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Crónicas
Tomo II
Capítulo XXIV. Perturban la paz del Reino los indios de la parcialidad de Cumco - Operaciones militares de los Gobernadores de Chiloé i Valdivia - Espedicion del Maestre de Campo sobre el rio Bueno i sus resultas.

Naufrago (mayo 26 de 1651) sobre la costa de la punta de la Calera en 40° 30' de latitud austral el navío del capitan Gabriel de Leguiña que conducia el situado para la guarnicion de Valdivia. Todos los náufragos, que fueron ochenta personas, inclusos dos clérigos presbíteros (15) i dos mujeres, salvaron la vida. Las espantosas ondas del mar supieron perdonárselas para que la cruel barbaridad de los indios de Cumco se ensangrentase en ellas. Para robar la carga del navío, que todo salió a tierra, les quitaron la vida. Bien se hicieron cargo los naufragados de su peligro i se atrincheraron; pero los indias tuvieron arte para engallarles. Se presentaron pocos en playa, manifestando compasion de su trabajo. Les dieron noticia de la pacificacion de todo el país i de la situacion de la casa de conversion de Cuenco i se profirieron a conducirles a ella con todo el cargamento. Creyeron los náufragos i se entregaron en manos de la traicion. Salieron de su trinchera i fueron conducidos a una emboscada mandada por el capitan Ñamcuché que los degolló indefensos. I como un error precipita en otro, para ocultar su delito destruyeron la casa de conversion i cautivaron al jesuita padre Agustin Villoza, su conversor, con el capitan de indios de paz Antonio Nuñez i otros ocho españoles, pero Namcupillan, jeneral de las armas de Osorno, libertó al jesuita. Le sorprendieron celebrando el santo sacrificio de la misa i no le dieron tiempo mas que para consumir la sagrada hostia i vertieron aquellos sacrílegos bárbaros el santísimo sanguis.

Don Ignacio de la Carrera i Turrugoyen, gobernador de la provincia de Chiloé, que sucedió en aquel mando a don Martin de Uribe, tuvo noticia de la cruel inhumanidad i sacrílego desacato de aquellos indios i marchó para Cuenco con doscientos españoles i trescientos ausiliares. Devastó esta parcialidad i pasó a cuchillo a todos los habitantes que halló i que por su edad eran capaces de haber tenido parte en la lastimosa trajedia de los náufragos, i regreso para Chiloé. Los de la comarca se propusieron hacer represalias, convocaron inmediatamente i formaron un cuerpo de tres mil infantes i quinientos caballos para sorprenderle. Curipillan, jefe de esta tropa, para asegurarle mas el tratado de paz i por preliminar de ella dio al padre Villaza sin rescate, i envió a Cuyulabquen para que tratase de ella i observase por que parte seria conveniente el asalto. Descubrió Carrera la intencion i mandó ahorcar la espía. Sin embargo de haber sido descubierto, no desistió de su empeño, i al amanecer el dia siguiente ataco a Carrera en su mismo campamento. Fué rechazado con muerte de muchos i Carrera no tuvo mas pérdida que la de un trompeta i dos soldados.

Con esto tuvieron márjen los de Cumco para llevar a su partido a los de Osorno i demas caciques de la antigua liga i se volvió a encender la guerra por Valdivia i Chiloé. El gobernador comisiono para ella a los gobernadores de aquellos distritos, mientras se disponía la salida del ejército que debía marchar a las ordenes del maestre de campo don Juan de Salazar. Salió don Diego Gonzalez Montero, gobernador de la ciudad de Valdivia, i no hizo caso de consideracion en su campaña que se entendió hasta la ribera setentrional de Riobueno. Pero por la provincia de Chiloé tuvieron las armas españolas mas felicidad (noviembre 10 de 1051). Se puso Carrera en Carelmapu i devasto la parcialidad de Pilmaí, vecina de la de Cumco. Tuvo tanta buena suerte que se intimidaron los de ésta, aun siendo los mas feroces i guerreros de toda la comarca i le salieron a encontrar con rama de canelo que es su bandera blanca i señal cíe paz. Carrera se propuso no darles cuartel desde la crueldad ejecutada con los náufragos i no los admitió. A todos los hizo ahorcar. Desoló el territorio i al sacríligo que arrebato el cáliz al padre Villaza lo mando descuartizar para público escarmiento. Recupero el sagrado vaso i se restituyo triunfante a la provincia de su mando.

Poco despues entró por Callecalle i Quinchilea con trescientos ausiliares i algunos españoles, el capitan Juan de Roa i les hizo buenas presas. Los cuñados del gobernador no llevaban bien que Roa i los gobernadores de Chiloé i Valdivia aprovechasen las utilidades de esta guerra e interesaron a su hermana para que moviese al gobernador a determinar la salida del ejército. Mucho puede la insinuacion de una mujer en el corazon de un hombre débil. Cerca de tres años resistió el gobernador esta jornada i al fin dió la órden para ella. Desaprobaron el pensamiento los buenos oficiales, i como buenos servidores del rei abandonaron sus intereses, i sin temer las malas resultas que debían esperar les proporcionase la gobernador por su renuncia se fueron al gobernador i lo representaron: "Que aquella espedicion cansaría un levantamiento jeneral que era interés comun en los indios de aquel reino mantener la libertad i por eso la invasión de unas parcialidades era provocación de las demas; que todos se persuadían que la guerra de los mas distantes tenia por objeto facilitar su sujeción quitándoles aquel ausilio; que los gobernadores de Chiloé i Valdivia hacian correrías sobre ellos i hablan castigado la iniquidad de los Cumcos sin riesgo de la comun quietud; que de ningun modo convenia alejar de la, frontera, el ejército dejando por la espalda, una, nación tan infiel que hace vanidad de faltar a la palabra; que ellos eran dueños de los desfiladeros, de los tránsitos del rio i montes para, retardar la retirada i para invadir a su arbitrio la frontera; que en ese caso seria difícil su restauración; sería entónces necesario ocurrir al Perú por gruesas asistencias que no se debían esperar hallándose estenuada la monarquía i que en tan críticas circunstancias convenia mantener la paz a toda costa."

