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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Mariano Egaņa. Cartas a Juan Egaņa. 1824-1829
51. Londres, 16 de Mayo de 1826.

LONDRES, 16 DE MAYO DE 1826.

Mi amadísimo padre,

Aun no ha llegado el paquete de Buenos Aires, y su extraordinaria demora tiene inquietos a los que esperan noticias de allí. Desde que escribí mi última no he tenido por consiguiente carta de Ud.

Me hallo todavía en Londres sin haber podido pasar a dar mi tan precisa vuelta a París, porque no me lo ha permitido la necesidad de concluir las cuentas de Irisarri en que estoy entendiendo con fatigas inexplicables. Me han llegado los apuntamientos y observaciones que pedí a los Directores, y que tanto tiempo hacía aguardaba para formar la debida contracuenta. Cuánto haya que trabajar para su formación, y cómo saldrá, puede Ud. inferirlo entre otros muchos hechos por los dos siguientes: 1º no haber quién dé explicaciones ni a quién preguntar la más pequeña duda, por el formal entredicho que me tiene puesto Irisarri, y porque tampoco está en Inglaterra; 2º porque la cuenta de Irisarri está casi toda indocumentada y en partidas tan vagas y generales que no ministra idea precisa de la justicia o desarreglo de cada partida; 3º porque así dicha cuenta como la de Hullet se hallan extendidas de un modo tan confuso y enredado, que no digo yo, pero un comerciante perito se vería atado para su examen.

Deseo mucho saber de Chile. Supongo ya a la fecha vuelto al Director a Santiago y Chiloé ocupado formando parte de la federación y con su legislatura particular. ¿En qué ha quedado el plan de la división de provincias? Es regular que haya ya nuevo Congreso, y que los señores que han tomado a su cargo a la patria estén apurados para la elección de Director Supremo, porque Freire cumple su tiempo en agosto próximo. Supongo que los señores Pinto e Infante son candidatos. Todos los actos de la administración interina del último habrían aumentado su popularidad en términos que ya se las apostará al mismo Carlos Rodríguez. Siento que Fuentecilla por ausente no pueda entrar en la palestra.

De mi estado y vida en Londres no sé qué decir a Ud. Continúo cada día más disgustado, y sin más esperanza que la de ir a tener tranquilidad al lado de Ud. No son otros mis pensamientos y añadiré más, mis deseos.

Supongo que ya Ud. habrá recogido mi equipaje y que me lo tendrá guardado y cuidado en mi cuarto. Si Ud. ha hecho armar el coche verá qué cómodo es para los paseos a la casita. Repito mi encargo sobre los caballos de tiro cuya necesidad conocerá Ud. ahora más.

Suspendo aquí para continuar después.

Acaba de llegar la noticia de la toma de Chiloé, y todo el archipiélago. La ha conducido un buque arribado a Liverpool y salido de Buenos Aires. Traía el Nº 25 del extraordinario periódico intitulado Mensajero Argentino de 11 de febrero, el cual contiene un parte del Director Freire anunciando su desembarco y operaciones sucesivas hasta el 16 de enero: la intimación hecha a Quintanilla; la contestación de éste; la petición por el mismo de un armisticio; su celebración; y por fin la capitulación. Mañana se publicará en todas las gacetas. Yo no he recibido carta, oficio, ni aviso alguno. Espero carta de Ud. por el paquete. Por el mismo buque se ha sabido también la elección de Mi lord Rivadavia para Presidente de las Provincias Unidas. Tal noticia habrá convertido en seguridad las esperanzas que alentará el señor Infante de ocupar igual destino en Chile. Se ha abierto ya el camino para los mere diplomáticos.

Hace días o por mejor decir meses que he estado con el pensamiento de escribir al futuro Congreso de Chile una nota o sea manifiesto del estado de las relaciones exteriores de Chile, y de lo que influye en ellas la desorganización interior del país que tanto lo ha desacreditado. Pero considero que tal vez esto sea inútil porque, ¿qué se les da de la patria a los gavilanes? En fin, si me determino a escribir algo, dirigiré mi oficio a Ud. para que use de él discrecionalmente.

¿Si se hará nueva constitución de Chile? ¿Quién la hace? ¿Y cuál será ella? He aquí tres grandes cuestiones que a esta distancia, no sé cómo resolver. No restableciéndose la del año [18]23, aun cuando no fuera más que por dar este paso esencial para formar la moral pública y dar una prueba cierta de que seriamente se volvía al orden, yo voto por ninguna, desviándome por ahora de aquel axioma que más vale una mala Constitución que ninguna. Se ha trabajado tanto en desmoralizar a nuestro pueblo, ha perdido éste en tal grado la ilusión en que consiste el respeto a las leyes, que ya no es posible darle el ejemplo de una nueva alteración en su ley fundamental, porque esto sería acabar de prostituirlo, si es que todavía queda algo por hacer en esta línea. Una constitución gavilánica, hija legítima del proyecto de Ley de garantías y nieta de la del año de [18]18, parida y redactada por los que piensan como el cojo Castro, y tienen la misma experiencia y saber que él, nos sujetaría a este mal. Creo pues, que los que verdaderamente aman a la patria, una vez desesperanzados de volver al orden por el único camino legal, que es la restitución de las cosas al estado que tenían en principio de 1824, deben empeñarse en no perderlo todo obstruyendo el camino de conseguir después lo que por ahora no se puede. Un acta orgánica y constitutiva de treinta o cuarenta artículos (a manera de la carta francesa, no en cuanto a su sistema, sino en cuanto a su forma), conservando con algunas ligeras modificaciones para capitular con los tiempos el sistema de gobierno, la formación de las leyes, el método de elecciones, la censura de funcionarios, y los consejos departamentales, aseguraría por ahora estos bienes a Chile; y después leyes reglamentarias hechas poco a poco y tal vez a gusto de todos los partidos plantearían sin estrépito toda la Constitución de 1823.

Mil cosas a mi madre, Dolores, Chabelita, Luisita, Juan y Ríos, y yo soy mi amadísimo padre, su

Mariano.

La adjunta para don Hipólito Unanue es de nuestro amigo don Gregorio Paredes quien se halla aquí como uno de los ministros del Perú y saluda a Ud. Sírvase Ud. dirigirla a Lima con seguridad y prontitud.