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Crónicas
Tomo II
Capítulo CXII. Pasa de Gobernador a Chile el Teniente Jeneral Don Agustin de Jáuregui - Primeros ocursos de su Gobierno.

No pocas veces pensé concluir esta primera parte de mi obra con el gobierno anterior. Resistia empeñarme en la narracion de los ocursos posteriores a él, porque viendo el público horrorosas intrigas; parcialidades, venganzas, injusticias, simulaciones insidiosas, i violencias orijinadas del espíritu de ambicion desordenada que ciega a los hombres, i los precipita a no discurrir en otra cosa que en tramoyas i en engaños, sin consideracion a la estimacion ajena, para elevarse sobre las ruinas de sus semejantes, a caiga el que cayere. ¡Oh, qué política tan malvada, pero practicada con impunidad a presencia de un tiempo verdaderamente ilustrado! Ignominiosas tolerancias, vergonzosas condescendencias, i ocultaciones maliciosas encaminadas a la seduccion i al engaño, i procedidas de la ninguna penetracion política, han tenido a la frontera de aquel reino en una especie de fanatismo, i en un tan estraordinario trastorno, que se ha hablado contra los mas vivos sentimientos del alma, i se ha obrado contra las naturales luces de la razon. Viendo el público (digámoslo de una vez) unos vasallos estremadamente opriinidos, i unos enemigos consentidos, e insolentados como monstruosos efectos producidos de una ambiciosa política, no recelé, que yo escribo lo que inspira i sujiere la preocupacion, pues da márjen para ello lo horroroso de unos hechos, que solo su imajinacion pone espanto. Pero yo esto i persuadido de que tengo derecho para que se me preste todo ascenso; porque siempre fui amante de la verdad i unusquisque censetur bonos, dum non probetur malus, dice una regla del derecho; porque no se me debe contemplar tan indolente, que quiera ser tenido por publico engañoso en donde ha i innumerables testigos de los sucesos que he de referir, porque no se debe presumir sea yo capaz de abandonar mi honor, i la estimacion de mis escritos incurriendo en la nota de calumniante i de falsario que fácilmente pasariá a la posteridad; i finalmente, porque yo haré una relacion tan sencilla de los hechos, que su misma sencillez manifestará su fidelidad, i el ánimo veraz de quien la escribe, siguiendo el sentir de Sidonio Apolinario, que dijo: Ita mens palet in libro sicut vultus in speculo (120).

En otras ocasiones quise resolverme a suprimir los indicados hechos; pero como la historia es obligada a manifestar las virtudes amables i los vicios aborrecibles, por que los hombres obramos segun los ejemplos que se nos presentan, i éstos unas veces nos guian, i otras nos escarmientan, i dulcemente nos conducen a imitar lo bueno, i nos apartan de lo indecente, me separé de este pensamiento, i tuve por delincuencia no dar un conocimiento tal de la infidelidad de aquella frontera, que aleccione, e instruya en los peligrosos engaños que allí rolan. Por estos motivos jenerales i por el particular del amor que es debido al soberano, me determiné a no truncar la historia, ni menos dejarla diminuta. Yo sé que ha i personas que no quieren se hable de ellas, sino es para aplaudirlas, i no quedan gustosos sino se destroza a sus enemigos. De mí no lo deben esperar, porque no sol partidario, i referiré los hechos aunque sin aquella valentía i vigor que era menester, con sencillez i con verdad. Vamos al empeño.

Orientada la corte, así del proyecto de civilizar a los indios, i de las malas resultas que tuvo, como del fallecimiento del mariscal de campo don Antonio Guill, i del levantamiento de aquellos naturales, el excelentísimo señor ministro de Indias don Irci Julian de Arriaga, imbuido de las mas prudentes, i acertadas ideas para la conservacion de las Américas en su antigua tranquilidad, dispuso consultar al soberano para el gobierno de Chile un oficial jeneral, que a mas de no caber duda en su relijion, fuese adornado de la práctica de buenas costumbres, de jenio blando, pacífico i pausado, para que con la prudencia i suavidad que regularmente tienen los hombres que gozan este temperamento, remediase las quiebras que habia padecido aquel reino, i que su perspicaz penetracion suponía en estado mui decadente, aunque los informes de los gobernadores procuraban ocultar la gravedad de la dolencia que padecía. I pareciéndole que este complejo de cualidades concurría en el teniente jeneral don Agustin de Jáuregui, lo propuso al inonarea, i su real piedad se dignó mandarle despachar título de gobernador i capitan jeneral del espresado reino, i en virtud de él, dado en Aranjuez a 25 de junio de 1772, tomé posesion de su mando el 6 de marzo de 1773 en la ciudad de Santiago, su capital.

