GUSTOQUIO
Tened que se me ofrece un pensamiento
Que cuadra mucho ahí, y es extremado,
Que aunque tanto lo es lo dicho todo
Que no he querido en nada divertiros,
Porque he gustado mucho de escucharos,
No puedo aquí dejar de hacer mi basa.
PROVECTO
Huélgome tanto deso que ahora veo
Que vale algo lo que os he leído,
Pues que gusto mostráis de enriquecerlo
Con cosa vuestra, que sin duda aguardo
Será tal que un realce les dé grande
A estos mis ordinarios pensamientos.
GUSTOQUIO
Tienen deso tan poco que otra cosa
En muchas que hasta aquí se me ofrecieron
No he juzgado que puestas junto a esas,
Pasar pudieran por del mesmo paño;
Y déjame decir, no se me olvide,
Que no hay que replicarme más en esto.
Tocaste la materia de consejo,
Y en ello cuando son de la milicia,
Que son de los que puedo decir algo,
Es advertencia aguda de un moderno:
Que aunque el consejo fuese muy de estima
Y cuadre mucho, debe no loarle
El que preside en la militar junta
Con encarecimiento a el que le daba,
Por no dar ocasión a hacer lo mesmo
Lisonjeando al parecer que él diese,
Aun siendo errado, o la principal parte,
Porque aprobado así de agradecido
Del que el primero dio y fue tan prudente
Con la propia afición, no el suyo siga,
Dejando el otro en daño de la cosa;
Y está en esta sentencia esto fundado:
Si mucho agradó el consejo,
Disimula por no dar
Causa de lisonjear [23].
PROVECTO
Admirable es por cierto, y así luego
Le tengo de anotar con grande estima.
GUSTOQUIO
Adelante pasad, que va extremado
Y es todo muy notable y de provecho,
Y gusto con extremo de atenderos.
PROVECTO
Pocas veces deleitan los consejos,
Porque aunque agraden al entendimiento,
La voluntad ufana los recibe
Con rebeldía y ceño las más veces,
Y más la del que dellos mucho sabe.
Si os cansáis doblaremos ya la hoja
Y descendamos otro rato ahora,
A otra conversación más agradable.
GUSTOQUIO
¿Cuál puede serlo más que a tantos sabios
Oír hablar sentencias de útil tanto,
Tan prudenciales y menesterosas?
Y esas tan bien por vos acomodadas
Que parece se hicieron para aquello
Que tratáis, y no ello para ellas.
PROVECTO
No pueden tener deso mucho bueno
Bien lo veo, y que el tiempo ha sido corto,
Y el lugar muy sin libros y consejo;
Pero en su bondad misma confiado,
Aunque mal barajadas, me parece
Darán gusto al que más las entendiere;
Y si no pues que sólo tienen mío
El haberlas tan mal propositado,
Poco puedo perder en su desprecio,
Aunque trabajo grande me han costado,
Que por haberlas visto doy por bueno
Sin otro fin mayor, que éste es muy grande.
GUSTOQUIO
Yo os prometo, señor, que son de estima
Y mayor a el mayor entendimiento.
PROVECTO
Ya eso va de lisonja conocida;
Quédese esa señora rebozada
Si queréis que pasemos adelante,
Que aunque viene galana y tan al uso,
No debe de tener la cara buena,
Pues que tanto la encubre recelosa.
GUSTOQUIO
Conocísteisla mal, que es verdad pura,
Cosa la más hermosa de la tierra.
PROVECTO
Descubrirase presto si lo fuere,
Y vendrá sin padrino ni escudero;
Más prosigo tratando del consejo.
Nunca debe juzgarse dél empero
La bondad por el malo o buen suceso,
Mas por la conveniencia que en sí tiene,
En prueba de lo cual Salustio dijo:
No juzgues por el suceso
Venturoso el parecer,
Que el malo lo suele ser,
Y a las veces la fortuna
Pone mil inconvenientes
En los consejos prudentes.
