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Crónicas
Tomo I
Capítulo XLV. Gobierno del Adelantado Francisco de Villagra - Se refieren sus disposiciones al ingreso a él.

Llegaron a Lima los desterrados Aguirre i Villagra; aquel llevaba recomendacion de don García para el virrei su padre, i fué bien recibido de su excelencia i comisionado para continuar la conquista de la provincia de Tucuman. Villagra no halló asilo sino desaires, i no le quedó mas arbitrio que venir a España, i echarse a los piés del reí. S. M. le vio benignamente, i vindicada su conducta, aprobó su mérito la real piedad, i le premió con el gobierno del mismo Reino, i títulos de mariscal¡ adelantado. Le dió 400 hombres, ¡con ellos se embarcó para Tierra Firme, de donde se trasladó al puerto de Paita, i de allí a la ciudad de Lima. En esta no hizo mas mansion que el tiempo preciso para su viaje, que hizo con dos naves, i arribó felizmente al puerto de Coquimbo (4 de junio de 1561).

Al siguiente dia de su arribo bajó a tierra, i fué recibido en la ciudad de la Serena. Envió su poder al licenciado Juan de Herrera para que presentase en el ayuntamiento las reales patentes, que al momento fueron obedecidas. No estuvo ociosa su actividad en la Serena, visitó las minas i las encomiendas, i mandó se observasen inviolablemente las sábias ordenanzas de Pedro de Valdivia, i las que espidió su antecesor, don García Hurtado de Mendoza, para el gobierno de aquellas, i para el trato suave i humano de los naturales.

Restablecido de las penalidades de la navegacion, se puso en viaje para la capital, i fué recibido en ella con indecible alegría. Le amaban sus vecinos, porque era Villagra hombre de buenas luces, noble, animoso, prudente, humano, sagaz, cortés i relijiosamente cristiano. Entre las aclamaciones que le hacian, levantaban el grito bendiciendo la piedad del Monarca, que tenia en memoria el mérito i había desagraviado la justicia de Villagra indiscretamente atropellada.

Rodrigo de Quiroga le avisó el hecho escandaloso de los indios de Puren i su castigo, i no hizo cuenta con el resultado que podia tener i debía esperar de aquellos jénios propensos a la rebelion. Olvidado de la falacia de los araucanos, i de su soberbia indocilidad, se lisonjeaba con las apariencias de paz en que les dejó don García, i que fué consecuencia de las derrotas de Quiapo i Cañete. I no solo determinó mantenerse en la capital, satisfecho con enviar a la ciudad de Cañete a su hijo don Pedro con 80 soldados, sino que desmembró las fuerzas que llevó a Chile. Envió en el siguiente verano una espedicion bajo la conducta del Capitan Gregorio Castañeda con 100 soldados contra la provincia de Tucuman, que el virrei del Perú agregó a su virreinato, i a poco tiempo le hicieron conocer los indios su desacierto.

Cuando Villagra estuvo en la provincia de Tucuman enviado por Pedro de Valdivia, tuvo cierta desavenencia con Juan Nuñez Prado, i remitida a las armas le venció; pero le dejó en el gobierno de aquella provincia, con la condicion de quedar subordinado al de Chile, pues era comprendida, en el distrito de su gobernacion. I en efecto, así estuvo muchos amos, hasta que el virrei del Perú la adjudicó a su virreinato, siendo gobernador de ella Juan Gomez Zurita por nombramiento de don García Hurtado de Mendoza. Villagra contempló agraviado su gobierno con aquel despojo, i envió a Castañeda co orden de ocuparla i posesionarse de ella. No pudo negociarlo buenamente con Gomez Zurita, i viniendo a las manos con él, se apoderó de aquel territorio. Como se llevó en la Corte este negocio, lo escribe Antonio de Herrera, donde puede verse, i yo solo diré que no son semejantes asuntos para librarlos a las armas, sino para que el Soberano, a quien se debe ocurrir, disponga lo que sea de su real grado.