Con la visita general del Perú i Chile que en 1777 mandó hacer la corte, determinó S.M. dar nueva forma de gobierno a las Américas. En el reino de Méjico abolió las alcaldías mayores, i en los riel Perú i Chile los corregimientos. Se dividieron aquellos vastos distritos en provincias, cada una a Iris órdenes de un gobernador intendente con un teniente letrado, i las provincias en partidos gobernados en lo Político i civil por los alcaldes ordinarios de sus ciudades, villas i lugares, i por un sub-delegado do intendente en lo perteneciente a real hacienda. En Méjico i el Perú so verificó luego el nuevo gobierno, pero en Chile se retardó hasta, abril de 1786. Aquí hubo poco que hacer: a cada uno de los dos obispados se le llamó provincia, i a las provincias partidos. Para la de Santiago fue nombrado superintendente el gobernador i capitán general i presidente de la Real Audiencia, i en la capital se estableció una junta superior i para la de la Concepción se eligió a Don Ambrosio por gobernador intendente. En los partidos nada mas se hizo que llamar subdelegado partidario a su jefe, en vez de corregidor, pero se les dejó la antigua facultad a causa de no haber fondos en que, hacer la consignación de sueldos, i quedaron los alcaldes ordinarios en su primitivo estado, sin otra variación que la de continuar uno de ellos dos apios en la alcaldía, i hacerse anualmente elección de uno, i no de dos como antes.

Yo prescindo de la mayor bondad de este método, que no es concedida al historiador la facultad de decidir ea este punto. Ella reside en los supremos consejos que Sabia i prudentemente sabían Informar al Soberano lo mas conveniente a sus Estados. El gobernador nombró para teniente letrado al doctor Don Alonso Guzmán i Peralta, oidor jubilado de la Audiencia de Santa Fe, i no dio un paso mas en el establecimiento de su intendencia porque no se lo permitieron Las habituales dolencias que le aquejaban, i que grabadas le condujeron al sepulcro el 28 de abril de 1778, i descansan sus cenizas en la Catedral de la ciudad de Santiago, capital de aquel reino donde falleció.

Tampoco don Ambrosio pudo trabajar por entonces en el establecimiento de la que se le encargó. Eligió para teniente letrado al doctor don Juan de Losas, que hallándose en la ciudad de Mendoza, su patria, no le lijé posible, por la distancia i por las nieves de la cordillera, pasar luego al ejercicio de su empleo.