ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Discurso tercero y último
Fragmento primero

 

                 PROVECTO

    Lo que no poco a mí me admira empero
Es de Hernando de Vega [1] en el semblante
Ver que tiene el aspecto grave mucho
Y con feas facciones venerable

                 GUSTOQUIO      

   Es esa autoridad de la persona
Y de la calidad y de las canas
Y de su conocida gran prudencia,
Porque es el cortesano más discreto
Que según buena estima, hay en la Corte.

                 PROVECTO

    Las señales de su fisonomía
Dicen bien su prudencia y gran talento;
Pero la vista turnia no promete
La fortuna que vemos ha alcanzado;
Conservésela Dios hasta la muerte,
Que el fin es el que aprueba más las obras.

                 GUSTOQUIO

    ¿Qué todavía hacéis de esas señales
Juicios algunos, y aún miráis en ellas?

                 PROVECTO

    Digoos verdad que nunca por siguros
Los tuve ni los tengo; mas con todo,
Algún tanto discurso en estas cosas,
Si bien puro embeleco me parecen.

                 GUSTOQUIO

    Por tal muchos muy sabios le ha juzgado,
Mas yo he vivido y vivo con deseo
De oír a algún perito deso algo,
Para saber si tiene fundamento;
Y que es lícito dello, y lo que debe
Desecharse del todo y no tratarse.
Y pues a solas y de espacio estamos
Suplicoos me cumpláis este deseo.

                 PROVECTO

    Habiendo vos corrido a Europa toda
Y en ella a Italia, que con más acierto
Es la que deso más alcanzó siempre,
Venís a mendigar de un ignorante
Que ha pasado su vida entre las armas,
En tierra tan sin libros ni consejo
Como en la que yo he estado, todo cuanto
A que tengo razón, de algún discurso;
Bien os podréis quedar tan deseoso
Como llegasteis a tan pobre puerta.

                 GUSTOQUIO

    Mucho oí en Alemania tratar desto,
Y más en Flandes que en Italia y Francia;
Mas tan diversamente que me tiene
Con mayor duda que si nada oyera,
Porque muchos hallé que atribuían
Tanta certinidad a juicios tales
Que por erróneos claros los repruebo,
O por muy declarados ignorantes;
Y a otros muchos muy doctos y cristianos
Desecharlas oí, con tal extremo
De exageración tanta, que por esto
Deseo saber lo que vos sentís dellas,
En cuyo parecer consigno el mío.

                 PROVECTO

    Pláceme pues, señor, deciros cuanto
En eso yo alcanzare; ya figuro
Que será mucho menos de lo mucho
Que vos habréis oído, y también menos
Acertado de lo que ser debría
Para satisfacer a tal pregunta,
Porque, como sabéis, ha muchos años
Que ese estudio dejé, que no ex profeso
Sino como accesorio lo trataba;
Y el destierro tan largo que he tenido
En tan remotas tierras, me ha privado
De adelantar en algo lo adquirido,
No me dando lugar a acrisolarlo
Conmigo mesmo otros cuidados muchos
Que dan obligaciones y pobrezas.
Sólo es verdad que la experiencia adiestra
Sobre cualquier pequeño fundamento;
Y que viviendo siempre, el hombre gana
Nuevo conocimiento de las cosas,
Si es de su natural bien discursivo.
Y así, aunque vos sin duda habréis tratado
Muchos que saben más a ojos cerrados
Que yo despierto, porque acaso aquellos
Los cierran a la luz de la doctrina
Evangélica, santa e imitanda,
Para encumbrarse a peligrosa altura,
Diré yo lo que siento y lo que alcanzo,
Sujeto a corrección de mejor juicio
Como a la de la Santa Iglesia Madre.

 

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[1]

Presidente del Consejo de Indias, obispo de Córdoba, y gentil hombre con entrada de la cámara del príncipe que reinó bajo el nombre de Felipe III. -M.