Entre los arbitrios que sugiere la necesidad de acopiar armas, cuyo defecto inutiliza muchas manos que con ellas servirían a la defensa del reino se presenta uno fácil y poco costoso que V. E. puede prontamente poner en ejecución. En las casas y aun en los campos se encuentran muchas espadas y sables, cuyos dueños hacen mal uso de ellas o las tienen abandonadas; igualmente hay escopetas y pistolas que por falta de afición o la dificultad de componerlas están tiradas y miradas con desprecio. Aunque el número de unas y otras armas no puede fácilmente computarse, pero debe creerse de alguna consideración y que reparadas podrían servir muy bien para los cuerpos ligeros o para los oficiales, cabos y sargentos de milicias o para los fines que V. E. tenga a bien destinarlas. Su adquisición podría hacerse fácilmente publicando que todos los poseedores de estas especies pueden voluntariamente ocurrir a venderlas al lugar y sujeto que se designe donde reconocidas por un inteligente y según su clase y estado se pagarán de pronto.

Con esta ocasión podría practicarse una diligencia no menos útil que ya se ha hecho aquí en circunstancias apuradas, tal es, comisionar una persona de confianza y respeto que tome una razón prolija de todas las armas que existan en poder de particulares para que el Gobierno pueda hacer uso de esta noticia, si las circunstancias precisan a ello.

Dios guarde a V. E. muchos años. Sala del Congreso y octubre 9 de 1811.

Joaquín Larraín, Presidente.- Manuel Antonio Recabarren, Vicepresidente.-
Manuel de Salas, Diputado Secretario.

Excelentísimo Señor Presidente y vocales de la Junta de Gobierno.

< Volver >