ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Tomo I
Capítulo XVIII. Vuelve el Gobernador a La Imperial, i pasa a fundar las ciudades de Valdivia i Villarrica - Establecimiento de las plazas de Puren, Tucapel y Arauco.

Desde que el Gobernador tuvo noticias de la llegada de Villagra a la ciudad de Santiago, no perdió momento en el despacho de los negocios de la cuidad de la Concepcion, para salir al descubrimiento de la parte austral de la gobernacion. Despidió a Francisco de Aguirre para la de la Serena, i le dió orden de descubrir reinas i trabajarlas. Envió al Perú por jente, armas, ropa, municiones i ganado, al capitán Martín Avendaño ( octubre de 1551). Aprestó los útiles necesarios para la expedicion i se puso en marcha por el camino de la costa. Los estado de Arauco i Tucapel le, dieron obediencia, i llego felizmente a la Imperial Aquí se detuvo pocos días, i en ellos afianzo el gobierno que tenia Establecido  en aquella colonia para que se gobernase, a sus vecinos i  mui  equitativos  estatutos a favor de los indios. Dividió a éstos si encomiendas,  i, que repartió a los beneméritos que no habían gozado  de esta con aquella prudente equidad que le era natural, Cuando llegaba el caso de premiar dió facultad al ayuntamiento para que las demás encomiendas. Su puso en viaje para el valle de la Mariquina, i llegó a el, no  sin dificultades, así por lo fragoso de los caminos, como por las frecuentes emboscadas que le disponían aquellos habitantes favor de la espesura de los montes.

Pocos días después de su arribo llegó Villagra. Dejó descansar estas tropas, i prosiguió su marcha hasta la ribera, septentrional del río Calle-Calle, que desde entonces tomó la denominacion de río de Valdivia. La opuesta margen estaba guarnecida de innumerables indios que pretendían defenderla. Para transitarle mandó hacer muchas balsas capaces de llevar artillería i caballos. Nada de esto fué menester, porque una india llamada Reclamo (61), se profirió a conquistarlos con la persuasión. En efecto lo consiguió,  i fué el Gobernador admitido de paz, i fundó la ciudad del Dulce nombre de María de Valdivia, hoy plaza de armas i uno de los mejores puertos del mar del sur, situada sobre los 39 tirados, 40 min. de latitud austral (62).

Levantó un fortín para su defensa; señaló sitios para las casas del ayuntamiento, parroquia, hospital i convento de regulares. Se deja entender así de los vestijios que todavía permanecen, i de algunas memorias de capellanías i otras obras pías, que se, conservan en el archivo episcopal de la ciudad Imperial. Las ruinas de sus edificios manifiestan su opulencia. La casa de moneda, cuyo rudo i sellos permanecen en las arcas reales de la Concepcion, nos dicen la riqueza de sus minas. Estas, i la abundancia de maderas i frutos que rendían los fértiles campos de Río-Bueno, llamaban a los mercaderes del Perú, i por eso no fué mucho que sus aumentos fuesen con tanta rapidez, aunque con la misma celeridad llegaron a su acaso, como mas adelante veremos.

Su primer gobernador fué Julián Gutiérrez de Altamirano, pero nada sabemos de sus primeros capitulares, ni de las disposiciones que deben acompañar la fundacion de un nuevo establecimiento. Mi dilijencia no ha podido hallar documento alguno que nos oriente del establecimiento de esta colonia. Ninguna otra cosa pude adquirir ni adelantar, mas de lo que refiere el P. Miguel de Olivares, i es que fueron su primeros pobladores Rodrigo de Orosco, Cosme Gutiérrez de Altamirano, Andrés Salinas, Pedro de Ocampo, Diego de Eslava, Martín de Quezada. Diego Nieto i doña Leonor Cervantes su mujer fundaron una capellanía. Otra establecieron Pedro Gutiérrez i Cosme Gutiérrez de Altamirano, i adornaron el altar con varias alhajas de plata i buenos ornamentos, para celebrar el santo sacrificio de la misa como la decencia que pide tan augusto sacra monto. Al tiempo de su ruina estaba mui opulenta i poblada de familias nobles, como Valenzuela, Ocampos, Montesinos, Cuevas, Santanderes , Moras i Navarretes. De estos apellidos conservan los indios los cinco últimos, honrándose con ellos como descendientes de los españoles.