Y nunca, aunque el criado mucho prive,
Del amo ha de entender todo el consejo,
Que advierte bien el Estadista y dice:
Que tu gobierno no entienda,
Aunque capaz, tu criado,
Procura con gran cuidado.
Y la razón es clara, que el sirviente
O nunca o casi ser capaz se halla
Para buen consejero, y el secreto
No ha de guardar por desfogar privanza,
Aun cuando nadie dél saberlo quiera.
Y en todos siglos se ha visto
Que el más privado sirviente
Daña al amo confidente.
Y porque esto es muy cierto casi siempre,
Se deben elegir con mucho acuerdo
Y de nobleza, si posible fuere,
Que por esto Aristóteles enseña:
En razón serán mejores
Los procedientes de tales;
Noble elije en dos iguales.
Y como dice bien el docto Plinio:
No es príncipe generoso
El que en hombres bajos hace,
Ni el que tal gente le aplace.
Que ha de tener gran fuerza de virtudes
El que de baja cepa y mal principio
Es por sí bueno conocidamente.
Pero llegando a serlo con certeza,
Dice Valerio Máximo dél esto:
El de bajo nacimiento
De gran virtud, es por ley
Noble como el mismo rey.
Y esto del elegir sujetos tales
Con acierto, es gran parte del gobierno,
Como lo muestran bien sentencias muchas,
Y ésta de Cicerón más claramente:
Nunca encomiendes las cosas
De peso y reputación
A el de poca presunción.
Que dijo en su Pulítica (?) Plutarco:
No todos son para todo,
Y el que elige ha de mirar
Que a quien ha de encomendar.
Y Tácito Cornelio más advierte:
Mira bien a el elegir,
Y no vendrás a llegar
Tu ministro a castigar;
Y el que por caminos malos
A oficios grandes subió,
Nunca dellos bien usó;
Y erradamente se inclina
Mal rey a hacer elecciones
En los de sus condiciones.
Pero en otro lugar muy mejor dice:
Aunque ame y aborrezca
El rey por inclinación,
Elija por discreción.
Pero dice Aristóteles en esto:
A aquel que ya levantaste
No le humilles de repente,
Que no es hecho de prudente.
Por lo cual las más veces peligroso
Es mucho levantar al más privado,
Aunque mucho merezca, porque es cierto,
No es amable ya el privado
Cuando no hay más que le dar,
Ni el ama sin desear [24].
Y Séneca por esto bien advierte:
Al prudente no conviene
A nadie gran poder dar,
Por no obligarse a quitar.
También importa mucho al buen acierto
Del vulgo conocer las condiciones,
Que el vulgo es mar inconstante,
Nada más mudable que él,
Ya piadoso, ya cruel [25].
Y dice Séneca dél muy propiamente:
Va el vulgo a la perdición,
Cual carneros tras aquellos
Que corren delante dellos.
Y Tácito un consejo da de estima:
Si temes el vulgo, quita
Los caudillos, y verás
Como dél seguro estás.
Y de su condición Salustio dice:
No mira el futuro mal
El vulgo, como al presente
Tenga segura su gente.
Y otra Tácito así también descubre:
Es el vulgo desbocado:
Bravosea, no oprimido,
Y enfrenado, está afligido.
Y en otro lugar ésta que es muy cierta:
Regocijos quiere el vulgo,
Y es así alegría plena
Si el que manda los ordena.
Y en lo tocante a todos bastimentos,
Parte muy esencial del buen gobierno,
Nos dice Cicerón esta sentencia:
Al buen gobierno compete
Y regimiento hacer sobre
Al vulgo todo, aunque pobre.
Y prosiguiendo Tácito este punto, dice:
El vulgo feroz, sujeto
Con el regalo se hace
A la quietud que le aplace,
Que los romanos prudentes
Con pasatiempos fijaron
Muchos que en guerra ganaron.
