ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo III. Estado Político de Chile a la Entrada del Señor Presidente don Francisco Antonio García Carrasco. 1808-1809
Documento 1. Manifiesto-Proclama

19 de agosto de 1808[1].

Doña Carlota Joaquina de Borbón; Infanta de España, Princesa de Portugal y Brasil. Hago saber a los leales y fieles vasallos del Rey católico de las españas e indias, a los jefes y Tribunales, a los Cabildos seculares y eclesiásticos, y a las demás personas en cuya fidelidad se halla depositada toda la autoridad y administración de la Monarquía, y confiados los derechos de mi Real Casa y familia, como el Emperador de los franceses, después de haber exhaurido a España de hombres y de caudales que, bajo el pretexto de una falsa y capciosa alianza, la exigía de continuo para sustentar las guerras que promovía su ilimitada ambición y egoísmo quiere, por último, realizar el sistema de la monarquía universal.

Este proyecto, grande únicamente por las grandes atrocidades, robos y asesinatos, que deben precederle, le ha sugerido la idea de asegurar primeramente en sí y en su familia el trono que la sanguinaria revolución usurpó a la primera línea de mi Real familia, y depositó en poder de este hombre hasta entonces desconocido. Para eso pretende exterminar y acabar mi Real Casa y familia, considerando que en ella residen los legítimos derechos que retiene usurpados y ambiciona justificar en su poder.

Intentó primeramente por medio de la más falsa política apoderarse de nuestra persona y de la de nuestros muy caros esposo e hijos, bajo el especioso y seductivo principio de protección contra la nación británica, de quien hemos recibido las mayores pruebas de amistad y alianza; pero frustrados sus designios con nuestra retirada a este continente, mitigó su ira y sed insaciable con el general saqueo que mandó practicar por Junot en todo el reino de Portugal, sin respetar cosa alguna, llegando al caso de manchar sus manos en los vasos del santuario.

Suscitada poco después una sublevación o tumulto popular en la corte de Madrid contra mi augusto padre y señor el Rey don Carlos IV para obligarle a abdicar, o renunciar el trono a favor de mi hermano el Príncipe de Asturias, quiso luego intervenir en estas agitaciones domésticas para lograr el fin abominable de convidarlos a pasar al territorio de su imperio, pretextando la mayor seguridad de sus personas, siendo su único objeto tenerlas en aptitud de poder con ellas realizar el inicuo plan de sus proyectos.

Lleva y arrastra a mi augusto padre con todos los demás individuos de mi Real Familia a Bayona de Francia, y allí los violenta, y obliga a firmar un acto de abdicación o renuncia, por sí mismo nulo, bajo los especiosos y fantásticos motivos de conservar la integridad de la España, que sólo él quiere violar, y de conservar la religión católica, que él sólo ultraja y detesta; acto por el cual todos los derechos de mi Real Familia a la Corona de España e Imperio de Indias quedarían cedidos a favor de este jefe ambicioso, si en tiempo no reclamásemos de la violencia injusta e inicua concebida y ejecutada contra el derecho natural y positivo, contra el derecho divino y humano, contra el general de gentes, y desconocida por las naciones más bárbaras.

Estando de esta suerte mis muy amados padres, hermanos y demás individuos de mi Real Familia de España privados de su natural libertad sin poder ejercer su autoridad, ni menos atender a la defensa y conservación de sus derechos a la dirección y gobierno de sus fieles y amados vasallos, y considerando, por otra parte, la perniciosa influencia que puede tener semejante acto en los ánimos malos y dispuestos a propagar el cisma y anarquía tan perjudiciales a la sociedad y a los miembros que la componen; por tanto, considerándome suficientemente autorizada y obligada a ejercer las veces de mi augusto padre y Real familia de España, existentes en Europa, como la más próxima representante suya en este continente de América para con sus fieles y amados vasallos; me ha parecido conveniente y oportuno dirigiros éste mi Manifiesto por el cual declaro por nula la abdicación o renuncia que mi señor padre, el Rey don Carlos IV, y demás individuos de mi Real familia de España tienen hecha a favor del Emperador, o jefe de los franceses, a cuya declaración deben adherirse todos los fieles y leales vasallos de mi augusto padre, en cuanto no se hallen libres e independientes los representantes de mi Real familia, que tienen mejor derecho que yo de ejercerlos, pues que no me considero más que una depositaria y defensora de estos derechos, que quiero conservar ilesos e inmunes de la perversidad de los franceses, para restituirlos al legal representante de la misma augusta familia que exista o pueda existir independiente en la época de la paz general; igualmente os ruego y encargo encarecidamente que prosigáis como hasta aquí en la recta administración de justicia, con arreglo a las leyes, las que cuidaréis y velaréis se mantengan ilesas y en su vigor y observancia; cuidando muy particularmente de la tranquilidad pública y defensa de estos dominios, hasta que mi muy amado primo el Infante don Pedro Carlos, u otra persona llegue entre vosotros, autorizado interinamente para arreglar los asuntos del Gobierno de esos dominios, durante la desgraciada situación de mis muy amados padres, hermanos y tío, sin que mis nuevas providencias alteren en lo más mínimo lo dispuesto y previsto por mis augustos antecesores.

Esta declaración que va por mí signada, y refrendada por quien sirve de mi Secretario, os la remito para que la guardéis, cumpláis y hagáis guardar y cumplir a todos los súbditos de vuestra jurisdicción, circulándola del modo y forma que hasta aquí se han circulado las órdenes de mi augusto padre, a fin de que conste a todos, no sólo cuáles son mis derechos, sino también la firme resolución en que me hallo de mantenerlos inviolables, certificando igualmente que, como depositaria, no es, ni será jamás mi Real intención alterar las leyes fundamentales de España, ni violar privilegios, honras y exenciones del clero, nobleza y pueblos de la misma monarquía; que todos y todas reconozco aquí y delante del ser supremo, que bendecirá esta solemne y tan justa como fundada protesta.

Dada en el palacio de nuestra Real habitación del Río de Janeiro, debajo de nuestro Real sello, a los 19 de agosto de 1808.

La Princesa doña Carlota Joaquina de Borbón.‑ Don Fernando José de Portugal.

____________________
Notas

[1]

Este documento es agregado por Feliú Cruz en la edición de 1964, quien lo copia de Miguel L. Amunátegui. La Crónica de 1810. (N. del E). Volver.

< Volver >