Concluido el fortín tomó en rehenes algunos indios principales de aquella comarca, así para dejar esta colonia libre de ser insultada, correo para seguridad en la marcha que iba a hacer. Salió con ellas a descubrir hacia el sur, i dió vista al Archipiélago de Chiloé. De allí volvió, i conceptuando que hasta Curacahuin alcanzarían los términos de su gobernacion, reconoció el paraje para fundar en él su última colonia cuando tuviese proporcion para ello.

Antes de salir de este descubrimiento, envió al adelantado Jerónimo de Alderete con 60 soldados para que reconociese el país por la cordillera al noreste de la ciudad de Valdivia. I por las buenas noticias que adquirió el Adelantado i toco por su personal reconocimiento, resolvió se estableciese otra colonia (63), sobre la ribera meridional de un lago situado en los 39° 5' de latitud austral al sudoeste de la ciudad Imperial, en la falda occidental de la cordillera (1552). Se le dió título de ciudad, con el nombre de Villarrica, que por la amenidad i fertilidad de su territorio i por sus riquísimas minas de oro, plata, cobre, le viene mui bien.

Ninguna otra noticia tenemos de esta colonia, si no es la fundacion de obras pías de que se hace mencion en el citado archivo de la ciudad Imperial, i que nos refiere el padre Olivares. «En él se leen los nombres, dice este autor, de Juan de Almonacid que dotó una ermita en honor de San Sebastián en una hereda suya vecina a la ciudad; , el de Fernando de Belmonte, que instituyó un aniversario de misas por las almas de los indios de su encomienda; el de Pedro de Arana Valdivia, que fundo en uno de sus pueblos, iglesia i hospital con buena renta. A peticion de su ayuntamiento, declaro el Diocesano por obra pía la fundacion del hospital jeneral dedicado a Santa María de Gracia, i declaro pertenecerle el noveno i medio de la renta de diezmos, i estableció una cofradía para su cuidado con ordenanzas mui santas. Antonio Rodríguez, cura que fué de aquella parroquia, dejó una gruesa dotacion de misas. I otra tal instituyo el padre de Valdenebro, que no sabemos de qué religión fuese (64). Los vecinos de esta ciudad mantuvieron comercio con Buenos Aires, i de este tráfico vino su aumento. Fueron vecinos de toda distincion en ella, dice don Pedro Figueroa, Juan de Ocampo, Martín de Avendaño, Diego Corbera i Nicolás Sotelo.

Conoció el Gobernador el terror pánico que, apoderado de los indios. les había conducido a una especie de docilidad ajena de su natural soberbia, i mui distante de su genio tumultuoso. Conocía también, que unos hombres ociosos i vagantes, no se podían subyugar sino con el freno de poblaciones armadas. Aprovecho aquella bella proporcion que se le presentaba. Dejó aquellas colonias con la tropa que pudo sacar de su corto ejército, i dió la vuelta por las costas para que nada de aquel continente le quedase por reconocer. Antes de entrar en el estado de Tucapel, levanto la plaza de Puren dedicada a San Juan Bautista la dejó guarnecida de 40 hombres bajo las órdenes del capitan Gómez de Almagro. De aquí pasó a Tucapel, donde puso otra, plaza, dedicada a San Diego, dió el mando de ella, con igual número de tropa, a Martín de Ariza (año 1552). Siguió la marcha para el estado de Arauco, i en Lota sobre la ribera del mar, ocho o nueve leguas distantes de la embocadura del Biobio, (año 1552), estableció otra fortificacion, i guarnecida de otros 40 soldados, la entregó al capitán Francisco de Reinoso (65), i se restituyó a la ciudad de la Concepcion (1552).