando los caballos, que en aquel tiempo eran tenidos en mucho, por que valía un caballo mil ducados y otros dos mil y así a este precio. Francisco de Aguirre tuvo noticia que algunos indios servían mal y persuadían a otros a no servir en el mismo valle; parescióle sería bien hacer algún castigo en algunos que por no servir estaban huídos, poniendo temor a los demás, de manera que se asentasen mejor por tener, como tienen todos los indios en general en este reino de Chile, condición de villanos. Pues para el efecto dicho salió una noche al cuarto del alba y dió en la parte que estaban recogidos; tomó algunos y mucha chusma de muchachos y mujeres. Con toda la presa se volvió a su alojamiento, haciéndolo saber a Valdivia: creyó que por allí ganaría más gracia con él, y sucedióle al contrario, que como lo supo se indinó de tal manera, que le mandó dejase la jornada y se viniese con la gente que llevaba. Llegado a Santiago, después de haber dado su descargo, pasando algunos días que no se trataba más en ir a poblar a aquella ciudad, un caballero, llamado Juan Bohón de nombre, le pidió a Valdivia por merced le diese aquella impresa, y Valdivia se la concedió; Juan Bohón con la gente que Francisco de Aguirre había llevado se partió. Llegado a la Serena, viendo el asiento ser tal y tan a propósito, pobló conforme a la orden que llevaba y le puso nombre la Serena, que por nombre de los indios se llamaba y llama el asiento Coquimbo. Está esta ciudad en 29 grados y tres tercios; y para mejor cumplir con lo que a su cargo había tomado, anduvo conquistando algunos valles trayéndolos de paz.

En este tiempo, Valdivia, viendo que en los términos de Santiago no tenía indios para cumplir con todos los que consigo tenía, por que había tomado para sí la mejor y mayor parte de los valles, quiso dalles contento sabiendo que muchos estaban sin él, y para el efecto apercibió ochenta hombres, diciéndoles era informado que la tierra de adelante era mejor que la de Santiago, más poblada y rica, y que de ello estaba cierto: que tenía voluntad para que entendiesen ser así darle una vista y verían que había gente en la provincia para dar indios a muchos más cristianos de los que al presente tenía. Todos alegres, con deseo de verlo, salieron con él. Pasado el río de Maule que está treinta(2) leguas de Santiago, yendo la tierra adentro, informándose de los caciques cómo se llamaban y las tierras que tenían, llegó al río de Itata, que estaba bien poblado: corre este río por tierra llana fructífera. Muy contentos todos, viendo la buena disposición que iba descubriendo la tierra, y por la información que tomaban y lo que veían y entendían era mejor lo de adelante, iban descubriendo en lo que hasta allí habían visto y así llegaron al asiento donde agora está poblada la ciudad de la Concepción. Viendo el sitio que para poblar allí tenía, con un buen puerto para navíos, pasó adelante a ver el río de Biobio, que es mayor que ninguno otro del reino, y parece mucho mayor por extenderse en tierra llana a la entrada de la mar, bien poblado de gente. Habiendo tomado plática de todo lo de adelante, antes que los indios se acabasen de juntar para pelear con él, y siendo informado le tomaban los pasos, acordó retirarse con tanta presteza, que dando muestra de hacer dormida, dejando fuegos encendidos, se retiró de noche hasta salir a lo llano, y de allí se volvió a Santiago. Después de haber reposado algunos días repartió de los caciques indios que traía por memoria, y dió algunos de los que fueron con él.

Todos en general, como vieron la grosedad de la tierra, daban a entender [que] la falta que tenía Valdivia era de gente para poblar lo de adelante. Ocupado en mandar conquistar y asentar los términos de Santiago, puesto en quietud lo más y mejor de la comarca, como era astuto, pensó una cautela para hacer lo que tanto había que tenía en su pecho determinado, y fué que en público y en secreto trataba de enviar al Perú por gente a Francisco de Villagra(3) y a jerónimo de Alderete, hombres principales que después ambos fueron gobernadores, diciendo que les daría dineros que llevasen y poder para que les obligasen, dando esta orden que a todos parecía bien, rogando a algunos de los que al Perú querían ir allá, les ayudasen y acreditasen en lo que pudiesen. Muchos con licencia que tenían y Valdivia les había dado para ir al Perú, juntamente con algunos mercaderes que estaban de partida, como hombre que pensaba hacer lo que hizo, amigablemente daba licencia a todos los que la querían, diciendo que con la voz del oro que llevaban venía mucha más gente del Perú de cada día. Estando el navío en el puerto, que está diez y seis leguas de la ciudad, comenzaron a irse algunos y entre ellos otros soldados que habían adquirido algún oro en las minas, cada uno con su servicio; y de algunas cabras que habían traído, que valían cada una cien pesos y más, y otros ganados, desvelándose los pobres en juntar algún dinero para irse a sus tierras.

