ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Tomo I
Capítulo X. Envia el Gobernador a Pedro de Miralda, al Perú - Arriba a Chile Juan Bautista Pasten, i pasa a reconocer el Estrecho de Magallanes, i a su regreso vuelve al Perú - Disposiciones Gubernativas - Vuelve el Gobernador a

Acopió Pedro de Valdivia todo el oro que pudo para equipar la nave que vino del Perú, i volvió a enviar a Pedro de Miranda con encargo de conducir sacerdotes, soldados, armas, ropa, i otros utensilios necesarios para su empresa. dió las gracias al licenciado Vaca de Castro por el socorro que le envió, i se lo satisfizo con exceso para obligarlo a continuar este beneficio. Repitió sus informes a la Corte sobre el descubrimiento que tenia hecho. Puso en la real consideracion la innumerable poblacion de aquel país su fertilidad i la riqueza de sus minas. Le noticia la fundacion de las dos ciudades que tiene establecidas, i que la capital le nombró gobernador, cuando se tuvo noticias de la desgraciada muerte de don Francisco Pizarro. No omitió avisar la imposibilidad de Pedro Sánchez de la Hoz para conquistar por la parte austral de Chile, con noticias de haberse incorpora lo a él para tener pare en la conquista, i que fué disposicion de Pizarro. También le hizo presente el mal éxito de la expedicion de Alonso Camargo, que llegó con tres naves al estrecho de Magallanes, i dos días después de su arribo perdió la capitana (octubre de 1539). La otra regresó a España desde el Puerto de Zorras, i en la restante salió del Estrecho, i tomó el Puerto, Carnero, en el estado de Arauco, sobre la punta de Rumena, de donde navegó a Quilca (20 de enero 1540), puerto del Perú en la provincia de Arequipa, i abandonada la conquista de que tenia merced, se quedó allí sirviendo a S. M., (se confirma esta noticia por un fragmento del diario de la nave que regresó a España, i le he visto en la Biblioteca del convento de PP. Jerónimos del Real Sitio de San-Lorenzo); i concluyó pidiendo se le permitiese conquistar todo aquel reino de que se le hizo merced.

Pocos días después del despacho de Miranda, llegó a Chile Juan Bautista Pasten en una nave suya (32), (año de 1544); condujo mayor número de jente que Monroy, i la puso en tierra, con el vestuario i demás cargamento. Le premió el gobernador este señalado servicio autorizándole con el título de teniente de capitán jeneral del mar del puerto de Valparaíso i valle de Quintil. Con esto acreditó el gobernador su integridad i su justicia, estimuló a otros, i al mismo Pasten lo puso en obligacion de proferirse a mayores empeños (33). Le comisionó el reconocimiento de la costa hasta el Estrecho, i desempeño el cargo con aquel celo que correspondía a su calificada nobleza, de que la Corte se dió por bien servida cuando se le pasó noticia de este importante servicio.

No pudo Pedro de Valdivia separarse del valle de Mapocho hacia el sur, i por lo mismo tuvo mas lugar para dedicarse al gobierno económico de la- capital. Hizo juntar el anudamiento para tratar asuntos interesantes al bien común. Se hicieron algunas conferencias, i acordó se hiciesen aranceles que estableciesen la cantidad con que debían asistir sus vecinos i habitantes a los curas, por los actos de su ministerio eclesiástico para su congrua sustentacion (34). I cuando suavizados los indios i depuestas las armas, entraron en la ciudad a contratar i permitieron que los españoles los buscasen en sus chozas para lo mismo, determinó se pusiese puente en el rió Maipo para transitarle sin peligro, i porque la ciudad no podía tener aun rentas, se arbitró le costeasen sus vecinos.

En estas ocupaciones se versaba la eficacia del gobernador, cuando regresó Pasten de la comisión que su prudencia militar le encargó. Sabia este jefe prevenir las cosas que podían suceder, i nada emprendía sin tener presente sus consecuencias. -Buscaba ménos dilatada ruta por donde dirigir a la Corte sus recursos para mayor facilidad de la empresa en que se hallaba empeñado, sin necesidad de que pasasen al Perú, donde eran frecuentes las revoluciones i había peligro de extravío. Le entregó Pasten el diario de su viaje, i una relacion del descubrimiento que hizo desde la costa hasta el Estrecho, con noticia de sus puertos, caletas i ensenadas, i de la jente que habita aquellas tierras, notando los puertos mejores i mas seguros para nuestras naves i de buenas proporciones para defenderlas de los enemigos, i le cercioró de la posibilidad de navegar por el Estrecho al mar del Norte.

