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Crónicas
Tomo II
Capítulo LXIV. Visita el Gobernador La Frontera - Levanta cuatro poblaciones - Ratifica la paz con los indios - Establece casas misionales en el pais interior que ocupan, i un colejio para educacion de hijos de caciques en la ciudad de San Bartolomé

Mucho se esmeraron los vecinos de la ciudad de la Concepcion, i la clase militar en el cortejo de su gobernador, pero ninguno se distinguió mas en su obsequio que el maestre de campo, don Jerónimo de Quiroga. Por esto, i en atencion a su distinguido mérito, aunque el gobernador, léjos de serle aficionado, le tenia aversion, lo mantuvo en el empleo, i continuó la misma gracia a don Bartolomé Perez de Villagra, que obtenia el de sarjento mayor. Pasó revista al ejercito, i distribuyó los demas empleos con referencia al mérito, i sin olvido de sus antiguas amistades. Hizo prolijo reconocimiento de las fortificaciones de la frontera, i dió oportunas providencias para la reparacion de sus ruinas.

Bien ordenadas las cosas de la guerra, i libradas sábias providencias a favor del gobierno político, resolvió aumentar la poblacion para facilitar la civilizacion de sus súbditos. Fomentó el establecimiento de Buena Esperanza en el partido de Rere, levantó otro en la de Itata (1692), i dos villas en el obispado de Santiago: la una en el partido de Maule, sobre el rio de Talca, en una hermosa vega donde los relijiosos de San Agustin tenian el convento, que hoi se halla casi en el centro de la poblacion, i la otra en el de Colchagua, sobre el rio Chimbarongo en la inmediacion de otro convento de relijiosos mercenarios. La corte le aprobó la ejecucion de este último pensamiento por real cédula de 31 de diciembre de 1695. Se conservan hasta hoi las de Talca i Buena Esparanza, i ni aun memorias quedan de las otras dos.

Estas ocupaciones no le impedian tener a la vista a los indios que gozan de independencia. Los principales caciques se presentaron a manifestarle su complacencia por su exaltacion al gobierno, i recordaron unos su antiguo conocimiento, i otros hicieron memoria de los vínculos de la amistad. Aprovechó esta ocasion, i dispuso convocarlos a la acostumbrada celebracion de una asamblea dirijida a ratificar las convenciones de paz estipuladas por sus antecesores. Esta es la única negociacion, que corre con aquella nacion, i estos caciques le proporcionaron oportunidad para entender la convocatoria a parcialidades mui distantes. Acordó con ellos los medios que para ella se debian tomar, i defirió la celebracion del congreso. I en verdad que le salió acertado el pensamiento. Los caciques de las parcialidades situadas al norte del Biobio, acompañados de algunos españoles chilenos intelijentes en su idioma, i no ménos instruidos en sus ridículos ritos, i viciosas costumbres, que observantes de ellas, convocaron a los que habitan al sur del mismo rio; negociaron la concurrencia de todos, i así progresivamente de unos en otros llegó la convocatoria, entre mar i cordillera, hasta la provincia de Osorno i Chiloé, i se entendió por los Andes entre los 34 i 41 grados de latitud. Se fijó dia, i señaladas las llanuras de Choquechoque para la union de los concurrentes, se celebró en ella el congreso de mayor concurso de caciques i de indios principales, i de otros de ménos cuenta que se vió en aquellos tiempos. Fué tan célebre entre ellos esta asamblea, que por medio de una constante tradicion conservan hasta hoi su memoria. Concluido el congreso, obsequiados i despedidos cortésmente los caciques i todo su numeroso acompañamiento, se retiró el gobernador a la ciudad de la Concepcion.

De este buen suceso, i de la vocacion de los clérigos, presbíteros don José Gonzalez Rivera (60), cura-párroco i vicario de la parroquia de la ciudad de San Bartolomé de Gamboa en el partido de Chillan, i el licenciado don José Diaz, concibió fundadas esperanzas de una paz permanente con aquellos indios, i de ver en su gobierno verificada su conversion al cristianismo. De resultas de haber oido estos sacerdotes una mision que predicó en su parroquia el jesuita, padre Juan de Velasco, se resolvieron a predicar a los infieles. Tomaron la derrota por la parcialidad de Colhue, pasaron a las de Repocura, Imperial, Boroa i Maquehua, i por la de Tubtub dieron la vuelta sobre él Biobio predicando i bautizando; causaron gran mocion, i a su ejemplo se movieron el clero i relijiosos monacales, i deseaban abrazar este apostólico ministerio. Esto sirvió de márjen al gobernador para informar al rei en punto a conversiones. Le hizo presente en cartas de 12 i 26 de setiembre de 1692 que estos presbíteros hicieron muchos progresos en aquella entrada a tierra de infieles. Manifestó los deseos de los relijiosos de San Francisco que se proferian a servir las casas de conversion, i lo mucho que convendria la fundacion de un colejio para la educacion de hijos de caciques.

