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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Capítulo XV. La Revolución en Armas. II. Las Primeras Campañas
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1. SALIDA DEL EJÉRCITO REAL EN TRES DIVISIONES. Preparadas en esta forma las cosas, salió de Concepción el Ejército Real en tres divisiones; la primera, que era la vanguardia, al mando del Coronel de Artillería don José Berganza; el centro, siguió a pocos días, bajo la dirección del Mayor don José Rodríguez Ballesteros; y la tercera, a cargo de don Lucas Molina; y en seguida, marchó la vanguardia a las órdenes del General.

Estos cuerpos tomaron su derrota por la ciudad de Chillán, y el primero tenía orden de acelerar sus jornadas para ocupar las riberas del Maule e impedir el tránsito al ejército chileno.

Todo se ejecutó con prontitud y acierto, y a mediados de abril llegó Sánchez con la mayor parte de la vanguardia y se alojó en la villa de Linares, poco distante del río y privó al enemigo de aquel lugar que le tenía destinado para punto de reunión, adonde debía entrar en el mismo día.

En este estado y en este punto dejaremos a la expedición y retrocederemos a dar noticia de la conducta del Gobierno y ejército chileno, que no debe llamar menos nuestra atención hasta que los dejemos al frente de nuestro ejército y dando principio a las operaciones hostiles[1].

2. CONDUCTA DEL GOBIERNO Y EJÉRCITO CHILENO. Desde el instante en que se recibió en Santiago la noticia de haber desembarcado el ejército del Rey, se pusieron en activo movimiento todos los medios de preparación para marchar un ejército poderoso, cuya sola fama aun antes de presentarse a la frente del enemigo fuese capaz de vencerlo.

3. JOSÉ MIGUEL CARRERA, GENERAL EN JEFE. El Presidente actual, general José Miguel Carrera fue nombrado General del Ejército, intitulado desde ahora el Ejército Restaurador de los Derechos de la patria, y dejando órdenes para que le siguieran los restantes cuerpos veteranos.

Salió de la capital el 19 de abril con la Gran Guardia Nacional y los regimientos de Milicias disciplinadas de caballería Príncipe y Princesa.

La ciudad de Talca, dos leguas distantes del río Maule, fue destinada para punto de reunión y Cuartel General de todas las tropas y en poco más de quince días estaban reunidos en aquel punto en número de trece o catorce mil hombres de toda arma, deseosos de aniquilar del primer golpe a los infames piratas (según decían), chilotes y valdivianos.

4. POLÍTICA DE CARRERA. LAS FUERZAS. Llegado Carrera a Talca, fue su primer cuidado atraerse los regimientos de milicias correspondientes a la provincia de Concepción y en efecto consiguió su intento en 6 de ellos, prevalido de la ausencia y demora del enemigo que tenía más dificultades para su aceleración, hallándose rodeado de infinitos insurgentes que procuraban entorpecer sagazmente cuantas medidas se tomaban por el General y avisando a Carrera por momentos de cuantos pasos se daban.

Esto, no obstante, la actividad y buenas disposiciones del señor Pareja vencían todos los embarazos, y a 24 de abril se hallaba ya reunido casi todo el ejército en la villa de Linares, poco distante del enemigo.

Constaba esta fuerza de mil seiscientos hombres de infantería y como seis mil de caballería de milicias, con un tren de artillería de treinta cañones desde el calibre de a cuatro hasta el de a ocho.

5. EL VOCAL DE LA JUNTA, GENERAL JOSÉ MIGUEL CARRERA, REEMPLAZADO POR SU HERMANO, EL BRIGADIER JUAN JOSÉ. Al partirse [partir] de la capital, el General Carrera sustituyó [fue sustituido] en su empleo de Vocal de la Suprema, a [por] su hermano el Brigadier don Juan José Carrera, Comandante de Granaderos, temeroso de que su ausencia le privase del absoluto dominio del Gobierno.

Mas no obstante esta precaución, como a pocos días de su salida se vio obligado a seguirle al ejército dicho don Juan José, no se perdió la ocasión en la capital para nombrar nueva Junta compuesta por don Francisco Antonio Pérez, don Agustín de Eyzaguirre y don José Miguel Infante, y don Mariano Egaña, secretario.

6. NUEVO GOBIERNO ADVERSO A LOS CARRERA.
Este nuevo Gobierno debemos advertir desde ahora era compuesto de individuos del partido primitivo contrario a los Carrera, y luego veremos las intrigas y manejos que de ambas partes se disponen para destruirse.

Por este tiempo precedieron acordes en los preparativos para la guerra poniendo en movimiento cuantos recursos eran posibles, entusiasmando al pueblo y a todo el reino, animando a todos para que contribuyesen con sus caudales y personas a la defensa de la patria, y auxiliando al general con toda clase de socorros.

Era admirable el empeño que todos tomaban en la causa.

El Cabildo ayudaba con grande actividad y en estos días publicó la siguiente proclama[2].

7. MEDIDAS DEL GOBIERNO.  Se impuso y repartió un empréstito de pesos a todos los sarracenos pudientes.

Se mandó a todos los propietarios que no molestasen a los arrendatarios que marchaban a la guerra; se recomendaron las familias de los soldados a la protección del Gobierno; se guarneció el puerto de Valparaíso; se esculpieron medallas de premio para los que se distinguieran en la guerra.

Se establecieron Juntas Cívicas Auxiliares en todas las villas y partidos; se circularon proclamas por todo el reino.

En una de ellas dice el Gobierno:

8. PENAS PARA LOS ENEMIGOS DE LA CAUSA. CARRERA ANUNCIA VICTORIAS. Se impuso pena de muerte a los que tuviesen correspondencia con los súbditos del Virrey de Lima, y a los que esparciesen noticias opuestas al entusiasmo general contra los enemigos.

Se embargaron las propiedades correspondientes a los habitantes del Perú y todos los buques surtos en Valparaíso, y los que sin noticia de la guerra entraban en todos los puertos.

El general Carrera con fecha 11 de abril decía al Gobierno:

9. LABOR REVOLUCIONARIA DEL OBISPO ANDREU Y GUERRERO. Uno de los principales medios de pervertir la fidelidad del reino fue desde el principio de la revolución, la pérfida conducta del antedicho obispo auxiliar, y en esta ocasión redobló este hombre furioso todos sus conatos, y salió siguiendo al ejército, recorriendo de paso todas las villas y partidos del tránsito en los que al instante de su llegada convocaba concursos de todo el vecindario y regularmente en las plazas, y otras veces en las iglesias peroraba y arengaba recomendando la causa de la revolución, infundiendo el odio más execrable al Rey, a la nación española, a su Gobierno, a todos los europeos y más particularmente al ejército defensor del Rey, probando todos estos errores con abuso escandaloso de las máximas más sagradas del Evangelio, y usando de expresiones tan sediciosas y escandalosas, que las gentes de algún conocimiento se tapaban los oídos desamparando el sitio, mirando al predicante como un verdadero Anticristo.

Me refirieron personas ilustradas y dignas de todo crédito como testigos de vistas que en Concepción, después de arengar desde la catedral, puesto en la plaza, probando la justicia de la revolución con muchas falsedades, prorrumpió por última prueba en estas execraciones:

Si no es cierto lo que os digo, que se abra la tierra y me trague; que vengan los demonios del infierno y me lleven de aquí.

Con falsedades semejantes, quedaban intimidados y atónitos los concurrentes y retiraban temiendo que Dios permitiera el verificativo de algún espantoso suceso.

Este apóstol de la rebelión escribía desde Talca y se dio al público la razón de su conducta:

Para impeler más el frenético espíritu revolucionario del Obispo y conociendo el grande influjo que este fatal instrumento ejercía en la gente sencilla, le dirige el Gobierno el oficio siguiente:

10. REFLEXIONES SOBRE ESTOS SUCESOS. Terribles excesos de la malicia de los hipócritas magistrados aprobar la perfidia, los errores y la depravación con los elogios solamente debidos a la virtud, a la buena conducta y a la justicia.

Pero ¿qué no ejecuta la pasión para conseguir sus infames designios?

Es preciso creer que estos injustos apologistas del vicio daban un fuerte torzón al clamor de su conciencia que anteriormente reclamaba los derechos de la razón, de la religión y la justicia; pero estos rectos sentimientos que mientras vivan les servirán de crueles verdugos, eran sofocados por sus abominables pasiones.

Mayor delito es sin duda aprobar el pecado que cometerlo, pues generalmente lo reprueba el mismo que lo comete, y tarde o temprano da testimonio a la virtud y a la verdad, forzado del estímulo de su conciencia.

11. OPERACIONES DE LOS DOS EJÉRCITOS EN LAS RIBERAS DEL RÍO MAULE. Pero suspendamos la relación de hechos tan desagradables y prosigamos la narración de las operaciones de los ejércitos que a las dos riberas del Maule observaban la ocasión de combatirse.

Antes de dar principio a las hostilidades, tuvo la acostumbrada atención el General Pareja de tentar el camino suave de una amistosa composición, y para el efecto remitió al Caudillo Carrera el siguiente oficio:

12. PAREJA DESCONOCE LAS CUALIDADES DEL ENEMIGO. No se puede negar al jefe del Ejército Real la buena disposición para armar y dirigir una expedición, ni el valor para batirse con el enemigo, pero de ningún modo se le puede conceder el conocimiento de las cualidades de los enemigos con quienes trataba.

Si Carrera hubiera sido capaz de alguna reflexión y admitiera el partido ofrecido por Pareja, fuera sin duda irremediable la total ruina del ejército de los chilotes, y el reino adquiriera un grado de fuerza tan ventajoso que sería difícil vencerlo en muchos años.

Pero ni el uno sabía admitir ni el otro proponer, y en estas circunstancias se determinó en el mismo día 26 la empresa o ataque de las Yerbas Buenas, en los términos que Carrera le comunica a su Gobierno.

13. OBSERVACIONES AL PARTE DE CARRERA. CONSIDERACIONES SOBRE ESTA ACCIÓN. No dista mucho de la verdad el parte dado por Carrera en el modo de la sorpresa; pero sí se aparta de ella cuando refiere sus resultados.

Los muertos en el Ejército Real fueron 14 y entre ellos se cuentan un oficial y el Intendente del Ejército don Tomás Vergara; pero tiene buen cuidado Carrera de no hacer mención alguna de su pérdida, que ellos mismos confesaban sería triplicada.

El caso fue que aquella misma noche, media entre el 26 y el 27, había llegado el Ejército del Rey a dicho paraje, y alojádose con bastante descuido y poca precaución, atribuyéndolo algunos a la confianza del jefe por haber enviado su parlamentario y no haber recibido contestación, y otros a consejos e intrigas de muchos insurgentes de que estaba rodeado y le manifestaban entera seguridad; pero sea lo que fuese, tuvo Carrera ocasión oportuna para haber destruido la expedición, si él en persona o un buen oficial hubiera mandado la acción.

Los chilotes fueron perfectamente sorprendidos y se introdujeron y mezclaron los insurgentes con ellos, de tal modo que ni unos ni otros se pudieron hacer fuego en algún rato, por no poder discernirse los invasores y los invadidos.

En este intervalo de suspensión apareció la luz del día y alarmadas las tropas cargaron sobre los insurgentes, quienes sin la menor resistencia se pusieron en precipitada y desordenada fuga, la que les fue desastrosa, pues perseguidos a larga distancia caían víctimas de los chilotes en gran número, y sólo lo montuoso de los campos y la falta de caballería pronta impidieron su total ruina. Se tomaron doscientos prisioneros y murieron más de sesenta.

14. EL PARLAMENTARIO VARELA. ATREVIDO PROYECTO DE PAREJA. RESISTENCIA DE LOS CHILOTES. Este fue el éxito del combate tan decantado y celebrado de las Yerbas Buenas.

Y le fue tan sensible al señor Pareja, que desde este punto empezó a conocer que su nimia confianza en los traidores que lo rodeaban, habían sido la causa de un suceso desagradable al ejército.

Atribuyóse la principal parte al parlamentario Varela, que abusando de su misión, informó a Carrera del lugar y del descuido con que marchaba el ejército y también a otros varios que persuadieron maliciosamente al jefe acampase en aquel paraje contra el parecer de algunos oficiales inteligentes que proponían otro inmediato más ventajoso.

Esto no obstante, nada minoró el ánimo y valor del jefe, y a los dos días prosiguió su marcha acercándose al río Maule con intento de pasar a Talca a combatir y desalojar al enemigo, para proporcionarse en aquella ciudad cuarteles de invierno.

Este proyecto sin embargo de ser atrevido y algo dificultoso, no dudo lo hubiera realizado el General, pero llegando las tropas al río hicieron alto y empezaron a divulgar su disgusto al paso de la otra banda, dando por razón de su inobediencia que el fin de la expedición sólo había sido la reconquista de la provincia de Concepción, la que tenían enteramente en su poder, y que hasta que llegaran los auxilios pedidos al Perú, emprenderían la sujeción de lo restante del reino en la campaña y primavera siguientes.

15. RETROCESO DEL EJÉRCITO REAL HACIA CHILLÁN. No puede este proceder llamarse motín ni salieron abiertamente del orden los soldados; pero le fue necesaria la condescendencia al jefe y determinó la contramarcha; retrocediendo por el mismo camino que había venido y destinando a la ciudad de Chillán para cuartel general de invierno.

Esta medida era prudente y aun necesaria, pues no había lugar más a propósito ni capaz de proporcionar alojamiento y subsistencias al ejército que se hallaba totalmente falto de tiendas de campaña en unos terrenos sumamente húmedos y en una estación de invierno abundante de lluvias.

16. PESADUMBRE DE PAREJA. SU ENFERMEDAD. Le fue demasiado sensible al General la insubordinación de la tropa [3]  y el trastorno de sus meditados planes y apesadumbrado con estos sentimientos sobre el sufrimiento de las incomodidades anexas a su laborioso empleo en la avanzada edad de sesenta años, se sintió desde luego asaltado de una grave enfermedad y pronto se declaró de gran peligro.

17. NUEVAS PROPOSICIONES DE PAZ DE PAREJA A CARRERA. Desde este lugar quiso tentar segunda vez el ánimo de Carrera, viendo que no contestaba a su primer oficio, y al efecto envió segundo parlamentario con la siguiente propuesta:

En el mismo día respondió Carrera admitiendo la entrevista y señalando para ella una pequeña isla del río Maule inmediata al vado que llaman de Duao.

18. PRINCIPIO DE ACOMODO PACÍFICO. El señor Pareja tuvo grande gusto al ver que admitía algún principio de acomodo pacífico y sin perder momento ofició en estos términos:

El anterior oficio fue contestado con el arrogante tono del siguiente:

19. CARRERA CONOCE LA SITUACIÓN DEL EJÉRCITO REAL, RAZÓN DE SU INSOLENTE OFICIO. MEDIOS DE CONOCIMIENTO. El verdadero motivo de explicarse con tanta insolencia Carrera, no era otro que las noticias en parte verdaderas y en parte abultadas, del estado decadente de su enemigo, pues le constaba de la enfermedad, de la resistencia de las tropas en el paso de Maule, del desabrigo e incomodidades que padecía el ejército con las repetidas lluvias, de las enfermedades que por estas causas empezaban a sufrir los chilotes, y por último no ignoraba el desorden y descuido con que se retiraban como resultado forzoso de lo expuesto.