Luego que el caballero Jáuregui se recibid del gobierno i presidencia con las acostumbradas ceremonias i públicas celebridades, elijio para asesor al doctor don Francisco Lopez, natural de la ciudad de la Concepcion de Chile. Era de manos limpias, i un regular, jurista, excelentes cualidades para este empleo, si no hubieran recaído en un hombre nimiamente devocionario (entregado todo a.la frecuencia del santuario, puesto todo su estudio en separarse del ilícito trato con mujeres, corno si estos fueran los únicos deberes del cristiano), de jenio pusilánime, poco versado en materias políticas, i de ningun modo apto para dirijir el gobierno de un reino, que abandonado (por inútil) el antiguo método de los demas gobernadores, necesita para su reforma, restauracion i felicidad de nuevas ideas tiradas con juicioso pulso.

Al propio tiempo que adquirió noticias de su dilatada gobernacion, i se orientaba de los principales intereses que necesitaban de su autoridad, se dedicó cuidadoso a procurar los adornos i aumentos de la capital. Dió conducentes providencias para la conclusion del puente del Mapocho, i los tajamares que contienen sus inundaciones para que no bañe la ciudad; i entre éstos i el canal de los molinos del colejio de San Pablo, mandó hacer una vistosa alameda de tres calles de frondosos sauces, que en todas las estaciones del año conservan su verdor; pero todo lo destruyó un turbion de aquel río. (13 de mayo de 1779), que abriendo varias brechas en los tajamares, arrolló en sus furiosas corrientes todo aquel nuevo plantío.

El coronel don Baltazar Senmatnat, maestre de campo, i comandante jeneral de la frontera, interino, i gobernador político i militar de la ciudad de la Concepcion, pensó aprovechar la ocasion que presentaba el nuevo gobierno a favor de aquel distrito, que se hallaba cercano a su ruina, i emprendió pasar a la capital (marzo de 1773) sin otro destino que el de informar al gobernador la triste situacion de aquella provincia. Fue bien recibido de aquel jefe, pero nada pudo alcanzar en utilidad del objeto de su jornada, porque se remitió todo a la visita que debía hacer en aquel destino, i tuvo que regresar (abril de 1773), si no desairarlo, al menos poco satisfecho.

