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Crónicas
Tomo II
Capítulo XXV. Tratan los indios de una jeneral conspiracion - Avisa de ella el Gobernador de Chiloé - Operaciones militares de Inaqueupu que precedieron a la declaracion de guerra.

Los indios de la frontera no sentian bien de la guerra contra los cumcos. Estos les auxiliaban en sus urjencias i les admitian en su parcialidad cuando se refujiaban a ella. Los ausiliares tambien estaban disgustados: conocieron que ya no les era útil la guerra. No tenian tiempo para sembrar i el único recurso de su subsistencia, que eran los prisioneros, no les sufragaba para mantenerse, porque los obligaban a venderlos a los mismos oficiales del ejército por bajo precio. Todos se comprometieron en poner término a estos males, i no hallaron otro arbitrio que el de arenas, i acordaron una gran sublevacion en todo Chile.

No se trató este negocio con tanto secreto que no se llegase a entender, i ellos bastante lo dieron a conocer. El maestre de campo Salazar dispuso que el capitan de indios amigos, Jilberto Catalan, le condujese a Valdivia cuatrocientas arrobas de vino (los indios de Arauco i Tucapel quitaron a Catalan el vino), i fué éste el primer indicio de la mala intelijencia que entre ellos fomentaba para una jeneral conspiracion.

En este mismo tiempo don Cárlos Cisternas, que sucedió en el gobierno de la provincia de Chiloé a don Ignacio de la Carrera, tuvo noticia de la jeneral conspiracion que meditaban los indios desde que los Salazares comenzaron a Hostilizar a los pehuenches i huilliches. La primera centella prendió en Tomeco, de donde salió la convocatoria para las demas parcialidades i estaba ya en estado de verificarse i nombrado de jeneral el pehuenche Inaqueupu, mui conocido por sus talentos militares, en que siempre se han distinguido los de esta nacion.

Aprestó Cisternas una pequeña embarcacion (noviembre de 1654) i en ella dirijió esta noticia al gobernador, con las mas menudas circunstancias para que no dudase. Pero impresionado de su mujer de que todo era odio i envidia que tenian a sus hermanos, la desprecio, i en la misma embarcacion le paso órden para que en 1.° de febrero del año siguiente saliese de su provincia, con la mayor fuerza que pudiese, i tomando la marcha por la parcialidad de Cumco, se encaminase a Osorno, donde debía incorporarse con el maestre de campo i estar a sus órdenes.

Pocos dias despues de recibida la noticia de Cisternas, dieron los indios otro evidente indicio de la conjuracion. Dispuso Inaqueupu una salida por los boquetes de la cordillera que bajan a la provincia de Chillan. Elijió para sí el de Retamal, con designio de robar los caballos del rei, que pastaban en los potreros (17) situados sobre las faldas de los montes andinos, desde Itata por el río Chodban hasta el de Nuble. Encargo las demas partidas a indios de esperimentado valor i acreditados en la guerra. Ordenó saliesen los partidarios desde el boquete de Retamal hasta el de Longaví i prevenidos todos de unirse en las llanuras del río Nuble para retirarse por las abras que hace la cordillera en la caja de este río o por la que descubre el de Chillan.

Luego que en la frontera se tuvo noticia de la salida de Inaqueupu, salió de la plaza de Santa Lucía de Yumbel el capitan Bartolomé Gomez Bravo con ciento noventa i cinco soldados de caballería. Se persuadió que marchaba contra un escuadron de cuatrocientos o quinientos indios i solo el que salió por Retamal, a las órdenes de Inaqueupu, era mas numeroso. Se halló Gomez Bravo cercado de mas de dos mil combatientes en las llanuras del Ñuble. En esta situacion no tuvo otro partido que tomar sino el de la retirada, i la intento rompiendo por los escuadrones enemigos que le rodeaban i a esfuerzos de su brazo se logro aunque con pérdida de sesenta soldados que murieron. En esta desgraciada suerte fueron comprendidos Gomez Bravo, dos capitanes i el licenciado don Juan Bernal, párroco de Yumbel, que salió en calidad de capellan.

Inaqueupu perdió triplicado número de jente por el destrozo que hacen en ellos las armas de fuego ántes de llegar a la arma blanca. Cuando cerco al comandante Gomez Bravo no lo hizo tanto porque pensase rendirle, cuanto por dar lugar a salvar el ganado que había quitado i prontamente mandó que una partida se retirase con la presa trasmontando la cordillera. Dio tiempo a que avanzase camino i logrando el lance mantuvo la funcion, que ceso con la noche, i su oscuridad dió a los españoles la retirada. Inaqueupu conoció la superioridad de sus fuerzas i se retiro a paso corto, sosteniendo la partida que conducia el ganado.

Estaba el gobernador tan firmemente persuadido de la bondad i buena fé de los indios de la frontera, que ni este golpe fué bastante para hacerle creer la conjuracion. Atribuyó este hecho a latrocinio de los pehuenches sin noticia i acuerdo de los araucanos i se mantuvo en total inaccion. No se resolvió a cortar la conspiracion que hasta por Chiloé estaba determinada i se le noticiaba de ella; ni a poner a cubierto las plazas i demas poblaciones de la frontera. No hai duda que tan necia credulidad fué eficaz permision de Dios para castigar todo aquel pueblo.