Ninguna dificultad tenía adquirir estos conocimientos, porque la inmediación del enemigo, la adhesión a su causa del mayor número de habitantes del país, los innumerables revolucionarios que acompañaban y aún componían el ejército del Rey, eran otros tantos medios que le facilitaban cerciorarse a cada hora de todo cuanto ocurría y se trataba en el ejército contrario.

En esta inteligencia no dudó deber aprovecharse de las ventajas que la fortuna le ofrecía, y con la celeridad posible ordenó su numeroso ejército y se puso en marcha en persecución de los enemigos.

El día 11 de mayo, pasó el Maule y a marcha forzada siguió su viaje recibiendo por instantes noticias puntuales de la distancia y jornadas de los chilotes con el empeño de batirlos en la retaguardia antes de llegar a Chillán.

20. MARCHA DEL EJÉRCITO REAL. PAREJA GRAVEMENTE ENFERMO. Estos marchaban en tres divisiones con bastante distancia entre ellas, y en la retaguardia era conducido a hombros de sus soldados, que a imitación de los de Alejandro competían en llevar tan honrosa carga, el General gravemente enfermo, que el día 13 se juzgó sería el último de su vida.

Era insuplible la falta de éste por otro alguno, atendidas las singulares cualidades de talento, valor, respeto, confianza, presencia de ánimo, infatigable aplicación, sufrimiento en los trabajos, y otras muchas que luego tendremos necesidad de referir, que lo hacían sumamente amable de sus tropas, y aún debe añadirse que el Mayor General, segundo jefe del ejército, se hallaba ausente, por cuyos motivos y la dura intemperie de los días, caminaban las divisiones más en dispersión que con arreglo alguno militar.

21. EL EJÉRCITO REAL EN SAN CARLOS. El 14 llegó la retaguardia a la villa de San Carlos, cinco leguas distante de Chillán y tres del río Ñuble, del que ya habían pasado la vanguardia y el centro, y en ésta se presentó un enviado de Carrera con el aterrante escrito siguiente:

Fue contestado el anterior inmediatamente en esta forma:

22. CARRERA EN LA VILLA DE SAN CARLOS. LLEGA EN EL MOMENTO EN QUE LA DEJA PAREJA. Instruido Carrera por su enviado del verdadero estado y alojamiento de la última división de los chilotes, y que ya no podría ser socorrida por lo restante del ejército, aceleró tan vivamente la marcha del suyo, que a la mañana siguiente llegó a la misma villa al tiempo que la dejaba el General Pareja.

Está situado este lugar en un llano sumamente limpio y desembarazado en todas las direcciones de su circunferencia hasta grande distancia, y por esta causa apenas se había separado como media legua de la villa la retaguardia de los chilotes, vieron venir sobre sí a los insurgentes, cuya primera división estaba ya a tiro de cañón.

Causó alguna confusión la inesperada novedad y el principal cuidado que agitaba el ánimo intrépido de los soldados, era la imposibilidad de ser dirigidos por su amado General, tan extremadamente postrado que casi vivía de milagro.

No se oía otra voz entre ellos:

-¿Qué es lo que debemos hacer?

-¿Quién es el jefe que nos manda?

Que se avise pronto al general para que provea.

23. EL CAPITÁN JUAN FRANCISCO SÁNCHEZ, COMANDANTE INTERINO DEL EJÉRCITO REAL. PLANES Y ÓRDENES DE DEFENSA. En efecto, el Intendente de Ejército comunicó al enfermo jefe el conflicto inminente y las demandas de la tropa, y en el instante nombró verbalmente por Comandante General Interino, al Capitán don Juan Francisco Sánchez, Comandante también interino del batallón veterano de Penco, quien rápidamente, según lo requería el caso, recibió el mando y en el instante empezó a repartir sus órdenes de defensa.

La primera fue destacar doscientos hombres con dos cañones para contener el primer ímpetu del enemigo que ya cargaba formado en batalla ínterin se formaba lo restante de la división.

24. PREPARATIVOS PARA UNA ACCIÓN DE GUERRA. Empezaron a jugar los dos cañones bien servidos, y esta sola diligencia impuso tal respeto a los insurgentes que se contuvieron en el sitio sin avanzar un solo paso.

Mantuviéronse en esta actitud un largo rato, el que fue empleado por Sánchez en arreglar la formación de su tropa y en explorar con cuidado la posición más ventajosa que pudiera ofrecer aquel terreno.

Avisaron los prácticos que a la corta distancia de mil varas se descubría una pequeña eminencia que hacia el Este del camino dominaba todo el campo, y viendo que el enemigo no proseguía el ataque, se puso en marcha nuestro pequeño ejército en demanda de dicho punto.

En él se organizó la división en figura de un cuadrilongo, dando el frente al Noroeste y colocada la artillería en debidos intervalos, se recibieron, dentro del cuadro, todos los bagajes y se dispuso todo para recibir y escarmentar al enemigo.

Procuró Sánchez exhortar con algunas breves palabras a su gente, pero los halló tan animados y valientes, que no dudó ni por un instante del éxito feliz de la victoria.

Constaba esta fuerza de seiscientos hombres en su totalidad, los quinientos de fusil y el resto de artilleros con veintisiete cañones, desde el calibre de a 4 hasta el de 8, destituidos enteramente de caballería, la cual toda se hallaba ya en Chillán.

El casi agonizante General Pareja reunió sus últimos espíritus de valor y mandó que le pusieran a caballo para participar del peligro y contribuir por última vez al triunfo de su ejército; pero enteramente falto de fuerzas experimentó la necesidad de ceder a su triste suerte, ya que no se pudo conseguir su permiso para ponerlo a cubierto del peligro en el que firmemente permaneció hasta el fin de la batalla, negándose a cuantas instancias se le hicieron.

Ínterin el pequeño Ejército Real se dispuso en el estado que hemos dicho, no se descuidó el activo Carrera en prevenir las medidas que su ventajosa superioridad le ofrecía.

Formó su ejército en batalla, ocupando el centro dos mil hombres de infantería con fusil, y en las dos alas puso varios regimientos de caballería, con orden de formar un círculo que incluyese totalmente al enemigo sin dejarle retirada en dirección alguna.

Empezóse a ejecutar este plan con bastante arreglo al mando de sus dos hermanos, don Juan José, que era jefe del centro, y don Luis de la artillería, aproximándose los insurgentes al ataque con muestras de mucho valor y arrojo.

El general Carrera se situó a distancia de más de media legua, en un lugar que dominaba todo el campo, y desde allí por medio de sus edecanes dio la señal de ataque a la hora de mediodía.

25. COMBATE DE SAN CARLOS. Empezóse el combate rompiendo un horroroso fuego los dos ejércitos a muy corta distancia; pero fue tal el estrago que sufrieron los insurgentes en las primeras descargas, que en breve tiempo fueron desordenadas sus filas, ahuyentada su caballería y obligados a desistir del ataque y retirarse a buena distancia, sin ser poderosos los mandatos de su caudillo para obligarlos a volver a la carga.

El Comandante del centro, don Juan José Carrera, se ocultó en un monte, y casi todos los oficiales se pusieron dispersos fuera de combate, quedando sólo varios pelotones de soldados que desde largo trecho hacían fuego, porque veían que los chilotes faltos totalmente de caballería, no podían perseguirlos.

En este estado, protegidos de su artillería, sostuvieron débilmente la batalla hasta el anochecer, a cuya hora cesaron los fuegos y se replegaron los insurgentes a San Carlos.

El ejército del Rey quedó dueño del campo sin perder un pie de su primera posición y manifestó tal valor y presencia de ánimo, que fue preciso contener el arrojo de los soldados que pedían repetidas veces permiso para avanzar sobre la artillería del enemigo y perfeccionar la obra con su completa ruina y derrota.

Murieron seis hombres y algunos más quedaron heridos en el cuadro de Sánchez, pero ni uno cayó prisionero y sólo dos cañones se perdieron a corta distancia del campo, el uno quebrada la cureña y el otro atollado en un pantano, por cuya causa fueron abandonados.

De los insurgentes quedaron tendidos en el campo de batalla más de cien muertos y a proporción fue el número de los heridos, y fue tal la dispersión y fuga, que doce mil hombres[4], que según ellos decían, formaban el ejército en este día, no, se hallaron la mitad al siguiente.

26. DESCRÉDITO DE LOS CARRERA Y AUGE DE SÁNCHEZ. CONSIDERACIONES SOBRE EL COMBATE. Fue grande el descrédito y desafecto que adquirieron los Carrera con su cobardía y mala disposición en esta jornada al mismo tiempo que Sánchez con sus soldados se llenó de gloria y se mereció el aprecio y admiración aun de sus contrarios que desde entonces confesaron era invencible por todas las fuerzas del reino.

Carrera dio la batalla intempestivamente y contra todas las reglas del arte, pues con sólo haber bloqueado a la división de Sánchez y cortarle la retirada a Chillán, era más que probable su pérdida.

Esta distaba dos leguas del río Ñuble, caudaloso y de difícil tránsito, y pon sólo asegurar este paso el numeroso ejército insurgente tomando y aun fortificando las alturas que dominan el único vado transitable, hubiera conseguido la completa destrucción de su enemigo.

27. HEROICO VALOR DE ALGUNOS JEFES Y OFICIALES ESPAÑOLES. En el pequeño ejército del Rey ya hemos visto el valor, el buen orden y la victoria que le coronan una fama inmortal, y aunque tributamos a su digno jefe el elogio que le corresponde, no debemos omitir la grata memoria de los más esforzados oficiales que se distinguieron en la acción.

El Comandante de Artillería, don José Berganza, con su destreza y valor cooperó más que todos, ayudado de su segundo don F. Plá y demás subalternos y artilleros, no dudando Sánchez confesar que al buen manejo y superioridad de esta arma se debía la victoria.

Don Lucas de Molina, Comandante del batallón de Valdivia, trabajó con el mayor esfuerzo y acierto en tomar la posición, formar y mantener el cuadro, animando a todos con su ejemplo y su singular valor.

El Capitán de Granaderos del mismo cuerpo, don Ildefonso Elorriaga, y el Teniente don Antonio Quintanilla, se distinguieron por primera ocasión, dando muestras de las futuras hazañas que de su valor se debían esperar, rindiendo el segundo y tomando prisionera una partida de enemigos que en lo más vivo de la acción acometieron por un flanco y quedando en el hecho gravemente herido.

Sería difícil graduar el mérito de cada uno en particular, y baste decir que todos los que pelearon en el cuadro se colmaron de gloria y no dejaron que desear a su General tanto los oficiales como los soldados, manifestando tal ardor y desprecio del peligro y del enemigo que le llenaron de temor y admiración.

28. IGNOMINIOSA CONDUCTA DE ALGUNOS OFICIALES. Omitimos con gusto la cobarde e ignominiosa conducta de algunos oficiales que desamparando a sus compañeros se fugaron a Chillán aun antes del combate, y difundieron la consternación y temor en las divisiones que allí se hallaban, lo que impidió el socorro que debían haber prestado a su retaguardia, por lo que sus nombres no deben ocupar este lugar.

29. SÁNCHEZ VICTORIOSO EN SU CAMPO. Este fue el verdadero éxito de la famosa batalla de San Carlos, quedando Sánchez y su ejército en el mismo sitio en que se formó, victorioso y dueño del campo, y desapareciendo de su vista el enemigo que disperso y fugado en su mayor parte se retiró a la villa.

30. SÁNCHEZ MARCHA A CHILLÁN. Ignorando Sánchez el verdadero estado y disposición de su enemigo, convocó inmediatamente consejo de sus oficiales y de unánime consentimiento, determinó la marcha para Chillán, y a las once horas de la noche movió su campo, bien ordenado en columna cerrada y dispuesta la artillería a vanguardia, retaguardia y flancos, formando como un erizo capaz de resistir por cualquier parte en que fuese acometida.

Al amanecer del siguiente llegó al río, sin recibir la menor molestia ni persecución de los insurgentes, y en el instante se emprendió el pasaje que se halló trabajosísimo y difícil por el gran caudal de aguas que traía el río, lo que hacía intransitable el vado y por falta de embarcaciones en que transportar la tropa y bagajes.

Fue la primera diligencia el tránsito de algunos cañones, los que colocados en una altura que dominaba todo el valle, aseguraron la defensa del río al mismo tiempo que otra batería puesta de este lado, a retaguardia, impedía el ser molestados del enemigo.

En esta disposición se trabajó todo el día en el tránsito del ejército, sin embargo de algunas guerrillas enemigas que Carrera destacó aunque tarde para dificultar el paso, las que contenidas por el cañón no causaron daño alguno y sólo se perdieron dos de éstos que arrebatados del raudal fue preciso abandonarlos.

A las siete, de la noche entró Sánchez con toda su gente triunfante en Chillán, lo que sabido y divulgado prontamente por los oficiales y soldados que temerosos se habían dispersado por aquellas inmediaciones, empezaron a volver a sus banderas con cuya reunión dejaremos a Sánchez disponiendo la fortificación de Chillán y tomando sus medidas para las operaciones ulteriores.

31. LAS INFORMACIONES DE CARRERA SOBRE EL TRIUNFO DE YERBAS BUENAS Y DE SAN CARLOS; ALEGRÍAS EN SANTIAGO. Desde San Carlos despachó Carrera a su Gobierno el parte de lo ocurrido el día anterior, y se celebró en la capital con tanto aparato y entusiasmo el decantado triunfo, como si realmente fuera verdad, lo que refiere el General en los siguientes términos:

32. PÉRDIDAS DE CARRERA. Tiene buen cuidado Carrera de no tocar su pérdida, la que Sánchez en su Parte al Virrey de Lima, le hace subir a trescientos, entre muertos y mayor número de heridos, pero la imparcialidad y amor a la verdad, con datos bien fundados, aseguran lo que he expuesto.

33. DISIMULO DEL GOBIERNO CON LOS CARRERA. El Gobierno de la capital, enemigo todavía encubierto de los Carrera no ignoraba la verdad de los hechos de armas, por medio de los espías que tenía en el ejército, y por los muchos oficiales y soldados fugados que llegaron tan pronto como la noticia; pero le convenía el disimulo afectando una gran satisfacción de los jefes, y para entusiasmar al público con las fingidas victorias, no omitía elogios, y entre otros muchos testimonios públicos de esta conducta se decretó el siguiente:

34. SÁNCHEZ FORTIFICA LA CIUDAD DE CHILLÁN. DEFENSA DE CONCEPCIÓN Y TALCAHUANO. Sánchez en Chillán se dedicó con la mayor aplicación a fortificarse, foseando, las calles que concurren a la Plaza Mayor y edificando dos castillejos; el uno al Oeste de la Plaza y distante de ella solas tres cuadras, aunque fuera ya de todo edificio de la ciudad; y el segundo al Norte, también al paralelo de la misma plaza y a poca más distancia que el primero.

Conoció, desde luego, el peligro que corrían Concepción y el puerto de Talcahuano y destacó algunos oficiales para aquellos puntos con la instrucción de defender y sostener el segundo en el caso de no poder conservar los dos atendiendo a la importancia de mantenerse en la correspondencia con Lima, de donde se esperaban en breve los auxilios pedidos por el señor Pareja.

