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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Mariano Egaņa. Cartas a Juan Egaņa. 1824-1829
49. Londres, 22 de Marzo de 1826.

LONDRES, 22 DE MARZO DE 1826.

Mi amadísimo padre,

He tenido particular gusto en recibir carta de Ud. posterior a la reasunción de la soberanía popular del 8 de octubre. Tal ha sido la de 28 de noviembre, que ha llegado a Londres en un buque mercante, y extraño que en el paquete de Buenos Aires llegado aquí ayer no haya yo recibido carta de Ud.

Ud. se hará cargo de los conflictos en que me habré visto para el pago del dividendo del presente marzo. Cea y Portales no quieren cumplir su contrata, y con tan atroz impudencia, que tienen escandalizados a cuantos han sabido de este negocio, que creen llanamente que semejante conducta proviene de que el mismo gobierno, esto es, las personas que lo componen, tienen parte secreta en la negociación. En el oficio que por este paquete dirijo a los Directores de la Caja verá Ud. todo lo ocurrido. Ya ni puedo ni tengo paciencia para hablar más sobre este particular. El resultado es, en suma, que el gobierno de Chile ha hecho una semi declaración de bancarrota, no amortizando como debía en el presente semestre.

Los pasos que he tenido que dar sobre el pago de este dividendo han impedido mi viajecito a París, Suiza y aún Italia como había pensado. Acaso saldré dentro de quince días, para demorarme en él dos o tres meses.

Tengo tantos motivos para desear volverme, que nada podré decir a Ud. sobre esto cuando los conoce todos. Baste añadir que cada día de mi mansión en Londres ha sido para mí una calamidad. No tengo más esperanzas que la casita de Peñalolén, el coche, y los libros y máquinas. Entre aquéllos irán Luclos y Bonnet con otros que le gustarán a Ud. mucho.

Sería también otra calamidad y muy grande que Ud. no me escribiese en algún correo por suponerme en camino. Yo he de avisar anticipada mente a Fair cuando salgo fijamente de aquí, y por consiguiente él me re tendrá allí las cartas que vea no me alcanzan a ésta.

Excusado sería hablar de negocios políticos de Chile, que no pueden hallarse en peor estado en el concepto de Europa, y aún de América por lo que veo en los papeles de aquellos países. El Presidente de México ha dicho en un mensaje a aquel Congreso, que no ha entrado en relaciones con Chile por el estado de revolución en que se halla ese país. En cuanto al crédito comercial está enteramente fundido. Las acciones de minas chilenas se venden perdiendo no sólo el premio que tuvieron, sino a más cuatro libras por acción de las que ha puesto de su bolsillo cada accionista: es decir están a una libra de valor.

Las obligaciones del empréstito han estado a cuarenta y dos. Hágase Ud. cargo de las ventajas con que el gobierno hubiera podido amortizar su deuda si hubiera tenido aquí dinero. Pero lejos de esto ni aun se ha amortizado la cantidad correspondiente al presente semestre, y a que es obligado según contrata; todo debido a los señores Cea y Portales, etc. El no querer prestar Hullet las 7.000 libras que faltaban para la amortización ni interesarse en solicitarlas, siendo así que ellos tienen sus cuentas con don Onofre Bunster, y sobre todo se hallan asegurados con una carta de Cea y Portales en que les dicen que libren contra ellos por las cantidades que aquí reciban, tiene a mi entender su alma, y es que siendo el mismo Hullet como creo, poseedor de obligaciones, quiere vender las suyas para la amortización y encajárselas al gobierno a un precio alto, y como ahora si se verificase amortización había de ser al precio ínfimo en que están, quiere aguardar mejor época. Hullet tiene una especulación segura cada semestre, que es comprar obligaciones con la satisfacción de venderlas al gobierno para la amortización, y estando esta operación a su exclusiva disposición, es indefectible ganar, o a lo menos es seguro no perder, como se convence por la siguiente demostración.

En el semestre corrido desde 15 de septiembre de 1825 hasta 15 de marzo de 1826 han estado las obligaciones de Chile a los precios siguientes: 78-70-68-65-50-46-44-43-42.

Hullet compró v. gr.: a 42, y puede darlas amortizadas al precio de 78 y si no quiere usar de tanta impudencia a 68, ó 65, porque siéndole lícito amortizar en todo el discurso del semestre sin días ni épocas señaladas, cumple con decir que no ha excedido de ninguno de los precios del semestre: que fue lo que en mi concepto sucedió en el semestre de marzo a septiembre de 1825, donde cuando estaban las obligaciones a 70, creo, ó a 74, me las dieron amortizadas a 80 y 81 porque me dijeron con la cara muy formal que las habían comprado a estos últimos precios creyéndolos ventajosos, pero que después, contra lo que se esperaba, habían bajado más.

Yo no digo que ciertamente cometan el fraude que expongo; pero lo pueden cometer, y aun mi malicia me inclina a creer que sí; y voy a ver cómo puedo poner remedio aunque sea a costa de un pleito quitándoles esta facultad de amortizar a su arbitrio cuando les dé la gana. En el semestre presente de septiembre de [1]825 a marzo de [1]826 no se ha amortizado por falta de dinero, y en el pasado de marzo a septiembre de [1]825 no pude tomar el remedio porque contaba con ellos para que cubriesen el crédito del gobierno si, como lo temía y se realizó, Cea y Portales no remitían el dividendo, y no quise meterme en pleito porque más valía salvar el honor nacional.

Aunque ni en materias políticas ni en las económicas dejo de escribir cuanto mi conciencia dicta ser necesario para llenar mi ministerio, pero siendo ya las gacetas el archivo a donde van a parar mis oficios, tiemblo de escribir, mucho más conociendo que allí no hay cosa sagrada, y que mirándose como juego el traicionar los secretos del Ministro Plenipotenciario, tendrán Cea, Portales, Hullet, Irisarri, Rivadavia, Mr. Nugent las copias que quieran. A bien que el gobierno de Chile no tiene ya qué temer en línea de descrédito por la ley de que no ha de ser el cuervo más negro que las alas; pero tal falta de circunspección haría desconceptuar a cualquier otro gobierno. En prueba de ello no sé si había escrito a Ud. esta anecdotita. Cuando el ministro plenipotenciario de México me franqueó una copia del tratado entre su república e Inglaterra me exigió la promesa de que no la había de despachar a Chile, porque me dijo francamente allí existía un continuo desorden, y podrían publicar, o hacer manifiesta una pieza secreta porque estaba negada su ratificación; como él lo previó así salió. Pero lo más gracioso es que no tienen números los sacramentos con que me reveló el motivo secreto de la no ratificación. Yo lo comuniqué al gobierno creyendo que el epígrafe reservado de mi oficio y el añadir que éste era un secreto de gabinete, que todos ignoraban en Londres a excepción de los Ministros inglés y mexicano, obligaría a guardar el sigilo; pero ya veo que todos lo saben.

Remito a Ud. un duplicado del conocimiento de mi equipaje embarcado en el Mackannel salido de aquí en fines de febrero.

Haga Ud. que Ríos entregue personalmente la adjunta a Saint Lambert; no me admira que comerciantes ingleses falten si conceptúan que no lo necesitan a uno.

A Dios mi padre. Soy su

Mariano.