Don Ambrosio de O'Higgins, que en su comandancia del cordon del Biobio cortejó mucho al comandante jeneral Senmatnat con repetidos convites, recibiéndole con salvas de su artillería de campaña, qúe se repetía en los banquetes, siempre que se brindaba por su salud, concluida la guerra se propuso recojer el fruto de sus convites, i cortejó, i puso en manos del caballero Senmatnat sus memoriales para el reí, i este jefe no solo le puso en ellos un famoso informe, sino que los dirijió al gobernador con especial recomendacion, i le facilitó licencia para que pasase a la capital a ajitar en el gobierno su espediente, que con tan buena recomendacion logró todo el apoyo de la capitanía jeneral, i de consiguiente favorable despacho en la corté. Se espidió real orden para que el virei de Lima le premiase en el Peru i entro don Ambrosio en otra dificultad que vencer. Ocurrió al caballero Senmatnat, i este señor le dio. recomendaciones mui expresivas para sus parientes el excelentísimo señor don ¡Manuel de Amat, i don Antonio Amat, su sobrino. Aturdió a todos la inadvertencia en que cayo el caballero Senmatnat, dispensando con tanta franqueza i exceso su proteccion para hacer hombre a un sujeto desconocido, que bien podia ser de las mas relevantes circunstancias, como me persuado que lo será, pero no se tenia de él otra noticia que la de haber pasado de Irlanda a Cádiz, i de esta ciudad a la de Lima, en la clase de mercader, i haber tenido la infelicidad de haberse desgraciado en el comercio, i por lo mismo agregádose a la carrera militar, i mayormente teniendo aquel destino muchos antiguos i buenos oficiales españoles i americanos. No ha i duda que el caballero Senmatnat acertó 'en el objeto de su proteccion, mas no por eso le dio el público por libre de su injusticia i de su imprudencia. De injusticia (decian) porque entónces se hallaba don Ambrosio desnudo de méritos, como que empezaba a servir a presencia de otros verdaderamente acreedores a la gracia por consideracion a sus superiores luces, i a que hicieron su mérito en aquella campaña, i en las de Italia, i Portugal. De imprudencia (decían) porque no contaba con que semejantes criaturas las mas veces olvidan el debido reconocimiento a su incauto hacedor, i su ingratitud hace las veces de justo castigo de la imprudencia i de la injusticia. As i se producía el de sentimiento de los interesados; pero ello es que el tiempo dio a conocer a don Ambrosio, veremos si vindica al caballero Senmatnat sobre este punto. Escudado de esta recomendacion i surtido de dinero para su viaje a Lima por don Paulino Trabi, italiano de nacion (íntimo amigo de don Ambrosio), que paso a Chile en la familia del mariscal de campo don Antonio Guill, se presentó en aquella ciudad, i entregadas sus cartas al virei, i su sobrino, se dedico a cortejar a don José Perfecto de Salas, asesor de aquel vire¡nato. Todo surtió buen efecto, i el doctor Salas le ofreció acomodarle en un correjimiento del Perú; pero reflexionando don Ambrosio que todos los provechos del correjimiento no eran bastantes a cubrir la quiebra que hizo en el comercio, se propuso la idea de solicitar un empleo que le asegurase la subsistencia, i al propio tiempo le libertase de las incomodidades i rubores, que causan los acreedores, i pretendió se le hiciese comandante de la caballería de la frontera de Chile, con grado i sueldo de teniente coronel. Ni don Ambrosio tuvo reparo de ponerse a mandar oficiales intelijentes que empezaron a serlo en la guerra de Italia, ni el virei tuvo consideracion al distinguido mérito de estos oficiales, a quienes conocia, i que se vieron en la dura necesidad de retirarse por no pasar el desaire de servir bajo las órdenes de don Ambrosio, i le mandó dar el correspondiente título, que fue confirmado por real despacho de 18 de noviembre de 1773. Mucho puede el dinero, i el favor. Con ocasion de un caso semejante, dijo un escritor de Chile (121): "¿Qué estimacion, ni premio tienen en este reino los soldados antiguos que han derramado su sangre en defensa de esta tierra, i por su valor i esfuerzo merecieron el nombre de varones fuertes, i a poder de brazos i continuos años se hicieron acreedores a los oficios mas preeminentes que en, esta milicia se reparten? Si es pobre i ha servido limpiamente al rei nuestro señor. . . , poco dura en el oficio porque. . . no ha tenido que ofrecer, que el que no lo hace, aunque sea con lo ajeno, desnudo se queda. De aquí nace el estar las repúblicas, reinos i provincias mal servidos, los ejércitos aniquilados i . abatidos, sin soldados que sirvan a S. M. con amor, porque no se busca la virtud, ni el mérito, ni el que es a propósito para el oficio, sino es a los que tienen manos liberales i largas, aunque estén tullidos. Con que de ordinario los mas indignos tienen el mejor lugar. De aquí podemos deducir que los trabajosos males, i dolencias qué ha padecido este reino, i las que está esperimentando, se han orijinado de las cabezas, que contra el orden natural i divino, han pospuesto la virtud al vicio, el mérito al interes, la sabiduría a la ignorancia, i a los capitanes pobres i soldados los taberneros i mercaderes que supieron adquirir i buscar dinero. Este es el lugar que tienen hoi los que se desvelan en el servicio de S. M. i en la defensa de este reno de Chile, donde he visto mucho mas de lo que en este libro va delineado, porque en algunas cosas he cortado el hilo a la pluma." Hasta aquí el autor citado: Mui antiguo i arraigado es en Chile este mal, i necesita de buena segur para cortarle (122). Vamos a la historia.

