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Crónicas
Tomo I
Capítulo I. Descubrimiento de Chile i entrada de los españoles en él.

Bien sabido es que Cristóbal Colon descubrió las Indias el año de 1492. Volvió a ellas tercera vez él de 99 i llevó consigo a Américo Vespucio en calidad de marinero con algunas mercaderías para comprar oro. Este regresó a Europa i dió a la prensa su diario, dando a aquél nuevo mundo el nombre dé América para eternizar su memoria, i quitó este honroso timbre al famoso Colon, qué lo supo merecer a expensas de un generoso ánimo i de su nunca bien aplaudida constancia. .

Cerciorados los españoles dé la existencia del nuevo mundo i picada su generosa ambicion, a nada aspiraban sino a hacer nuevos descubrimientos para extender sin límites la monarquía española. Estimulado de tan laudable deseo, él capitán Vasco Núñez de Balboa, guiado  de un hijo de Camagre; reí del Darién (1513), logró descubrir él Pero i mar del sur, cuya conquista emprendieron don Francisco dé Pizarro, clon Diego de Almagro, i el doctor don Fernando dé Luque (1525 ). De común acuerdo dieron el mando a Pizarro, qué entró en dicho reino: desembarcó en Tumbes con 114 hombres i cuatro caballos (1532), i adornó las sienes del Monarea con la corona de aquellos ricos dominios.

De los Amautas i Quipacamayus (cronistas), se orientaron estos conquistadores en la extensión de la dominacion peruana. Supieron que los Emperadores Pripanqui, Tupac-Yupanqui i Huaina Capac habían dilatado su Imperio hasta, Chile. En 1425 envió Tupac-Yupanqui para esta empresa al jeneral Sinchirunca, con un ejército de 50 mil hombres, dividido en cinco columnas. La primera entró por el despoblado, quitó impedimentos, allanó dificultades, provinieron aguajes, i puso balitas para las demás que debían seguirla. Penetró Sinchirunca hasta las inmediaciones de Copiapó, i atacado por los chilenos, se mantuvo en la defensiva sin hostilizar el país. Los Copiapenses persuadidos de que aquellas tropas eran contra su amada libertad, repitieron los avances, pero los peruanos se propusieron ganarlos con suavidad, dándoles con esta conducta una justa idea de la moderacion de su gobierno.

No trabajaron mucho para suavizar a los copiapinos; es jente de natural bondad i buena índole, i sin llegar a las armas, se rindieron a la política de aquellos. Con moderacion i sin estrépito, introdujeron los peruanos su gobierno en aquellos primeros chilenos, i por mediacion de éstos se fueron abriendo paso hasta, el rió Cachapoal. Aquí levantaron varias fortificaciones. De ellas quedan aun vestigios, i dispuso el Emperador se construyesen otras en Marga-Marga, distrito de la, provincia de Quillota, la de los Mitimaes en Tala gante, términos del Valle del Mapocho, i otra en el de Aconcagua, i muchos tambos desde el Perú Basta la frontera de Cachapoal, providencia que también se practicó en los Andes; cuyos fragmentos se miran con admiracion.

Informados los Emperadores de la estabilidad de sus dominios Basta allí, reforzaron el ejército i dieran orden al jeneral de llevar adelante la conquista. Comprendieron la idea los chilenos, i los Promaucaes, Cauquenes, Perquilauquienes i otros situados al medio dia del rió Maule, se unieron i supieron impedir loa progresos de las poderosas armas peruanas. Puestos a la vista los dos ejércitos, convidaron los peruanos a los chilenos con la paz, sin mas condiciones que prestar adoracion al sol i a la luna:, i reconocer a sus emperadores por hijos de estos planetas. Aquellos racionales que jamás hincaron la rodilla i siempre les fué desconocida la sujecion, finos amantes de su libertad, conocieron por instinto natural eran proposiciones de conquistadores. Se remitieron a las armas i contestaron que serian verdaderos piojos del sol i de la luna los que mejor o con mas fortuna peleasen i venciesen, protestando que el sol mismo seria testigo de su valor. I a la verdad salieron con ello. Después de un dia entero de sangriento combate, tuvieron que retirarse los peruanos, si no vencidos al ménos sin ganas de volver  medir las, armas. Informaron entonces a su soberano que aquella jente era mui guerrera, i por otra, parte inútil, perezosa, i que la ociosidad les era compañera inseparable. Aumentaron las fortificaciones de la frontera que ya tenían, i abandonaron el sistema de conquista.

Orientados, pues los españoles en la extensión de la dominacion peruana por aquella parte, i fastidiados los Pizarro de las desavenencias que entre ellos i su amigo Diego de Almagro había suscitado la ambicion, para desprenderse de él i apartarle de su compañía, le brindaron con la conquista de Chile, que un dudó Almagro admitir así por, evitar discordias con ellos, como por mejorar de gobierno.

Era, Almagro natural de Aldea del rei, de fea presencia i mucho mas despees que perdió un ojo en la guerra, animoso, de grande expediente i generoso, de genio blando i liberal con toda tenia trato fiel i suave, que acompañado de buenas palabras, seguidas de iguales obras, sé hacia amable a los que le trataban. Por estas cualidades, publicada la expedicion, tomaron partido bajó sus banderas, muchos capitanes i soldados. Abrió sus tesoros, i les repartió mas de ciento ochenta cargas de plata i. Veinte de oro,(1); para que se equipasen de armas i caballos, i se surtiesen de los útiles necesarios para la campana.

