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Crónicas
Tomo I
Capítulo LXXI. Visita el Gobernador el pais conquistado - Levanta fortines sobre el río Tolten, i desaloja los de La Trinidad i Espíritu Santo - Asedian los indios el de Huadaba.

Cuando llegó el Gobernador al socorro de la plaza de Puren, ya estaba el sitio, i pasó luego para la Imperial, Valdivia, Osorno i Villarrica. Sobre la ribera meridional del río Tolten, dispuso levantar algunas fortificaciones, (cuyos vestijios hoi se ven), para asegurar el país, i contener a los indios, que en la Villarrica i su comarca, acosados de la hambre i estrechados de los horrorosos estragos de la guerra, rendian el cuello a la obediencia, i a su ejemplo otras parcialidades subandinas. Pero Huenualca, nuevo jefe de los araucanos i purenes, perseguía fuertemente a los que entraban por ajuste de paz. Por este medio negoció con Huechuntureo, caudillo de los subandinos, que la diese finjida hasta hacer la cosecha de sus sementeras, quedando de su cuidado incomodar a los españoles.

De estos eran muchos los mal contentos por falta de vestuarios, que ha sido siempre la piedra de toque con que se ha probado la obediencia i subordinacion de la tropa de Chile, i faltando en los fuertes de la Trinidad i Espíritu Santo hasta los víveres, retiró el maestre de campo sus guarniciones, porque receló les tomase el invierno en tan fatal constitucion, de la que conocía no podían ser socorridos, ni debia esperarse segun las últimas noticias que se tuvieron de la ciudad de Lima, que debia atender a esta necesidad.

El Gobernador tuvo el gobierno en la Imperial, i Huenualca en campaña haciendo hostilidades sobre los establecimientos españoles, las mas veces con buen efecto, i entrada la primavera, asedió el fuerte de Huadaba. El maestre de campo orientó al Gobernador de esta operacion, i dispuso saliese a socorrerla. Llegó este jefe a buen tiempo, porque tenia Huenualca en mucho riesgo aquella guarnicion, i le obligó a levantar el sitio, i persiguiéndolo corrió toda la Tierra de Catirai i sin comarca, talando los campos i entregando sus chozas al fuego, i regresó a Puren.

Los araucanos tiraron sus medidas por otro rumbo. Dispuso Huenualca que Cadepinque persuadiese al maestre de campo que se hallaba el jefe araucano en las vegas de San Miguel en grandes fiestas, celebrando la atroz muerte que el capitan Piurene acababa de dar al soldado Valverde, que hicieron prisionero cerca de la plaza. Cadepinque dió la noticia con tales circunstancias que fué oído del maestre de campo con mucho agrado, porque deseaba castigar aquella atrocidad. Salió con 40 soldados de caballería, i el traidor Cadepinque con igual número de indios de su parcialidad. Puesto el maestre de campo en el paraje, les halló como se le había dicho, porque el traidor tuvo cuidado de avisar a Huenualca la salida con todas sus incidencias. Echó pie a tierra el incauto jefe con 20 hombres para dar repentinamente sobre Huenualca, a quien suponía descuidado. Al llegar sobre los araucanos, vió que el traidor quitó la vida a uno de los españoles, i tomando todas las armas, conoció la traicion. No se sorprendió, i formó su tropa en un cuadrilongo solo para resistir el ímpetu de 00 hombres, ¡aun que llovian sobre ellos innumerables flechas ¡piedras, i aunque le pusieron una de aquellas al maestre de campo en el lagrimal de un ojo, con todo peleando en retirada, llegó a donde estaban los otros 20 hombres. Montaron todos a caballo, i dándoles un golpe de mano, se fué siempre retirando hasta salir del peligro. Se libertaron de esta traicion aquellos españoles, pero mui heridos, sin que hubiese uno que no sacase mucho que curar. El maestre de campo no habia entregado al olvido aquella perfidia de esa parcialidad, pero ya por disposicion de su caudillo, los indios la habian desamparado, i ocultándose en los montes de Nahuelbuta, que es su comun presidio. En este hecho de armas murieron cinco españoles, i fué una de sus mas gloriosas acciones, digna a la verdad de esculpirse en láminas de bronce. Atendidas todas sus circunstancias, o cualesquiera de ellas, parece que excede a todo valor i pasa mas allá de todo lo posible, i hace al maestre de campo Garcia Ramon superior a los Alejandros i aun a los Ulises.