Han empero de usarse estos desvelos
Sin que la autoridad su punto pierda,
Porque como bien dijo Justo Lipsio:
Ha de ser la autoridad
Severa con buen talante,
Y recatada y constante.
Tampoco le conviene al buen gobierno
Remitir lo importante totalmente,
Que demás de que vemos de ordinario,
Son remisiones tales remisiones
A los negocios muy perjudiciales;
El hacerlas así es quitarse toda
La autoridad, y así Tácito dice:
No debe el príncipe sabio
De su poder se inhibir;
Con todo, lo remitir.
Y en los Proverbios, Salomón nos dijo:
El rey que de asiento asiste
Al juicio con su mirar,
Todo mal suele apartar.
Y así el gobernador remita poco
De aquello que rey le ha encomendado,
Que es bien desagraviar a sus vasallos;
Y el remitirlo a otro, será el juego
En que a esotro lo sabe van pasando
Las vidas, y padece la justicia
Perjuicio grande en tantas dilaciones;
Y el remitir las cosas graves mucho
Por igualar así el juez que cría,
Contra lo que muy bien Tácito apunta:
Siempre fue muy peligroso
Tanto a alguno levantar
Que al señor venga a igualar.
Demás de que Dión, gran sabio, dijo:
El mandar en grandes cosas
Tanto engríe el pensamiento,
Que desea ser exento.
Y el prevenir a daños semejantes
Es una muy prudente providencia,
Y una piedad muy grande, pues se evitan
Los grandes que el descuido causar suele,
Y castigos que son inevitables;
Y si las virtudes ponen
Todas grande autoridad,
Más providencia y piedad [26].
También es conveniente ser temido
En parte el que gobierna de los malos,
Que de Séneca es sentencia grave:
Muy necesario es el miedo
Para aquellos que olvidaron
La virtud que profesaron.
Mas dijo Cicerón, como tan sabio:
Sin quitar honra ni vida
Puede el buen gobernador,
Dar ocasión de temor.
Y es bien no dé a entender que a nadie teme,
Pero aparte de si facinerosos,
Hombres perdidos, locos, temerarios,
Siquiera porque no estraguen los buenos,
Que como dijo Antístenes, es cierto:
Cuando entre malos y buenos
Diferencia no parece,
La república perece.
Y como el mismo Séneca nos dice:
El que desprecia su vida,
Es muy señor de la ajena,
Y su amistad nada buena.
Y estos cuan presto aman, aborrecen,
Como lo dijo Tácito Cornelio:
Cuando ocurren contra ti
Miedo y aborrecimiento,
Teme de tu perdimiento.
Y conviene inquirir con disimulo
De gente tal la vida y los designios,
Los tratos y las pláticas secretas
Porque Lipsio esta máxima acredita:
Raras veces hacen mal
Sino los que han mal hablado,
Prevéngase el recatado.
Y como dice Tácito Cornelio:
Para el ánimo entender
De los suyos el señor,
Escucharlos es mejor.
Y el famoso de Arcila, también dijo
De pechos engañosos y traidores:
«Escuchados, serán más entendidos,
Ahora sean verdaderos o engañosos,
Que siempre por señales y razones
Se vienen a entender las intenciones» [27].
Y el Filósofo sabio da este aviso:
Mucho importa al superior
El inquirir por buen modo,
Mas no oiga chismes de todo.
Y lo mismo Cornelio así aconseja:
Siempre procure saber
Quien gobierna, lo que pasa
En su ciudad y su casa.
Y en Salustio se halla este consejo:
Tenga siempre puesta talla
El que es buen gobernador
Al que descubre al traidor;
Que el gran premio e interés
Descubre los conjurados,
Aun por los más obligados;
Y no habrás amigo tal
Que si el rey se lo pidiere,
No te mate si pudiere.
Mas no olvide el consejo de Mecenas:
No siempre al denunciador
Ha de ser crédito dado,
Sino muy examinado.
