ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Tomo II
Capítulo XII. Se continúa la misma materia; funda el Gobernador la ciudad de San Francisco de la Vega i le va sucesor.

Se le agravó al gobernador la dolencia habitual que le molestaba i le tuvo en los últimos períodos de la vida i en el año en que pasó por él este trastorno de su salud, no pudo salir a campaña. Pero en todos los demas hizo sufrir a los indios toda el rigor de la guerra i el de su severa condiciona Ellos sufrieron con inalterable constancia las mas terribles hostilidades. Su invencible sufrimiento hizo vanas e ilusorias las ideas de aquel jefe. Inutilizó el objeto de su crueldad. Se burló del poder de las armas españolas con desaire del mismo gobernador, que despues de nueve años de continua guerra i bien sostenida del virei del Perú con jente, armas, municiones i grandes sumas de dinero, quedaron aquellos pobres hombres descalzos, desnudos i sin mas aparato de guerra que una lanza, en la misma independencia i rebeldía en que los hallo, i lo hicieron faltar a la promesa de sujeción que repetidas veces hizo al virei i no pocas al mismo soberano. No me embarazaré en referir con prolija individualidad los sucesos de las siguientes campañas i de las recíprocas correrías. Seria fastidiosa su narracion, porque son tan parecidos unos a otros que se diferencian mui poca. Ello no es otra cosa que matar i esclavizar sin consecuencia alguna al favor del Estado, i sí, en perjuicio de la corona.

Regresó el gobernador de la ciudad de Santiago (1632) a la de Concepcion de donde se traslado a la plaza de Buena Esperanza (enero de 1633). Dispuso todo lo necesario para la campaña i salid a ella. Pasó el Biobio por Negrete i marchó hasta el rio Colpí. Destacó al sarjento mayor Rebolledo contra la parcialidad de Pellahuen i nada hizo porque hallo desembarazado el pais. Incorporado Rebolledo, se dirijió el ejército a Puren con todo el rigor de la guerra. Todo era confusion i horror. Talaba i devastaba aquel fértil i hermoso territorio i todo lo entregaba a las voracidades del fuego. Miraban aquellos hombres la ruina de su pais sin sobresalto; i se fueron muchos al gobernador i le ofrecieron la paz por evitar la total destruccion de sus sementeras. Ella fué finjida i de necesidad i lo acreditó la esperiencia con Guayquimilla, jefe de esta partida, que mantenia secreta intelijencia con los rebeldes, i su infidelidad le condujo a morir entre cadenas.

La provincia de Puren era el principal cuidado del gobernador. De allí volvió sobre la frontera, dejando en emboscada al capitan Juan Vazquez de Arenas con cuatrocientos hombres. Logró Vazquez el lance. Les tomó por la espalda i les mato diez i les hizo veinte prisioneros que fueron pasados por las armas. Sobre la marcha envió cien soldados de caballería a reconocer la ribera, meridional del Biobio, i apresaron a Curanteu, famoso partidario que sufrió un suplicio en Negrete con otros cinco de su partida. Aquí puso el real i mando salir a Rebolledo con doscientos españoles i quinientos ausiliares contra la misma parcialidad de Puren que acababa de dejar Rebolledo. Quito la vida a treinta i ocho hombres i estuvo de vuelta en nueve dias con ochenta prisioneros que corrieron la fortuna de Curanteu, i trescientos caballos con que habian bajado de la montaña luego que salió el ejército de su pais.

El gobernador dio por concluida la campaña i se retiró a la plaza de Buena Esperanza. En ella recibió mensajes de la Imperial i sus provincias confinante solicitando la paz. En prueba de su sinceridad le enviaron tres españoles cautivos sin rescate. Les recibió i oyó con agrado i les correspondió el obsequio, i despidió cortésmente sin concluir cosa alguna sobre su legacía.

Butapichun junto cuatro mil hombres para hacer una tentativa de su fortuna. Se propuso hostilizar la frontera de San Felipe i sublevar a los ausiliares. Todo le parecía fácil a su viveza. Sus capitanes le proponian otra espedicion mas segura, i era: hacer una entrada sobre la provincia de Chillan pasando el Biobio por Coinco i el rio Laja por Rucue. Desprecio la proposicion que era poco conforme a su ardentía i determinó llevar a efecto la resolucion. Llego a noticia del gobernador esta empresa i salió a esperarlo en el rio Laja; pero noticioso Butapichun de esta espera, concibió inútil i peligrosa la espedicion i deshizo su ejército.

