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Crónicas
Discurso segundo de avisos prudenciales de diversos autores colegidos en las materias de gobierno y guerra
Capítulo VI

De las calidades que se han de procurar en el soldado; de las armas, de las galas, y otras cosas a este propósito tocantes a la militar disciplina.

Este consejo da Catón el sabio:
         De labradores honrados
         En los cargos belicosos,
         Salen hombres valerosos.
Y éste es el parecer de Casiodoro:
         A el que nunca vio en su tierra
         Cosas que el ánimo ablanden,
         Bien en la guerra le manden.
Y el de Cornelio Tácito así dice:
         Los que en pedregosas sierras
         Se crían con frío al viento,
         Son de grande sufrimiento.
Y perdonad, señor, que aquí no puedo
Negar la justa deuda que a la patria
De mis padres y abuelos es debida,
Notando lo que está tan conocido,
Que la insigne ciudad de Ávila noble,
Cumpliendo bien la regla, ha dado siempre
Tan valerosos hombres a las guerras
Que, por ser tantos como celebrados,
Del mundo todo aquí no los refiero.
Que fuera digresión muy dilatada.
Y del presente siglo dos don Juanes
Del Águila [31], me tocan tan de cerca
Que por no darles menos que merecen,
Los cubro con el velo de Timantes [32]
Con que encubro también al valeroso
Sancho de Ávila, ayer tan mal perdido [33]
Y otros muchos que aún ya nombrar no puedo
Por no agraviar a tantos que he callado.
Y vuelto al punto, Tácito así dice:
         Las más septentrionales
         Y marítimas regiones,
         Crían más fuertes varones.
Pero cuádrame mucho lo que dijo
Vejecio, que fue esto, en este caso:
         Pocos fuertes da natura,
         Mas muchos después lo son
         Por la buena institución.
Y así justo no es se desconfíe
Del soldado que tiene punto y honra,
Y sobre todo corazón hidalgo,
Que la continuación de la milicia
Hace fuertes los que eran regalados,
Y así conviene al que seguirla quiere
Se empiece a ejercitar desde muy mozo,
Que en otra parte dice el autor mesmo:
         Empiece de diez y siete
         El soldado a militar;
         De cincuenta a descansar.
Y Tulio en la Filipica primera:
         Antes elige el soldado
        Mozo de buena esperanza,
        Que viejo sin confianza.
En lo cual decir quiso que aunque el viejo
Que llamaba Alejandro, veterano,
Es grande nervio de la fuerza, siempre
Cuando a ser sospechoso ésta llegare
En la fidelidad, como acontece,
Se deje, y que el bisoño se conduzca
En su lugar, y tal que dé esperanza;
A que Vejecio añade lo siguiente:
         No los años ni la edad
         Muestra el belicoso oficio,
         Sino el continuo ejercicio.
Y Justo Lipsio así dice su voto:
         Más fácil es de adestrar
         Mozo que el arte cudicia,
         Que al que teme la milicia.
Pero acerca del talle y la persona
Que ha de tener, también Vejecio dijo:
         En la persona es más fuerte
         El que es mediano y membrudo,
         Que el muy grande o muy carnudo.
Y por adagio ya decirse suele
Entre soldados viejos de experiencia,
Por conocido honor destas naciones
Tratando del valor de cada una:
         Los franceses a caballo,
         Italianos tras murallas
         Español para ganallas.
Y Tácito a la letra añade aquesto:
         Es el inglés y holandés
         En ir al peligro presto,
         Y tímido ya en el puesto.
Y en el llevar los puestos esto dice:
         Feroces, valientes, duros,
         Llevan primeras hileras
         Caballeros las banderas.
Llegando a dar consejos al soldado,
Aquel de Ulises tome por consejo:
         De el linaje y los agüelos,
         Lo que no hicimos en fama,
         Apenas nuestro se llama.
Y sígase el del gran Julián Romero:
         Más quiero ser de los que
