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Crónicas
Historia de Todas las Cosas que han Acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado (1536-1575)
LV. De cómo el gobernador Rodrigo de Quiroga salió de la ciudad de Cañete a hacer la guerra y atraer de paz la provincia de Arauco, y de lo que hizo

Después que el maestro de campo hizo espaldas a los vecinos de Santiago y de las demás ciudades, para que con seguridad fuesen su camino, vuelto a la ciudad de Cañete el gobernador, se ocupó aquel invierno en traer de paz la provincia, guardándola a los principales que la daban, y castigando a los que estaban en rebelión y contumacia. Llegada la primavera, salió con ciento y treinta soldados a la provincia de Arauco, por ser de más gente y lo más poblado de todo el reino. Los indios en esta provincia, por ser fertilísima, a cuya causa cada un indio, teniendo las mujeres que puede sustentar multiplican mucha generación, y como son muchos no pueden vivir quitándoles el valle; los cuales, entendiéndolo así, cuando ven pujanza de gente, aprovéchanse del tiempo, y como ven que en saliendo a dar la paz se la tienen de recibir, vinieron luego disculpándose. El maestre de campo les mandó por orden del gobernador no estuviesen en los montes, sino en sus casas, como lo solían hacer antes que los cristianos entrasen en sus tierras: respondiérole que lo harían así. Luego se llamaron unos a otros, y asentaron en sus casas y haciendas; demás de estos indios vinieron otros muchos, y se abrió camino para ir desde allí a la Concepción por Andelican, que es muy cerca cuando se puede caminar. Arauco, como es la cabeza, todos los demás principales siguiendo su opinión, vino de paz Colocolo, que era el principal capitán de todos, y que sustentó el cerco en la casa de Arauco, estando en ella el maestro de campo; demás de éste, vinieron otros muchos.

Gastóse aquel verano en acabar de quietar aquellos indios y hacerles que fuesen a la ciudad de Cañete a servir en aquello que los cristianos los quisiesen ocupar. El gobernador esperaba a su general, que había ido a la ciudad de Santiago para traer indios amigos y ganado, que faltaba bastimento en el campo. Para aquel tiempo concertado, vino y llegó en coyuntura tan buena que las vacas que a cuenta del rey habían traído y carneros eran acabados. Trajo el general con los amigos mili cabezas de puercos, que es el mejor bastimento de todos para en la parte donde estaban, los cuales eran del gobernador de su propia hacienda, que en gastar de la ley del rey fué tan templado, que antes gastaba de la suya que mandar se gastase algo de lo que al rey pertenecía, si no era en caso forzoso.

Llegado el general, trató el gobernador con él, que con la gente que tenía consigo asentaría lo que estaba de guerra, y acabaría de allanar todo lo demás y ponerle de paz; que le parecía en el reino había muchos soldados que no se habían querido hallar en aquella guerra por respeto de no tener que dalles, a causa de estar todo repartido por los gobernadores pasados; huían de andar en ella, pues no sacaban más del trabajo, y que de éstos en la ciudades de Valdivia, Osorno y las demás a ellas comarcanas había muchos, y otros que a la fama acudirían, juntos todos poblaría una ciudad en la provincia de Chiloé. Habiendo mucho antes de esto escrito y enviado comisión al teniente que en la ciudad de Valdivia tenía, que con toda la diligencia posible hiciese una fragata y que estuviese acabada para Navidad, que es en mitad del estío en el reino de Chile, como lo es en España del invierno, y con comisión que le dió para que de la caja del rey pudiese gastar dos mili pesos para el aviamiento y despacho de esta fragata; y de otra que le mandó dar y le andaba sirviendo y al presente había venido de la ciudad de Valdivia cargada de trigo para que los vecinos hiciesen simenteras, y de otros bastimentos necesarios para pueblo nuevamente poblado, en la cual fragata mandó embarcar algunas piezas de artillería pequeñas y una pieza de campo de bronce. Con esto se partió a la vela para la ciudad de Valdivia, y al general despachó se fuese para que pudiese hacer su jornada. Antes que entrase el invierno salió de Cañete, camino de la ciudad de Angol, que es una travesía para caminar con seguridad estando la provincia de guerra, por ser despoblado y pocas veces usado de los naturales; el día que salió de la ciudad, los indios comarcanos, como gente que jamás tuvo paz verdadera, sino de traidores, y que siempre esperan coyuntura para hacer maldades, tuvieron aquel día aparejo para matar mucho servicio que iba a herbajar; bien descuidados no llevando escolta que los guardase dieron en ellos y mataron más de cuarenta yanaconas de servicio. Llámanse así porque son indios extranjeros y sueltos que sirven a cristianos y es éste su nombre. Salieron soldados de Cañete al castigo y mandólo el gobernador al maestro de campo, el cual vino y castigó algunos no tanto cuanto su culpa merecía.