El gobernador, aquejado de su dolencia., se trasladó a la capital por ser en ella mas templado el invierno. Rebolledo salió en demanda de Butapichun que se hallaba en los montes subandinos. Al pasar el Biobio, fue descubierto de los centinelas araucanos; i variando de dictamen, se retiró a la plaza de San Felipe. Sobre su misma huella pasaron treinta indios a robar las estancias situadas en las llanuras de Itata hacia los Andes. Envió contra ellos a Domingo Parra, capitan de indios de paz de San Cristóbal, que dió con ellos i solo un araucano salvo la vida.

Pasado el invierno i la primavera, llego el gobernador a la plaza de Buena Esperanza (diciembre de 1633). En ella halló a cincuenta indios principales de la Imperial, que le pedían la paz para evitar la desolacion de su territorio, persuadidos de que llegarian a ella los estragos de la guerra en la próxima campaña. Les recibió con agrado i del mismo modo fueron despedidos, reservando los tratados de paz para cuando diesen pruebas de su firmeza i se volviese a poblar la ciudad que da nombre a su pais.

Al mismo tiempo se ponía toda dilijencia en aprontar la salida. Dispuso que Rebolledo, ascendido ya amaestre de campo, saliese de Arauco con el tercio de su mando i por los montes de San Jerónimo llegase a Puren en un mismo día con el tercio que mandaba el sarjento mayor don Alonso de Villanueva Soberal, que aguardaba. al gobernador en Negrete (enero 1.° de 1634). Dió orden que a todo indio adulto que se hiciese prisionero se le quitase la vida. Yo no hallo esta orden esterminadora de la naturaleza humana en ninguna de las reales cédulas que hablan ole los indios. Todas nada mas vierten que piedades a favor de aquellos miserables. Se queda al juicio del lector el juzgar de este rescripto, que como y o sol historiador sin jurisdiccion de acusador i de apolojista relata reffero, i no paso a disculpar esta cruel severidad, ni la acrimino.

En el paraje llamado Altos de Puren, se hallo el gobernador con mil trescientos españoles i ausiliares. Envió a Rebolledo sobre la parcialidad de Utanleubu i él entró en la ciénaga para unirse con aquél en la Casa vieja de Puren. Entró aquél con los batidores de los rebeldes i se tocó arroja, en todo el pais. En el encuentro quitó Rebolledo la vida a treinta i cuatro i llevo mas de cincuenta prisioneros, pensando tuviesen indulto los varones con destino a esclavitud; pero en vano se embarazó con ellos, porque en la Casa vieja de Puren les hizo sufrir el gobernador todo el rigor de su rescripto.

Este suceso desvaneció las ideas de aquel jefe, que se ignoran. Consultaba con capitanes esperimentados los asuntos de la guerra i parece que lo hacia no mas que por hacer pruebas de su obediencia i rendimiento. Despreciaba sus dictámenes con palabras poco comedidas. Solo Rebolledo le agradaba, que apartado de la verdad i sinceridad i olvidado de los intereses del real servicio, se propuso complacerle con una vil, perjudicial i criminosa adulacion.

Se presentaban en el cuartel de la Casa vieja de Puren muchos indios e indias a pedir no les destruyesen sus mieses, i ofrecieron se trataria de la paz. Les oyó con agrado i concedió tres dial de término. No volvieron; i el gobernador repitió las crueles hostilidades con que entró. Para evitarlas i hacerle salir de su país, le dieron noticias de que un escuadron de indios de Tirua marchaba sobre la plaza de Arauco. Envió al capitan Felipe Rangel, que lo era de ausiliares, con doscientos hombres de esta clase i cien españoles. En Ilicura mato i cautivó treinta i seis i llegó a Arauco sin noticia de los enemigos que buscaba, porque eran supuestos.

Curinamun, valeroso capitan de Puren, montó en un brioso callao i armado con excelentes armas fabricadas en Europa, que habla ganado a los españoles en la guerra, se presentó en aquel cuartel i aunque bárbaro, dio al gobernador ejemplo de humanidad. Le presentó un ausiliar que halló dormido en el bosque, diciéndole que tenia mas gusto en hacerle aquel obsequio, que sentimiento de la destruccion de su pais. Trate largamente de la paz i concluyó proponiendo como único medio de conseguirla, la poblacion de las colonias arruinadas i fundo su dictámen. "Los españoles (dijo) tendrán entonces lo que apetecen i los indios no saldrán de su patria, que es lo que temen, i es tambien la causa de no rendirse." Le cambio las armas el capitan Miguel de la Lastra, que las regalo despues al marqués de Baides, i el gobernador le hizo la honra de montar a caballo para despedirle.