35. MUERTE DE PAREJA. SU ELOGIO. Este excelente jefe, que según dejamos dicho se hallaba gravemente enfermo desde los primeros días de mayo, falleció, por fin, en Chillán el 21 del mismo, y fue sepultado el 23 con toda la pompa posible en la Iglesia del Apostólico Colegio de Padres Misioneros de la misma ciudad, dejando un vacío con su irreparable falta igual al sentimiento que manifestó todo el ejército, al que acompañaron toda aquella ciudad y todos los secuaces de la justa causa del Rey.

El señor Brigadier don Antonio Pareja nació en la ciudad de Medina Sidonia, en Andalucía, y dedicado desde su juventud al servicio de la Marina Real, ascendió al grado de Capitán de Navío, en cuyo estado fue provisto por el Supremo Consejo de Regencia para Intendente de la provincia de Concepción, y no pudiendo tomar posesión de su empleo por hallarse revolucionado este reino, fue destinado por el Virrey de Lima a la provincia de Chiloé con el título de Gobernador de aquel, archipiélago, en donde formó la expedición de que tratamos en los términos que ya quedan explicados.

Manifestó mucho talento y grandes virtudes en el poco tiempo que ejerció su comisión, y particularmente se le observaron un gran celo y una acendrada lealtad y fidelidad al Rey y a la nación; un valor extraordinario, un genio emprendedor y activo con que todo lo facilitaba; una magnanimidad que lo elevaba a grandes esperanzas sin decaer su ánimo en los mayores peligros, y un conocimiento muy cabal de los hombres sin dejarse engañar de las apariencias exteriores.

Esta última cualidad manifestó en la elección de sucesor para el mando de su ejército, en la que posponiendo mil motivos de preferencia que concurrían en muchos oficiales del de su ejército, antepuso al Capitán don Juan Francisco Sánchez, en quien penetró en el corto tiempo de un mes que le trató y conoció, el sobresaliente valor y aptitud para el delicado empleo en tan críticas circunstancias.

Obtuvo el honor de Caballero de la Orden de Santiago y en ella fue Comendador. Murió como de edad de sesenta y nueve años.

36. EL EJÉRCITO INSURGENTE SITIA CHILLÁN Y SE ALISTA PARA TOMAR CONCEPCIÓN Y TALCAHUANO. Mientras en Chillán se sucedían estas cosas, el ejército insurgente, que el día 15 dejamos batido y derrotado en San Carlos, se reunió y aumentó todo lo posible y se puso en marcha con intentos de bloquear a Chillán y tomar a Concepción y Talcahuano.

Para el efecto, se dividió en tres cuerpos apartes; la tercera o retaguardia, quedó en San Carlos al mando del Coronel don Luis de la Cruz, destinada a mantener franca la comunicación con la capital y a recibir los auxilios y destacamentos que se remitían al ejército.

El centro, mandado por el brigadier don Juan José Carrera, se situó en la ribera del Itata, quedando Chillán a su retaguardia; y la vanguardia, dirigida por el General Carrera, se adelantó y acuarteló en el Cajón de Coyanco, lugar más avanzado hacia Concepción[5].

Desde este punto, ofició Carrera a su Gobierno; por cuanto detalla con bastante puntualidad el estado actual de las cosas, lo transcribo al pie de la letra.

37. EL OBISPO GOBERNADOR SE REPLIEGA A TALCAHUANO. En efecto, poco se aparta de la verdad el parte de Carrera, pues el señor Obispo Gobernador interino de Concepción, viéndose falto de todo recurso para la defensa de la ciudad, se replegó a Talcahuano, y aún en aquel punto carecía de posibilidad para defenderlo, y por esta razón se embarcó en la fragata Bretaña que, entre otras embarcaciones, se hallaba en aquel puerto.

38. LOS INSURGENTES EN CONCEPCIÓN. EL REINO EN PODER DE LOS REVOLUCIONARIOS, CON EXCEPCIÓN DE CHILLÁN. Llegaron los insurgentes a Concepción el 25, llamados y esperados con ansia de casi todos sus habitantes y en ella hallaron multitud de auxilios de gentes y armas con que dispusieron el ataque de Talcahuano que mal defendido por los oficiales y pequeña guarnición, le costó poco a Carrera.

La fragata mercante Bretaña, al mando de su esforzado capitán don Francisco Vargas, protegió con sus fuegos el embarque de muchos oficiales, soldados y familias que fueron conducidos a Lima, y de este modo quedó otra vez todo el reino en poder de los insurgentes, exceptuando la pequeña ciudad de Chillán en donde estaba Sánchez aislado y bloqueado por todo el poder de Chile, que con la toma de Concepción y Talcahuano recibió un doble incremento; según su General lo anuncia repetidas veces al Gobierno, ofreciendo con toda certidumbre que en breves días regresaría a exterminar y a aniquilar totalmente las miserables reliquias del ejército del Visir de Lima, que se hallaban encerradas y aterradas en Chillán.

39. TRISTE SITUACIÓN DEL REINO. A la verdad no podía presentarse cuadro más triste y melancólico que el que estaba a la vista de todos los amantes del Rey y del buen orden que teníamos la desgracia de residir en este reino, pues por una parte el orgullo y la insolencia de los revolucionarios tomaba tal vuelo y entusiasmo celebrando estos triunfos como decisivos de su independencia; que casi nos llegaban a convencer de que nuestros males no tenían remedio ni aun esperanza alguna.

Al mismo tiempo que no se nos anunciaba otra cosa que las crueldades, saqueos y ruina de todos los lugares de la provincia de Concepción que caían en poder del ejército insurgente, cuyas tumultuarias tropas compuestas en su mayor parte de los facinerosos que residían en las cárceles, mandadas por unos jóvenes famosos por sus desarreglos y libertad de costumbres, sin disciplina, sin subordinación, y, en fin, que no los debía calificar otro mérito que manifestar un grande odio al Rey, al buen orden, a la justicia y a todos los que apreciaban estas virtudes.

40. ASESINATO DE CARDEMIL; IMPUNIDAD DEL CRIMEN. PARIENTES DEL GENERAL EN JEFE. Buena prueba de lo dicho presenciamos en los mismos días de que hablo en esta capital con el cruel asesinato de don F. Cardemil, el cual vecino principal y honrado, estando en su casa en medio de su inocente familia a las ocho de la noche, fue asaltado de ocho facinerosos y entre ellos dos oficiales del ejército insurgente, parientes bien inmediatos de su General, los que después de quitarle cruel y atrozmente la vida, robaron cuanta plata en dinero y alhajas hallaron, y a pesar de que fueron aprehendidos y convencidos en la misma noche, los vemos en breves días puestos en libertad y despachados al ejército con sus mismos grados.

41. RENDICIÓN DE CONCEPCIÓN Y TALCAHUANO. PARTES DE CARRERA. De aquí se puede inferir algo de lo mucho que padecieron los habitantes de la provincia de Concepción con unas tropas de dicha clase, pues a los que se les probaba haber auxiliado, servido y ayudado de algún modo al Ejército del Rey, sufrían todas las penas del odio y tiranía más implacable. Los partes [en] que Carrera comunica sobre la rendición de Concepción y Talcahuano, son los siguientes:

42. DESGRACIAS E INFORTUNIOS DEL EJÉRCITO DE SÁNCHEZ. Esta época de triunfos y de glorias para los insurgentes, fue también la de las desgracias e infortunios para el reducido ejército de Sánchez, encerrado en la indefensa y abierta por todas partes ciudad de Chillán; pesaroso con la sensible muerte de su amado general; afligido y debilitado con el sufrimiento de una grave enfermedad epidémica que se generalizó rápidamente en casi todos sus individuos, escasísimo de las cosas más necesarias para tolerar un sitio en lo más riguroso del invierno; en fin, falto de todo menos de disposición y valor.

43. LAS GUERRILLAS ATACAN LAS DIVISIONES DEL EJÉRCITO PATRIOTA. En efecto, Sánchez no se acobardó ni descuidó un instante desde que llegó a Chillán; y conociendo que el mejor medio de adquirir víveres, gente, reputación, y de incomodar a los enemigos, eran las guerrillas o partidas montadas, destacó algunas que saliendo a varios puntos de las campañas, escarmentaban y perseguían a los insurgentes conduciendo a la plaza muchos ganados, caballos y prisioneros, en términos que obligaron al centro del ejército enemigo a retirarse y mudar de posición al otro lado del Itata.

44. ATAQUE A LA DIVISIÓN DE LUIS DE LA CRUZ. La división de retaguardia enemiga situada en San Carlos, fue también por estos días obligada de una guerrilla de Sánchez a fugarse y fortificarse en un buen edificio, distante 9 leguas de Chillán; pero sin embargo de esto, el día 30 de mayo al anochecer, salió de esta ciudad el valiente Capitán don Ildefonso Elorriaga, con 114 fusileros y 100 milicianos, los que pasando con mucho trabajo y silencio el caudaloso río Ñuble, caminaron toda la noche y al amanecer, cayeron sobre toda la división de Cruz, compuesta de 530 hombres, los 180 de fusil y los restantes milicianos de lanza, los cuales estaban alojados en dos edificios capaces y fuertes, distantes una milla entre sí.

Formó Elorriaga dos partidas de su guerrilla, poniendo al mando la una del esforzado Teniente don Antonio Quintanilla, que no bien curado todavía de la grave herida recibida en la de San Carlos, acometió con tal arrojo y bizarría a los enemigos, que se rindieron y entregaron todos a discreción.

No sucedió así a la de Elorriaga, quien sentido antes de atacar, fue recibido con un vivo fuego de cien granaderos que con su Comandante Coronel don Luis Cruz, estaban bien defendidos y fortificados dentro del recinto o paño del edificio, en una amplitud que ofendían sin poder ser ofendidos.

Por lo que impaciente Elorriaga de una resistencia y fuego de dos horas dio el asalto al edificio, y puestos los soldados sobre los techos de las casas, obligaron a los enemigos a encerrarse en ella.

En este estado intimó Elorriaga la rendición, amenazando pegar fuego a todo el edificio, según ya todo estaba preparado, pero se suspendió esta operación entregado el enemigo a discreción.

45. TRIUNFO DE LA GUERRILLA DE ELORRIAGA. La victoria fue enteramente completa, pues ni un solo individuo de la división pudo escapar para dar aviso de su desgracia y de este modo Elorriaga marchó en el momento para Chillán, conduciendo los 530 prisioneros de que constaba, a excepción de 36 de ellos, que entre muertos y heridos quedaron en el mismo lugar, habiendo sólo perdido por su parte dos hombres y tres o cuatro heridos.

Entró en Chillán la triunfante guerrilla antes de anochecer aquel día, entre vivas y aclamaciones de todo el pueblo y ejército, conduciendo sola más que duplicado número de enemigos y entre ellos al insigne jefe Coronel don Luis Cruz, famoso cabecilla revolucionario con otros varios oficiales cargada de despojos, armas, y de entusiasmo, debiéndose notar la circunstancia de la celeridad y diligencia con que en menos de veinticuatro horas caminaron 18 leguas, pasando y repasando el difícil y caudaloso río, con el aditamento de no haber cesado una fuerte lluvia en toda el día.

46. DESMORALIZACIÓN DE LOS INSURGENTES. Con este acertado golpe quedaron atemorizados los insurgentes y, cortada la comunicación entre la capital y su ejército, por cuyo motivo les fue preciso quedar detenidos en Maule todos los refuerzos que de ella venían; y desde entonces, sólo por la costa, a distancia de 14 ó 16 leguas de Chillán, pudieron despachar algunos correos con mucho peligro, de los cuales muchos caían en poder de Sánchez.

Este, por el contrario, adquirió una grande extensión de país fértil y abundante en toda la circunferencia de Chillán, que le proporcionó toda copia de subsistencias para surtir su ejército y prepararse para el sitio que de próximo le amenazaba.

Ocultóse con sumo cuidado este mal suceso entre los insurgentes, ni se supo en esta capital hasta largo tiempo, y aún esto, por secretos rumores, prosiguiendo siempre el periódico ministerial con los lisonjeros anuncios y partes del grande abatimiento y próxima ruina de las miserables reliquias de los piratas encerrados en Chillán.

47. LLEGADA DE LOS AUXILIARES DE BUENOS AIRES. Por estos días llegaron de Buenos Aires los trescientos hombres que Chile había remitido de auxilio a aquellas provincias y ahora fueron llamados a la defensa de su patria y traían la promesa y esperanza de que aquel Gobierno correspondería luego con la remesa de más numeroso socorro, lo que no se verificó en muchos meses, ni correspondió a lo prometido.

48. SITUACIÓN FAVORABLE PARA LOS INSURGENTES EN EL SUR. En esta forma giraban los sucesos por Chillán al mismo tiempo que en Concepción tenían distinto aspecto bien favorable a los revolucionarios, pues Carrera dueño del puerto y de la ciudad, y de toda la frontera, aumentaba sus fuerzas extraordinariamente, y tenía interceptada la comunicación del ejército Real con Valdivia, Chiloé y Lima, lugares únicos de donde esperaba todos sus auxilios.

Véase lo que en oficio a su Gobierno dice acerca de lo que tratamos.

A los cuatro días de la fecha anterior despachó otro más verídico y sensible para los realistas, pues, a la verdad, nos consternó más que la pérdida de Concepción y Talcahuano.

49. DETERIORO INCALCULABLE A LA CAUSA DEL REY QUE OCASIONÓ LA PÉRDIDA DE LA FRAGATA THOMAS. La pérdida de la Thomas, en cuyo suceso vaciló el crédito de su Comandante Colmenares, o por incauto, o por cobarde, causó un deterioro incalculable a la causa del Rey, porque tanto el socorro pecuniario de más de cien mil pesos, como los treinta y cuatro oficiales que en ella venían, eran artículos de suma necesidad pedidos con anticipación por el finado Pareja para el sostén del ejército aún en tiempos que contaba con los muchos auxilios que le proporcionaba la posesión de toda la provincia de que ahora carecía Sánchez, y disputaba Carrera.

Débese agregar a esto la absoluta imposibilidad de comunicar a Lima el infeliz estado de la expedición estando ésta bloqueada en Chillán, pueblo internado en la provincia, y poseídos los puertos y costas de todo el reino por los insurgentes, además de distar Lima más de quinientas leguas por mar, circunstancias que obligaban a desesperar todo remedio y aun a censurar por mal meditada y temeraria la empresa proyectada y principiada por Pareja y el Virrey del Perú.

Este grande hombre se halló sorprendido con la llegada al Callao de la fragata Bretaña conductora del señor Obispo de la Concepción, y de varios oficiales de la expedición de Pareja, por los que quedó instruido y noticioso de la pérdida de Concepción y Talcahuano, y del sumo peligro en que quedaba el resto del ejército en Chillán, y desde luego conoció y temió el mal suceso que dejamos referido de la Thomas.

50. CRÍTICAS A LA POLÍTICA DEL VIRREY EN LIMA. Divulgada en Lima la noticia de los desgraciados acontecimientos de la expedición chilena, no se dudaba ya de su total ruina acriminando los innumerables descontentos del Gobierno la indiscreción del Virrey, que hallándose rodeado en la misma capital de grandes peligros y algunas provincias de su Virreinato sublevadas, había emprendido la reconquista de un reino extraño, ultramarino, y tan remoto que hacía muy costoso todo socorro, al mismo tiempo que arriesgado.

