ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Tomo I
Capítulo XCIX. Entran piratas en el mar del Sur - Descubrimiento del Estrecho de Maire - Muerte del Gobernador Rivera - Su elojio.

Jorje Spilberg, que salió de Holanda en agosto de 1614 con una escuadra de seis naves entró al mar del sur por el estrecho de Magallanes en mayo de 1615. Tomó puerto en las islas de la Mocha i Santa María, i no fué mal admitido de los indios. Buscaban éstos la ocasion de algun descuido para cobrarles el anclaje, como hicieron con Jacobo de Machu, pero con la memoria de este ejemplar no se descuidó Spilberg. Pasó al puerto de Valparaiso, i sus habitantes lo desalojaron i entregaron a las llamas para que no tuviese aprovechamiento alguno. El virei del Perú, marquez de Montes-Claros, destacó una escuadra de ocho baques para atacarle, i la puso a las órdenes del jeneral Rodrigo de Mendoza i del almirante Pedro Alvarez de Pulgar. Encontró a Spilberg sobre las costas de Cañete i combatieron las dos escuadras el 17 de junio del mismo ano. El pirata echó a pique la almiranta, i tomó el "patache," i las otras seis naves se retiraron desguarnecidas. La vencedora apoderada del mar del sur, por arrogancia i sin necesidad ni objeto alguno, surjió en el puerto del Callao, i estuvo anclada ocho dias. De allí navegó a Paita, i saqueó la poblacion, i dando la vuelta por Filipinas, entró en Holanda en 1617 (167).

Guillermo Schouten i Jacobo de Maire, holandeses, por noticia de Juan Botero i José de Acosta, emprendieron el descubrimiento de un canal que facilitase mejor, i con ménos riesgo que el de Magallanes, la entrada al mar del sur. Salieron ellos, i en 25 de enero de 1616 entraron por él al expresado mar, i le denominaron pasaje de Maire. Adelantaron mas i descubrieron la navegacion del Cabo, a quien dieron el nombre de Horn, i volvieron a entrar en el mar del sur. Orientada la corte de estas noticias envió al piloto Juan Morel con dos carabelas a su reconocimiento. Regresó éste, i de órden del rei salieron de Lisboa, Bartolomé i Gonzalo Nadal, hermanos naturales de Pontevedra al mismo fin. Entraron al mar del sur por el pasaje de Maire, i le llamaron estrecho de San Vicente. Pasaron al reconocimiento del Cabo de Horn, i le denominaron de San Ildefonso, i dando la vuelta para España, entraron en San Lucar en junio de 1619.

Poco tenia que hacer el gobernador en la frontera, i se retiró a la ciudad de la Concepcion, i dejó al P. Luis en pleno i absoluto uso de sus facultades. Mientras su reverendísima usaba de blandura i suavidad con los caciques los indios subalternos vibraban la lanza en toda la estension de la frontera. Hizo Pelantaru una salida con tan numerosos escuadrones que dió cuidado aun al mismo P. Luis; pero tambien presentó ocasion al capitan Gines de Lillo para salir a contenerlo. Se dió Lillo tan buena maña que hizo prisionero al famoso Pelantaru, i a los demas los hizo sufrir los horrores de la muerte. Los dejó sepultados en un bosque sin que el padre Luis tuviese noticia de este entierro: porque las cosas de la frontera habian tomado tan mal temperamento, que ya en los españoles era delincuencia la natural defensa de la vida i de sus haciendas.

En estas circunstancias llegó de Lima el P. Gaspar Sobrino de regreso de la corte, a donde vino enviado del padre Luis para que informase al soberano i al supremo consejo de Indias, sobre los ocursos con el Gobernador i con los principales capitanes del ejército de Chile. Llevó nuevas órdenes que prohibian la guerra, ofensiva, i sostenian al P. Luis en el goce i uso de los poderes que S. M. le tenia dalos para la pacificacion de los indios. Estos rescriptos eran acompañados de una severísima reprension del virrei tirada de órden del rei contra el Gobernador, jefes i capitanes. Ella dió mérito a que los oficiales se vendicasen segun lo requería el caso, i pedian que lo hiciesen los buenos servidores del rei cuyas conductas fueron denigradas por la impetuosidad del P. Gaspar Sobrino, i por el celo i buena intension del P. Luis, que concibió obraban por sus fines particulares i poseidos del propio interes.

Vistas por el Gobernador las reales órdenes se les dió el debido obedecimiento, i entendida la reprension que le proporcionó su amigo el P. Luis se puso en marcha para la, frontera a ejecutar las disposiciones de su reverencia. Pero nada pudo hacer, porque a poco tiempo de su llegada enfermó gravemente, i fué necesario conducirle a la ciudad de la Concepcion, donde falleció (marzo 9 de 1612) con jeneral sentimiento de todo aquel reino, i dejó nombrado sucesor en virtud de real facultad para ello.

Fué Alonso de Rivera natural de Ubeda, en el reino de Jaen. Sirvió en Flandes con mucho crédito i se hizo famoso en la ciudad de Amiens con el ardid del carro de nueces. Le honró el rei con merced del Hábito de Santiago, i dió facultad para que se lo pusiese un capitan, porque a la sazon no había en Chile caballero cruzado. Gobernó las provincias del Tucuman i dos veces a Chile con mucho acierto. Fomentó la agricultura i crianza de ganados. Se puso el trigo al precio de ocho reales. Lo mismo costaba una vaca. Dos reales valía un carnero, i uno i medio la oveja. Miró a Chile como pais propio. Meditaba establecerse en él, i procuraba sus aumentos.

Adelantó mucho el real erario. Puso 2, 000 yeguas en las dehesas del rei: 20,000 ovejas en los pagos de Buena-Esperanza, donde estableció gruesas sementeras de trigo, i 14,000 vacas en la estancia de Catentoa. Proveyó de buenos i de fieles directores las fábricas de Quillota i Melipilla, i todo ello rendia mas de lo necesario para remonta, subsistencia i alivio del ejército con ahorro conocido de la real hacienda.

Su prudente economía supo escusar gastos supérfluos del erario. Se pagaban i se asistian bien los soldados. Quitó el abuso que se habia introducido del comercio de los jefes del ejército. Desterró la necesidad, i con la abundancia cesaron las deserciones i los hurtos, i voluntariamente tomaban partido para servir.

Tuvo tres hijos i fueron: don Jorje, del órden de Santiago, que falleció en la ciudad de la Concepcion; una hija que casó con el licenciado don Juan Canseco, presidente de la Audiencia de Guadalajara, i otra que entró relijiosa con su madre, doña Ines Fernandez de Córdova i Aguilera de Villavicencio. Su desinteres, que fué grande, despreció muchas ocasiones de enriquecer que se le habian presentado, i de resulta de esta conducta, siempre fué pobre, i dejó desamparada a su familia, i en necesidad de tomar el asilo de un monasterio. Jamas se mezcló en intereses propios, i todo su cuidado, sus desvelos i su an. helo lo llevaba el real servicio. Descansan sus cenizas en la iglesia que hicieron los jesuitas en la arruinada ciudad de la Concepcion.