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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo IV. Los Comienzos de la Revolución. 1810
Documento 13. Avisos de don Luis de Onís

Don Luis de Onís, Ministro Plenipotenciario de S. M. C. cerca de  la República de los Estados Unidos de la América Septentrional, a los habitantes de la América del Sud[1].

Americanos:

Al quereros uniformar con el voto general de la España, y erigir en su conformidad una Junta Gubernativa, que al paso que represente la Autoridad legítima, os ponga a cubierto de la división y anarquía, tratará la maledicencia, la traición y la discordia de ganar partido para precipitaros en el insondable abismo de un cúmulo de males, que os arrastraría  a la eterna esclavitud de vuestros más implacables enemigos.

La astucia, la intriga y la vigilancia del Gobierno francés preponderante en la Península, ha esparcido emisarios astutos por la América, para hacer sucumbir vuestra fortuna bajo el duro peso de su dominación abominable.

Entre vosotros viven, y son tanto más temibles, cuanto alguna vez fueron depositarios de vuestra confianza y vuestro amor.

A las puertas de la gran capital, de la generosa y valiente Buenos Aires, existe un agente conocido del Gobierno francés.

Por carácter, por nacimiento y por opinión tiene un decidido interés en que unáis vuestra suerte a la que desgraciadamente están sujetas casi todas las provincias de España.

¿Lo conocéis, ya esforzados habitantes de Buenos Aires? ¿Lo conocéis por las señas que os he dado?

Acaso no; pues sabed, que es don Santiago Liniers, el mismo que  gobernándoos poco ha, tuvo bastante  frente  para anunciaros esto mismo, a la faz del mundo entero, en la Proclama del 15 de agosto de 1808.

Acordaos que vuestros derechos son idénticos con los de los buenos amantes vasallos del señor don Fernando Séptimo, y que al quereros separar, empezará el imperio de la división, de la tiranía y de la guerra civil.

Uníos de corazón, y dad el primer paso hacia vuestra existencia política, y estad firmemente persuadidos, que aquél quiere encadenaros, que intenta poneros en discordia entre vosotros mismos.

Sois  sabios; conocéis vuestros derechos; amáis vuestra libertad; y este conocimiento íntimo que os asiste de vuestra rectitud, hará esperar con fundamento que concurriréis todos en unión y fraternidad, a cimentar de un modo firme y permanente la felicidad de vuestra desgraciada América.

Esto os lo dice un ministro público, dirigido por el honor, que oponiendo a las instrucciones particulares, con que se hallaba prevenido, los sentimientos de la buena fe, jamás seguirá otro rumbo que el de la justicia y rectitud de intención.

Philadelphia. Año de 1810.

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Notas

[1]

Este documento es agregado por Feliú Cruz en la edición de 1964, transcribiéndolo del Archivo de la Biblioteca de Barros Arana. Volver

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