Devastadas las sementeras de Puren, que es a cuanto puede ascender la hostilidad que se hace a unos hombres que solo tienen el individuo, se retiró el gobernador a, la frontera i los de Ilicura, Puren i Pellaguen, para evitar su aniquilacion, abandonaron sus provincias i se trasladaron a ser colonos de la Imperial.

Puesto el gobernador en la plaza de Buena Esperanza., mandó que saliese Rebolledo (febrero de 1634) por la costa con novecientos españoles i ausiliares. Internó hasta Tirua i Caicolmo. Quitó la vida a muchos i uno de ellos fué Curimilla, partidario de mucha fama, que hizo muchas muertes en los ausiliares de la parcialidad de San Cristóbal; i los de Araujo por grande obsequio les enviaron la cabeza de su enemigo. Dió la vuelta por los Altos de Puren, donde se presentaron cuarenta indios a insultarlo con desesperacion i todos fueron víctimas de su insensata integridad. Todo se hizo a, satisfaccion de la idea del gobernador i con estos progresos regresó Rebolledo a la plaza de Araujo con cerca de ochenta prisioneros, que desde el rescripto esterminador eran mujeres i niños, porque los adultos se entregaban al cuchillo.

Los de la parcialidad de Paicaví se rindieron a la obediencia i fueron admitidos bajo la condicion de establecerse sobre las fronteras españolas. Se convinieron con la de ser escoltados en la marcha contra los rebeldes, que no debian llevar bien su rendicion, i se les envió a Felipe Rangel con trescientos cincuenta hombres i les condujo a Arauco sin pérdida alguna.

Ya le pareció al gobernador que consternados los indios no se moverian contra la frontera i se retiró a la ciudad de la Concepcion (marzo de 1634); pero Butapichun, que jamas perdió la esperanza de tener propicia la fortuna, salió de Pellaguen (abril de 1634) con cuatro mil hombres a invadir las estancias de la fronteras de San Felipe. Llego al gobernador la noticia i volvió de la Concepcion para esperarle en la Laja. El ausiliar Mahuida batió la campaña con su compañía. Encontró con otra de Butapichun que hacia lo mismo i pocos se libertaron de ser muertos o prisioneros del capitan Mahuida. En este número entro un hijo del sacrílego Ancanamun, que quito la vida a los jesuitas Andrada, Vechí i Montalban. Los que se libertaron dieron noticia, a su jefe de la prevencion del gobernador i se retiro i deshizo el ejército. El sarjento mayor Villanueva les fué picando la retaguardia, hasta Puren i dejando treinta muertos, regresé con cincuenta prisioneros i uno de ellos de consecuencia, i fué éste el famoso Pelantarú, capitan de mucho crédito i esperiencia militar, que ya en otra ocasion corrió esta misma fortuna.

Luego que llego el sarjento mayor, se retiro el gobernador mui enfermo i ya estuvo en los umbrales de la muerte. Dios fué servido concederle la vida i se embarcó en el puerto de la Concepcion para el de Valparaiso, de donde se trasladó a la ciudad de Santiago con ánimo de no separarse de ella hasta recuperar la salud.

Butapichun i Antuhuenú le siguieron i se acercaron a la frontera i fué menester que los dos tercios volviesen a salir (octubre de 1634). Se encontraron en Curalab i pelearon valerosamente; pero poco tiempo duro la funcion: porque herido Butapichun, se retiraron los rebeldes con pérdida de mas de doscientos hombres i mui corta de los españoles, i corrieron éstos por aquel pais, devastándolo, i regresaron a sus fronteras.

Ni las pérdidas, ni la cruel hostilidad, ni todas las desgracias juntas tenian poder para arredrar a los araucanos. Si les perseguia el gobernador en una provincia, tomaban las armas en otras. Trataron de reunirse en Pallaguen para dar un golpe sobre las inmediaciones de la plaza de Arauco. Tuvo Rebolledo la noticia i ántes que se juntase un cuerpo considerable de tropa, salió a desbaratarles con el tercio de su mando (1635). Entró en Pellaguen i les sorprendió desprevenidos. Quito a muchos la vida i regreso con sesenta prisioneros. Recobrados del susto que les causo el inesperado ataque, reformó una partida i cayo sobre las poblaciones de los ausiliares la misma noche del día en que llegó Rebolledo a Arauco. Quitaron la vida a muchos ausiliares, incendiaron sus chozas, i cautivaron algunas mujeres i niños, i tomaron muchos caballos. Volvió a salir Rebolledo contra ellos, pero no les dió alcance. Entró en Puren i tomó doce prisioneros i con esta presa regresó a su frontera.

