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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo VI. El Triunfo de la Revolución. La Constitución de la Junta Nacional de Gobierno. 1810-1811
Documento 20. Ofico de la Junta al Embajador español en el Janeiro

2 de octubre de 1810[1].

Excmo. señor: La fidelidad y patriotismo es carácter de las almas grandes, ese activo resorte de los pueblos cultos y virtuosos; reunidos a la moderación y sencillez forman el corazón e índole de los habitantes de este reino de Chile, siempre leal, siempre amante, consternado por las desgracias de; su apreciable monarca y situación de la Metrópoli, tiempos ha dispensa generosos sacrificios al abrigo de un gobierno representativo y digno de su confianza; pero el señor don Francisco Antonio García Carrasco, a quien el real orden de sucesión llamó al mando, manteniéndose en una especie de inacción, lejos de fomentar el entusiasmo, debilitaba y enflaquecía sus fuerzas militares.

Una conducta tan detestable y contraria a los intereses del reino y del estado no pudo menos de enfriar los ánimos, engendrar recelos y descontentos; convencido en lo íntimo de su corazón y a la faz de los tribunales de varios atentados contra la pública seguridad, renunció voluntariamente al Gobierno, y depositando el bastón en manos del Excmo. señor don Mateo Toro, Conde de la Conquista y actual presidente de la Junta, renacieron las virtudes sociales, renovóse de nuevo la ternura y adhesión al soberano; consultar a la defensa de estas provincias, preparar un asilo a nuestros hermanos, promover la pública felicidad, conservar, por decirlo así, una de las más preciosas joyas que esmalta la diadema del Adorable Fernando y es y será uno de los primeros objetos de los moradores de este reino.

Para el logro de tan importantes fines era indispensable un cuerpo capaz de abrazar tan vastos e interesantes designios; así que el ejemplo de las Juntas provinciales de la Península instaladas a la frente de la soberanía, el ningún influjo de la Metrópoli, como también las críticas circunstancias en que se versa, exigían semejantes establecimientos, o que los papeles oficiales dispensen a las Américas estas gracias, ello es que luchando la presidencia con un pueblo indefenso y justamente decidido, no ha sabido negarle este desahogo, especialmente después que protestó prodigar su vida y patriotismo para la realización de sus ideas.

El unánime consentimiento que majestuosa y uniformemente erigió este tan respetable cuerpo, los festivos vivas y aclamaciones con que terminó aquella augusta ceremonia, los cuantiosos donativos que diariamente oblan los vecinos para proveer a la defensa, finalmente, la acta [sic] de su instalación que en copia acompañamos a V. E., son los testigos más abonados de la pureza de sus intenciones- y al mismo tiempo comprende los deberes sagrados de esta Junta Provisional Gubernativa.

Sus vocales, a quienes ni la ambición, ni el interés, antes sí el cabal desempeño de las confianzas del soberano, les preparó la escala para el mando, oída la voz del pueblo, reconocen sus obligaciones, consagrando sus tareas en obsequio de la causa pública. Reciba pues V. E. por medio de esta junta los votos de un pueblo noble y generoso; y en inteligencia de darse con esta fecha cuenta a S. M., espera que persuadido V. E. de las ventajas que le resultan al estado, procurará inclinar el real ánimo para la aprobación de un congreso, que, sirviendo de modelo a estas Américas, siempre será obra de la moderación, fidelidad y patriotismo.

Nuestro Señor guarde, etc.

La Excelentísima Junta.- Doctor José Gaspar Marín, Secretario.

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Notas

[1]

Copiado por Feliú Cruz de la obra de Benjamín Vicuña Mackenna, El Coronel  don Tomás Figueroa. (N. del E). Volver.

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