Las inquietudes de los indios estaban en su mayor vigor i lo mismo sus hostilidades. Para contenerlas meditó el gobernador renovar el arbitrio que adoptó su antecesor don Francisco de Meneses (123) de tomarles algunas personas en rehenes con el pretesto de que cada butanmapu pusiese en la capital un cacique o indio principal en calidad de embajador que representase su nacion. Dió el gobernador la comision de este (a su parecer) importante asunto unida ala de revistar la,s armerías i tropa veterana de la frontera a don Ambrosio, manifestando poca satisfaccion de la conducta del maestre de campo, que ciertos capitanes de su batallon resentidos con el caballero Senuiatnat desde Montevideo tuvieron arte para. ponerla en duda, i colocado al lado del gobernador se hicieron lugar para inigar contra su jefe. Visitó don Abrosio todas las plazas de la frontera pasando la revista que se le comisionó en mera relacion, i puesto en la del Nacimiento facilitó el encargo de embajador para la siguiente casualidad. Se hallaba, el toqui Ayllapa un i sobre el Biobio (marzo de 1.773) con un escuadron de cuatrocientos hombres para pasarlo por Negrete i hostilizar la isla de la Laja. Yo era comandante de la plaza de los Anjeles, a quien corresponde este distrito, i orientado de la resolucion de Ayllapagui por el capitan din Balazar Gomez, que mandaba la del Nacimiento, en circunstancias de no tener tropa alguna para oponerme a sus designios i defender aquel dilatado territorio, ocurrí a un ardid. Envié al teniente don Luis Estequel a las lomas del rio Duqueco, que hacen frente al cerro de Negrete, con cuarenta hombres i órden de colocar centinelas en cuatro alturas de modo que fuesen descubiertas ele los indios; sin que pudiesen ver la poca, tropa que llevaba; que entrada la noche tocasen retreta los tambores i disparasen un tiro de cañon para que se oyese en las parcialidades de indios inmediatas al Biobio, i que repitiese esta operacion en tres parajes i dejando en ellas muchas fogatas se retirase a la plaza. Causó buenos efectos esta maniobra continuada hasta que don Ambrosio me avisó sus resultas. Se persuadió Ayllapagui que yo me acercaba al Biobio con tres escuadrones para sorprender sus parcialidades i salió a la plana del Nacimiento a pedir que don Ambrosio me mandase suspender la hostilidad que se i majino i yo ni podia hacerla, ni tenia órden para ello, ántes sí me hallaba con la de no permitir que nuestras partidas moja-sen las uñas de los caballos en las aguas del Biobio Con este sencillo ardid evité la desolacion de la isla de la Laja, i facilité el inútil establecimiento de embajadores. De contado se convino Ayllapagui con los démas caciques a verificar su eleccion i fueron nombrados los caciques Huenumanque, Marilebi Curilemu, Lipinameu i Pichumanque que conducidos de cuenta del real erario entraron, en la capital el 4 del siguiente abril, i en 25 del mismo tuvo con ellos el gobernador un parlamento autorizado por los tribunales con asistencia, de los principales vecinos de aquella ciudad. En él se acordó la perpetuidad de este pensamiento, de que se dió parte al rei, i su majestad persuadido de aptitud para mantener en paz aquellas naciones bárbaras so dignó aprob rlo por su real órden de 7 de dicieimbre de 1774. La esperiencia manifestó la insuficiencia de este arbitrio, i para conocer con evidencia su utilidad nada mas era menester que estar orientado del carácter i jenio de aquellos indios. Ellos no pueden representar su nacion porque ésta no tiene especie alguna de gobierno ni son susceptibles del honroso carácter de embajadores, pues tan indiferente les es la honra como la afrenta. De la casa del gobernador salieron a visitar a los principales caballeros de aquella ciudad, sin otro objeto que pedirles un par de reales para beber. Se alaba la buena intencion, pero ello es que de ninguna otra cosa sirvió este decantado arbitrio que de gravar al erario en los gastos no poqueños que causaron en su subsistencia. Era necesario que de cuenta del reí se vistiesen a la española ellos, sus mujeres i comitiva, que comiesen, se embriagasen i se divirtiesen del mismo fondo, i que un oficial militar se emplease en su cuidado. Conocida la inutilidad del referido medio lo sepultó con honor el mismo don Ambrosio en el parlamento de Lonquilmo celebrado en los primeros días del mes de enero de 1784.