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Crónicas
Discurso segundo de avisos prudenciales de diversos autores colegidos en las materias de gobierno y guerra
Capítulo II

De los avisos tocantes a la fe, y palabra y ejemplo: y a lo del cobrar y gastar los tributos

Su palabra estimar debe en extremo
El buen gobernador, muy remitado
En no empeñarla en cosa no hacedera
Que le obligue después a no cumplilla:
         Que es la palabra y la fe
         Gran quilate del valor
         Y de justicia mayor;
Y Catón Censorino esto pondera
Diciendo para prueba de su estima:
         No sin causa fue la fe
         De los romanos honrada
         Y con Júpiter sentada;
Y contra los perversos estadistas
Esta sentencia Eurípides nos dijo:
         Es diabólica doctrina
         Decir se pueden quebrar
         Fe y leyes para reinar;
A quien abona Séneca diciendo:
         La fe y palabra no pueden
         Por necesidad negarse,
         Ni por interés quebrarse.
Principalmente si es la fe jurada,
Pues añade gran fuerza el juramento,
Y el que no le respeta no es cristiano,
Porque dijo un moderno con viveza:
         Considera quien es Dios
         Antes que a jurar te atrevas,
         Y jurarás como debas.
Lo cual pondera más Séneca y dice:
         La fe y justicia y verdad
         En todo son provechosas,
         Y en el que manda, forzosas.
Y dijo bien justicia según siente
El Filósofo sabio en quien leemos:
         Del gobierno justiciero
         Que las maldades persigue,
         Gran provecho se nos sigue;
Y Tácito Cornelio mejor mucho:
         Digno es de alabanza grande
         El que con severidad
         Excusa a la crueldad.
Y debe con cuidado en todo caso
Hacerse obedecer con entereza,
Que es de Séneca aviso muy prudente:
         Bien mandar, buena obediencia,
         De la república es vida
         En que vive sustenida.
Y ha de ser el primero que sus leyes
Observe dando ejemplo al pueblo todo,
         Porque aquel cuyos mandatos
         Son por él muy violados,
         No espere serán guardados [15].
Y como bien advierte Quintiliano:
         No sólo da ejemplo el grande,
         Mas casi fuerza al vasallo,
         En cuanto puede, a imitallo.
Y dice bien, porque el ejemplo tiene,
Según que nos enseña la experiencia,
Más fuerza que muy grandes persuasiones,
Y héchose con él, los súbditos mejores
Según Plauto Milesio, y aún Salustio
Al grande César, esto mismo dicen:
          Ser fácil mandar a buenos
          Es conocida verdad,
          Y una gran felicidad.
Y Séneca añadió y por cierto tiene:
          Las virtudes que el rey ama
          De todos son recibidas,
          Imitadas y seguidas.
Y Tácito Cornelio siente y dice:
          Siempre el ejército imita
          Lo que hace su capitán
          En pasatiempo y afán.
Porque es cosa muy vista si el que rige
El reino es muy amigo de banquetes,
El convertirse todo en gula torpe,
Y es sentencia de Beda el venerable:
          Si no refrenas la gula,
          De ningún vicio ganalla
          Podrás, entrando en batalla.
Y del divino Ambrosio aviso es cierto:
          Quien amare los regalos
          De esta vida miserable,
          Perderá la perdurable.
Y si lacivo es el que gobierna,
Todo en lacivo fuego anda abrasado;
Y si es vano, que todos empobrecen
Por imitar sus galas y su pompa;
Y si es templado, casto, y es modesto,
Todos lo son también por imitarle;
Y si se mira bien sin pasión mucha,
        Más propio es de gran señor
        Tener el alma compuesta,
        Que costosa gala en fiesta [16].
Que de las galas bien Salustio dijo:
         Las galas son mujeriles
         Adornos de su flaqueza
         ....................................... [17]
Y si el sabio Salomón nos amonesta:
        No en el vestir te gloríes,
        Ni te alces a mayores
        El día de tus honores;
Que la prudencia y peso más honora
Que el muy costoso ornato en demasía,
Que es cual de Marco Tulio esta sentencia:
         La autoridad en la paz
         Es buena, mas en la guerra
         Mayores bienes encierra.
Que si el mostrarse afable, bien concilia,
Ha de ser con prudencia moderada,
Porque Cornelio Tácito nos dijo:
       Haz que no te disminuya
       La estima, afabilidad;
       Ni el amor, la sequedad.
