ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Historia de Todas las Cosas que han Acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado (1536-1575)
LXXII. De las cosas que acaecieron en la Concepción después que el gobernador Saravia se fue a Santiago

Partiendo Saravia de la Concepción en un navío del rey que en aquella ciudad estaba para irse a Santiago, el licenciado Juan de Torres de Vera, corno capitán que tenía a su cargo la guerra, procuraba no sólo sustentar lo poco que estaba de paz, sino atraer lo de guerra, y para este efecto tenía todo el cuidado posible en dar trasnochadas, que cuando más descuidados los indios estaban, los hallaban en sus tierras castigando sus maldades y desvergüenzas, porque queriendo hacer un fuerte cerca de la Concepción, en un asiento llamado Pichituven, para pelear a su ventaja, como lo hacen, fué cuan tanta presteza a ellos, que antes se acabasen de juntar desbarató los que en el fuerte estaban, castigando algunos que pudo haber, y siendo informado que los indios y principales de Talcahuano, que está ribera del río Biobio, se querían alzar y pasarse con los de guerra de la otra banda, fue una noche sobre ellos, y al amanecer prendió los principales; haciendo castigo de los más culpables, dejó sosegada su comarca. Muchas veces, indios salteadores venían a la Concepción en cuadrillas, como es tierra doblada, a robar caballos y ganados; viendo tiempo para hacer alto, se iban con la presa por los montes. Tocando arma los ganaderos, era cosa increíble cuán de presto acudía al peligro, más como soldado que capitán, por poner en los demás presteza en los casos de guerra que se ofrecen, en los cuales muchas veces se pierden ocasiones y buenas suertes que se harían por acudir a ellos perezosamente, quitándoles siempre el ganado que llevaban, andando desvelado en castigar los indios que venían a la ciudad, casi no parando de noche ni de día; y aun después de dejado el cargo, como adelante se dirá, no podía sufrir con su ánimo rebato alguno que no fuese el primero que se ponía al reparo de lo que podía acaecer.