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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Mariano Egaņa. Cartas a Juan Egaņa. 1824-1829
87. Londres, 24 de Febrero de 1829.

LONDRES, 24 DE FEBRERO DE 1829.

Mi amadísimo padre,

¿Cuánto habría yo de creer que en el presente febrero datase todavía cartas de Europa, pero Dios lo ha dispuesto así, y quién preguntarle por qué? Sin embargo ya me considero en vísperas de partir, porque aunque no me he atrevido a embarcarme en el presente paquete de febrero, creyendo prudente dilatar un mes más mi convalecencia, pienso hacerlo en marzo; y de aquí me ha nacido otra gran duda en que estoy; a saber si me embarco en el paquete para Buenos Aires o si me voy por el Cabo. Saliendo de aquí en marzo, debo llegar a Buenos Aires en mayo, y a Mendoza en junio y no sé cómo pueda pasar la cordillera; pero la navegación es más corta y tendré el consuelo de estar más cerca de Ud. Los médicos me dicen también que no debo permanecer un día en Londres porque el clima me es contrario; y entre tanto no alcanzo a salir de mi duda porque no he recibido contestación de Cienfuegos para saber si puedo irme con él. Si el buque en que acaba de salir Bello hubiera querido demorarse diez días más, me hubiera ido en él porque siquiera habría ido acompañado y con el consuelo de que su familia podría haberme cuidado si algo se me ocurría. Ahora veo que más hubiera valido no haber precipitado mi venida de París, porque si me hubiera demorado allí un mes más, es probable que hubiera ahora embarcádome en el presente paquete. Pero, en fin, ya se puede decir que hemos salido de estos trabajos.

Bello se ha embarcado ahora ocho días en el bergantín Grecian con destino a Valparaíso. Lleva carta de recomendación mía para Ud. y es sujeto estimable. Mi enfermedad no ha sido cosa de peligro ni aún remoto como él se lo explicará a Ud.; pero me ha hecho perder más de cinco meses a que debía yo haberme embarcado. A fin de que el gobierno no crea que me demoro aquí por gusto, he hecho que en el presente correo escriba Barra avisando que he estado enfermo y que ya estoy restableciéndome y en vísperas de partir.

Al recibo de ésta creo que habrán llegado a Valparaíso los dos buques salidos de Burdeos Ángel Guardián y Correo del Brasil; el primero con tres cajones muy grandes que contienen las estatuas de Apolo, Diana y un armario o ropero; y el segundo no sé si con 39 o si con 50 cajones del resto de mi equipaje. He sido tan negramente servido en París, que no tengo ni conocimientos ni facturas, y lo peor es que ni sé fijamente cuántos cajones se han embarcado, ni que día salió el Correo del Brasil; y sólo cuento con que se me prometió que en todo evento se dirigiría a Ud. el conocimiento por el mismo buque. Se hace increíble que me suceda esto; pero enfermo y sin tener de quien valerme, habiendo sobre todo caído en manos infernales, ¿qué otra cosa debía sucederme? Baste decir a Ud. que el hombre (y es chileno) que estaba encargado de todos mis negocios y había corrido con ellos y estaba encargado de darme cuenta, no quiso estudiosamente ni yerme la cara; y con la ardiente ansia de embarcarme en enero para irme, tuve que venirme de París sin saber de mis cosas.

Ud. se hallará abrumado con tantos cajones que ya veo que no hay en casa dónde ponerlos; pero no quiere decir nada que ocupe Ud. con ellos los mismos cuartos donde he de ir yo a habitar, que luego que yo llegue nos desembarazaremos dando su lugar a cada mueble. Entre tanto los cajones de estatuas, de libros y otras cosas que son para la casita de las Delicias, pueden remitirse allí. Mucho encargo a Ud. algunos cajones y la conducción desde Valparaíso a Santiago de los que contienen cosas delicadas como los espejos y la porcelana y los vidrios del cosmorama. Fundido quedo si los grandes espejos para la cuadra y otros para dormitorio, etc., se rompen; porque cada uno vale un Perú y es un digno presente para una novia muy querida. Todo pende de la persona de que Ud. se valga en Valparaíso. Mucho encargo a Ud. y a Dolores el cuidado de los dos cajones Nº 32 y 33, porque son los más valiosos de toda la factura. El primero es para Rosario, y lleva todas las ropas y aderezos de su noviazgo y una provisión para durante su matrimonio. El segundo lleva regalos para mi madre, Dolores y Luisita y otros encargos. Dejo a la discreción de Ud. o hacer entregar a Rosario el cajón 32 o aguardar mi llegada. Si Ud. recela peligro de polilla, mejor sería el primer partido. En el cajón 33 van algunas alhajitas y la principal es un aderezo para la cabeza, de oro y amatista, y unos brazaletes de oro para que mi madre regale a su nueva hija. Dolores (si siente que su curiosidad no es muy modesta) puede abrir ambos cajones, a cargo de volver a acomodar muy bien el de Rosario. Del 33 no digo nada, porque aun creo necesario que saque de él para sacudir el magnífico vestido de terciopelo azul con guarnición de pieles y el collar de pieles que va junto con él, porque este es el regalo que ella debe hacer a su cuñada, y es lo que más temo que haya peligrado con la polilla. Dolores se hará cargo que el soberbio vestido de raso blanco bordado de oro será el que ella misma estrene el día de las bodas. En cuanto a los de más, quiero dejarlas en la duda de cual es el regalo de cada una; pero si quieren empezar a hacer la ropa y acomodarla, sin que yo diga nada les doy desde ahora el derecho de elección, empezando por mi madre a quien compete tomar del cajón, antes de toda distribución, los dos mejores vestidos; luego seguirá Dolores y luego Luisita. Yo aconsejaría a mi madre tomase el vestido de seda morado bordado que ve dentro del cajón Nº 10 y el azul turquí que va dentro del Nº 7 con el pañuelo morado de seda que va en el cajón Nº 16. A Dolores ya sabe que le está destinado el traje blanco bordado de oro del cajón Nº 9, y además le aconsejaría que entre los trajes del cajón 2, 3, 8, 9 y 14 viese el que más bien le pareciese, aunque por mi voto debo preferir uno de los del cajón Nº 2 que ha sido expresamente comprado para ella; y además la punta de terciopelo del Nº 15 y uno de los pañuelos del Nº 2. Luisita debería elegir el traje de seda verde del Nº 7 y un otro traje de los Nº 3, 8, 9 con el pañuelo de seda del cajón Nº 16. Las demás distribuciones yo las haría en llegando.

Ha muerto el Papa, y yo creo que Cienfuegos tal vez se demore hasta la elección del nuevo. No escribo a Ud. más porque pienso que ésta sea la última de Londres y todo lo que tengo que decir lo iré a decir a Ud. entre mil abrazos y el mayor gusto de mi vida.

A Chabelita, que ya estarán en ésa sus encargos, salvo los libros que están en Gibraltar porque se compraron en Madrid y tuvieron que ir allí. Me han escrito que luego se embarcarían. No me puedo acordar cuál es el número del cajón en que va el paso de los Reyes. Ocupa un solo cajón y debe ser del 45 al 60.

Soy, mi amante padre, su

Mariano.