Debe asimismo con cuidado grande
Ni ser ni parecer nada avariento,
Ni conocidamente cudicioso,
Que aunque Muciano dice, y no se engaña:
        Los más experimentados
        Tienen por nervio el dinero
        Del imperio más entero;
Hase de prevenir éste, y juntarse
Sin nota de tan grande inconveniente
        Que traga pueblos. -Homero
        Llama avarientos señores
        Reyes y gobernadores.
Y el sabio Salomón por cierto tiene:
         Los dones a los jueces
         Muy ciegos suelen hacer,
         Y también enmudecer.
Y arranca el corazón de los vasallos
Quien les chupa el dinero en cualquier modo,
Porque Terencio como sabio dijo:
          La común gente el dinero
          Y sangre del corazón,
          Estima en un parangón.
Y Tácito Cornelio como experto dice:
          El señor que con agravios
          En tesoro mucho crece,
          Más su poder enflaquece.
Y no se deben apretar tributos,
Que en lugar de dar paz, levantan guerra;
Mas de los bien llevados Tulio dice:
          Los tributos dan la paz,
          Pues que mantienen la guerra
          Que pacifica la tierra.
Y no se fíe en esto de vasallos
Deseosos de agradar con nuevas trazas
Y arbitrios nuevos de juntar moneda,
Aunque digan será muy sin molestia,
Que al fin bien entendidos, siempre odiosos
Son todos modos de sacar dinero,
Que esto de Plinio, Lipsio nos refiere
         Avaro es señor que halla
         Vasallos que sepan dar
         Consejos de más sacar.
Y cuando más juntar y a fuerza sea,
Ha de ser persuadiendo blandamente,
Y no por otras trazas exquisitas,
Que avisa y aconseja bien Plutarco:
          Temístocles persuasión,
          A la violencia pospuso:
          Pon aquella, y no está en uso.
Y agudamente Lipsio mejor dicho:
          Mejor es ganar las cosas
          Con persuasión que mandarlas,
          Por no llegar a irritarlas.
Acerca de lo cual es memorable
De aquel magno Alejandro esta sentencia:
         Trasquila sin desollar,
         Y aunque tengas puerta franca,
         No toda hortaliza arranca.
Y el Sabio en sus Proverbios también dice:
         El que las narices suena
         Demasiado, sangre saca
         Que no fácilmente aplaca.
Y sobre esto es aviso saludable
El que nos dio Lucano, que así dice:
         Refrena ministros malos
         Que son arrebatadores
         Gatos de presas mayores.
Y en los Proverbios Salomón nos dijo
         Cuando crecieren los justos
         El pueblo se alegrará;
         Manden malos, gemirá.
Y poco más abajo más añade:
         Levanta la tierra el rey
         Si es justo, mas al revés
         La asuela si avaro es;
Porque si da la mano en las cobranzas
De tributos a agentes poco fieles
Y de poca prudencia, con el modo
Irritan más que en la cobranza mesma,
Y más es lo que roban y a sí aplican
Que lo que juntan para el fisco mesmo,
Que como dijo Plauto con donaire:
         Un Jerión de tres manos
         Cien Argos no guardarán,
         Y más si le falta el pan.
Y el odio carga destos desafueros
Sobre el señor, porque nos dice el Sabio:
         Como él suelen ser
         Los ministros, no mejores;
         Y el pueblo, cual sus rectores.
Y aconseja Suetonio contra estos:
         Si el mal ministro es esponja
         Que embebió la sangre al pobre,
         Estrújale, y haz que cobre.
Y el que una vez infiel en esto se halla,
No hay que esperar que alguna enmienda tenga,
Que como dijo bien Tácito el sabio:
          Hombres y siglos se mudan,
          Las costumbres no mejoran,
          Mas de ordinario empeoran.
Porque pensar que la cudicia destos
Se corrige con leyes o instrucciones,
Es ignorancia, y así Plinio dijo:
          Enciérrense los engaños
          En mil leyes, romperán,
          Y en busca de oro saldrán.
Porque advirtió muy bien Tulio diciendo:
          Haz que en dándote el tributo,
          Quede libre lo restante,
          Sin mandón ni sobrestante.