No le dejó descansar mucho tiempo, i le hizo volver al Perú con Alonso Monroy i Antonio de Ulloa. Este venia a la Corte en calidad de procurador de la ciudad de Santiago i de Pedro de Valdivia, encargado de dar cuenta al rei de los progresos de la conquista. Pasten i Monroy fueron al Perú a solicitar jente, ropa i otras provisiones, i a inquirir la causa de la detencion del capitán Pedro de Miranda, de quien no se tenia la menor noticia. Para facilitar estas negociaciones juntó Valdivia todo el oro que pudo, i dividido por mitad, lo entregó a Monroy i Ulloa, a quienes el gobernador condujo al puerto de Valparaíso, i se mantuvo allí hasta que vio salir la nave (35). Evacuadas estas negociaciones, entró en pensamiento de adelantar la conquista, i salió a explorar el país acercándose a la falda de la cordillera. Descubrió todo el país subandino, i sin valerse de las armas i usando de suavidad, trajo a su partido a todos los habitantes de la provincia de los promaucaes situados entre los ríos Maipo i Maule. Hizo con ellos tan firme alianza, que jamás tomaron las armas contra los españoles, i de ellos sacó después algunos millares de soldados para sujetar a los araucanos.

En esta ocasión adquirió mas noticias del país, tanto de su fertilidad, como de la riquezas de sus minas, i tomando un destacamento de auxiliares promaucaes, pasó el rió Maule i logró internarse hasta Itata sin oposicion. Pero no le sucedió así con los itatenses que le recibieron con las armas en las manos, i tuvo con ellos muchas i reñidas escaramuzas. En una sorpresa que le dieron acampado en la parcialidad de Quilacura, le tuvieron a punto de sufrir una completa derrota. Perdió alguna jente i algunos caballos, i le hicieron conocer que residía en ellos una extraordinaria resolucion i animosidad. I aunque allí supo que los penquistos i araucanos orientados de su regreso, se disponían a una vigorosa defensa de su país, prosiguió la marcha hasta el valle de Penco (36). Se inclinaba a establecer en él otra colonia, lisonjeándose de poderla sostener con la jente que llevaba, aun en circunstancias de saberse que el estado de Arauco juntaba un poderoso ejército para expulsarlo de su país. Sus capitanes le suplicaron, importunaron i requirieron que abandonase este pensamiento, hasta que hubiesen fuerzas suficientes para poblar, i resolvió volver ala capital, i aguardar en ella la llegada de Pasten, Monroy i Miranda, para reforzar su ejército i poder emprender la sujecion de los araucanos.

Mientras llegaba este refuerzo, no estuvo ociosa su actividad. Batió muchas veces la campaña, i molestó a los de Mapocho con frecuentes correrías para que exprimidos con el peso de las armas, entrasen por sólidos conciertos de paz. Les quitó las cosechas del aquel año (1547). Desbastó sus campos, entregó al fuego sus chozas, i llevó con tanto rigor las hostilidades por todo aquel valle, que les redujo al último extremo de la miseria. Esta lamentable situacion los puso en la estrecha necesidad de rendirse a discrecion i voluntad del conquistador. El ánimo fuerte de aquellos indios no les permitía el acomodarse a esta desesperada, aunque necesaria resolucion, i se mantuvieron en los montes, haciéndoles todo el costo su animosa obstinacion, hasta que la Providencia descubrió senderos para esta negociacion.