Nada ignoraba el señor Abascal y por pronta providencia despachó un bergantín ligero con orden de que arribando a la isla Santa María, próxima a la costa de Arauco, procurase averiguar si existía el ejército de Sánchez y el estado en que se hallaba. Pero aquí cortaremos el hilo de ésta parte y retrocederemos un poco, obligados del orden cronológico que nos llama a seguir los hechos de los afortunados revolucionarios.

51. CELEBRACIÓN EN SANTIAGO DE LA CAPTURA DE LA THOMAS. Recibióse en esta ciudad de Santiago, y se celebró el suceso de la Thomas como un decisivo triunfo de la [sobre la] expedición del Perú, y el Gobierno con todo el partido revolucionario no dudó por un instante en la certidumbre de las promesas del General que repetidamente aseguraba la pronta conclusión y ruina del ejército encerrado en Chillán.

Por esta poderosa razón, aunque desde el día 30 de septiembre del año anterior, se había enarbolado en la ciudad el estandarte tricolor de la libertad; pero no obstante, el Gobierno que sustituyó a los Carreras, había omitido el uso de esta insignia como proyecto inmaturo y precipitado, atribuido a la irreflexión de aquellos jóvenes; y considerando ahora que el tiempo y las presentes circunstancias lo requerían, publicaron y ejecutaron el siguiente:

¡Hasta punto tan alto había llegado el orgullo e ignorancia de los revolucionarios chilenos, persuadidos de algunos efímeros progresos, sin contar con la volubilidad de la fortuna siempre inconstante en sus favores!

52. INCONSISTENCIA DE LA FORTUNA; MALAS HORAS PARA LOS INSURGENTES. Antes de tres días experimentaron la realidad de esta verdad, y se vio la capital y todo el reino pasar en un instante de un estado de continuos regocijos y alegrías al de un extremado temor y aprehensión con el motivo frívolo y vano que voy a referir.

La fragata Bretaña que salió de Talcahuano el día que se perdió aquel puerto, siguió su derrota toda la costa de Chile, y arribó al Huasco falta de aguada, con cuya ocasión le ocurrió a su Capitán Parga incomodar a los insurgentes, y al efecto formó y despachó al Huasco el siguiente oficio:

<& A HREF ="0,1205,SCID%253D13727%2526ISID%253D405%2526PRT%253D13704,00.html#" />Oficio al Subdelegado del Partido del Huasco

53. TURBACIÓN EN EL GOBIERNO. Comunicado al Gobierno con extraordinaria celeridad el escrito precedente, produjo tal turbación y confusión, que se convirtió el teatro de glorias y triunfos en un laberinto de cuidados y temores, tomando tantas y tan atropelladas providencias como si realmente sucediera lo que Parga anuncia en su papel.

Se despacharon tropas a Valparaíso y a sus costas; se reunieron las milicias de los diferentes partidos más inmediatos a los puntos amenazados, y se omitió la remisión de varios destacamentos destinados al refuerzo del ejército del Sud que se estaba preparando para el ataque de Chillán.

Todos estos buenos efectos surtió el oportuno y sagaz ardid de Parga, y el Gobierno para sosegar al pueblo turbado y para disimular sus sobresaltos mandó publicar la proclama siguiente:

54. EL CLERO REALISTA Y LAS JERARQUÍAS ECLESIÁSTICAS INSURGENTES. En medio de tantas agitaciones, no se desistía de contener y perseguir a los que sostenían con su opinión y conducta, aunque disimulada y oculta, la justicia de la buena causa, y particularmente a los eclesiásticos cuyo mayor número siempre se conservó fiel y constante al Rey y a su obligación; pero como a fuerza de intrigas y de violencias del Gobierno se hallaban ocupadas las prelacías tanto seculares como regulares, por los sujetos más ineptos y adictos al sistema revolucionario, se veían obligados los buenos a sufrir los desprecios y ultrajes más humillantes inferidos por los malos dominantes.

El tono y expresiones con que se explica el papel siguiente publicado en el periódico ministerial, indica algo de lo que acabo de escribir.

55. ¿QUIÉN ERA FRETES? LOS SACERDOTES AGENTES DE LA INDEPENDENCIA FUERON FAVORECIDOS POR EL REY. Este Provisor, hechura del Obispo Auxiliar y semejante a él, había conseguido la canonjía en la Corte por los mismos medios que Su Ilustrísima la mitra, y es digno de notarse en este lugar que los principales agentes y protectores de la independencia y libertad, han sido los más favorecidos y premiados por el Rey y más particularmente aquéllos que por sus pretensiones, habían residido en Madrid algún tiempo, sin embargo de que todos consiguieron lo que pretendían sin mérito al parecer de los que aquí bien los conocían.

56. LOS MALOS AMERICANOS FAVORECIDOS POR LA CORTE. RESPONSABILIDAD DE ÉSTOS EN LA REVOLUCIÓN. De esta clase y cualidades eran los eclesiásticos de este Ilustre Cabildo que más se declararon contra el Rey y la nación, añadiendo su enorme ingratitud a todas las demás cualidades de su mala conducta.

Esta misma nota hemos observado generalmente en todos los principales revolucionarios de este reino, y oigo decir que ha sucedido igualmente en las demás provincias revolucionadas de América tanto civiles como militares, cuyo catálogo era fácil poner a la vista para desengaño del supremo gobierno de la Corte.

Es necesario persuadir al Rey y a su Gobierno, que no ha influido en la sublevación de América la divulgada y especiosa causa de ser desatendidos y postergados en los empleos y premios los americanos; sino que el mal consiste y consistirá siempre que prosiga el mismo mal método en colocar y premiar tanto a los americanos como a los europeos que tienen más poder y arte para presentarse en la corte o personalmente, o por medio de apoderados, cargados de papelones y folletos, al mismo tiempo que de dinero, y como no hay cosa más fácil ni común que abultar y fingir méritos y talentos por medio de informes y recomendaciones, ni más difícil que discernir los verdaderos de los falsos en una distancia tan enorme, sucede que regularmente recaen las dignidades y gracias, sobre los indignos y malos.

Esta es la verdadera causa del mal estado de América, y ésta la que nos ha puesto a la vista el desengaño en esta materia.

57. EL CASO DE CHILE. En este reino al tiempo de la revolución obtenían la mayor y mejor parte de los empleos eclesiásticos y civiles, los mismos hijos del país, y parecía natural que los agraciados fueran los principales defensores de aquel Gobierno que los distinguió y premió con preferencia a sus conciudadanos; pero a pesar de esta reflexión hemos visto que éstos fueron los corifeos y antagonistas de la revolución.

¿Y qué remedió a este mal?

Dije lo que se me alcanzó libremente animado del deseo de acierto y del bien de la nación y de estas Américas.

Por principio indubitable, el premio debe seguir al mérito y todo Gobierno está obligado a observarlo escrupulosamente.

58. REFLEXIONES SOBRE EL RECONOCIMIENTO DEL MÉRITO. De este principio se infiere otro y es, que el mérito no puede ser premiado sin ser antes conocido; a esto se sigue que para conocerlo, es necesario servirse de las reglas que más seguramente guíen a este conocimiento.

Estas reglas son notorias o deben serlo a los proveedores de empleos bajo la pena de ineptos y responsables de incalculables males.

Pues bien, si esto es así ¿cómo serán buenas y seguras reglas para adquirir conocimiento del mérito de los sujetos unas relaciones hechas por los mismos pretendientes, apoyados por otras personas, o sin libertad para repugnar los informes que se les proponen, o sobornadas de mil modos, o apasionadas por otros mil motivos, o, en fin, tan culpables como poco verídicas?

Señor: todo pretendiente, sea sospechoso de ambición, y por este vicio sea postergado y témase el engaño que regularmente va oculto entre los artificios y sumisiones de esta clase de personas.

El verdadero mérito siempre es circunspecto, cobarde para pretender, retirado, desconocido aún del mismo poseedor, enemigo de adulación, de ambición y de ostentación.

De estos principios y verdades se infiere que, las personas han de ser buscadas y elegidas para los empleos, por los que están obligados a proveerlos, y no, por el contrario, los sujetos han de buscar, elegir y pretender, porque esto es trastornar y pervertir las reglas del acierto.

59. LAS QUEJAS DE LOS AMERICANOS; TRIUNFO DE LOS AUDACES Y NO DE LOS BENEMÉRITOS. Los americanos verdaderamente se quejan de la mala distribución de los premios, no de la falta ni escasez de éstos, pues en realidad están satisfechos en esta parte con la evidencia tan notoria.

Pero la experiencia diaria los tiene convencidos y descontentos, viendo que sólo son premiados y empleados los que tienen más medios de presentarse en España, en los términos y en las cualidades arriba expresados, al mismo tiempo que los verdaderos beneméritos quedan olvidados y arrinconados, porque carecen de dichos arbitrios; o lo más regular, porque carecen de ambición.

Para remediar este mal téngase noticia anticipada y reservada de las personas idóneas y capaces que existan en estas provincias, y cuando ocurran las vacantes consúltense y atiéndanse estas relaciones, sin que tengan parte ni aún noticia los interesados, pues aunque ni de este modo se pueda evitar absolutamente todo error, pero será sin duda muy común el acierto.

La inobservancia de estas máximas y la costumbre ordinaria en la provisión de toda clase de empleos para la América, ha sido la causa originaria y principal de las revoluciones actuales y lo será de su total ruina si no se pone remedio.

60. MI EXPERIENCIA EN 31 AÑOS. REFLEXIONES. Pudiera escribir un largo tratado sobre esta materia con sólo lo que he visto en 31 años que resido en este reino, y formar una serie tan monstruosa como verdadera de sujetos mal empleados y premiados por las razones dichas.

Referiré un solo caso por muy notable, omitiendo centenares.

Una casualidad me obligó a oír la misa de un sacerdote de tan pocas letras que no podía juntarlas ni pronunciarlas en las palabras más comunes y trilladas del Misal, y mucho menos entender lo que significaban por propia confesión; de lo que escandalizado y admirado pregunté, ¿cómo se consentía tal desorden, siendo tan notoriamente inepto?

Pero luego creció mi admiración viéndolo Obispo y sabiendo que los informes que fueron a la Corte para pretender la mitra, fueron tan falsos como bien apoyados por un deudo poderoso que tenía en ella.

Pero basta para disgresión y caso ajeno de esta especie de escrito, aunque tan necesario por su importancia.

61. PREPARATIVOS DE CARRERA PARA ASEDIAR CHILLÁN. El General Carrera, residente en Concepción, no cesaba, según hemos visto, de prometer la pronta y fácil rendición de Chillán, a pesar de que sus muchos preparativos y tardanza indicaban más temor y dificultad de la que aparentaba en sus escritos, pues entre muchos otros aparatos traía de aquella ciudad dos cañones de a 24, y pidió de la capital otros dos de 18, como si Chillán fuera un pueblo amurallado o tuviera alguna ciudadela inexpugnable.

Con fecha 20 de junio escribía a su Gobierno en los siguientes términos:

Ya se acercan las tropas de la patria para destruir a los últimos piratas.
La división de observación al mando del Coronel O'Higgins, se situará el lunes 21 en el Diguillín, que dista ocho leguas de Chillán.
La división del centro está sobre el Itata.
La de esta ciudad y la artillería de batir está en marcha, y lo mismo sucede con las de San Carlos y Talca.
En toda la próxima semana estaremos sobre Chillán, y a mediados de la siguiente serán concluidos nuestros trabajos”.

62. SE DECRETA LA LIBERTAD DE IMPRENTA. Con fecha 23 de junio de 1813, decretó y publicó el Gobierno la libertad de imprenta, explicada en un reglamento que consta de diez artículos, según se ve en El Monitor número 35; pero dicha libertad sólo se concedía y se usaba para establecer errores políticos y morales, y para apoyarlos con otros mayores y escandalosos, oprimiendo de tal modo a la verdad y a la justicia que cualquiera proposición o palabra pronunciada en defensa de dichas virtudes tenía que sufrir la pena y censura del delito Lesa Patria (impuesta nueva y propiamente en el sentido que la palabra lesura es entendida en Chile), con cuyo arbitrio triunfaba el engaño a banderas desplegadas.

Se conocerá esta libertad cotejándola con la providencia que a los pocos días publicó y mandó el Gobierno, que es la siguiente:

Fueran vanas cualesquiera reflexiones sobre la conducta del insurgente Gobierno, y los hechos referidos con sencillez hablan al lector mejor lenguaje.

63. CARRERA SE SITÚA EN COYANCO, A DOS LEGUAS DE CHILLÁN. Proseguía Carrera por estos días en sus promesas de extinguir a Chillán, dilatando los tiempos y falsificándolas con varias elusiones.

El 20 de junio asegura que no pasará la semana sin concluir la campaña, y con fecha 8 de éste repite que lo cumplirá sin falta en la inmediata; pero sin embargo de tantas seguridades no reunió su ejército ni se acercó a Chillán hasta el 15, que con su numeroso y poderoso ejército, se acampó en una altura distante dos leguas de aquella ciudad, en el lugar llamado Coyanco.

Aquí pasó revista a sus tropas, y no habiendo llegado aún los socorros enviados de la capital, detenidos en Talca por temor a las guerrillas de Chillán, se puso en viaje para aquella ciudad, dejando orden a su ejército no se moviese de aquella fuerte posición hasta su regreso.

64. ÉXITO DE LAS GUERRILLAS DE SÁNCHEZ. El General Sánchez, a quien Carrera por su impericia en el arte de la guerra, había dado tanto tiempo para disponerse y fortificarse, lo empleó perfectamente en reclutar, aumentar y organizar sus tropas, acostumbrándolas a la pelea con el enemigo por medio de las guerrillas, que mandadas por buenos oficiales siempre regresaban victoriosas y cargadas de botín, vacas, caballos, equipajes, armas, municiones y de muchos prisioneros, teniendo tan aterrados a los enemigos que jamás se atrevían a separarse de su atrincherado campo.

65. FORTIFICACIONES DE CHILLÁN. A pesar de la total falta de recursos y de dinero, se trabajó mucho en Chillán y habilitó el fuerte de San Bartolomé con tanto acierto y conocimiento de su autor y director el Coronel Comandante de artillería don José Berganza, como lo demostrará dentro de pocos días el feliz éxito de su inmortal defensa, calculada de antemano en fuerza de su talento y experiencia militar.

Conoció desde luego que aquel punto debía ser el del ataque del enemigo, y no se engañó pues era imposible defender todas las avenidas de una ciudad situada en una grande y extendida llanura con un puñado de gente enferma, desnuda y mal pagada, pues sólo se daban dos pesos mensuales al soldado y diez al oficial sin distinción de grados.

66. CUALIDADES MORALES DE SÁNCHEZ. LOS INTENTOS DE SOBORNO A SUS SOLDADOS. Pero, a mi parecer, una de las partes más esenciales del mérito de Sánchez, y más desconocida, siempre consistirá en saber conservar la fidelidad, unión, entusiasmo y valor de su ejército en tan críticas circunstancias, opuestas por su naturaleza a producir estos efectos.

Los soldados de Sánchez eran continuamente solicitados por los insurgentes con infinidad de promesas y premios, poniendo estos peligros en tanta aprensión al General, que casi más cuidado le daba su propio ejército que el enemigo y tuvo que disimular en estos días, como si la ignorara la controvertida opinión de un complot de algunos de sus cobardes oficiales que meditaban la ignominia de las armas del Rey.

No contaminó tan infame conducta a los soldados que idólatras del valor y constancia de su general, sólo deseaban llegar a las manos y destruir al enemigo en campaña rasa, aún antes que se acercase a la ciudad.