Porque ninguna cosa el pueblo aflige
Y irrita y alborota los vasallos
Y da motivo a los facinerosos,
Como malos ministros que en ser duros
Ponen su estima, porque la hagan dellos,
Contra lo cual Cornelio así aconseja:
          Lo que el vasallo te da
          Procúralo con blandura;
          Que lo violento no dura.
Y fuera desto todo, nada hace
Que el tributo se dé de mejor gana,
Que el ver que con cordura es despendido,
Usando deste nervio con prudencia:
          Si con templanza discreta
          Gastas lo que da el vasallo,
          Más se animará él a dallo;
Y el Filósofo casi así lo mesmo:
          Despensero del común
          El pueblo te llamará
          Si gastas bien lo que él da.
Será también un prudencial recato
Procurar por caminos convenientes
Que no haya entre los súbditos alguno
Que sobre los demás engría el cuello
En opulencia y amistades muchas,
Que del mismo Filósofo es aviso:
          Procura que en tus vasallos
          No haya uno aventajado
          Mucho, en rico y amigado.
Y confirma esto Tácito diciendo:
          Que la fuerza de riqueza
          Del vasallo es enojosa,
          Y con razón sospechosa;
Que por la mayor parte hacen vicioso
Al poseedor, y así Salustio dice:
          Donde la opulencia abunda
          Faltan justicia y verdad,
          Todo bien y honestidad;
          Y reinos que se ganaron
          Por virtud en gran pobreza,
          Perecieron por riqueza.
Y el sabio Cordobés también añade:
          Tierra de gran vanidad
          En la gala, es ya mal sana,
          Y está a perdición cercana.
Debe asimismo el cuerdo que gobierna
Limpiar la tierra de perdida gente,
Que dijo Tulio contra Catilina:
          De perdidos mozos nacen
          Los perversos Catilinas
          Que son de la patria ruinas.
Y destos se descubren los intentos
Viendo sus patrimonios malbaratan;
          Que el que raíz malbarata
          Grave novedad pretende,
          Y es necio quien no lo entiende.
  La mucha variedad en los mandatos
Debe evitarse porque claro arguye,
Demás de la inconstancia conocida,
Poco conocimiento en la materia;
Y así Lipsio advirtió como tan sabio:
         La variedad de mandatos,
         Si es frecuente y encontrada,
         Es siempre menospreciada.
Y Séneca lo aprueba así diciendo:
         No trueques mandatos muchos
         Que el árbol mucho traspuesto,
         Nunca es bueno ni hace presto...
Y Tácito Cornelio, maestro grande, dice:
         Mucho pierde de opinión
         El mando que es vacilante,
         Y en ordenar inconstante;
         Excuse pues muchas leyes,
         Que son ruina del estado,
         Aunque esté más bien fundado.
Y Lipsio vemos que lo mismo siente
Por lo que en su Pulítica refiere:
          El reino se fundó en ellas,
          Mas deben mirar los reyes
          Mucho dañan muchas leyes.
A que añadió Stobeo esta secuencia:
          La institución de las leyes
          Conviene sea rigurosa,
          Y la ejecución piadosa;
En lo cual Quintiliano bien advierte:
          Si te tratan novedades,
          Mira si son encontradas
          Con cosas bien ordenadas;
Porque debe tener recato mucho
El que quiere acertar el buen consejo,
Y saber qué sucede algunas veces
El haber en la junta voto alguno
Por un particular apasionado
Y del público bien poco celoso,
Y éste propone traza de estadistas
Que en lo aparente son muy milagrosas,
Y en lo interior contienen gran malicia;
Porque está el mundo lleno de Sinenes [18],
Y como a estos cudicia los engendra,
Como hijos de tal madre, son venales;
Y debe ser por esto remirado
Lo que ofende a lo bien establecido,
Que es grande autoridad el sustentarlo;
Y aunque es de sabios el mudar consejo
En lo notoriamente pernicioso,
Cuando es en graves cosas, muy de espacio
Se debe examinar el tal acuerdo,
Y ya habiendo de ser, Cicerón dijo:
          Si la mudanza es forzosa,
          Ya quel globo se menea,
          Procura sin ruido sea.
Y Dión certifica, es cierta cosa
          Que el fuerte y prudente Augusto
          Temió poner en balanza
          Su fortuna en la mudanza;
Y Tácito Cornelio sabio avisa:
          Que causa gran menosprecio
          Toda precipitación,
          Y agasajo sin razón.