         Dan principio a su linaje,
         Que rey, si he de darle ultraje [34].
Y entre en tercer lugar, pues lo merece
El honroso consejo de Lucano,
Celebrado y seguido de los buenos:
         Sin temor de la temprana
         Muerte, el soldado la honrosa
         Estime más que otra cosa.
Luego el de Periandro que nos dijo:
         Desear la muerte es malo,
         Más con extremo mayor
         Temerla mucho, es peor.
Y el de Demetrio anima los soldados
A buscar sin temor honrosa muerte,
Y dice así a la letra, y es notable:
         El hombre que mientras vive
         Hace por que ser loado,
         Muere bienaventurado.
Mas es una advertencia de importancia
Que aunque el temor es vil en toda parte,
Hay un temor loable y virtuoso.
Como ser de Plutarco, Lipsio dice
Esta sentencia memorable y rara:
         Quien teme a Dios y a la ley,
         Es muy fiero y muy osado,
         Contra su enemigo armado.
Mas ésta de Vejecio es muy insigne:
         El honor hace valientes,
         Vergüenza vence al amor
         De la vida y el temor.
Y así hace gran negocio el que conduce
Honrosa soldadesca, y al contrario
En continuo peligro siempre vive
Quien fía en multitud de baja gente,
Por lo cual Tito Livio nos avisa:
         Al mecánico oficial
         Y más de oficio sentado,
         No admitas por tu soldado.
Esto debe entenderse si la priesa
De la cosa presente lo permite,
Que tal vez es forzoso el olvidarlo,
Pues no puede excusar provisión grande
De abrazar varias cosas, que compone
La buena disciplina en copia mucha,
Porque Vejecio esta sentencia dijo:
         La militar disciplina
         Es el más firme cimiento
         Del estado y de su asiento.
Y ésta, porque ha de ser disciplinada,
Se llama disciplina, y Lipsio dice:
         Ejército de ejercicio
         Se dice, y si no le tiene,
         Tal nombre no le conviene.
Y Vejecio lo mismo deste modo:
         Toda arte ejercicio pide,
         La guerra principalmente
         Como lo más eminente.
         Cuanto el ejército vemos
         Quel ejercicio mejora,
         Tanto el ocio lo empeora.
Que con el ejercicio fácilmente
Se enseña a andar en orden concertado,
Y como bien nos dijo Jenofonte:
         El ejército ordenado
         Mucho brío da al amigo,
         Y más quita al enemigo.
Y para algo decir de las virtudes
Que en mílite deben procurarse,
Continencia y templanza son de estima
Dijo el Maestro grande deste modo:
         De tu campo para hallar
         Soldados fuertes y buenos,
         Destierra a Baco y a Venus.
Y es también opinión que el jactancioso
Y palabrero, nunca es muy valiente,
Que en el mismo lugar el mismo dice:
         Siempre el feroz en la lengua,
         Palabrero y jactancioso,
         Es muy cobarde y medroso.
Y Livio así contra las galas:
         No galán sino terrible
         Ha de mostrarse el soldado,
         Acerado y no dorado.
Y esta sentencia suya Lipsio dice:
         El oro en armas reluce,
         Y ensangrentado da en ojo,
         No es defensa y es despojo.
Y Quinto Curcio así sintió lo mismo:
         Por el hierro y el acero
         Lucían los macedones,
         Sin plumas, sin invenciones.
Y Tácito también así lo siente:
         En las armas plata y oro
         Errará quien lo pusiere,
         Que ni defiende, ni hiere.
Y contra los que quieren más vistosas
Armas que fuertes, dice así Vejecio:
         Quien pesado el peto halla,
         Pensado lleva el huir;
         Quien ligero, combatir.
Mas la excelencia toda del soldado
En la obediencia está, y Tácito dice:
         El mandato del mayor
         Más te precia de guardarle,
         Que de bien interpretarle.
Y Séneca también lo mismo dijo:
         No es oficio de obediente
         El querer examinar
         Lo que le envían a mandar.