Así lo tenía ideado Sánchez si, como era regular, el ejército contrario hubiera bloqueado por diferentes puntos a la ciudad, pero no dio ocasión al proyecto la precaución y temor de Carrera que no se atrevió a desmembrarlo ni dividirlo, y aún con todo él reunido procuraba acampar en lugares fuertes.

67. REFUERZOS DE TALCA PARA CARRERA. En este estado y durante la ausencia de Carrera salieron algunas partidas de Chillán a reconocer y provocar al enemigo que en algunas ligeras escaramuzas fue siempre escarmentado y obligado a replegarse a su campamento, hasta que el día 26 de julio llegó su General conduciendo un buen refuerzo de tropas con dos culebrinas de 18, cuyo suceso fue celebrado con salva general del ejército que sirvió de aviso a Sánchez.

68. CARRERA SOBRE CHILLÁN. CORRESPONDENCIA ENTRE EL GENERAL INSURGENTE Y EL GENERAL REAL. Sin perder un instante movió su campo Carrera aquella misma noche y amaneció con él sobre Chillán, posesionándose de una mediana altura sita al noroeste de la ciudad y distante un tiro de cañón.

Envió en el mismo día un oficial parlamentario para tratar verbalmente con Sánchez, pero negándose éste a la entrevista, se le contestó que se entendería por oficios; en cuya virtud se presentó al día siguiente el mismo parlamentario conduciendo los oficios siguientes:

Este segundo oficio al Cabildo lo remitió el Coronel Sánchez acompañado del siguiente:

Estos papeles fueron contestados inmediatamente por el Cabildo y por Sánchez en la forma que sigue:

69. SE DA COMIENZO AL SITIO. El 29 evacuadas dichas inútiles diligencias, ya tenía Carrera dispuesta la batería principal constante de dos cañones de a 24 y otros dos de a 18, en una pequeña loma que dista 1.600 varas de la ciudad, y todo su poderoso ejército acampado a retaguardia y en mucha parte avanzado al pie de una cuchilla sita al costado izquierdo del norte de su batería, con cuya posición cubría y cerraba enteramente todo el boquete o valle ocupado, quedando sus dos flancos defendidos por dos lagunas o pajonales pantanosos e intransitables.

A las tres de la tarde se rompió el fuego muy vivo de cañón, que fue contestado por el castillo de San Bartolomé con tanto acierto y energía que bien pronto se vio al enemigo arrancar sus tiendas y replegarse sobre su retaguardia, dejando algunos muertos al pie de la cuchilla que abandonó.

70. LAS ACCIONES DESARROLLADAS EL DÍA 3 DE AGOSTO. Siguió el sitio (si así se puede llamar) sin cosa notable hasta el 3 de agosto, cuya precedente noche viendo Carrera que sus cañones nada obraban contra la ciudad ni el castillo avanzó una batería y la fortificó y colocó encima de la cuchilla, 800 varas distantes de los edificios, fortificada con un foso y la dio comunicación con su campo por medio de un camino encubierto, operación trabajosa que no pudo ejecutar sin alguna pérdida de los suyos, a quienes no cesó de ofender San Bartolomé aquella faena.

Conoció Sánchez el daño que podía causarle la batería avanzada, y a las 7 de la mañana destacó al valeroso Elorriaga con 80 hombres chilotes y valdivianos, los que precedidos y alentados de su intrépido jefe, avanzaron y atacaron a cuerpo descubierto sobre las trincheras con tanto ardor que se vio Carrera obligado a poner en movimiento todo su ejército para contenerlos, lo que visto por Sánchez y que un cuerpo de caballería tenía ya casi cortado a Elorriaga, mandó tocar retirada.

Ejecutóla éste con buen orden protegido de dos cañones que Sánchez tenía bien colocados para el caso; pero, no se retiró sin haber hecho grande estrago, pues les mató en el fortín de la batería cuarenta hombres y dejó mayor número de heridos, contándose entre los primeros el Sargento Mayor de artillería don Hipólito Oller, el bravo Capitán de la misma arma don Joaquín Gamero y don Juan José Ureta, Capitán de Milicias, sin más pérdida de parte de Elorriaga que dos muertos y seis heridos.

Entrada la partida en la ciudad y seguida con mucho ardor de los insurgentes, se introdujeron éstos en las calles y luego empezaron a saquear y pegar fuego a muchas casas.

Lo que visto por Sánchez destacó varias partidas por diferentes puntos de los arrabales, las que tomando las salidas y cortando enteramente la retirada a los incendiarios, fueron éstos víctimas del furor de los chilotes y de los mismos habitantes, sin que evitasen la fatal suerte otros que estaban bien montados.

No tuvo fin con lo hecho el terrible día tres, porque aún no satisfecho Sánchez con las ventajas conseguidas y viendo que sus soldados ardían en deseos de castigar a los insurgentes, a las 4 de la tarde repitió segunda salida por el paraje llamado el Tejar al norte de la ciudad.

Esto fue ejecutado por el batallón de Valdivia al mando de su impertérrito y valeroso Coronel don Lucas de Molina, quien para llamar la atención del enemigo se dirigió como amenazando atacarle por su flanco izquierdo, lo cual observado por Carrera, destinó una columna de cuatrocientos caballos que, formados en batalla, se interpusieron protegidos de sus baterías para contener a los valdivianos.

Estos nada embarazados con esta medida cargaron sobre la caballería, y en pocos minutos la estrecharon contra el pajonal pantanoso y la obligaron a precipitarse en desordenada fuga, la que les fue difícil y ruinosa, porque la mayor parte que quiso reunirse a su centro por el frente, se vio precisada a sufrir el fuego de la artillería de la plaza en cuyo tránsito perecieron muchos, y la restante que fugó para la campaña, se dispersó enteramente sin volver jamás a su campo.

En este momento se presentó un fuerte destacamento de infantería para socorrer a los ya desbaratados jinetes, lo cual visto por Molina avanzó rápidamente sobre él y se trabó de este modo la más reñida pelea.

Esta se enardeció cada instante más porque ambas partidas eran defendidas y ofensivas de sus respectivas baterías de artillería y en esta forma siguió indeciso y obstinado el combate, hasta que un accidente imprevisto y favorable a Molina, le dio la victoria y lo dejó dueño del campo.

Fue éste que en lo más ardiente de la acción, reventó uno de los cañones de a 24, y al mismo tiempo se incendió el repuesto de pólvora y municiones que los insurgentes tenían en uno de sus castillejos, con tanto estrago de su guarnición que en un instante se mudó el teatro volviendo la espalda los enemigos de Molina y reuniéndose a su campo.

Este aprovechándose de la ocasión se dejó caer sobre el fortín incendiado, pero a pesar de su viva diligencia lo halló a su llegada nuevamente municionado y guarnecido con algunas compañías de granaderos, con quienes emprendió de nuevo otra encarnizada disputa que duró hasta obscurecida la noche.

Mandó Sánchez tocar retirada al victorioso Molina, que entró con buen orden en Chillán sin ser perseguido del enemigo.

71. RESULTADOS DE LAS ACCIONES DEL DÍA 3 DE AGOSTO. Este fin tuvo el día 3 de agosto, funesto y aciago para los insurgentes, pues en él perdieron más de 150 hombres muertos, entre ellos un Sargento Mayor, dos capitanes y dos tenientes con mayor número de heridos, entre quienes se contaba el Comandante de Granaderos con otros oficiales de mayor graduación al mismo tiempo que la total pérdida de Sánchez se redujo a 8 hombres muertos y algunos más heridos.

Sólo los jefes Carrera con su ministro y consejero de guerra Mr. Poinsett, Cónsul de los Estados Unidos quedaron ilesos de las balas, porque se conservaron fuera de su alcance y de peligro en el Cuarto de Salud.

72. SUCESOS DE LOS DÍAS 4 A 6 DE AGOSTO. El día 4 siguió el fuego ordinario de las mutuas baterías y algún tiroteo de fusil, y sólo ocurrió de notable la interpresa del Capitán don Mariano Cañizares, quien destinado por Sánchez a interceptar un convoy de municiones y pertrechos que la Junta de Concepción remitía a Carrera, lo sorprendió en el pasaje del río Itata y aprisionando toda su escolta y 48 cargas de balas de todos calibres, con muchos cajones de piedras de chispa, lanzafuegos y otros utensilios, los condujo a Chillán, dejando sumergidos en el río los menos útiles y embarazosos.

No fue poco sensible este golpe al enemigo porque estaba ya falto y necesitado de dichos artículos que tampoco estaban de sobra en Chillán.

Día 5. Al amanecer del día 5 fue avisado Sánchez por la avanzada que el enemigo, dividido en muchas partidas, marchaba acercándose a los arrabales con preparativos incendiarios, y en el momento destacó doscientos cuarenta hombres, mandados por el famoso Coronel don Lucas Molina, cuya sola presencia bastó para poner en fuga al insurgente, obligándolo a retroceder sobre su campamento.

En vista de está cobardía, determinó Molina con orden de su General, atacar a fusil y a la bayoneta la batería más avanzada y bien fortificada del enemigo, lo que iba ejecutando con suma intrepidez y acierto cuando a distancia de un tiro de pistola de la trinchera una bala en la cabeza le quitó la vida y el mejor soldado al ejército del Rey.

Este incidente que pudiera producir fatales consecuencias acusó, por el contrario, efectos favorables, porque inflamados los soldados con el dolor de la pérdida de su idolatrado Comandante y como frenéticos con el deseo de vengar su muerte, sostuvieron como leones el ataque haciendo gran destrozo y carnicería en el enemigo, que a vista del arrojo de Molina cargó con todas sus fuerzas a defender el atacado punto.

En este estado se mantenía el destacamento defendiéndose obstinadamente contra todo el poder contrario sin ceder un punto ni querer retirarse; lo cual visto por Sánchez destacó varias partidas para reforzarlo, con cuyo auxilio se empeñaba más y más el referido combate; hasta que observando que los movimientos del enemigo se dirigían a introducirse en la ciudad, con esta ocasión hizo todo esfuerzo Sánchez para reunir su gente y se replegó ordenadamente a la plaza.

Siguieron, en efecto, y se introdujeron por varios puntos y calles de la ciudad los enemigos repitiendo la escena del día tres, incendiando y robando varias casas; pero también Sánchez repitió la misma providencia destacando muchas partidas de chilotes por los puntos atacados, los cuales ayudados de paisanaje y vecindario, cooperando aún los niños y las mujeres obraron con tal valor, que pocos o casi ninguno de los que pisaron las calles quedó con vida, a excepción de 27 prisioneros incluso en ellos un Capitán, que se rindieron y frieron perdonados a ruegos del oficial don Cipriano Molina que los aprisionó y defendió del furor del soldado y de los populares.

No he podido calcular ni aún por mayor el número de muertos que de ambas partes hubieron [sic] este día, porque los dos generales lo pasan en silencio en sus detalles, pero por relación conteste de muchos y fidedignos testigos de vista y acción, consta que excedió al del día 3.

Día 6. El día 6 se presentó en Chillán un parlamentario de Carrera con un oficio hablando a Sánchez en estos términos:

73. POSIBLE ARREGLO CON CARRERA. El parlamentario don Raimundo Sesé, conductor del precedente oficio, comunicó verbalmente a Sánchez que sería posible algún acomodo con Carrera, y por si éste se podía verificar, honroso y decente a las armas del Rey y para dar satisfacción a todos de que su ánimo estaba preparado para la paz, envió el General Sánchez a su Secretario y Vicario del ejército el Reverendo Padre Fray Juan Almirall, misionero, para que, como instruido en su modo de pensar, tratase y conferenciase lo perteneciente a la materia.

En nada pudieron convenirse en la conferencia que duró dos horas, porque la arrogancia de Carrera sólo concedía al ejército del Rey seguridad y auxilio para retirarse del reino y entregar las armas antes de salir de él; y el Padre Almirall no le ofrecía otro partido por parte de Sánchez al Ejército de Chile, sino retirarse al otro lado del Maule, dejándole la entera posesión de la provincia de Concepción, en cuyo caso concedía un armisticio de seis meses para que los dos gobiernos de Chile y Lima tratasen de convenio a cuyo resultado se sometería. (No faltaron oficiales de Sánchez que admitían el partido ofrecido por Carrera: Pinuel, Ballesteros, etc.)[6].

Este fin tuvo la tentativa del día seis prosiguiendo el sitio desde el punto que se conoció la nulidad de la paz.

74. SUCESOS DE LOS DÍAS 7 AL 10. El día siete determinó Sánchez molestar al enemigo que ya lo consideraba débil y convencido de su impotencia, y a las tres de la mañana destacó al Coronel don Luis Urrejola con cien hombres, para que, fingiendo una alarma por su retaguardia, introdujese, si era posible, el temor y la confusión.

Este dividió su fuerza en tres partidas y atacando con ellas, otros tantos puntos, logró sorprender a ocho centinelas avanzados, recorrió todas las casas inmediatas al campamento haciendo prisioneros gran número de soldados y milicianos que bien descuidados se hallaban en ellas; y, por último, rompió el fuego por diferentes partes, causando tal desorden y confusión al enemigo que éste llegó a creer se hallaba rodeado de todo el ejército de Chillán.

Olate salió hacia el río Chillán y Quintanilla hacia Ñuble.

Así lo dieron a entender los efectos, porque en el instante fueron desamparadas las dos baterías más avanzadas de Carrera, después de quemar sus trincheras, replegándose sus guarniciones sobre el centro de su ejército precipitadamente.

Urrejola, causado el daño posible, se retiró a la ciudad convoyando muchos caballos, mulas, armas, municiones y muchos víveres.

Día 8. El día ocho se observaron señales de querer retirarse el enemigo; y, en efecto, aprovechándose de la oscuridad de la noche que precedió al nueve, se retiró al cerro de Coyanco, dos leguas distantes de la ciudad.

Día 9. El nueve, vista la retirada de los insurgentes, salieron los soldados de Sánchez al campamento desocupado del [por] enemigo y en él hallaron muchas municiones y víveres, cañones inutilizados y otros varios útiles, que todos fueron conducidos a la ciudad.

Allí se veían multitud de recientes sepulcros que manifestaban el grande estrago que había sufrido el infeliz sitiador y muchos de ellos tan superficiales y mal cubiertos que aparecían a la vista los estropeados cadáveres sirviendo de pasto a las aves y animales carnívoros.

día 10. El día diez dispuso Sánchez una fuerte división de ochocientos fusileros, cien Dragones y trescientos milicianos al mando del Mayor General don Julián Pinuel, con orden expresa de atacar al enemigo en la posición que lo alcanzase, seguro de su vencimiento, pues le constaba que toda la fuerza de Carrera no excedía de seiscientos fusiles y pocos más milicianos, por habérseles dispersaron y perecido casi toda su gente en las acciones del sitio.

75. SE INTIMA RENDICIÓN A CARRERA. Al amanecer, se halló Pinuel media legua del enemigo y no pudiendo reconocer su verdadera posición a causa de una oscura niebla, hizo alto con su división enviando a Carrera un parlamentario con quien le intimaba la rendición.

Este aviso salvó a Carrera y lo aprovechó para prevenirse ocupando la fuerte posición del cerro, a cuyo efecto detuvo al parlamentario más de dos horas, respondiendo con mucha arrogancia al oficio de Pinuel.