Que cuando es muy notado el agasajo
Que de nuevo se hace a alguno indigno,
Luego se busca causa, y no la hallando
Ocasión da a mil juicios maliciosos,
Que es proverbio del Sabio y como suyo:
          No los regalos al necio
          Competen, ni se ha de dar
          Al siervo a grandes mandar.
Y es mayor daño cuando nuevo modo
Se ve en el agasajo de algún grande,
Olvidando sus nuevos deservicios,
Porque en tal caso Justo Lipsio avisa:
          Pierde crédito el gobierno
          Cuando se olvida de cosas
          Que ofensas fueron notorias.
Y es grande inconveniente en el que rige
El crédito perder, porque al momento
Se le sigue desprecio peligroso,
El cual suelen causar muy de ordinario
Todos los vicios, pero más algunos;
Y así nos dijo Tácito Cornelio:
          Si vicios causan desprecio,
          Los de vinoso y glotón,
          Más y con mayor razón;
          Mas muy bueno ha de ser quien
          El largo mando y salud
          No corrompe su virtud.
Y el Filósofo dice en alabanza
Desde tal, esta célebre sentencia:
          Difícil es conjurar
          Contra el templado y constante
          Cuidadoso y vigilante.
Y ha de mostrarse el cuerdo que gobierna
Del bien común en todo cuidadoso,
Más que del propio, porque dijo Tulio:
          Todo provecho común
          Prefiere al particular,
          Y harás cosas de loar;
          Que el mirar mucho el provecho
          Suele ser vituperable,
          Mas si es común, es loable.
Y Stobeo lo encarece más diciendo:
          El que bien gobernar quiere
          Lo común ha de guardar
          Cual propio, y lo propio dar.
Ni ha de mostrarse cuidadoso mucho
De su regalo, porque dijo un sabio [19]:
          Poco ama la virtud,
          Quien mucho el cuerpo regala;
          Dará della cuenta mala.
No ha de ser cudicioso de alabanza
De boca aduladora en su presencia,
Ni así de merecerla cuidadoso,
Porque es consejo sabio de Cornelio:
          Busca la alabanza en ti
          Por la sólida virtud,
          Sin otra solicitud;
Que saber debe que es trabajo vano
Querer parecer bueno no lo siendo.
          Que el príncipe si no es bueno,
          No lo puede parecer,
          Ni sus obras esconder
          Ni las domésticas cosas
          Puede al principio ocultar,
          Que se las han de juzgar,
          Que del que está en lugar alto
          No hay facción honesta o fea,
          Que muy pública no sea [20].
    Y padece otro daño el poderoso,
Y es que nadie le dice las verdades,
Y así ignora el escándalo que causa,
Y por esto a peor va cada día;
          Que el poderoso insolente
          No consiente ser regido,
          Ni es fácil ser reducido [21].
Y llegando a este estado de miseria,
Falta justicia y todo se aventura,
Y así Cicerón dijo doctamente:
          El derecho y la equidad
          Son los vínculos estables
           De los estados durables.
Contra lo cual será remedio grande
Tener un confesor grave y de pecho,
Que con verdad le trate desengaños;
Y leer buenos libros, y creerlos,
Porque estos le dirán verdades puras,
Como si de Agustino, doctor sacro,
De la Ciudad de Dios leyere el cuarto
Hallará esta sentencia allí a la letra:
          El rey que olvida en sus hechos
          La justicia y la razón,
          No rey es, mas es ladrón.
¿Qué vivo se atreviera a decir esto,
Aunque pusiera en ello más rebozos
Que tienen sobre sí los cocos de Indias?
Y Tácito Cornelio en los Anales dice:
          El rey poderoso entienda
          Que es de su reino tutor,
          Más que monarca y señor;
Y en el tercio también de las Historias:
          El general que a los suyos
          Da soltura y larga mano,
          Sospechas da de tirano.
Y otra libertad grande dice Lipsio
Contra gente no poco poderosa,
Que es ésta (no la apruebo ni repruebo):
          Latrocinio permitido
          Llamaba la abogacía,
          Quien pienso no mal sentía.
Y el mejor desengaño es saber cierto
Que las virtudes causan buena fama,
Y que los vicios mala la dan siempre,
Que dice Tulio dijo Jenofonte:
          La virtud es de la fama
          Fundamento muy estable,
          Sin la cual nada es loable.