Y lo mismo el Filósofo así afirma:
         Tanto mayor gracia alcanza
         Uno de su superior,
         Cuanto obedece mejor;
A que bien Tito Livio añade y dice:
         Cuerpo fuerte, y arma lista,
         Y ánimo determinado,
         Y obediencia, es ser soldado.
Y en cuanto a esta obediencia que es tan útil,
Dijo Valerio Máximo este dicho:
         Mucho más debe temer
         El soldado al general,
         Que a un enemigo mortal.
Y desta opinión fue el gran duque de Alba,
Tomado de aquel dicho cesareano:
         El perdón amor engendra,
         Mas pone en toda ruina
         La militar disciplina.
Y en lo mesmo Vejecio así conviene:
         El severo general
         Con menos sangre corrige,
         Y bien su milicia rige.
Y Cipión Africano así prosigue:
         A el enemigo hace bien
         El general piadoso,
         Y a su gente el riguroso.
Y Tácito Cornelio así lo prueba:
         El príncipe que pretende
         El vulgo y pueblo aplaudir,
         No le sabrá bien regir.
Por lo cual Belorofonte (?) también dijo:
         Pide rigor la milicia,
         Que las armas desmandadas,
         Se oprimen, no refrenadas.
Pero Vejecio así lo modifica:
         Usa más de los castigos
         En presidios de invernada,
         De premios en campeada;
         Y es prudencia del gobierno
         Los pecados corregir
         Sin los dueños destruir.
Pero tocando ya en el propio oficio
Del general, se aprieta esta materia,
Porque dijo sobre esto Quinto Curcio:
         El general en la guerra,
         De todo su cuerpo es alma;
         Y faltando él, queda en calma.
Y por eso bien dijo Quintiliano:
         Que cual nave sin piloto,
         Soldados sin capitán,
         Casi perdidos están.
Y Lucio Floro acerca desto afirma:
         Tanto el ejército es
         Cuanto aquel que le rigiere,
         Mucho o poco, lo que él fuere.
Según lo que el rey Ciro bien nos dijo:
         Que a nadie mandar cumplía
         A el que en valor no excedía.
Porque Cornelio Tácito esto avisa:
         Tal general te conviene
         A quien tanto bien confíes,
         Que más del que de ti fíes.
Y más dice Tucides deste oficio:
         Del general es dañosa
         Siempre la pluralidad
         Y mengua de autoridad.
Y Salustio amonesta así al prudente:
         Elige tal general
         Que no sea menester
         Algún ayo le poner;
         Y en todo oficio de guerra
         Mira más la suficiencia
         Que otra alguna preeminencia.

 

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[31

Uno de estos, probablemente el segundo, pues no suponemos que ambos fuesen contemporáneos, guerreó con distinción en los Países Bajos, donde concurrió comandando un tercio al sitio y toma de Amberes; en Francia, ocupó la Bretaña con un tercio de tres mil hombres españoles durante las guerras de la Liga. -M.

[32]

Célebre pintor griego (400 años antes de J.C.) que no acertando a dar en su cuadro sobre el Sacrificio de Ifigenia con la expresión que debía tener el padre de la víctima, concluyó por presentarlo con el rostro cubierto por un velo. -M.

[33]

Muerto en el sitio de Maestricht en 1574. Habíase ilustrado en las campañas de los Países Bajos que hizo a las órdenes del Duque de Alba y de Requesens; venció al hermano de Guillermo el Taciturno, Luis de Nasseau, en el combate de Molke, y tomó a Amberes, que entregó al saqueo. -M.

[34]

Soldado famoso en las guerras de Francia, Países Bajos e Italia, que se conquistó por sus hazañas los más altos grados de la milicia. El rey lo dispensó de rendir información sobre su abolengo para conferirle el hábito de la Orden de Santiago; verdadero hijo de su fortuna, valor y prudencia, le llama uno de los cronistas de Felipe II.