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Fuentes Bibliográficas
Capítulo VIII: El rectorado de Juan Gómez Millas (1953-1963).
6. Expansión de la Universidad en el país.

A partir de 1954, con la incorporación a la Universidad de Chile del Instituto Pedagógico de Valparaíso, comenzó la expansión hacia provincias. Antes, la presencia universitaria se manifestó en el resto del país a través de la extensión cultural. En los años siguientes fueron creándose en la sede de Valparaíso otras escuelas dependientes de las respectivas facultades de la universidad estatal. En 1962, había en Valparaíso una matrícula de 1.368 alumnos, distribuidos en la Escuela de Derecho, Escuela de Medicina, Instituto Pedagógico, Escuela de Servicio Social, Escuela de Economía, de Vistas de Aduana, de Obstetricia y Curso de Arquitectura. A fines de 1958 se creó el Departamento de Ciencias, constituido por ocho organismos de investigación.

Uno de los primeros problemas que debió afrontar el Consejo para consolidar su nueva sede, fue la creación de un núcleo central representativo de la Universidad que permitiera individualizarla, como ocurría ya con la Universidad Católica de esa ciudad. Era preciso iniciar la construcción de locales adecuados para que funcionaran las escuelas y en lo posible ubicar una Casa Central. Para financiar estos proyectos se recurrió a los fondos que otorgó la Ley N° 11.575; así, el Consejo autorizó la compra de propiedades para instalar el Curso de Arquitectura y la Escuela de Servicio Social. A la vez, comenzaron las edificaciones en el núcleo proyectado en Playa Ancha, para que funcionaran los institutos de investigación y algunos centros docentes. En 1957 fue inaugurada el Aula Magna de la Escuela de Derecho.

Junto a los trabajos citados se realizaban obras en la Estación de Biología Marina, con aportes de CORFO y el Ministerio de Fomento, consistentes en un laboratorio y un acuario de experimentación.

En 1957, la Universidad de Chile comenzó a recibir financiamiento para crear en la zona norte un centro de actividades universitarias, a fin de que extendiera sus actividades a las provincias de Tarapacá, Antofagasta y Atacama.

Para cumplir con el mandato legal -en colaboración con la Universidad Técnica del Estado- la Universidad contó con aportes del Departamento del Cobre y el Comité de Antofagasta, integrado por representantes de los colegios profesionales e instituciones gremiales de la zona. El objetivo del Centro Universitario de la zona norte era absorber la población de estudiantes que afluía a la capital hasta constituir el 60% de los alumnos de la UTE.

De acuerdo con la ley el nuevo Centro, que funcionaría en Antofagasta, debía orientarse preferentemente a la formación profesional, la investigación científica y extensión cultural relacionadas con las actividades productivas de la zona. A la Universidad de Chile correspondía exclusivamente la orientación de los estudios e investigaciones. El centro sería dirigido por un Consejo integrado por un representante de la CORFO, uno del Departamento del Cobre y otro del Comité de Antofagasta. El Consejo Universitario quedó encargado de reglamentar su funcionamiento.

En marzo de 1957, se aprobó la adquisición de una propiedad para poner en funciones la Escuela de Servicio Social; mientras tanto, el Ministerio de Tierras donó unos terrenos próximos a la ciudad de Antofagasta. Poco después fueron autorizados los cursos pedagógicos de biología y química y algunas actividades de extensión cultural, procediéndose a la inauguración oficial del Centro en junio de 1957.

En tanto, el Consejo discutió un proyecto presentado en el Senado, que pretendía dar plena libertad a todas las universidades particulares reconocidas para el otorgamiento de títulos válidos. Al respecto se conversó con el rector de la Universidad Austral de Valdivia para preguntarle si había participado en esa iniciativa. Éste declaró que su Universidad nunca persiguió ser creada por ley sino que a través del mecanismo dispuesto, en el artículo 64 del Estatuto Orgánico de la Universidad de Chile. Dicho artículo disponía que para la creación de una Universidad era preciso contar con la autorización del Gobierno, previo informe favorable del Consejo Universitario.

Los Colegios Regionales, otra de las modalidades empleadas por la Universidad de Chile para expandirse a provincias, surgieron a partir de 1960, primero en Temuco y luego en La Serena, para multiplicarse a otras ciudades en el Rectorado de Eugenio González. Este fue quien preparó el texto que los creó, aunque su origen está en un anteproyecto de reestructuración de los estudios superiores, presentado por Irma Salas y Egidio Orellana, en 1957. Ambos educadores propiciaban la creación de una Facultad de Estudios Generales que ofreciera cursos teóricos básicos de dos años de duración.

Los colegios fueron la respuesta universitaria a las necesidades de expansión de la educación superior reclamada por las provincias, a las que no bastaban los cursos de temporada. Se planeó incorporar a ellos a los egresados de la enseñanza secundaria para que cursaran carreras cortas de nivel medio, otorgándoles al final de los estudios el grado de bachiller.

Otro objetivo era orientar a los jóvenes hacia carreras tecnológicas, relacionadas con las actividades productivas de su provincia y disminuir así su frustración al no poder ingresar a las escuelas universitarias tradicionales.

Hacia 1961 el Colegio Regional de Temuco preparaba profesores de instrucción primaria y se esperaba encontrar la fórmula de enlazar sus estudios con las escuelas universitarias, para aquellos alumnos que desearan continuar estudios más avanzados.

Por acuerdo del Consejo, los Colegios Universitarios Regionales pasaron a depender del Departamento de Estudios Generales, desprendiéndose así de la tutela de la Facultad de Filosofía y Educación. A fines de la rectoría de Juan Gómez Millas fue ratificada la creación de Colegios similares en Antofagasta, Talca, Osorno y Arica. En esta última ciudad comenzaron a funcionar una Escuela de Técnicos Administrativos, un Curso de Artes Aplicadas y otro de Teatro, con ayuda de la Junta de Adelanto de la ciudad.

En el rectorado de Eugenio González estas sedes y otras más que se establecieron, pasaron a denominarse Centros Universitarios de la Universidad de Chile.

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Junto con el término del rectorado de Juan Gómez Millas, en 1963, concluyó la cuarta etapa de la historia de esta Universidad iniciada con la promulgación del Estatuto de 1931. Esta Ley Orgánica, que sintetizó admirablemente las mejores iniciativas que intentaron aplicarse en el curso del presente siglo, hizo posible un gran crecimiento de la Universidad. A su finalidad de centro formador de profesionales aptos para contribuir a la solución de los grandes problemas nacionales, se sumó -como producto de la aplicación de la ley una variada investigación científica, que emanó desde los numerosos institutos creados en los últimos treinta años. En este período, que comprende los rectorados de Juvenal Hernández y Gómez Millas, la Universidad consiguió una mayor vinculación al resto de la sociedad chilena y americana, a la vez que se interesó por el bienestar de sus estudiantes.

Pero este gran crecimiento, que se proyectó incluso a provincias, llevaba en su interior el germen de una crisis que sobrevendría después del período estudiado. La Universidad, como fruto de su expansión a todo nivel -expresada en un mayor presupuesto y en el más elevado número de alumnos, profesores e investigadores alcanzado en toda su trayectoria- atrajo sobre sí una gran presión de necesidades y aspiraciones de la sociedad. Todo lo anterior, junto a las convulsiones de la época, que afectaron a buena parte de la enseñanza superior nacional e internacional, terminarían por desencadenar la crisis de 1968, cuando Eugenio González dirigía los destinos de esta Casa de Estudios.