Y este dicho de Augusto bien lo dice:
          El rey parecerá a Dios
          Justo y misericordioso,
          Si es justiciero y piadoso.
Y de Eliodoro, Lipsio esto refiere:
          Pagan a Dios su talento
          Los potentes y los sabios,
          Deshaciendo los agravios.
Pero con más prudencia que no espanto
Esto se debe hacer, y con blandura,
Si así cumplir se puede la justicia,
De Séneca siguiendo este consejo:
          El que ser bien quisto quiere
          Cuando le toca el mandar,
          Blanda la mano ha de andar.
Y el procurarlo ser es una cosa
No de menospreciarse, aún de los reyes,
Porque dijo Claudiano como sabio:
          Ninguna guarda asegura
          Tanto al potente señor,
          Cual del vasallo el amor.
Y de Séneca es esta memorable:
          Aunque parezca lo está,
          Nunca es siguro el partido
          Del señor aborrecido.
Y Tácito Cornelio mejor mucho:
          Si es de los suyos amado
          Es el príncipe dichoso,
          Y a su enemigo espantoso.
Para lo cual es ciencia necesaria
El saber perdonar aún más que poco,
Y no llevar las cosas por el cabo,
Según nos dijo Tulio, aunque avergüenza
Con tan alta sentencia mil cristianos:
          No hay cosa en que el hombre pueda
          Más a Dios se asemejar,
          Que en el saber perdonar.
Y de Cornelio dice otra, y es aquesta:
          Si das la vida al rendido,
          Clemencia estás pregonando,
          Y el vivo lo está probando.
Ni se debe pensar que la justicia
En el disimular algo se estraga,
Que como dice Lipsio, siempre vemos:
          No sé por cual resistencia
          Quedan menos enmendados,
          Pecados muy castigados;
Si no es que como dicen vulgarmente
La privación despierta el apetito,
Como en la transgresión de aquel precepto
De Adán se vio con tanta costa nuestra
Y en otros mil ejemplos hoy se prueba
En que el atrevimiento se adelanta
En lo más prohibido con extremo,
Y así es bien moderarse los rigores,
          Que el moderado temor
          Corrige y tiene en balanza,
          Y el grande mueve a venganza.
Y es como de Salustio este consejo:
          Al cruel la crueldad
          Más da ocasión de temer
          Que autoridad ni poder;
En que Séneca pone por ejemplo:
          Tanta afrenta del rey es
          El castigar muchos tuertos,
          Como al médico sus muertos.
A quien Cornelio da este aviso cierto:
          Dos males siguen al grande,
          Mala querencia encubierta
          Y adulación descubierta.
Y así es más propio oficio de los reyes
El curar todos males con prudencia,
Y con una clemencia muy benigna
Y industriosa, que no verdugo siendo
De sus mesmos vasallos a menudo;
Y por esto Salustio aún más afirma:
          Que se puede por clemencia
          Alguna vez traspasar
          La justicia, sin errar.
Y es consejo de Tácito Cornelio,
Gran maestro de estado, aquel que dice:
          Lo leve el gobernador
          De a entender que no lo sabe;
          Sólo castigue lo grave;
          Que conviene muchas veces
          No todos vicios curar,
          Por no a muchos castigar.
Que como Plinio dijo doctamente:
          Mal por espanto se adquiere
          Del bueno veneración,
          Bien por bien, maña y razón.
Porque Salustio al mesmo César dijo:
          Cruel mando no es durable,
          Ni sin temor debe ser,
          Si a muchos hace temer.
Y como avisa Tácito es sin duda:
          En reformar las costumbres
          Nadie se ha de apresurar,
          Ni a todas juntas tirar.
Y cuando totalmente el riesgo cese
Por la grande lealtad de los vasallos
Y asentando poder del reino mesmo,
Debe quien tales súbditos gobierna,
Tener por gran blasón el ser clemente,
Que como sintió Plinio que lo avisa:
          Quien tiene mando en el hombre
          Debe acordarse lo es,
          O pesarale después.
Que hay hombres tan crueles que parece
Que de otra especie son, y no nacidos
Más de para hacer mal a los vivientes.

__________

[15] Tácito.
[16] Aristóteles.
[17] Falta un verso. -M.
[18] De Sinis, famoso bandido de la antigua Grecia, muerto por Tesco. -M.
[19] Séneca.
[20] Tácito.
[21] Salustio.