Se dispusieron las cosas necesarias para la formal espedicion de aquel año i unida las fuerzas de los tercios, condujeron las armas por las provincias sub-andinas i talaron todo aquel territorio (marzo de 1635). Cautivaron ciento cincuenta mujeres i niños i quitaron la vida a los varones, que por descuido fueron sorprendidos i no huyeron. Regresó el ejército sin otra consecuencia que matar, esclavizar i exasperar mas a aquellos rebeldes vasallos.

Ellos tampoco se descuidaban. Salió de Tirua una partida i avanzo hasta Colcura i logró la presa de mas de cincuenta caballos. Le pasaron esta noticia a Rebolledo, quien salió a corresponder el golpe (junio 1635). Les mato treinta indios i regreso con mas de cien mujeres i niños, de modo que ya esta guerra se habia hecho batida de leones. El sarjento mayor corrió toda la tierra de la Imperial (junio de 1635). Hizo su acostumbrada hostilidad i regresó con cuarenta esclavos. En la primavera se volvieron a unir los dos tercios de Arauco i San Felipe con sus jefes, Rebolledo i Villanueva. Atravesaron el rio Caiten i corrieron su ribera meridional desde la Imperial hasta Tabon i se internaron por el pais inmediato a Tolten. Ya se deja entender el rigor de las hostilidades de un ejército mandado por un jeneral que se habia propuesto la idea de esterminar aquella nacion para sujetarla; i regreso a sus fronteras con ciento veinte prisioneros.

Hasta por las mas remotas tierras de su gobernacion hizo el gobernador correr la sangrienta espada de su severa justicia. Dispuso que Pedro Sanchez de Mejorada, gobernador de la provincia de Chiloé, entrase con las tropas de su mando a castigar a los indios cuencos que insultaban el territorio de San Miguel de Calbuco. Pasó Mejorada el canal i se puso en el continente. Internó hasta la arruinada ciudad de Osorno i les hizo sentir el peso de las hostilidades que suelen hacer en una guerra sangrienta. Tres mil cuencos se pusieron en defensa, formados en semicírculo, que es su evolucion favorita, i colocada la caballería por derecha e izquierda, se dio principio a la funcion i fueron desordenados con un violento fuego de la arcabucería. Se retiraron para rehacerse i renovar la accion con mas ardor, i ejecutaron dos veces esta operacion, pero siempre con desgracia. Conocieron que no podian sacar partido ventajoso i se abandonaron a una desordenada fisga, en la que perecieron muchos mas que en la batalla. Regreso Mejorada a su provincia con cien prisioneros i mucho ganado vacuno i caballar.

Miéntras las armas españolas hostilizaban las riberas de los rios Caiten i Tolten, se unian los rebeldes en la parcialidad de Pelulcura, invadida en otro tiempo por el gobernador don Luis Fernandez de Córdova, situada cerca de la marina, i es dependiente de la Imperial. Salió el gobernador desde la plaza de Arauco (año1636) con mil quinientos hombres pira desbaratar aquel cuerpo de tropas i destruir su provincia. Los rebeldes batieron la gran guardia del ejército. Mataron algunos de ella i tomaron un prisionero que dio noticia de los designios del gonernador i tuvo este jefe que volver a la plaza de Arauco. Envió una partida, de treinta arcabuceros con cien ausiliares, que tomaron diez prisioneros i dieron noticia de la situacion de los de Pelulcura, i volvió a salir. Puesto en campaña, dispuso que Muncubay, teniente de una compañía de indios de paz con trescientos ausiliares i algunos arcabuceros se adelantasen a tomar las avenidas de los caminos para mayor seguridad de la espedicion. Tuvo Muncubay un encuentro en que mató treinta indios i se tocó arma en todo el pais.

El gobernador entónces aparentó que se retiraba i puso el real en Lebu, bajo el caños de la plaza. Desde allí envió a Rebolledo sobre Pelulcura con las compañías de caballería de Ambrosio Urra, Martin Cabaleta, Tomas de Ovalle, Andrés de Herrera, Santiago Tesillo i Juan Vazquez de Arenas i una partida de ausiliares con el capitan Loncohue. En esta marcha llevaron la vanguardia los ausiliares i les siguió Rebolledo. Pero viendo que la caballería española marchaba mui despacio por estar fatigados los caballos, les dejo ir i entraron solos en Pelulcura. Si los enemigos que quedaban a la espalda i marchaban a una vista le picaban a Rebolledo la retaguardia, hubiera perecido la caballería que caminaba dispersa i mal montada. Los ausiliares corrieron toda la parcialidad de Pelulcura i volvieron con sesenta prisioneros, que fue poco medrar en tan penosa, como peligrosa espedicion. Lo mismo aconteció en todas las que se siguieron, porque conocida de los rebeldes la superioridad, evitaban las batallas i se refujiaban en los montes. Así lo hicieron en la siguiente campaña que hizo el gobernador en abril del mismo afilo i regresó de ella sin suceso.

