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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo IV. Los Comienzos de la Revolución. 1810
Documento 7. Oficio de la Junta del Río de la Plata al Cabildo de Santiago de Chile, exhortándolo a que siga su actitud, instalando un nuevo gobierno

Excelentísimo Señor[1]:

Aunque la ilustración y energía de ese pueblo presenta un antemural a las intrigas de los enemigos de la felicidad de la América, ha creído conveniente participar a Vuestra Señoría el verdadero estado de las cosas, para que pueda tomar las precauciones convenientes a evitar los gravísimos males de que el reino se halla amenazado.

Al paso que el heroico valor de nuestros compatriotas de Europa, cede al gran número de enemigos que los ataca, los mandones de América redoblan sus esfuerzos en perpetuarse ilegítimamente en empleos que han caducado, y sofocando los derechos imprescindibles de los pueblos tratan de hacerlos servir a la perpetuidad de su tiranía. El resultado de este choque será que cuando Inglaterra haga una invitación a la América para que tome algún partido (lo que no está muy distante) o no llegará a la noticia de los pueblos, porque los jefes hayan cerrado todos los conductos, o se quedarán sorprendidos por la falta de prevenciones o en su recíproca debilidad serán juguete de cualquiera potencia extranjera que aspire a su dominación, pues los jefes ya han descubierto que no reconocen derechos en los pueblos, y que los sacrificarán gustosos a la conservación de sus particulares empleos. Para evitar esta catástrofe que nos amenaza de cerca, es preciso que los pueblos sostengan con energía sus derechos, y que, arrojando con desprecio todos los mandones inertes o traidores, se forma en la América entera un plan vigoroso de unidad que presente esta gran parte de la monarquía española en el estado de conservar ilesos los derechos de su augusto monarca sin los riesgos a que se expone la inercia y egoísmo de sus actuales mandones.

En ese precioso reino crecen ahora los peligros, pues empeñado el Virrey de Lima en castigar y sofocar la enérgica resolución de haber arrojado al indecente déspota que lo dominaba, unirá sus recursos a las intrigas de los oidores y por un golpe de sorpresa dará en tierra con los honrados chilenos autores de aquella magnánima resolución. Sírvase Vuestra Señoría meditar los peligros de la tardanza y convencerse de la dificultad de reparar la perdida en unos momentos tan preciosos. Si en el acto se organiza en Chile una representación legítima del monarca ausente, erigida por el pueblo a quien privativamente corresponde el nombramiento, los contratos del bien público no tendrán apoyo en el Gobierno, y Lima quedará indecisa entre nuestras fuerzas que se internen al Perú y el respeto que infundirá el gran reino de Chile bajo la única influencia de sus ilustrados patriotas.

No se detenga Vuestra Señoría en una determinación cuya falta quizás no podrá reparar. Ese reino tiene sobrado honor, sobrado patriotismo, sobrado amor a su Rey; y sobrados recursos para sostener aquellas virtudes, debiendo además contar con la garantía de la Gran Bretaña, de que esta capital  está  disfrutando con los auxilios de estas provincias. Reciba Vuestra Señoría este oficio como un testimonio de nuestra fidelidad y del interés con que miramos el honor y prosperidad del reino de Chile, a que estamos unidos con la más tierna cordialidad.

Dios guarde a Vuestra Señoría muchos años. Buenos Aires, 30 de agosto de 1810.

Cornelio de Saavedra.‑ Doctor Juan José Castelli.- Manuel Belgrano.‑ Miguel de Azcuenaga.-

Doctor Manuel Alberti.- Domingo Matheu.- Juan Larrea.- Doctor  Mariano  Moreno, Secretario.

Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Santiago de Chile.

 

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Notas

[1]

Este documento es agregado por Feliú Cruz en la edición de 1964, copiándolo de la Publicación del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de Argentina, Diplomacia de la Revolución. Chile. I. Misión Álvarez Jonte, 1810-1811. (N. del E). Volver.

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