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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Mariano Egaña. Cartas a Juan Egaña. 1824-1829
72. París, 15 de Enero de 1828.

PARÍS, 15 DE ENERO DE 1828.

Mi amadísimo padre,

Con don Alonso Toro, hijo de doña Mercedes Guzmán, que saldrá del Havre para Valparaíso, el 20 del corriente escribo a Ud. muy largo contestando sus cartas de 4, 15, 23 y 28 de julio (estas dos últimas traídas por el muchacho Undurraga) y de 4 y 20 de agosto, y 1º de septiembre que acabo de recibir con una libranza de Cameron contra la Casa de Barclay y en favor mío por 820 libras, cuyo envío estimo sobre manera, porque me ha llegado en circunstancias de que no tenía tras qué hacer. Aún no sé si será aceptada, pero espero seguramente que sí; y estoy esperando también la remesa de los 7.000 pesos restantes que libré en mayo último y de que hablé a Ud. en carta de la misma fecha, y ya tenía hablado sobre ello en carta de marzo.

Aunque conceptúo que sea pasajera la indisposición de que Ud. me habla en sus últimas, he tenido no obstante mucho cuidado y sentimiento; y espero en Dios que se habrá Ud. restablecido completamente, muy luego.

Como mis urgencias eran graves me decidí, y también por lo que Ud. me escribió posteriormente, a exigir el importe de la letra de mil pesos que había girado Cameron contra los Directores de la Compañía Chilena de Minas. Dijeron éstos que no le cubrían, porque habían dado orden para que sus negocios en Chile se concluyesen, y tampoco aparecía que Cameron hubiese recibido el dinero que libraba. Esto le servirá a Ud. de inteligencia. La carta formal de protesta que me dirigieron, va inclusa en la que escribo a Ud. con Toro. Mucho cuidado, mi padre, para tratar o hacer servicios a comerciantes, y sobre todo a comerciantes ingleses. Ellos jamás hacen nada de balde: cobran hasta la más ligera mirada que den sin respeto a la amistad ni a servicios recibidos antes, porque en ellos no existe otro sentimiento que el del interés; y todo lo que es generosidad, o elevación lo tienen estos comerciantes bajos por ridículo. Sírvale a Ud. de regla en cuanto a servicios prestados en clase de abogado, que los ingleses están hechos a pagarles a peso de oro. Por sólo dos consultas que hice en Londres ligerísimas sobre el modo solamente con que se podría cobrar el empréstito del Perú, y otra igual, me cobraron mil y tantos pesos de honorario. Sirva también de regla que yo no he debido un solo favor a la Casa de Barclay, antes tal vez lo contrario, o al menos tal vez indiferencia, vamos a otra prueba de la generosidad mercantil inglesa.

El señor Templeman contra quien giró Ingram los 200 pesos del regalito para Rosario, me contestó primeramente, al presentarle la libranza, que Ingram se refería en ella al aviso que debía dar, el cual no habían recibido, y así que se aguardase hasta otro paquete, para saber si la letra sería o no pagada. Al arribo del siguiente dijo que aun no había recibido el aviso, y ahora al arribo del último acaba de decir que girando yo contra Ud. una libranza, para que Ud. cubra en Chile la cantidad que yo reciba aquí, cubrirá la letra. Aun no le he respuesto [sic]; pero probablemente lo haré así. A vista de esto, no me parece que podrá Ud. contar con macetas; y yo las llevaré, así como todos los demás adornos de la casita.

En mis urgencias me preparé para que Lizaur me supliese algún difiero; y al efecto le entregué una letra con fecha 10 de octubre de 1827 del tenor siguiente: “SS. Directores de la Caja de Descuentos. A cuarenta días vista, sírvanse UU. mandar entregar a la orden del señor don José Agustín de Lizaur del comercio de Londres (y no habiéndolo hecho por la segunda ni la tercera) la cantidad de once mil trescientos ochenta y cuatro pesos cinco reales moneda corriente, correspondientes a 1.860 libras esterlinas al cambio de 39 peniques”.

Esta libranza se la entregué a Lizaur, para que él allá sin intervención alguna viese quien se la recogiese, y dispusiese del dinero a la entera voluntad del mismo Lizaur; a fin de que así tuviese una segura garantía en su poder, y por lo tanto no rehusase hacerme aquí algún suplemento. Así es que yo no he escrito a nadie (salvo a los Directores de la Caja el oficio de aviso) sobre esta letra que no sé por mano de quién se habrá presentado y cobrado, aunque supongo que sea por mano de García de la Huerta que es el apoderado de Lizaur, o tal vez por la de Solar. Las libranzas anteriores de marzo y mayo, aunque endosadas por Lizaur, como iban a mi disposición no le servían de suficiente garantía. No ha llegado el caso de que yo le pida prestado; pero sin embargo desearía mucho que esta letra se hubiese cubierto sin tropiezos, porque cualquier falta en este particular quien la sufra soy yo. Como por mi viaje e incertidumbre de los correos, no he tenido proporción, muy a pesar mío, para escribir a Ud. a derechas en estos tres meses anteriores, no había tenido ocasión de prevenir a Ud. esto.

Don Gregorio Paredes debe entregar a Ud. luego que llegue a Lima mil pesos que me debe con el correspondiente premio del dinero. Resérvemelos Ud. hasta que yo disponga de ellos.

A Dios mi padre, soy su

Mariano.

Mil cosas a mi madre, Chabelita, Dolores, etc. Les escribo con Toro.