Este, informado del oficial parlamentario no quiso arriesgar la acción y se regresó a Chillán con general disgusto y cólera de los soldados que clamaban por batir al enemigo, y por el desacierto de no haberlo atacado sin preceder intimación alguna.

76. CONDUCTA DE SÁNCHEZ: EXPLICACIÓN DE ELLA. Pinuel regresó a Chillán con su división, padeciendo la general censura de demasiado circunspecto (hablando modestamente); y aún Sánchez la sufre hasta ahora, por no haber destinado a un Elorriaga u otro semejante, que acaso hubiera convertido la oscuridad de la niebla en oportuna coyuntura para acometer de sorpresa, omitiendo dar parte de su llegada al enemigo, y desbaratándolo antes que lo supiese.

Pero el General se disculpa con la ordinaria etiqueta y ceremonial de conservar el orden de graduaciones, según la cual correspondía a Pinuel el mando de la división.

Ojalá se pospusieran estos respetos a la verdadera utilidad y honor de las armas y se ahorraría el vano dolor de perdidas las mejores acciones.

77. DÍA 11. ENTRAN EN CHILLÁN LOS PRISIONEROS DE CARRERA DETENIDOS EN FLORIDA. CAÍDA DE ESTA VILLA. El día once a las nueve de la mañana entraron en Chillán más de ochenta nobles prisioneros, entre ellos diecisiete sacerdotes de todas clases y jerarquías, canónigos, prelados regulares, curas, etc., que Carrera tenía desterrados y presos en el lugar de la Florida, por adictos a la causa del Rey.

Fueron libertados y conducidos por el Capitán don Mariano Cañizares, quien destinado para el efecto con 27 hombres, cayó como un rayo sobre aquella población al amanecer del día diez y sorprendiendo la guarnición de 30 hombres que los custodiaban, aprisionó al Juez y a otros varios insurgentes, causando tal temor y conmoción en aquellos lugares inmediatos, y hasta en la Concepción, que no dudaban asegurar los fugados de la Florida ser quinientos chilotes los que la habían sorprendido.

Esta falsa noticia se les hacía creíble considerando la distancia de quince leguas que a retaguardia del ejército de Carrera se hallaba aquel lugar, a donde juzgaban no podía internarse sin mucha fuerza, y produjo el buen efecto de hacer retroceder y dispersarse enteramente un destacamento de doscientos hombres de fusil, que el Comandante insurgente don Francisco Calderón, traía de repuesto para el ejército de Carrera y sólo distaba ya ocho leguas de la Florida.

78. EL EJÉRCITO INSURGENTE SE RETIRA DE COYANCO. NO ES PERSEGUIDO POR EL REALISTA. En el mismo día once prosiguió su retirada el ejército de Coyanco sin ser perseguido del de Chillán, por la escasez y mal estado de caballos y también por el sumo cansancio de las tropas fatigadas con el continuado trabajo y desvelo que habían sufrido los trece días anteriores.

79. REFLEXIONES SOBRE ESTA CAMPAÑA. INCIDENTES DE ESTADO. Aquí suspenderemos por un breve rato la narración de las operaciones ulteriores militares de ambos ejércitos e interpondremos algunas reflexiones sobre lo pasado, refiriendo también varios incidentes de Estado que concurrieron en este tiempo.

El intempestivo sitio de Chillán fue tan mal meditado como ejecutado por Carrera, quien no debía esperar otro resultado que la ruina que experimentó de su ejército si atendiera tanto a la razón como a su infundada presunción.

En primer lugar, a juicio de inteligentes debió seguir a Sánchez desde San Carlos y aún haberle cortado la retirada a Chillán en el oportunísimo pasaje del río Ñuble, y ya que perdió esta ocasión, haberlo bloqueado al día siguiente en el mismo pueblo, sin darle tiempo a reforzarse y fortificarse, pues en el mismo hecho se hacía dueño de Concepción y Talcahuano, puntos indefensos que con cien hombres sobraban para tomarlos y aun la misma gente de la ciudad tan adicta al sistema revolucionario era suficiente sin distraer la fuerza de su ejército.

Ningún jefe de guerra debe ignorar que vencido el enemigo en lo principal de su fuerza, se hace dueño de todo lo accesorio, así como el que corta un árbol por el tronco destruye y se apodera de todas las ramas que de él dependen.

En segundo lugar, perdida la ocasión primera, por considerarse Carrera inferior en calidad de fuerzas, debió esperar la primavera para volver sobre Chillán, aumentando y disciplinando su ejército en cuarteles de invierno, en cuya estación tan incómoda y lluviosa en aquel país y particularmente aquel año, era imposible seguir la campaña con unas tropas bisoñas y desacostumbradas a tanta fatiga.

Esta sola inconsideración le hizo perder más gente que la que pereció a manos del enemigo, padeciendo tanto en el viaje repetido de Concepción e igualmente que en los campamentos, que los soldados, sin distinción de personas, estaban continuamente mojados y atollados hasta la rodilla en el barro, sin tener un palmo de tierra seca en que recostarse.

De aquí resultaron las enfermedades y deserción tan general que no le quedó en tan poco tiempo la sexta parte de su ejército, añadiendo a esto la inmensa pérdida de cabalgaduras, confesando él mismo que no bajó de seis mil caballos el número perdido en aquel invierno.

Consta por documentos fidedignos que Carrera empleó en el sitio 2.500 hombres de fusil; 500 ó mil de milicias montadas, 30 cañones de artillería de todos calibres; y que tiró a la ciudad en los once días de asedio, más de 600 balas de a 18 y 24, con innumerables de menos clase; ni se olvidó de echar palanquetas y bala roja, sin más resulta que una niña y un soldado muertos por su artillería con unos diez o doce forados en otras tantas casas, que, como son de adobe no recibían otro daño, sin embargo de estar las baterías a medio tiro.

De aquí se infiere el mal servicio de esta arma y en proporción de todas las demás, conocimiento que no se debía ocultar a un General.

La fuerza con que se defendió Sánchez constaba de 1.000 fusileros veteranos de los cuerpos de Chiloé y Valdivia, 300 reclutas agregados de la Provincia, 200 artilleros de excelente servicio y aptitud y también valdivianos y chilotes con 30 cañones desde el calibre de a 2 hasta el de a 8.

Gozaba éste las ventajas de estar acuartelado el ejército en edificios cómodos, asistido el soldado con abundantes víveres, hospitales y servicio del vecindario: defendida la ciudad con el fuerte de San Bartolomé algo avanzado al encuentro del enemigo y fortificado el cuadro de la plaza con fosos y parapetos capaces de resistir a cuadruplicadas fuerzas de la calidad de las enemigas.

Todas estas circunstancias que no debían, ocultarse a Carrera y su gran Consejo de Guerra compuesto del Cónsul bostonés, el irlandés e ingeniero Mackenna, el rebelde Spano, con los demás jefes y consultores perpetuarán la memoria de la necia conducta y el temerario empeño de los chilenos tan orgullosos en la menor prosperidad, como abatidos y faltos de consejo en la desgracia.

A Sánchez por el contrario no se le notó otro defecto que la condescendencia en la elección de jefe para la división que mandó Pinuel, en la que se juzga perdió la ocasión de coronar su defensa con la total destrucción de su enemigo.

80. SILENCIO EN LA CAPITAL ANTE EL DESASTRE. En la capital por estos días del ataque de Chillán, observábamos el riguroso silencio del vocinglero Monitor Araucano ocupándose sólo en copiar las noticias extranjeras que más aludían a la pérdida inevitable de España y anunciando la formación del Instituto Nacional chileno con otras cosas de menos entidad, desentendiéndose enteramente del estado del ejército, pues no comunicó su General la menor noticia desde el 25 de julio hasta el 6 de agosto en que avisa muy superficialmente de lo ocurrido el día 5, en un tono lisonjero, al mismo tiempo que por cartas de particulares y por innumerables desertores del campo, sabíamos las desgraciadas acciones y muertes de muchas personas de distinción y de toda clase que cubrían de luto a las familias.

81. LAS COMUNICACIONES DE CARRERA SOBRE EL SITIO DE CHILLÁN. Estas fueron mermando con la Junta a medida que la campaña del sitio de Chillán se hacía más tensa, más difícil y obstinada para sus armas. Los oficios llenos de auspiciosas victorias disminuyen y ya no son tan arrogantes. En el Monitor pueden leerse estos oficios y éstos son, desde el 8 de junio hasta el 6 de agosto los que se copian.

En el del día 8 de junio da cuenta del apresamiento de la fragata La Thomas, y éste se ha insertado en otra parte.

En el Monitor Nº 51, del martes 3 de agosto, apareció el párrafo siguiente con una parte de un oficio de Carrera de fecha 25 de julio, con el título que sigue:

Noticias del Ejército Restaurador
25 de julio de 1813.
El General en jefe dice al Gobierno en su oficio de 25 de julio, dado en el campo de Chillán, lo siguiente: Ya estamos en vísperas de acabar con la gavilla de piratas, que se muestra aún tenaz. Hoy han llegado los cañones de 24; mañana, si el tiempo lo permite, avanzaremos nuestra línea, y pasado mañana tal vez tendré la satisfacción de anunciar a V. E. la total tranquilidad del Estado. No ocurre novedad particular.
Las guerrillas burlan al enemigo diariamente, y aún se entran a la población. El entusiasmo del ejército se aumenta con los trabajos. Valen muchos los soldados chilenos.
Sólo tenemos 20 enfermos en el hospital, y muy bien asistidos.
El día 5 de agosto volvía a dirigirse a la junta en estos términos:

El 6 de agosto, oficia nuevamente a la junta en los términos siguientes:

82. NOTICIAS DEL EJÉRCITO. Con el nombre otra vez de Noticias del Ejército Restaurador, se habla de que se han recibido informes sobre la situación de las tropas en Chillán el día 16 de agosto, las que publica el Monitor en el Nº 59 del martes 24 de agosto. Dicen estas noticias lo que sigue:

“Con fecha 16 del corriente se acaban de recibir noticias del General del Ejército Restaurador, en que avisa que nuestras tropas se mantienen sin novedad; que por la urgencia del tiempo no detalla las gloriosas acciones que se han practicado en aquella campaña, y que espera que dentro de un mes se mejore la extraordinaria rigidez de la estación para concluir la toma de Chillán, estrechando el sitio en sus inmediaciones”.

Levantado el sitio de Chillán no se dio tampoco al público noticia alguna oficial del Gobierno ni del General, y sólo para satisfacer y aquietar el descontento del pueblo, insertó el Editor, un lánguido párrafo en que decía haberse visto precisado el ejército de la patria a retirarse de Chillán, por lo riguroso de la estación y por no destruir una ciudad del Estado; convincentes razones que no se pudieron prever antes de emprender el sitio; pero que todos las rechazaban con el sabido refrán de la zorra: de cualquier modo están crudas.

El lánguido párrafo que insertó el Editor del Monitor en el Nº 60 del jueves 26 de agosto, lo concebía en estos términos para aquietar el descontento:

83. DESTIERROS Y FUSILAMIENTOS ORDENADOS POR LOS PATRIOTAS. CONSPIRACIÓN DE EZEIZA EN ACONCAGUA. El 19 del corriente agosto fueron pasados por las armas en la villa de Aconcagua don José Antonio Ezeiza y don Manuel Lagos; y remitidos a la capital inclusos en la misma sentencia, de muerte, para que en ella fueran arcabuceados: don Juan Isidro Zapata, don Francisco Herrera, Francisco Nobas, José Rafael Carmona e Isidro Raposo; y desterrados a diferentes puntos dentro y fuera del reino otros dieciocho sujetos por autores y cómplices de conspiración contra el Estado rebelde.

Estos infelices hombres se hallaban oprimidos y confinados en aquel valle por leales y adictos a la justa causa del Rey, como otros innumerables que estaban repartidos por todas las cárceles, cuarteles y lugares del reino; y solicitados por el imprudente Ezeiza, dispusieron el desesperado proyecto de alarmarse y recorrer algunos lugares para formar un cuerpo respetable y según decían, apoderarse del puerto de Valparaíso o de Coquimbo.

El día tres de agosto realizó Ezeiza su plan y acompañado de treinta o cuarenta hombres, con cuatro o cinco armas de fuego, entró en la villa de los Andes; pero seguido en el momento por algunas compañías de milicias y desamparado de casi todos sus compañeros fue aprisionado y no tuvo más resulta la temeraria empresa.

Sabido en la capital el suceso, salió inmediatamente para aquel lugar el Vocal de la Junta don José Miguel Infante, bien acompañado del verdugo, respirando su ánimo sanguinario una pronta ejecución, como en efecto lo verificó el 19, remitiendo a ésta los cinco que hemos dicho para que sirviesen de espectáculo en la ciudad; pero menos crueles e injustos los de este Gobierno, remitieron la pena de muerte a los cinco sentenciados de Infante y la conmutaron en destierros.

Ponderóse mucho la grande trascendencia de la conspiración y se deseaba más que lo que se verificaba la complicidad de muchos particularmente europeos contra quienes era el odio implacable, pero a pesar de la exquisita diligencia en las confesiones y declaraciones no resultó más de lo dicho.

84. DIVISIÓN DEL EJÉRCITO INSURGENTE EN DOS PARTES: EJÉRCITO DEL CENTRO Y VANGUARDIA. El 20 de éste, puesto el ejército insurgente al otro lado del río Itata se dividió en dos partes principales, y la una llamado el centro al mando de su jefe don Juan José Carrera, se retiró a la villa de Quirihue, 16 leguas distantes de Chillán, marchando la otra denominada la vanguardia, mandada por el General Carrera para Concepción, llevando ambas muy impreso en la memoria el terror y el desengaño que Sánchez les había infundido.

Este General en Chillán viéndose libre del enemigo, no perdió tiempo en aprovecharse de sus ventajas y en aquellos días destinó tiempo en aprovecharse de sus ventajas y en aquellos días destinó a don Ildefonso Elorriaga con 350 fusileros con objeto de apoderarse del partido de Rere y de la frontera, penetrando hasta la costa de Colcura y Arauco, para abrirse comunicación con Lima, Valdivia y Chiloé, lugares de donde podía ser auxiliado.

Otro destacamento de 80 hombres al mando de don Manuel Lorca se dirigió a la Florida y otras pequeñas guerrillas corrían por diferentes puntos de las campañas, persiguiendo a los enemigos que hacían algunas correrías por las orillas del Itata.

85. EL BERGANTÍN POTRILLO: MISIÓN DEL CURA BULNES. Hallándose en este estado los sucesos de Chile, había llegado pocos días antes a la isla de Santa María el bergantín Potrillo que, según dijimos en su lugar, despachó el Virrey de Lima para noticiarse de la existencia y paradero de la expedición del Brigadier Pareja que con la pérdida de Concepción y Talcahuano y la muerte de su jefe, temía hubiese sido destruida en Chillán.

En dicho buque venía como práctico del país el benemérito cura de Talcahuano don Juan de Dios Bulnes, que, acabado de llegar a Lima en la fragata Bretaña, se ofreció al Virrey para regresar, servir de investigador y aun de penetrar hasta donde se hallaba el ejército de Sánchez, dado caso que existiese y fuese posible.

El bergantín, desde la isla, con su chalupa, puso en la costa de Arauco al mencionado cura que, disfrazado, se introdujo en tierra y adquirió noticias de que no sólo existía el ejército en Chillán, sino que había triunfado de los sitiadores.

