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Crónicas
Tomo I
Capítulo XLVI. Los araucanos levantan ejército - Visita el Gobernador su gobernacion i piden los indios la paz - Salida del Maestre de Campo Julian Gutierrez de Altamirano a sujetar las parcialidades rebeladas - Suceso de esta campaña.

Se habia propuesto el Gobernador buenas ideas de gobierno fundadas en la paz, que hizo asomar su antecesor don García en los estados de Arauco i Tucapel, pero los araucanos heroicamente constantes en procurar la restauracion de su libertad, supieron frustrarle todos sus pensamientos. Salió de la capital. con la jente i útiles que pudo, porque Antuhuenu, electo jeneral de aquellos estados, tomó acertadas medidas para juntar un trozo de cinco a seis mil hombres, i fortificado en el lago de Lumaco, hostilizaba los distritos de la Imperial, Puren, Angol i Colhué.

Llevaba el araucano sus Hostilidades con tanta rapidez, que devastó las estancias de los españoles i les obligo a abrigarse bajo las murallas de sus establecimientos. A la fama de Antuhuenu se rebelaron tambien las provincias de Catirai i otras se s vecinas. Para evitar que fuese jeneral la sublevacion, no se detuvo el Gobernador en la Concepcion. Se trasladó a Arauco, Cañete, Angol i los Infantes, hasta la Imperial, donde entro en (mayo de 1562). En esta fué recibido con especiales demostraciones de alegría, que manifestaban el aprecio que merecia a sus convecinos, que tuvieron la incomparable satisfaccion de verle colocado en la suprema dignidad de aquel reino.

Los indios suponian en el mariscal Villagra un espíritu de venganza inexorable, que, a su modo de pensar, le empeñaria en una guerra capaz de consumir todo el país. Ajitados de estos melancólicos pensamientos, se determinaron a proponerle ajustes de paz, con la precisa condicion de su entera libertad. Le ofrecieron tierras para fundar colonias i campos para estancias, pero con la condicion que los mismos españoles lo hablan de trabajar todo, i de ningun modo hablan de exijir indios mitayos. Esta propuesta llama la atencion. ¿Acaso hicieron semejante proposicion cuando fueron vencedores? ¿No se contentaban entonces con pedir que se les tratase con humanidad, i se les libertase de esclavitud? ¿Por qué se atreven ahora a pedir se les deje libre de toda servidumbre, despues de vencidos en muchas batallas i escaramuzas, en que siempre les llevo don García los laureles de la victoria? I bien ¿que nacion americana se atrevió jamás a pacer semejante propuesta a los españoles, a quienes siempre esperimentaron invencibles? Pues ¿cómo se arrojan ahora los araucanos, tantas veces debelados, a proponerla a Francisco de Villagra, a aquel capitan que supo hacer pasar a su fortuna en la mayor velocidad de su carrera? A éste tuvieron la osadía de proponer la paz bajo condiciones de una total independencia, que debe llenarnos de admiracion. Ello es que parecerá delirio de una desconcertada imajinacion, mas el tiempo acredito su ejecucion. Los españoles siempre han ido en aumento, i los araucanos en disminucion, i con todo el esfuerzo de una heroica constancia, que les hace merecer el renombre de animosos, se hallan hasta hoi gozando de independencia i con las ventajas que se historiarán en su propio lugar. Villagra les oyó benignamente, i con sagacidad les rebatió su arrogante proposicion, que la graduó por uno de los delirios de su soberbia, i obsequiados los mensajeros fueron despedidos cortesmente.

El Gobernador salió de la Imperial para Valdivia, i de ella, de Osorno i Villarrica sacó alguna tropa, con la que mandó al maestre de campo Julian Gutierrez de Altamirano, para que unida con la que mandaba su hijo don Pedro, que se hallaba en la de Cañete, castigase las provincias rebeladas. Aquejado de la enfermedad de gota, que padecia, se embarcó en Valdivia con destino a Arauco, pero los vientos lo llevaron de arribada al Archipiélago de Chiloé en la isla de Quinchao. La embarcacion quedo en seco por la baja mar, i aquella noche bajaron a tierra. Le sorprendieron los isleños, pero fueron rechazados con pérdida, i reconocida la isla, se dió a la vela i arribó felizmente a Arauco.