Estas esperiencias le hicieron conocer que el modo de rendirlos era, levantando poblaciones en lo interior del pais; i trató de cumplir su gobierno por donde lo debió haber principiado. Propuso a sus capitanes la utilidad de una poblacion en Colpí. Estuvieron acordes todos en su conveniencia, pero discordaron en el paraje. Poco satisfecho de sus oficiales, pasó a la capital i consultó el punto con la Audiencia i con el ayuntamiento; i ambos cuerpos resolvieron que poblase donde le pareciese conveniente.

Al mismo tiempo se interese en hacer otra leva en la capital i despues de no poca contradiccion salió con ello, pero no se juntaron mas de cincuenta hombres i marche con ellos a la frontera. A su llegada le recibieron con la noticia de que Butapichun, Antuhuenu i Chicaguala, habian juntado ejército i entró a deshacerlo. Corrió en octubre todo el territorio de Repocura sin suceso i regresó por noviembre a la ciudad de la Concepcion con motivo de haberle llegado del Perú jente, pertrechos i útiles para la premeditada poblacion.

Naucopillan le pico la retaguardia con una partida i el sarjento mayor envió con otra al capitan Domingo de la Parra para que defendiese la línea. Se encontraron los dos escuadrones en Quilaco. Pelearon con intrepidez; i Naucopillan despues de haber perdido ochenta hombres, fué prisionero con otros veintitrés. No le trato mal el gobernador i le mantuvo en suave prision hasta que falleció de tabardillo en la ciudad de la Concepcion, en casa del teniente de gobernador, Santiago de Tesillo.

Con el repuesto de jente i útiles que le llegó del Perú resolvió levantar una poblacion. Consulto con los capitanes de los indios ausiliares i con los, prisioneros que hablaban de la paz (como si estando presos habian de tratar de guerra) sobre el paraje de su situacion; i acordaron fuese en Angol. I de sus resultasen enero de 1637 mando delinear i trazar la ciudad de San Francisco de la Vega. Nombró justicia i vecindario, i demoliendo la fortificacion de San Felipe, traslado a ella su guarnicion que era de setecientos setenta españoles a las órdenes del sarjento mayor. Esto debió haber hecho luego que entró el gobierno, no aniquilar a la capital con levas i el ejército con una guerra que nada contribuia a la sujecion de los indios, como se lo acreditó la esperiencia i puso tarde el remedio.

La poblacion fué desgraciada. Al siguiente año se incendio i no hubo arbitrio para cortar el fuego. El ejército corria por el país rebelde en sus ordinarias hostilidades i quedó de comandante de la nueva colonia el alférez Juan de Izquierdo. Prendió el fuego sin culpa de éste, ni de persona alguna. Se ignoró el modo i se atribuyo a la casualidad. Izquierdo hizo cuanto estuvo de su parte para remediarlo, pero no pudo estinguirlo i quedó la ciudad en los cimientos. Se acercaba a ella el gobernador con el ejército cuando aconteció esta desgracia que le fué mui sensible i mandó procesar al comandante Izquierdo. No resultó culpa del proceso, i sin embargo, lo sentenció a pena capital; pero no se ejecutó, porque entró la mediacion de valores. Al momento aplicó todos los esfuerzos del poder para su reedificacion, que dejó encargada al sarjento mayor i se retiró a la ciudad de la Concepcion. (7)

Los destemples del clima de la frontera le agravaban sus dolencias i se trasladó a la capital que no padece ríjidos inviernos (octubre de 1638). En ella tuvo noticia de hallarse en Lima don Francisco de Zúñiga, marqués de Baides, conde de Pedraza, que debia sucederle en el mando. Con la noticia suspendió toda operacion militar, por no aventurar a los últimos de su mando los créditos que adquirid en mas de nueve años de gobierno. Cuando ya se acercaba el tiempo de la llegada del sucesor, para recibirle, volvió a la ciudad de la Concepcion. Dos meses despues arribo la nave que le conducia; i desembarcó a las diez de la noche del 30 de abril de 1639. En aquella misma hora le entregó el caballero Lazo el gobierno. Hizo el marqués el acostumbrado juramento de fidelidad en el Ayuntamiento, que ya estaba prevenido, i de allí pasó a la Catedral i quedó recibido por gobernador i capitan jeneral de aquel reino i el caballero Lazo, libre de los peligrosos cuidados del mando.