Estando todos en la mar con sus amigos para embarcarse llegó Pedro de Valdivia, sin haber comunicado cosa alguna de su desinio con nadie, mas de con pura sagacidad y astucia para hacer lo que hizo después de haber llegado, diciendo que venía a despacharlos y escribir al rey y a otras personas favoreciesen las cosas de Chile. Comiendo y holgándose todos los pasajeros, esperando el irse a embarcar, los descuidó en buena conversación y mandó a los marineros de secreto le trajesen el batel y le diesen aviso. Ellos lo hicieron así; porque en aquel tiempo Valdivia era temido de todos en general por su mucho rigor, no osaron hacer menos de como les fué mandado, sabiendo ahorcaba a los hombres fácilmente, y que más a manera de tirano eran sus cosas de lo que decirse podría. Valdivia, como tenía tanta inexperiencia del mundo, parecíale que mientras no tuviese mejor título del que tenía para que no se le atreviesen, era necesario hacerlo así: de manera que dándole aviso estaba el barco en la playa, salió disimuladamente hacia la mar y se metió en él y mandó le llevasen al navío donde todos los que estaban en tierra tenían su oro, número de noventa mil pesos. Luego mandó el barco a tierra y que se embarcasen jerónimo de Alderete y los capitanes Juan Jufre, Diego García de Cáceres, Diego Oro, Juan de Cárdenas, don Antonio Beltrán, Alvar Martínez, Vicencio de Monte. Llegados al navío mandó levantar las áncoras y dar la vela navegando hacia el Perú.

Los que quedaban en tierra y veían que les llevaba su oro, bien sentiréis lo que podían decir: eran tantos los vituperios y maldiciones, que ponían temor a los oyentes. Habiéndoles dejado orden que respetasen y tuviesen a Francisco de Villagra por su teniente, consolándolos que él volvería breve con gente para ampliar el reino y que de sus haciendas pagasen el oro que llevaba, a cada uno conforme a lo que pareciese por el registro. Los pobres que quedaron en el puerto animándose unos con otros, se volvieron a Santiago visto que otra cosa no podían hacer. Un trompeta que allí estaba llamado Alonso de Torres, que después fué vecino en la Serena, viendo el navío ir a la vela, comenzó a tocar su trompeta diciendo: "Cata el lobo do va Juanica, cata el lobo do va... ", de que los presentes, aunque tristes y quejosos no pudieron dejar de reír, y en el instante dió con la trompeta en una piedra donde la hizo pedazos; y así llegaron a Santiago, entre ellos un soldado llamado de nombre Francisco Pinel a quien Valdivia había llevado tres mil pesos en el navío a vueltas de lo demás: anduvo más tiempo de un año imaginativo y pensoso por su dinero, hasta que Valdivia volvió al gobierno de Chile; habiéndole pedido le pagase, como no se lo dió entreteniéndolo con palabras, hasta que un día lo despidió mal de sí, el pobre de poco ánimo, desesperado, se ahorcó(4).

__________

Notas

(2)

En el manuscrito, dice, encima, 40, y al margen, 42 leguas.
volver

(3)

   "El autor nombra siempre a este conquistador Villagra, y lo mismo hacen otros historiadores. En algunas obras, sin embargo, se le llama Vilagrán". (Nota de la edición de la Academia de la Historia). Así, Valdivia y Góngora Marmolejo, adoptan la forma Villagra, mientras en Mariño de Lobera, refundido por Escobar, se lee Villagrán. La base para sentar uno u otro criterio puede proporcionarla un examen detenido de los documentos, según lleve o no la a final el rasgo superpuesto equivalente a la abreviatura de n, o de los endecasílabos en donde conste el nombre, cuyo acento suscita problemas de ritmo según su situación.
volver

(4)

  En una nota que se halla al final de este capítulo se lee: "Pagó a todos con ventaja de su propia hacienda". (Nota de la edición de la Academia.)
volver