Antuhuenu, que vió ir al Gobernador para Valdivia, dirijió sus ideas para la ciudad de Cañete, i le puso un apretado asedio, pero no pudo permanecer muchos dias (1562), porque llegó luego Altamirano con 170 españoles que se sacaron de las guarniciones de Valdivia, Osorno i Villarrica, i con cantidad de víveres para su abasto (1562). Entró en Cañete sin oposicion, i del mismo modo corrió todo el país circunvecino. No intentó el jeneral araucano impedirle la entrada, i tomó el partido de levantar el sitio, conjeturando que seria mejor cuando saliese Altamirano de Cañete; porque suponia que dejaria parte de su tropa para resguardo de la ciudad, i que los caballos saldrian desfallecidos por falta de forraje.

No hizo Altamirano lo que imajinó Antuhuenu. Cumplió la órden del Gobernador, i determinó sacar de Cañete, no solo el destacamento que mandaba el hijo del Gobernador, sino alguna tropa mas de la dotacion de aquel establecimiento, porque no pensaba alejarse mucho de él. Tuvo Antuhueno esta noticia por sus espías, i pasó a fortificar se en Lincoya, parcialidad situada en los montes del estado de Tucapel. Allí le atacó Altamirano, i con tan buen efecto, que lo desalojó de su atrincheramiento, le hizo muchos prisioneros, les tomó cantidad de víveres que tenian acopiados, i regresó a Cañete (1562).

Perdió Antuhuenu en esta funcion mas de 300 hombres, pero ni un punto decayó su constancia. Pasó a fortificarse en la parcialidad de Rucapillan, situada en los montes de Nahuelbuta, i elijió un sitio defendido de un barrancon por un. costado i de un espeso monte por otros dos; de modo que no tenia que defenderse sino de un frente, i lo cercó con fuerte palizada. Tuvo noticia Altamirano de la situacion del jeneral araucano, i salió luego a desalojarle. Puesto en el sitio vio que allí era inútil la caballería, que iba a las ordenes de Nuño Hernandez (123), i le mandó echar pié a tierra (1562). Unidos acometieron con tal ímpetu, que forzaron la entrada, i comenzaron a huir los araucanos, precipitándose unos por el barranco, i ocultándose otros en el bosque. Otros sostuvieron el combate, i no pocos de éstos murieron; con lo que fué completa la victoria. Se hicieron muchos prisioneros, i costó esta accion cuatro españoles que murieron, i casi todos los lemas salieron heridos.

Volvió Altamirano a Cañete, i envió a Pedro Fernandez de Córdoba con 25 hombres para reforzar la guarnicion de Angol, que corria algun riesgo. Alojado Córdoba cerca de un bosque, quiso sorprenderle el capitan Rucapillan aquella noche con 600 hombres que tenia a sus órdenes. Para asegurar el golpe le visitó i le habló de ajustes de paz; i para hacer ver su sinceridad le llevo 20 indios de rehenes en seguridad, i éstos habian de ser los que daban principio a la sorpresa. Le creyó Córdoba,¡ distribuyó los rehenes a sus soldados. Andres de Fuenzalida dudó mucho de la sinceridad de Rucapillan. Le parecieron muchos para rehenes, i separado de los demas, puso en cuestion (de tormento?) al indio que se le entrego, i descubrió toda la tramoya de su capitan, que aun hablaba con Córdoba. Aviso Fuenzalida i fueron examinados separadamente los lemas, i todos confesaron lo mismo que el primero, ménos Rucapillan que negó el hecho, pero aquella noche quedó todo averiguado. Se acercaron a llamar a Rucapillan desde el bosque, sin ponerse a tiro de mosquete, i se le obligó a responder i llamar a los que daban voces, mas ellos no quisieron acercarse. Entónces Pedro Cortez Monroy con tres soldados salió disimuladamente del campamento, i acometiéndoles por la espalda. hizo dos prisioneros, que confesaron la intencion de su capitan. Degollados los 23 araucanos en aquella misma hora, monto Córdoba a caballo, i se alejó del peligro.