El comercio son los brazos del Estado; sus gruesas contribuciones forman el sostén de los imperios. V. S. S. tienen la práctica experiencia de cuantos nuevos gravámenes ha tenido que sufrir de un año a esta parte para sostener los gastos inspendidos [emprendidos] para la defensa del Reino.

No hay negocio mercantil que no esté recargado, ni comerciante que no vacile sobre su suerte; raro será el que no consuma en propia subsistencia el patrimonio adquirido en muchos años.

La industria y los arbitrios han perdido el tono, y nadie corre con esperanza firme de utilizar en sus negocios.

Este es el cuadro triste y melancólico del comercio, que parece le determina a su última ruina; éste es el cuadro triste y melancólico en que se halla el comercio cuando se les consulta a V. S. S. sobre la nueva contribución a cada fardo de azúcar. La consulta se hizo a la propia asamblea mercantil el 10 de enero, día señalado para las elecciones de las plazas vacantes del Tribunal.

V. S. S. oyeron del propio cuerpo que representa la absoluta imposibilidad de la nueva contribución, respecto a hallarse este fruto recargado con el quince y medio por ciento de derechos.

Sólo me basta reproducirlo a V. S. S. para que con la madura reflexión que les distingue resuelvan lo que mejor les parezca. Santiago y febrero 15 de 1812.

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