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Crónicas
Tomo I
Capítulo XCIII. Se refieren otras campañas del Gobernador.

Concluidos los negocios mas interesantes de la capital i su distrito (noviembre 5 de 1605), salió el Gobernador para la ciudad de la Concepcion, i en el pueblo de Nancagua, jurisdiccion del partido de Colchagua, (diciembre 11), recibió su despacho de Gobernador dado en Tordecillas a 22 de enero de 1605, i a su nombre en virtud de sus poderes, se recibieron del gobierno en la capital los capitanes Jerónimo Benavides, Antonio de Azocar i Gregorio Serrano, (diciembre 16). Con esta satisfaccion entró en la ciudad de la Concepcion, i sus vecinos se esmeraron en la celebracion de esta merced, tan debida a su recomendable mérito.

Luego que llegó, envió al maestre de campo Lisperger a levantar una plaza sobre la ribera occidental del Biobio en territorio de Millapoa, para sujetar sus parcialidades hasta Tableu i Catirai, i se le dió la denominacion de Monte-rei, en obsequio del Exmo. señor don Gaspar Zúñiga i Acevedo, que gobernaba los reinos del Perú i le habia dado el gobierno interino, i por sus informes le confirió el rei la propiedad. Desde allí hostilizó el maestre de campo todo el pais inmediato, i pasó al estado de Tucapel a reedificar la ciudad de Cañete. Taló todos estos paises, i los devastó con demasiado rigor, para hacer sentir a sus habitantes los amargos dejos de su brutal ferocidad. i de su tenaz perfidia. Hizo en ellas muchas presas, i con frecuentes sorpresas no les permitió muchos instantes de reposo; les traia en continuo movimiento de unos montes en otros, i volvió a Monte-rei.

Concluida la celebridad del recibimiento del Gobernador en la propiedad del empleo, salió tambien a campaña. Entró en las provincias de Paren, Quechereguas i Cholchol con todo el rigor de la guerra. Pasó por las de Angol i Colhue, i entró por la isla de la Laja. Salió a las llanuras de Misgui, i les dió un golpe de mano. Desde aquí advirtió al maestre de campo su resolucion de bajar a la ciudad de la Concepcion, para que tuviese mas cuidado con las poblaciones que quedaban en el pais enemigo.

Todo el invierno i primavera se mantuvo en la Concepcion, disponiendo los negocios públicos, i tratando i conferenciando el asunto de poblaciones, sobre que hubo variedad de opiniones, como acontece siempre que los negocios se consultan con muchos (1606). Unos proponian la utilidad de poblar las ciudades que establecieron los Gobernadores don Pedro de Valdivia i don García Hurtado de Mendoza. Otros discurrían que no convenía alejar las poblaciones hasta Valdivia, Osorno, difíciles de socorrer por la distancia, i votaban por la reedificacion de la Imperial i ciudad de los Infantes.

Con este dictamen se conformó el Gobernador, pero quiso adelantar ántes algunas fortificaciones para asegurar sus territorios. Salió con un grueso cuerpo de tropas, i atravesó el Biobio por el fuerte de Monte-rei, para incorporar en él al maestre de campo con la columna que tenia a sus órdenes. De allí dirijió la marcha hácia Tabaleu i Catirai. Despobló las plazas de la Trinidad i Espíritu Santo, i reedificó la de Angol. Se internó hasta el rio Tolten, i sobre la ribera del de Lepe levantó la plaza de Boroa (1607), que dejó guarnecida con 300 españoles a las órdenes del maestre de campo don Juan Rudolfo Lisperger, para que hiciese correrías sobre aquel país, i él pasó a. las parcialidades de Maquegua i Tub-tub hasta las tierras sub-andinas por el rio Taboi.

Pero los indios de la parcialidad de Misgui, confederados con los de Tomeco, Quinel i Guambalí, conducidos de su capitan Misgui le desbarataron todas sus ideas. Aprovecharon éstos el abandono que advirtieron en la necia imprudente confianza del comandante de la plaza de San Fabian, i dispusieron sorprenderla, i salieron con ello. Una noche le pusieron fuego por todas partes, i pasaron a cuchillo los que perdonaron las llamas. Todo lo destruyeron i perecieron 400 personas, que componían su guarnicion i vecindario.

Esta desgracia hizo que el Gobernador dejase a los que reciden en la parte meridional del Bio-Bio, por ocurrir al castigo de los que Habitaban al norte-del rio Laja. I se deja entender cuanto le irritaría la crueldad ejecutada con los habitadores de la plaza incendiada, pues le obligó a olvidar su natural mansedumbre i bondad, i asoló toda aquella comarca, sin que la edad que no podia tomar las armas, le mereciere compasion.

Castigados estos rebeldes, regresó a la ciudad de la Concepcion, mas no pudo permanecer en ella muchos dias porque Ayllavilu con un escuadron de valientes araucanos, venció i debarató el de los españoles, mandados por el maestre de campo Alvaro Nuñez de Pineda i Bascuñan, que se hallaba levantando un fortin en Chicaco. Perecieron en esta funcion muchos famosos españoles i uno de ellos fué el capitan Villarroel.

Salió el Gobernador en demanda de Ayllavilu, i no bien habia entrado en el estado de Arauco, cuando tuvo que salir fuera con acelerada marcha. Se le dió aviso de que Huenucura tenia en grande aprieto la plaza de Boroa, i marchó luego a su socorro. Don Juan Rudolfo Lisperger le presentó ocasion al araucano para esta empresa. Mandó salir de la plaza algunos soldados para que hiciesen carbon i por divertirse montó a caballo i fué a verles trabajar (161). A este tiempo llegó Huenucura con 3 mil hombres i degolló a todos los trabajadores. Lisperger combatió valerosamente, pero solo, i estrechado de la multitud se arrojó al rio Quepe, i se ahogó. Llegó a la plaza la noticia del arriesgado lance, en que se hallaba su jefe, i salió una partida de 160 españoles a su defensa. Huenucura aprovechó esta division cortándoles la retirada; ninguno se libertó de ser prisionero o muerto. Atacó vivamente la plaza, pero su segundo comandante, que lo era el capitan Francisco Jil de Negrete la defendió de tres terribles ataques que le dió el valeroso araucano. Llegó el Gobernador, retiró la guarnicion que quedaba i demolió la fortificacion abandonando el proyecto de poblar la ciudad Imperial i la de los Infantes. Provocó a Huenucura a batalla decisiva, pero se desentendió el araucano contentándose con que se le dejare desembarazado su pais. Conoció que no le baria entrar por este partido, i tomó la ruta por la ribera del rio Tolten hasta los montes inmediatos a los Andes. De allí regresó al Biobio, entregando las mieses i chosas a la veracidad de las llamas. Pasó por los filos de la espada a cuantos indios venian a sus manos, i se retiró a la ciudad de la Concepcion.

Todo iba ya de pérdida. Sé le declaraba adversa la fortuna al caballero García Ramon. Dejó encargado al maestre de campo, Diego de Saravia, la persecucion de Ayllavilu, i en su demanda corrió este jefe los estados de Arauco i Tucapel, hostilizando sus provincias. A su regreso para la plaza de Arauco, no léjos de ella, le dispuso Ayllavilu una emboscada. Cayó Saravia en ella, i perdió 40 hombres. De este modo aniquilaron en 4 dias los jefes araucanos las mas poderosas fuerzas que vió Chile en aquellos tiempos i habian dado margen a que la Corte, el virei. i el público fundasen lisonjeras esperanzas.