El emperador Yupanqui le profesaba buena amistad, i tanto por darle pruebas de su inclinacion, como por alejar de sí a su hermanó Paullo que poca competirle en el imperio, i por apartar de su presencia al sumo sacerdote Villacaniu, que era tan poderoso como inquieto i caviloso, ordenó que acompañasen a si, amigo con un destacamento de 15,000 indios.

Dispuso entonces Almagro que marchase primero el inca Paullo para que le facilitase el tránsito para las provincias intermedias. I conviniendo a sus intereses acelerar la salida, nombró maestre de campo a  Rodrigo de Ordóñez, excelente militar. Mandó al capitán Juan de Saavedra marchase con los españoles que se habían alistado dió las convenientes disposiciones parra que Ordóñez quedase redetando cu la ciudad del Cuzco, i para que le siguiesen con los reclutas que tuviesen en la de Lima los capitanes Ruiz Díaz i Benavides.

Todo se ejecutó cómo lo previno Almagro, le obedecían sin dificultad; i en 12 de septiembre de 1535 marchó para su expedicion con 300 soldados de infantería, 200 de caballería, i 1:1,000 indios auxiliares. Marchó en demanda de los Andes, a donde se conceptúa haber llegado principiado ya el invierno del año siguiente: e incorporados en el ejército los capitanes Salcedo i Chávez comisionados contra los indios de Jujuy, i Alonso de Sotomayor que le seguía desde el Cuzco, entró en la cordillera, i con indecibles trabajos, pérdida de jente i de caballos, bajó al valle de primera poblacion de Chile en la parte, septentrional.

Aquí fué Almagro bien recibido por atencion a los respetos del inca Paullo, i sus habitantes le regalaron mas de doscientos mil ducados en oro(2);que franca i liberalmente repartió entre sus capitanes i soldados. El cacique de aquel valle era intruso, i el legítimo heredero del cacicazgo que era joven, sobrino del tirano, andaba errante por los montes de miedo de caer en manos de su tío. Orientado Almagro de esta tiranía, mandó llamar al joven, lo puso en posesión de se dignidad, i para mas asegurarle en sus derechos aprisionó al tirano, i cargado de cadenas lo condujo al ejército. Este hecho, la prisión i suplicio de Marcandey, cacique del Huasco, i de algunos indios principales ejecutados en castigo de la muerte que sus mocetones (3); dieron a tres soldados, (esta fué La primera sangre española derramada en Chile), que separados del ejército se demandaron a injuriarlos i hostilizar su territorio, no le Hizo buen aire entre sus capitanes. Graduaron éstos aquellas cadenas i suplicios de notoria injusticia i de tiranía. Decían no reconocer en Almagro derecho alguno para conocer en aquella causa (4); i que los del Huasco le tuvieron para repeler la violencia que les hicieron los tres malos soldados.

Restablecido el ejército de los trabajos padecidos en la cordillera, e incorporado el refuerzo de híñete i caballos que introdujo del Cuzco el maestre de campo Rodrigo de Ordóñez, levantó el campamento, que ya se componia de Corea de 600 españoles . Siguió la marcha i se interno hasta las provincias las Promaucaes sobre el Pío Claro con demasiada oposicion de sus habitantes, que fueron en número de 24 a 30.000 hombres le presentaron batalla de éxito mui dudoso, I aunque fueron vencidos, no fué sin pérdida de muchos auxiliares i con demasiado riesgo de la reputacion de las armas españolas.

En estas circunstancias, llegó del Perú Juan de Roda, íntimo amigo de Almagro, acompañado de Juan de Guzmán, Henríquez, Matos, Picon i Lorenzo de Albania con 88 españoles, conduciendo los reales despacho; En que él reí le concedía la gobernacion de doscientas lechonas en aquel reino, i debían contarse desde donde terminaba la que se le concedió a don Francisco de Pizarro. Conferenció el negocio con sus capitanes, i se dividieron todos en pareceres. Unos le aconsejaban la prosecucion de la conquista de un país tan rico como era el que pisaban i le hacían presente la posesión de él sin los riesgos de los envidiosos i de la ambicion de sus competidores. Los demas con Juan de Roda le estimulaban al regreso poniéndole delante el orgullo de los Pizarro, esforzando su modo de pensar con la continjencia de perderlo todo, si no tomaba posesión de la merced que desde luego no alcanzaba hasta Chile.

Este dictamen adoptó olvidando los buenos sucesos que hasta entonces Habia tenido. Dejó la empresa, i en 1537 regresó al Perú por el despoblado de Atacama situado sobre las costas del mar del sur, donde no se encuentra agua, leña, ni cosa alguna de las indispensables para vivir. I si este ejército padeció grandes trabajos en la, entrada de Chile por la, sierra nevada, no los sufrió ménos en su salida. Perdió Almagro en la expedicion ciento cincuenta españoles mil indios de los 15 mil auxiliares i 40 caballos, i dejó a Chile como lo halló. La ambicion e inconsideracion de sus amigos le condujo al Perú, donde tomó mas cuerpo la competencia con los Pizarro, cuyos sucesos seria ocioso referir hallándose mui extenso por varios autores, principalmente en Gracilazo i Antonio de Ferreira, i solo direnolios que aquellas desavenencias fueron tan escandalosas que le condujeron a un cadalso por sentencia judicial pronunciada por los mismos actores en el proceso (5);.