Pudo conseguir el cura, con sagacidad y dinero, introducir en la plaza de Arauco un oficio del Virrey para Sánchez, dirigiéndoselo a un misionero de aquella plaza y al mismo tiempo que le encargaba a dicho Padre la dirección del pliego le pedía la relación más puntual que posible fuese del estado del ejército real y aun del reino.

El Padre Fray Juan Ramón, sin embargo del temor y peligro a que lo exponía el expediente de sus encargos, remitió a Chillán el oficio del Virrey y bosquejó en un papel sin firma, una relación del estado de cosas que le pedía Bulnes.

Este recibió el papel, se regresó al bergantín y sin más noticias que aquellas, se dio a la vela para Lima.

Respiró el Virrey con su llegada y desde luego conoció que el ejército de Sánchez debía hallarse necesitado sumamente de municiones, dinero, tabaco y vestuarios, como artículos más precisos y así trató prontamente de repetir el mismo viaje en la misma embarcación con dichos renglones, ínterin preparaba mayores auxilios y esperaba noticias más ciertas y circunstanciadas, encargando al cura Bulnes que segunda vez venía en el bergantín, se empeñase en traerle comunicación oficial del General Sánchez.

86. SUCESOS ACAECIDOS EN ARAUCO; CONSPIRACIÓN DE RANQUIL Y SUBLEVACIÓN DE LOS ARAUCANOS. Esto supuesto, conviene también para el pleno conocimiento de los sucesos referir lo acaecido en Arauco en estos mismos tiempos como tan conexo con el referido y con lo que hemos de referir.

La plaza de Arauco, sita en la costa y avanzada veinte leguas al sud de la ciudad de Concepción, frontera de los indios infieles se hallaba en poder de los insurgentes, desde que se perdió Concepción, pero sus habitantes sufrían por la fuerza esta pesada dominación (contra su inclinación) y deseaban alguna oportunidad para sacudir el yugo y declararse defensores de la causa del Rey.

Sufrían con impaciencia un tropel de continuas vejaciones y exacciones que los iba reduciendo a un estado de miseria y desesperación y conmovidos los ánimos a vista de estos males empezaron a tratar de su remedio.

Dióse principio a este negocio en el lugar de Ranquil, 18 leguas distante de la plaza y se determinó en una reunión de hasta 80 hombres, oponer resistencia a cualquiera nueva contribución que se les impusiera y particularmente si era prorrata de caballos, porque en las anteriores y repetidas remesas de esta especie, los habían siempre engañado prometiendo volverlos a sus dueños verificado el servicio y jamás lo cumplían.

A pocos días se ofreció la ocasión deseada presentándose un comisionado de la Junta de Concepción en el mismo lugar de Ranquil con la demanda de 40 caballos para el servicio del ejército.

Este colectó por el pronto algunos pocos, hasta que reuniéndose los sujetos convenidos de antemano, repelieron al comisionado quitándole los caballos y la esperanza de contribución alguna en adelante.

El comisionado dio parte al Comandante de la plaza y éste a la Junta de Concepción de lo ocurrido, en cuya virtud determinó ésta remitir a Arauco un nuevo Comandante de su satisfacción para castigar a los más culpados y cortar en sus principios aquella insubordinación.

Llegó a la plaza el nuevo comandante don Joaquín Huerta, natural del mismo pueblo, y manifestando mucha humanidad y disimulo en los principios, ofreció a los araucanos un perpetuo olvido de lo pasado, con la calidad de que se enmendasen en lo sucesivo, pero pretextando a pocos días revistar las compañías de milicias, las convocó a la plaza y estando éstas formadas entresacó y aprisionó siete sujetos, los que le parecían haber sido principales cabezas en el hecho de resistencia al comisionado.

Los reos fueron conducidos prontamente y con buena custodia a Concepción, sin atreverse los espectadores a resistirlo por temor a la gente de fusil y estar sujetos en el recinto de la plaza, y la principal causa que los contuvo fue no haber aún recibido contestación del General Sánchez a quien habían escrito ocultamente pidiéndole auxilio para sostenerse.

A este proceder debe añadirse la prisión y remisión a dicha ciudad del padre misionero que dijimos había comunicado con el cura Bulnes, y la de don Fermín Hernández, Capitán de milicias, quienes habían sido denunciados por sospechosos y adictos a la causa del Rey.

Restituidos los milicianos a sus casas se reunieron nuevamente en el lugar de Ranquil y solicitando el auxilio y compañía de los indios araucanos, entre quienes habitaban, determinaron alarmarse prontamente para sitiar la plaza, apoderarse de ella y de su Comandante; en cuya virtud lo verificaron el día 10 de agosto tomando los pasos y ribera del río Carampangue, interpuesto entre Concepción y Arauco una legua distante de este último.

No era despreciable la fuerza unida de indios y españoles en el número y valor, pero reducida a solas armas blancas y mandados los primeros por sus caciques Millacura, Lincopichun, Antiman y Nahuelpán; y los españoles por don Francisco Matamala, don Camilo Hermosilla y don Valeriano Peña.

Puesto el campo en las riberas del río, era el primer cuidado impedir la comunicación de la plaza con la ciudad de Concepción adonde era forzoso que el Comandante pidiese auxilio como en efecto lo intentó en la primera noche enviando un emisario escoltado con tropa de fusil para forzar algún paso del modo que le fuera posible.

Este con su escolta, apenas había marchado como media legua de la plaza, fue encontrado de un destacamento de sitiadores a quienes, dada la voz de quien vive, mandó hacer una descarga de fusilería que sólo tuvo el efecto de matarles dos caballos, quedando ilesos los jinetes; pero estos nada turbados ni acobardados con el fuego, cargaron como rayos sobre la partida sin darle tiempo a cargar las armas, y apenas lo tuvieron para correr en precipitada fuga siguiéndolos hasta la plaza, y tomándoles dos soldados con fusil prisioneros y otros milicianos, uno de ellos gravemente herido.

Dado este golpe se retiraron Matamala y Hermosilla con su gente al campamento, y al día siguiente empezaron a tomar medidas para atacar la plaza y apoderarse de ella a fuerza de brazos antes que de Concepción viniese socorro y los tomasen entre dos fuegos.

Dispúsolo mejor la Providencia, porque llegando aquel día al campamento don Jaime de la Guarda, natural de Valdivia, y hecho cargo de la conmoción de araucanos y de las causas que la motivaban procuró aquietarlos y se ofreció de mediador para con el Gobierno de Concepción, no dudando asegurar que conseguiría la libertad de los reos araucanos y un total olvido e inmunidad de todo lo pasado.

Efectivamente, cumplió Guarda lo prometido oficiando desde allí al insurgente Gobierno, que, intimidado de la revolución araucana, puso en libertad y remitió los nueve reos ante expresados y concedió un total indulto a los alarmados araucanos admitiendo la condición de que se someterían al Gobierno y se retirarían a sus domicilios.

Así se verificó por el pronto retirándose todos a sus casas cuando llegaron el padre misionero Fray Juan Ramón y el Capitán don Fermín Hernández con los siete vecinos apresados por Huerta; pero estos últimos no quisieron entrar en Arauco ni presentarse a su Comandante, según se les había mandado en Concepción, dirigiéndose al lugar de Ranquil en donde estaban avecindados.

87. CAÍDA DE LA PLAZA DE ARAUCO. A pocos días llegó la contestación del General Sánchez dirigida a don Bernardo Hermosilla, Juez de Ranquil, quien acababa de llegar libre de la prisión de Concepción con sus seis restantes compañeros, y convocando su gente les manifestó y leyó la respuesta de aquel General reducida a ofrecerles pronto socorro y a animarlos a que tomasen la plaza de Arauco aprisionando a su guarnición y comandante. Nada se trepidó en la resolución y capitaneados por dicho Bernardo se reunió segunda vez el combinado campo de indios y españoles y volaron a sitiar la plaza tomando como antes los pasos del río el 22 de agosto e interceptando totalmente la correspondencia de Arauco con Concepción.

El 24 se encaminaron a la plaza, y entrando en ella sin resistencia, aprisionaron inmediatamente a su Comandante con otros varios insurgentes y obligaron a la corta guarnición a declararse en favor de su causa, y también pusieron en prisiones a su mediador don Jaime Guarda, insigne insurgente, que pasaba para Valdivia comisionado por Carrera para insurreccionar aquella plaza según lo había ejecutado el año anterior.

88. PROYECTO PARA APODERARSE DE LAS PLAZAS DE COLCURA, SAN PEDRO, SANTA JUANA Y NACIMIENTO. Encargóse del mando de Arauco el mismo don Bernardo Hermosilla, pero arreglándose a la instrucción recibida del General Sánchez, convocó a su gente y les propuso la elección de un sujeto el más apto que les pareciese para Comandante y defensor de la plaza, ínterin venía el auxilio de Chillán, no dudando que los insurgentes de Concepción aparecerían luego.

Por conformidad de pareceres fue nombrado Comandante don Joaquín Martínez oficial de milicias, quien desde aquel instante dio principio a prevenir la defensa de la plaza, alistando y distribuyendo su gente en varios puntos; y no contento con defender y conservar lo adquirido, emprendió el atrevido proyecto de apoderarse de las plazas de Colcura, San Pedro, Santa Juana y Nacimiento, distantes de Arauco diez leguas la primera, veinte las dos que siguen y treinta la última; pero todas cuatro sitas a esta banda del sur del Biobío.

Destinó cincuenta hombres milicianos con pocos fusileros al mando de don Agustín Salazar para tomar a Colcura y a San Pedro, y otro igual destacamento mandado por don Santiago Matamala se dirigió por Santa Juana y Nacimiento; pero a poco de haber salido estas divisiones se recibió aviso que de Concepción venía un oficial con veinticinco veteranos de fusil, encargado de pacificar las desavenencias de Arauco.

Con esta noticia y por orden del Comandante Martínez, se reunieron las dos divisiones y pasando a Colcura se posesionaron de ella sin resistencia, y prosiguieron el camino de Concepción con intento de sorprender y aprisionar a los veinticinco soldados que de allí venían; pero éstos sabedores de la venida de los araucanos retrocedieron ligeramente y llenaron de consternación a la ciudad.

89. CARRERA ORDENA RECUPERAR LA PLAZA DE COLCURA. Hallábase en ella de regreso del sitio de Chillán el General Carrera y con su acostumbrada actividad dispuso prontamente una expedición de cien hombres de fusil, con cuatro cañones de a 2, auxiliados de las milicias de San Pedro y Colcura al mando de don Fernando Urízar con otros oficiales de su satisfacción, los que, puestos en marcha para Arauco, intimaron desde Colcura la rendición de aquella plaza, pero el alentado Martínez respondió que los esperaba sin temor.

Habíase éste prevenido en cuanto le fue posible habilitando seis cañones, que, por inútiles y arrumbados, estaban clavados en tierra sirviendo de resguardo a las puertas del fuerte y del cuartel, y dejando los cuatro en las murallas acomodó dos en unas toscas cureñas y los colocó en una trinchera para defender el paso del río Carampangue, por donde era preciso pasase el enemigo.

Asimismo dejó la suficiente guarnición en la plaza y con lo restante de sus milicias y con los indios auxiliares formó su campamento a retaguardia de la trinchera y allí esperó al enemigo.

Este se presentó el día 30 de agosto en la ribera opuesta del río y luego ocupó una pequeña isla sita en el mismo vado dominado de la trinchera de los araucanos los que estaban provocándole para que pasase; pero falto de ánimo se contentó con hacer mucho fuego de sus cuatro cañones y fusilería, a que correspondió la trinchera con sólo siete tiros de cañón y algunos de fusil en una hora que duró el combate, al fin de la cual se retiró Urízar y regresó con su expedición desengañado y temeroso, a vista de las disposiciones y valor de los de Arauco.

Estos no siguieron a los insurgentes porque no tenían armas de fuego, pues todo su armamento se reducía a 25 fusiles y las milicias con lanzas, espadas y palos, incapaces de oponerse a la infantería y artillería de Urízar.

90. CAÍDA DE LAS PLAZAS DE SANTA JUANA, SAN PEDRO Y NACIMIENTO. Los milicianos de San Pedro que venían de auxiliares de los insurgentes, tomaron su marcha durante el combate y buscando un vado distante se juntaron con los araucanos, según ya estaban convenidos y lo mismo habían hecho los de Colcura los días anteriores, porque aborrecían al sistema insurgente y deseaban asociarse a la causa del Rey.

Ni debe pasarse en silencio el ánimo emprendedor del provisional Comandante de Arauco, pues lejos de darle aprensión la venida de sus enemigos, llevó siempre adelante la adquisición de la plaza de Santa Juana, San Pedro y Nacimiento, las que fueron tomadas de los suyos el mismo día que se combatió en Carampangue con los insurgentes, sin embargo de que dichas fortalezas estaban veinte leguas a retaguardia del enemigo.

Para tomar la primera fue comisionado don Bernardino Hermosilla con pocos compañeros y se apoderó de ella sin la menor repugnancia, pues el vecindario y milicias estaban ya de acuerdo por correspondencia con los araucanos.

Para la de Nacimiento, fue don José Antonio Gallegos acompañado de sólo cuatro hombres, pero con su buen modo supo atraer a su partido mucha parte de aquellos habitantes, con cuyo auxilio intimó la rendición al comandante que era un Capitán veterano y se posesionó de ella.

A la de San Pedro fue destinado don Fermín Martínez, natural de aquel lugar, con sólo el auxilio de cuatro araucanos, fiado en el conocimiento, y amistad de sus paisanos, los que ayudaron a don Fermín, sorprendieron al amanecer la fortaleza ahuyentando de tal modo a su guarnición y Comandante, que apenas pudieron fugarse desnudos y por un paraje oculto del río pasaron a Concepción, distante sólo el ancho del río.

Este hecho fue más atrevido y aún temerario que prudente, pues sobre no ser los agresores más que 24 hombres con sólo 4 ó 5 fusiles, y la guarnición del fuerte de 20 soldados veteranos, bien armados y encerrados en la fortaleza, ésta se halla a la vista de la ciudad de Concepción de la que sólo la separa el río y podía ser socorrida en menos de dos horas y más en las circunstancias actuales que se hallaba en ella el General Carrera con la mitad de su ejército, debiéndose también advertir que la expedición dirigida a Arauco, debía regresar a San Pedro como camino preciso para Concepción.

Ninguna de estas consideraciones intimidó a don Fermín y menos a su intrépido y principal compañero don Juan José Carmona, pues aunque tuvieron la precaución de echar a pique el barco del pasaje antes de la sorpresa para impedir la comunicación con la ciudad, pero los fugados de San Pedro tenían otro pasaje oculto en donde se transportaron prontamente en unas balsas que tenían prevenidas para semejante caso.

Quedó de este modo la fortaleza de San Pedro en poder de don Fermín Martínez, y el joven Carmona salió como un rayo al paraje de Pileu donde se habían embarcado los fugados y después de destruir las balsas y canoas, prosiguió su marcha a la plaza de Santa Juana solícito de las miras del enemigo que regresaba de Arauco y era regular cargase sobre ella.

91. LOS INSURGENTES RECUPERAN LA PLAZA DE SANTA JUANA. No fue vano su temor, pues el insurgente Urízar que regresaba con su división tuvo noticia de la pérdida de Santa Juana y la ninguna fuerza con que fue sorprendida, en cuyo entender dirigió su marcha para restaurarla.