Que es aviso de Tácito prudente:
El que la traición intenta
Del que excusa ser traidor,
Suele ser denunciador;
Y entre mil males que tiene
El motín, es el mayor
Que lo rige el que es peor.
Y es gran maldad acusar
De lo que imposible fue
Y algunas veces se ve;
Porque aconseja el Cordobés prudente
Sea tardo en el creer
El cuerdo gobernador,
Hasta ver prueba mayor;
Que es peligroso mucho lo contrario,
Y el que en graves cosas hace
Castigo con poca prueba,
De errar muy gran riesgo lleva [28].
Y caído en un daño destos grande,
En otros muchos luego se despeña,
Porque dijo el romano coronista:
Cuando empieza el encumbrado
A despeñarse y rodar,
Muy presto viene a acabar.
Porque son las humanas altiveces
Mucho a naturalezas semejantes,
Que cual cosa de tierra, son pesadas
Y tienen lo más bajo por su centro;
Y cuando son mayores, en saliendo
De su sillar, con mayor fuerza bajan
Despeñándose a él con más estruendo.
Debe advertir que es cosa muy sabida
Que de grandes la pérdida procede
Las más veces, por persuadirse errando
Que lícito les es todo a su antojo
Si alcanza su poder a ejecutarle,
Aunque esto a otros algunos no lo sea,
Lo cual Séneca el sabio así lo dijo:
Piensan mal los poderosos
Que es lícito a aquel estado
Lo que a todos es vedado.
Mas sienten al contrario desto mucho
Los que procuran súbditos contentos,
Y a la letra Platón así lo dice:
Del gobierno y sus acciones
Son los más firmes cimientos,
Muchos vasallos contentos.
Y Tácito nos da de contentarlos
Un modo muy suave, desta suerte:
Contentarás los vasallos
Con mansedumbre y mercedes,
Perdonando lo que puedes.
Y Plinio una sentencia memorable
Nos dice a este propósito, que es ésta:
El respeto sin espanto
Busca, y el amor sin mengua,
Templando el mando y la lengua;
A que Tácito alude donde dice:
Cualquiera mando es pesado,
Pero el soberbio y terrible
Es a todos insufrible.
Y Salomón en los Proverbios dice:
El mal príncipe es león
Rugiente y hambrienta fiera
Si en el pobre pueblo impera.
Y Tácito nos dijo acerca desto:
Necios tienen por mejor
Que el pueblo tiemble sujeto;
Cuerdos, que ame con respeto;
No ha el príncipe de moverse
Por miedos, armas, ni fuegos,
Mas sí por humildes ruegos.
Y dijo Tulio en la oración de Bruto:
Aunque es difícil juntar
Dos virtudes diferentes,
Las juntan bien los prudentes.
Y Séneca en su libro De clementia
Dice tratando de gobernadores:
Es mejor obedecido
El más blando y más humano
Que el bronco, recio, inhumano;
Y a el justo gobernador
Que guarda lo que establece,
Bien todo el pueblo obedece.
Y mostró Livio así ser deste voto:
El mando justo y templado
Hace vasallos leales,
Y el contrario, los no tales.
Y refiere Dión que al César dijo:
Conserva y adquiere mucho
Todo mando moderado,
Pierde el no tal lo ganado.
Y Séneca, que más bien
Guardan mucho los estados
Los dones, que los soldados;
Con quien conforma Lipsio donde dice:
Las mercedes son raíces
Con que se arraiga el estado,
Muchas eche el mal fundado.
Mas el Cornelio como más maestro
Este consejo templa desta suerte:
La llaneza y la largueza
Si exceden lo necesario,
Son dañosas de ordinario.
Y dijo como sabio que, excediendo
La virtud de los límites prudentes,
Siempre mucho más daña que aprovecha,
Como en esto se ve, porque descubre
En este caso el juego, y entendido
El de el que por fundado no se tiene,
Ganará más con ellas menosprecio
Que durable amistad que útil le sea.
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