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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Mariano Egaņa. Cartas a Juan Egaņa. 1824-1829
88. Londres, 18 de Marzo de 1829.

LONDRES, 18 DE MARZO DE 1829.

Amadísimo padre,

No me he determinado a embarcarme en el presente paquete porque no puedo hacer el ánimo a estarme tanto tiempo ausente de Ud. Yéndome por el paquete tenía precisamente que demorarme en Mendoza o Buenos Aires hasta octubre o noviembre cuando menos; y por un Cabo que vaya en derechura a Valparaíso puedo llegar mucho (antes); y así es que estoy aguardando la contestación de Cienfuegos, sin perjuicio de aprovechar el primer buque que de cualquier punto de Inglaterra salga para Chile. No hay en el día ninguno, pero la Malvina se prepara para salir en mayo de Londres. Si se presenta otro antes lo aprovecharé; y si ni otro ni la Malvina salen en mayo, me embarco sin falta en el paquete de ese mes. Hablar de mi ausencia y de las penalidades que ella me causa es un mar en que no quiero por ahora engolfarme. Cuando alrededor de nuestra chimenea de Peñalolén tomando sendos mates y excelente café de Moka estemos todos reunidos en una dulce tranquilidad, como lo espero, recordaremos los males después de pasados para dar gracias a Dios. Entre tanto mi salud va muy bien; y la primavera me va componiendo mucho.

Mi amigo don Manuel Sarratea, ex Ministro Plenipotenciario de Buenos Aires en ésta, que se va en un buque que sale dos días antes del paquete con destino a Buenos Aires, dirigirá a Ud. dos cajitas cada una con un aderecito para señoras; uno es de oro y amatista; otro de oro y turquesas; dos botoncitos de diamantes; una sortija (regalo de noviazgo) con un diamante solitario; y una venera que traje de Chile. Como mi ida ha de ser por el Cabo las encontraré ya en esa. No teniendo criado de confianza, esas menudencias de valor en mi equipaje me serían embarazosas.

Vamos a mi remesa de efectos de Burdeos. Ya dije a Ud. cuán infamemente había sido servido en este negocio. De resultas de esta negrura no sólo he tenido que gastar triple, sin exageración alguna, en la conducción por tierra, no sólo han sido expuestos a romperse los objetos frágiles, sino que hasta ahora no sé qué día han salido los buques conductores, ni tengo conocimiento, no sé siquiera si todas las piezas se han embarcado y a qué precio por tonelada. Viva por todo esto mi amigo y paisano don José Manuel Ramírez, hijo de mi amiga doña Gertrudis Rosales. Aunque yo mismo y a mi presencia y en mi casa hice empaquetarlo todo, al tiempo de numerar los cajones en la oficina de conducción se hizo tal variación o mejor diré confusión que aunque sé hasta la última menudencia que contiene cada cajón, no sé a cuál es aplicable cada número de los que le han puesto. Sólo he podido conseguir la adjunta factura vaga y diminuta; pero que en las circunstancias actuales servirá a Ud. de mucho, a pesar de que a mí me deja en ayunas en muchos artículos v. gr: en todos aquellos en que señala muebles vagamente y que en muchos no puedo adivinar cuáles de los muebles que tanto conozco son los que van en aquel determinado cajón, y en otros lo saco por inferencia.

En fin, por la factura aparece que los cajones de objetos frágiles cuyo transporte a Santiago exige mucho cuidado para salvar lo que se haya quedado en el tintero al transporte de París a Burdeos, son los Nº 1, 2, 6, 7, 22, 23, 27, 38, 39, 42, 43, 59, y además todas las estatuas y bustos que aunque de mármol son tan delicados como el cristal y más mientras son más grandes.

Los cajones que para dar lugar en la casa de Santiago puede Ud. hacer conducir a Peñalolén en derechura son los Nº 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 35, 39 (si éste es el faro), 48, 53, 58, 59 y si a Ud. le parece todos los cajones de libros.

Algunos cajones hay que necesitan abrirse porque llevan adentro cosas que pueden apolillarse. Tal es precisamente el Nº 54 que va con vestidos míos y mucha cosas de paño; el 55; y en uno de los siguientes 25, 31, 34, 36, 37, han de ir unos sombreros cada uno en su caja de cartón que peligran si no se sacuden. Los tres sombreros redondos negros de hombre: uno ordinario blanco de idem, uno idem negro de señora, y un sombrero adornado de gran uniforme en su caja de madera.