Los sacerdotes que acompañaban al gobernador, i lloraban con las lágrimas del corazón el exterminio de estos hombres, arbitraron que el padre F. Antonio Rondon, a quien manifestaban inclinacion, tomase por su cuenta rendirlos con suavidad, i se le propuso la idea al gobernador. Este jefe que era naturalmente compasivo, se alegró con la noticia de la mediacion, i fomentó el pensamiento. El venerable padre se fué a ellos i acertó a persuadirles pidiesen perdón, atribuyendo su exceso a la conducta del capitán Monroy, protestando que jamás hubieran tomado las armas, si el gobernador hubiera estado presente. La necesidad les hizo adoptar este partido, i conducidos por el padre Rondon a la presencia de Pedro de Valdivia, se pusieron de rodillas i le pidieron la paz que aborrecía su corazón, pero que exijía su deplorable situacion; i este benigno jefe aunque lo deseaba entrañablemente, se hizo rogar mucho a fin de que la dificultad en conceder, le asegurase su permanencia.

Admitida la falsa disculpa, les puso a la vista el mérito que dieron para la hostilidad que les había hecho sufrir, les ponderó que de ningún modo merecían compasivo, porque la clemencia no debe ejecutarse con los consumases i rebeldes, i que debieron aguardar su regreso para exponer sus quejas i hubieran sido oídos a su entera satisfaccion. Pero que sin embargo de conocer que la facilidad de perdonar suele dar aliento a la osadía, para deslizarse a otras infidelidades, les perdonaba gustoso, en obedecimiento a las piadosas órdenes del Rei i súplicas del Papa i poderosa mediacion del padre Rondon, i les admitía en su amistad, tan olvidado de lo pasado, como si no hubieran delinquido, i les despidió entre severo i benigno, para no exaspéralos con la entereza, ni ensoberbecerlos con la dulzura.

Hecha la paz con los de Mapocho, pudieron edificar sin sobresalto.

Mandó el gobernador se llevase a efecto su disposicion de levantar los edificios de adobe o ladrillo sobre profundos cimientos, i que se techase con teja para evitar otro incendio. Se construyó un hermoso templo a expensas del real erario i de los vecinos. Nueve mil pesos se le dieron al arquitecto por su direccion, i el ayuntamiento le añadió otros quinientos para que se hiciese de buena arquitectura el arco de la capilla mayor. Así manifestaron su relijiosa piedad aquellos primeros vecinos, que heredada i sin intermisión de tiempo, la vemos loablemente practicada hasta nuestros días.

El ayuntamiento señaló rente. para la congrua sustentacion de los (los caras i un sacristán mayor, i fueron admitidos a la colacion de estos beneficios, el bachiller don Bartolomé Rodrigo Gonzalez Marmolejo, don Diego de Medina i don Fernando de la Torre, presbíteros, en virtud de letras expedidas en la ciudad del Cuzco a 4 de mayo de 1546 por el Iltmo. señor don Juan Solano, su dignísimo obispo, i en ellas nombró por su vicario al primero.

Nada se descuidaba el celoso gobernador para lo que podía contribuir al lustre aumento de su primera colonia. Nombró por escribano mayor de gobierno a Juan de Cardeñas (1547), i fué el primero de este honroso empleo, que hoy le tiene clon José Santiago de Uparte i Salinas con honores de escribano real. También fué el primero en el mas vil, Ortun xeres, destinado a las ejecuciones de justicia en calidad de verdugo, nombrado por el ayuntamiento.

Puesto buen orden en el gobierno de la nueva ciudad, salió para el valle de Quillota a fomentar la labor de las minas de oro descubiertas por los peruanos trabajadas de cuenta de los Incas del Perú. Expidió ordenanzas para su buen gobierno i buena administracion, extendidas en 36 artículos. En uno de ellos permite que los indios, i aun los esclavos puedan tenerlas i trabajarlas de su cuenta, i esto prueba bien que aquel gobernador i sus capitanes, no eran hombres de insaciable codicia como se les calumnia. I porque los indios deban trabajar en ellas, ordenó, que un regidor por turno fuese juez de minas, para que cuidase de suspender su laboreo en los cinco meses de la demora, a fin de que tuviesen tiempo de sembrar cosechar sus frutos, para que estuviese a la mira de moderar el trabajo, que en él no se les Hiciese vejacion. De esta provincia volvió a la ciudad, dió reglas para el cobro i pago de los diezmos. Promovió la predicacion del Evangelio, i la educacion de los indios, i todo se hacia sin olvido de la disciplina militar en que era exactísimo, para contener al soldado en sus deberes, i para estar a la mira de los indios; que no estaba aun bien asegurada su sujecion.