Nada de esto fué suficiente para separar al gobernador del empeño en que le puso su mujer. Salió el maestre de campo (diciembre de 1653) a la espedicion con novecientos españoles i mil quinientos ausiliares de los mas animosos i mas aficionados a los españoles. Los cumcos i osorneses talaron sus territorios para que nuestro ejército no pudiese subsistir en ellos i los de Callecalle i Quinchilea se trasladaron a la parte meridional del Riobueno. Internó el maestre de campo por las inmediaciones de Valdivia. Halló desembarazadas sus provincias: sus habitantes le aguardaban en las llanuras del Riobueno. donde llego i perdió una parte del ejército. Ni podía ser de otro modo: la tropa i oficiales se hallaban descontentos; ultrajaba i agraviaba a éstos confiado en la protección de su cuñado i no debía esperar salir airoso de las batallas en que cuando concurren semejantes circunstancias se pelea con tanto desagrado i flojedad, cuanta es la animosidad con que se cómbate cuando los oficiales están poseídos de un respetuoso amor a su jefe i esto saben los prudentes jenerales que no se concilia con el desprecio.

Llegó el ejército a la ribera setentrional del Riobueno. Mandó el maestre de campo reconocerle por aquellas inmediaciones i en ningun paraje descubría vado para transitarle. Conocían los indios que el objeto de aquella guerra eran los prisioneros para esclavos; i para provocarle a pasar el rio por equella parte, le pusieron a la vista numerosa chusma de mujeres i niños.

El maestre de campo, mas impetuoso que prudente, no acertó a hacer busca del vado que estaba algo mas arriba del campamento i resolvió transitarlo allí mismo.

Mando pasar dos sogas a una islita montuosa que divide el rio en dos partes i sobre ella formó un puente de gruesos haces de totora (16). Defendian la isla poco mas de cien indios i Sebastian de Salazar los desalojó con ochenta arcabuceros. El maestre de campo le hizo su elojio con esta espresion: "¿Quién sino un Salazar podía haber hecho esta funcion?" Alojado en la isla el ejército se hizo la misma maniobra, sostenidos los trabajadores de los tiros de la artillería. No se embarazaron los indios en impedir la obra del famoso puente, que concluido mandó entrasen a él ciento cincuenta hombres (enero 11 de 1654). Le representaron los capitanes la evidencia de romperse las sogas con el peso de la jente i de los tiros de artillería, porque esta parte del rio era de duplicada dimension que la primera. Manda se transitase a toda costa i lo emprendió don Domingo de Amor, sarjento mayor de Valdivia con los capitanes Juan Muñoz de Pereira, Sebastian de Salazar, Pedro Rodriguez de Serna i Nicolás Gallegos de Herrera i con el comisario de indios Juan Catalan i el capitan de amigos Lizama con Maripagui, Tamanulla i Leubullican, capitanes de ausiliares. Bajaron los indios a la ribera i con animosidad digna de imitarse impidieron aquel tránsito sin reparar en los estragos que les hacia la artillería. El animoso caballero Amor puso el pié en tierra con espada en mano i el maestre de campo mandó entonces entrar mas jente al puente. Con el aumento de peso se undió i les daba el agua a la cintura. Aumentada tambien la resistencia se rompieron la sogas por la parte setentrional del rio i la mayor parte de la jente salió a la ribera meridional. Allí perecieron en manos de la horrible crueldad los espresados capitanes con cien españoles i doscientos ausiliares.

El maestre de campo Salazar quedo como una estatua sin hablar, ni tomar providencia alguna. Volvió de aquella especie de letargo en que le puso el asombro, i en nada mas pensó que en regresar a la frontera. Se produjeron tantas quejas de aquel jefe, que el gobernador se vio estrechado a suspenderle el empleo i mandólo procesar. Su hermana entonces hizo tales maniobras, que alcanzo de aquellos capitanes diesen favorables declaraciones. Concluido el proceso, resulto todo en aplauso i elojio de su conducta i se declaró que ninguno sino él pudo haber hecho semejante retirada. Fué repuesto en el empleo con la espresion de que se repetiría la misma, espedicion i que debía ser el jefe de ella.

Aquella señora negoció la reposicion de su hermano con derecho para volver a la espedicion que malogró i consiguió se desaprobase la que hizo don Jerónimo de Molina a hacer una correría de órden del maestre de campo. Tomo en ella mas de cuatrocientos prisioneros; i porque reservo para sí los mejores, salió condenado a privacion del mando de la plaza de Boroa que estaba a su cargo i se confirió a don Francisco Bascuñan Daba vida la gobernadora a los fieles administradores de sus intereses i la quitaba a los buenos militares i servidores del rei. Es la codicia verdadera raiz de todos los males