Remito a Ud. la adjunta factura de libros que indica el contenido de cada caja. Echo menos uno, cuya factura tampoco va en la adjunta. Aún me quedan en París dos cajones (y precisamente de los mejores libros) que están acabando de encuadernarse. Estos no forman parte de la factura anterior, e irán por el Havre como he encargado.

Ya avisé a Ud. de la partidita de vinos, rosalis y un saco de café de Moka que debía dirigir Undurraga de Burdeos a consignación de Ud. por orden mía.

En cuanto a que nada de esto, constituyendo como es en realidad mi equipaje, debe pagar derechos, ya Ud. sabe lo conveniente.

No tengo que encargar a Ud. el cuidado que requiere la apertura de estos cajones porque todos ellos (salvo los cajones de estatuas y libros), aunque contengan un objeto grande, van llenos en los huecos de mil menudencias delicadas como instrumentos físicos, cristales, maquinitas, etc. Aunque mis cajones no están sujetos a registro en la aduana, según el expreso tenor del decreto del caso (de que remití a Ud. copia la vez pasada), sin embargo si se hace algún registro convendría tener mucho cuidado con tanta porción de pequeñas cositas sueltas que van dentro.

Don Gregorio Paredes me dejó muy encargados unos breves del Papa sobre secularización de unos religiosos del Perú. Los recibí en diciembre último después de muchos pasos; pero como yo me iba a embarcar determiné llevarlos conmigo. Habiéndose demorado mi partida no quiero detenerlos ni un día más aquí por las ganas con que han de estar los interesados de recibirlos. Los incluyo a Ud. para que se los dirija a don Gregorio diciéndole que ahora no le escribo porque no tengo tiempo, pero que lo haré luego. Incluyo también una componenda para el padre Cuchito que me ha costado muchos reales, porque en esta clase de gracias no sólo hay que pagar lo derechos de la curia, agente, partes, etc., como en los demás breves pontificios, sino también los buenos escudos de oro romano de la multa o conmutación de la limosna que ha recibido el impetrante, en la limosna que se le exige para otra obra pía. Aquí le tengo otros cinco breves de privilegios que le concede el Papa; pero éstos se los entregaré yo por mi mano, estando ya tan cerca mi viaje.

Aún no se ha elegido Papa y a Cienfuegos lo considero todavía en Roma. En Inglaterra se hallan en suma agitación, cual dicen que nunca se había visto, con motivo de la cuestión católica; es decir sobre si se han de conceder a los que profesan la religión católica iguales derechos que a los protestantes, lo cual se está discutiendo en el Parlamento. Ud. sabrá todo esto mejor por los papeles públicos.

Remito también al padre Cuchito los privilegios e indulgencias del Papa. Los breves que han de dirigirse a don Gregorio Paredes son todos los otros que no sean para el padre Lizardi; a saber para un padre Rivera, tres distintos padres Romero y un Olachea.

Yo creo que será conveniente entregar a Rosario el cajón Nº 32 que va con sus vestidos; a no ser que Ud. vea que hay algún motivo poderoso porque fuese prudente no hacerlo. Lo dejo a la discreción de Ud. No se olvide Ud., mi padre, de que por medio de Chabelita o Dolores, o del modo que Ud. hallare mejor, se le haga comprender que yo me voy luego. Ud. y mi madre me conocen hace treinta y seis años; ella no, y puede creer que no la quiero y que la engaño.

A mi madre, a Chabelita, a Dolores, a Juan, a Ríos quisiera escribir a cada uno por separado una carta; pero no hay cosa que más me aflija que el escribir a Uds. Recordando que todavía estoy ausente. Dígale Ud. mil cosas y lo mismo a Luisita y Juan Ramón.

A Juan dígale Ud. por separado que cuento con el epitalamio que me ha de hacer; y que la novia tiene preparados los botoncitos de camisa de diamantes para el autor del mejor epitalamio que se haga en celebridad suya.

Al tiempo de irme recuerdo a Ud el primer encargo que le hice desde aquí: la pareja de caballos para el coche, aunque no se necesita que sean parejos pues aquí se usan también de distintos colores.

A Dios, mi padre muy amado; prepárese Ud. para recibir con mucha ternura a su Mariano.

Aunque en la factura no vea Ud. designadas las grandes macetas de que ya he hablado otra vez, irán muy luego de Francia.