Carmona la halló enteramente indefensa con sólo dos cañones servibles, pero sin fusil alguno y con su infatigable esfuerzo trabajó día y noche en ponerla en el mejor estado de defensa, elaborando algunos tiros de metralla por sus propias manos, asociado solamente de un artillero y algunos milicianos.

Al anochecer del dos de septiembre, poco antes de llegar el enemigo, supo Carmona su proximidad y sin contar más que con su valor, lo resistió con algunos cañonazos a metralla con que le mató nueve hombres; pero no pudiendo resistir a tanta fusilería, y antes de ser circundado por todas partes, se puso en salvo con el único artillero que le servía.

Comunicó a Nacimiento la pérdida de la plaza y el Comandante de aquélla pidió auxilio a don Ildefonso Elorriaga, que se hallaba ya en Rere con una división de trescientos hombres, de los que le mandó treinta fusileros.

92. DESAMPARAN LOS INSURGENTES LA PLAZA. OCUPAN LA DE SAN PEDRO Y LA ABANDONAN NUEVAMENTE. Con este auxilio y los pocos que el Comandante de Nacimiento tenía a su disposición se pusieron en marcha para restaurar a Santa Juana, pero sabedor Urízar de la venida de la expedición, la desamparó después de saquear el pueblo y se dirigió a la de San Pedro.

A ésta la tomó desamparada de la pequeña guarnición; pero sin pasar 24 horas alcanzó la expedición de Nacimiento y un refuerzo de cien hombres indios y españoles que envió el comandante de Arauco, cuya proximidad sabida de los insurgentes abandonaron a San Pedro y se pasaron a Concepción en los barcos que habían bajado de Santa Juana.

93. SIGNIFICADO DE LA VOLUNTAD DE LOS PUEBLOS. LOS ARAUCANOS ALIADOS DE LOS ESPAÑOLES. Estas alternativas padecieron dichas plazas en sólo el término de seis días, siendo tomadas y perdidas con tanta prontitud y facilidad por falta de combinación y táctica, conocimientos que no deben echarse menos en el paisanaje autor y director de todas estas operaciones.

Esto, no obstante, se confirma en estos hechos la máxima observada generalmente en todo el mundo de que la voluntad de los pueblos y su común esfuerzo, aunque irregularmente manejado, destruye todos los planes de la fuerza armada y prevalece por fin aunque a costas de muchos sacrificios.

Débese también notar la amistosa cooperación de los indios araucanos enemigos perpetuos y naturales de los españoles, que siendo ellos una nación tan celosa de su independencia, se declararon ahora acérrimos defensores de la causa del Rey, y peleaban con el mayor empeño para impedir a los insurgentes su deseada libertad.

Ni faltaron acciones heroicas aunque en pequeñas facciones que la brevedad nos obliga a omitir, pero no silenciar.

La de un prisionero hecho en la plaza de San Pedro y natural del mismo lugar, llamado Jerónimo Zúñiga, quien preguntado por los insurgentes en cuyas manos estaba, que si todavía sería defensor de la causa del Rey, respondió que su vida estaba pronta antes que violar con la menor palabra su debida fidelidad y honor, sufriendo luego la muerte que le dieron a sangre fría, blasonando que moría gustoso por su Rey.

Igualmente debe referirse la cooperación y esforzados oficios del respetado sacerdote don Manuel Martínez y de los padres misioneros residentes en Arauco, quienes sosteniendo y dirigiendo la opinión moral de aquellas gentes y el primero aún la física con sus exhortos y compañía en las principales acciones de la campaña, contribuyeron principalmente al buen éxito de los sucesos.

94. LA CONTRARREVOLUCIÓN ARAUCANA ENTREGA A LOS REALISTAS LAS PROVINCIAS AL SUR DEL RÍO BIOBÍO. COMUNICACIÓN CON EL VIRREINATO. El resultado de la contrarrevolución araucana proporcionó al Ejército Real la posesión de todas las provincias ulteriores a Biobío, la comunicación con Valdivia, Chiloé y Lima y la amistad y adhesión de los gentiles araucanos, mudando de tal modo el aspecto de la guerra, que los insurgentes tan ensoberbecidos poco antes, quedaban ya casi bloqueados en Concepción.

95. CARRERA OCULTA AL GOBIERNO LA VERDAD DE ESTOS SUCESOS. En este estado se hallaban los negocios de la guerra en principios de septiembre, ignorándose todo en la capital, pues en tanta distancia le fue fácil a Carrera ocultar la verdad, y sólo comunicaba a largos intervalos algunos hechos de armas enteramente falsos, atribuyéndose algunas ventajas que realmente eran verdaderas pérdidas.

96. CAMPAÑA DEL GUERRILLERO ELORRIAGA. Ínterin esto sucedía, se extendió Elorriaga por todo el distrito de Rere, acaudilló aquellas milicias; pasó la Laja, reanimó aquellas gentes poniendo alguna guarnición en los Ángeles, Santa Bárbara, San Carlos hasta Nacimiento; por este lugar y por Santa Juana pasó el Biobío asegurando los puntos principales de aquella media y principal parte de la frontera.

En Arauco dejó 40 hombres, en Colcura algunos pocos, y San Pedro, como punto más importante e inmediato al enemigo, lo puso al cuidado de su segundo el activo y valeroso Coronel don Antonio Quintanilla, con 50 hombres de fusil y algunas milicias.

97. CARRERA BLOQUEADO EN CONCEPCIÓN. Con estas disposiciones y bajo este plan quedó Carrera con todo su abatido Ejército Restaurador como bloqueado en Concepción y sólo poseía el poco y malo terreno de la costa por donde escasa y trabajosamente se comunicaba con las provincias del otro lado del Maule y con la capital, de donde estaba pidiendo y esperando los socorros de gente, dinero y armas, etc.; pero Sánchez desde Chillán destacaba sus guerrillas y diariamente sorprendían los correos y remesas que se arriesgaban a pasar por lo más remoto de la costa.

98. PLAN DE CAMPAÑA DE CARRERA. Por estos motivos estaban reunidos y estancados en Talca todos los auxilios que se remitían de la capital, sin atreverse a pasar el Maule temerosos de las correrías de Chillán.

En este estado de cosas meditaba Carrera en Concepción el partido que le convenía tomar para salir de aquella opresión y contener el progreso de las ventajas de Sánchez, y desde luego conoció que éste tanto más se debilitaba cuanto más se extendía en ocupar y proteger tanta dilatada línea, como la que ocupaba su pequeño ejército desde Maule hasta Arauco, que dista cien leguas de norte a sur con muchas flexiones de Oeste a Este, que sin duda duplican dicha distancia.

Para el efecto proyectó acertadamente reunir sus fuerzas y acercarse a Chillán por el Itata, esperando de este movimiento que Sánchez desampararía sus nuevas conquistas, replegando sus tropas al centro de Chillán amenazado, y él conseguiría la facilidad de recibir los auxilios de Talca acercándose a su encuentro mientras entretenía la atención del enemigo.

Efectivamente, empezó Carrera a ejecutar su plan a últimos días de septiembre, destacando al coronel O'Higgins con una división que, marchando a Rere en busca de Elorriaga que con su pequeña partida volante atendía a la defensa de toda la frontera, lo batiese y en seguida viniera a unírsele en la Florida a donde él con el grueso de su vanguardia marchaba para reunirse con el centro que del Membrillar caminaba hacia el Roble.

99. SÁNCHEZ OBSTRUYE LOS PLANES DE CARRERA. LA DIVISIÓN DE O'HIGGINS. Percibió desde luego Sánchez los designios de su contrario y retiró a tiempo oportuno la guerrilla de la Florida, avisando a Elorriaga retrocediese hasta Diguillín.

Este tuvo noticia de la cercanía de O'Higgins pocas horas antes de su llegada y frustró sus intentos con una ligera retirada con que se libertó del peligro.

Luego que O'Higgins supo la retirada de Elorriaga, siguió su marcha y se unió con su General y así reunidos componían una fuerza de algo más de 500 hombres de fusil con 6 cañones de artillería y se acamparon a orillas del río Itata cercanos al vado que llaman el Roble, el mismo día que don Juan José Carrera con el centro de su mando se acampó poco más abajo a sólo tres leguas de distancia.

Ninguno de estos pasos ni movimientos ignoraba Sánchez como tan próximos a Chillán y bajo este conocimiento buscaba ocasión para desbaratarlos.

Esta le pareció oportuna el día 16 que se hallaban los enemigos en la aptitud dicha, y en este día destacó al Coronel don Luis Urrejola con 200 fusileros y cuatro cañones paró que uniéndose a la partida de Elorriaga que en este día debía aproximarse al Roble procurase impedir la reunión de las divisiones de los Carrera.

100. SORPRESA Y COMBATE DE EL ROBLE. VALOR DE O'HIGGINS. Urrejola llegó de noche al vado del Roble y dispuso atacar a Carrera y O'Higgins al amanecer del 17, que ignorantes de su proximidad ofrecían sin duda ocasión para una buena sorpresa.

Efectivamente, con mucho silencio y orden pasaron el peligroso vado de Itata doscientos hombres con dos cañones, quedando Urrejola con los restantes para asegurar el vado y la retirada; y sin ser sentidos rompieron la diana con una descarga cerrada sobre los enemigos que, todavía dormidos, sufrieron grande estrago y confusión.

Esto no obstante, el ejemplo y exhortos del esforzado O'Higgins los contuvo en su deber, y tomando las armas se pusieron en defensa y la sostuvieron con valor por el espacio de más de tres horas ayudados de su ventajosa posición y artillería y de su mayor número.

Urrejola conociendo la imposibilidad de una completa derrota y temiendo la llegada del centro que se hallaba tan próximo, tocó retirada y repasó el río sin ser perseguido, pero les mató cincuenta hombres, entre ellos algunos oficiales; les tomó treinta prisioneros y les quitó todos los caballos y mulas, causa principal porque no pudieron perseguirlo.

101. CARRERA SE FUGA DEL COMBATE. El General Carrera fugó del combate y alcanzado por el Coronel Olate y un solo miliciano que le acompañaba, fue herido de una lanzada en la espalda, cuyo suceso se ocultó por entonces con todo cuidado.

Urrejola tuvo doce hombres muertos, entre ellos un oficial, nueve prisioneros que no oyeron la señal de retirada, y perdió los dos cañones que habían servido en el ataque.

102. EL PARTE DE CARRERA SOBRE LA ACCIÓN DEL ROBLE. FAVORABLE SITUACIÓN DE SÁNCHEZ DESPUÉS DE ESTA ACCIÓN. El Parte que da Carrera de la acción del Roble es de las piezas más dislocadas que se pueden soñar y le da una importancia que asegura fue atacado por 1.200 hombres, y lo más raro que se puede ver en un General, aun sus propias fuerzas las hace crecer hasta el número de más de 900 hombres, atribuyéndose una gloriosa victoria que en la capital fue poco celebrada, porque se tuvieron las verdaderas noticias del suceso.

Los resultados fueron favorables a Sánchez porque Carrera herido tuvo que retirarse a Concepción y su ejército minorado con los muchos muertos, heridos y mayor número de dispersos, se vio obligado a retirarse hacia Concepción desistiendo y aun abandonando el plan principiado, a cuyo fin se habían dirigido todos los designios de Sánchez.

____________________
Notas

[1]

Recuérdese que hasta aquí llega el texto incluido por Feliú Cruz, iniciado en el párrafo número 21 de la sección 14, que no aparece en la edición de 1848 y que él copiara del manuscrito que perteneció a Diego Barros Arana. (N. del E). Volver .

[2]

Feliú inserta el siguiente texto en la edición de 1964: “Al margen del manuscrito dice: el 14 de abril salió Pareja de Concepción con la retaguardia”. (N. del E). Volver

[3]

Curiosamente, en el párrafo anterior Martínez señala que la tropa y los oficiales no se amotinaron ni se salieron abiertamente del orden, y ahora califica los hechos como insubordinación. (N. del E). Volver

[4]

Este número es, a todas luces, exagerado. (N. del E).  Volver

[5]

Nota de leedición de 1964: “Desde este lugar, Carrera contestó el oficio de Pareja, de 14 de mayo, con el siguiente, en circunstancia de haber fallecido el jefe español. Oficio de Carrera a Pareja, 21 de mayo de 1813: Cuando yo estaba persuadido que no podría V. S. dejar de confesar por las derrotas que hasta aquí ha sufrido por la superioridad y arrogancia del ejército de mi mando, que ha puesto al de v. s. en el mayor abatimiento y debilidad; he visto por su último oficio que todavía, vive engañado, o no se atreve, quizá por razones políticas, a confesar todo lo que sabe.
Los hechos no pueden obscurecerse ni negarse. La victoria que mi ejército consiguió el 15 con admirable espíritu y denuedo en el llano de San Carlos, fue tan completa e incontestable, como la derrota que sufrió el de V. S., teniendo que precipitarse inmediatamente en fuga hasta Chillán con gran pérdida de cañones, armas, municiones y equipajes, existiendo todavía en aquel punto sin poder hacer salir un hombre ni aún para retirarse por la ventajosa posición, que tomaron inmediatamente nuestras tropas a vanguardia y retaguardia de aquel punto aislado, sin disputa, de todo recurso y auxilio; al mismo tiempo, que se halla el ejército de mi mando reforzado sobre el Maule con doble fuerza veterana, de la que tuve el día de la victoria, sería muy fácil hacer perecer en pocos días todo el ejército que v. s. manda sin disparar un fusil, con solo mantener el sitio a que se halla reducido.
Pero no es mi ánimo ni cabe en mi corazón acabar inhumanamente con una porción de hombres que, seguramente, viven engañados y pueden aún contribuir a las ulteriores glorias y adelantamiento de la América, si V. S. no quiere sepultarlos injustamente por obstinación.
V. S. y yo tenemos obligación de alejar, siempre que se pueda, la destrucción de las tropas que se nos han confiado, y sólo puede v. s. ya conseguirla, si se decide a entregar sus armas y toda clase de pertrechos al Ejército de Chile, bajo la seguridad que sus oficiales y soldados serán tratados con toda humanidad y generosidad que dictan en semejantes casos las leyes de la guerra, y aun se le proporcionarán además los auxilios competentes para su salida y regreso al Perú.
No puedo menos de esperar que v. s. admitirá en el momento este partido el más ventajoso que es capaz de ofrecerse a un Ejército que como el de V. S. ve ya en la situación más crítica esperando por momentos su última ruina.
Mis sentimientos de pacificación y humanidad lo desean también así, y en su consecuencia despacho con este oficio al Capitán de Húsares don Diego José Benavente por quien sin pérdida de momentos puede v. s. avisarme su determinación, bien seguro de que así como por nuestra parte no se faltará a todo lo ofrecido, tampoco se hará ni admitirá ya propuesta alguna de semejante naturaleza, dejando a las Armas el éxito y conclusión de nuestra contienda.Nuestro Señor guarde a v. s. muchos años.
Coyanco, 21 de mayo de 1813.
José Miguel Carrera.
Señor don Antonio Pareja.
(Archivo Franciscano de Chillán, Vol. 13. 1812-1814. Asuntos varios). Volver

[6]

El párrafo entre paréntesis, que no aparece en la edición de 1848, es copiado por Feliú Cruz del manuscrito que perteneció a Diego Barros Arana. (N. del E). Volver