Este pensamiento fue aprobado por la majestad del señor don Cárlos II, i se dio principio por el establecimiento de casas de conversion. Estas se fundaron en Repocura i Golco, dedicadas a Nuestra Señora del Cármen, por devocion de don José Gonzalez Rivera a cuyo cargo estuvo su direccion, hasta que, promovido a prebendado de la catedral de la iglesia de la ciudad de Santiago del Nuevo Estremo, pasaron a los jesuitas. Otra se estableció en la parcialidad de Colhue, dedicada al apóstol Santo Tomás en obsequio del gobernador (1693), que tenia este nombre, i estuvo al cargo del licenciado don José Diaz, Al mismo tiempo se erijieron otras dos en Tucapel i Maquegua, bajo la direccion de relijiosos de nuestro padre San Francisco (1694). En la Imperial i Boroa también se fundaron otras dos al cargo de los jesuitas.

El gobernador, que miraba estas cosas por su esterior, i no estaba orientado del gobierno interior de aquellas casas, ni de los efectos vacíos de la predicacion de los clérigos i relijiosos conversores, estuvo persuadido de que habia tocado las estrellas con la mano. Ya le pareció que era llegado el tiempo de reducir a los indios de Chile a civilizacion, i se propuso quitarles los hechiceros i adivinos, sacarles de los montes i unirles en las llanuras de sus provincias. Se profirió a esta empresa el comisario de naciones don Antonio Pedreros, hombre imprudente, de aceleradas resoluciones i de espíritu intrépido. Estas circunstancias concurrieron en gran parte a la ejecucion del proyecto, i sus efectos fueron una consecuencia necesaria de semejantes antecedentes. Nuquepagei, cacique de las parcialidad de Virquenco, quitó la vida del capitan de amigos Miguel de Quiroga, i con la cabeza i manos del cadáver convocó a otros capitanes, i todo caminaba a un levantamiento jeneral. Millapal era el principal caudillo de los que entraron por el partido de la conjuracion, i le hizo decir a Pedreros que no pasase adelante con su pretension; porque ellos vivian en sus tierras sin apetecer otras, i que en ellas tenian cuanto necesitaban para pasar la vida, i que el gobernador desistiese del empeño de estraerlos de los montes donde residian gustosos en pleno i libre uso de las costumbres que heredaron de sus predecesores; i porque no seria fácil hacerles abandonar sus machis, sus brujos i sus adivinos, de quienes se valian para la curacion de sus dolencias, como los españoles de sus médicos.

Quiso Pedreros usar de la fuerza, i salió de la plaza de Puren con ochocientos hombres españoles i auxiliares (61) contra Millapal, que ya tenia alguna jente de guerra en la parcialidad de Maquegua. Dos leguas al oriente de Boroa avistaron los dos escuadrones sobre las márjenes del rio Quepe (diciembre 8 de 1695). Comenzaron los retos i las reconvenciones; pero Pedreros, ignorante del arte de la guerra, impelido de su impetuosidad, se arrojó al rio diciendo: "El que fuere valiente, sígame." No hubo español que tuviese la imprudencia de seguirle en su temeraria resolucion, i recibido en las puntas de las lanzas enemigas, esperimentó la última consecuencia de su loca temeridad, perdiendo allí mismo la vida. El capitan don Ignacio de Molina, retiró la tropa a su destino de Puren, i quedaron los indios mas altaneros de lo que estaban. Este fue el éxito de una empresa dirijida sin premeditacion i de imprudente ejecucion.

El gobernador, concluido el parlamento, habia regresado a la capital, conduciendo su familia con destino de establecerse en ella, i el maestre de campo, que ya lo era don Alonso de Córdoba i Figueroa, recibió esta noticia en la plaza de Arauco.

La dirijió al gobernador, i sin perder tiempo tomó acertadas providencias para contener los progresos de aquella sublevacion. Pasó orden a don Alonso de Covarrúbias, que a la sazon se hallaba de sarjento mayor i mandaba el tercio de Yumbel para que con la tropa de su mando marchase a Negrete sin dilacion alguna, i atrincherado sobre el Biobio aguardase sus disposiciones. En Arauco dio las que convenian para su seguridad en todo evento, i salió para la plaza de Tucapel. En el dia llegó a ella, i en aquella misma noche a la de Puren, caminando por veredas escusadas. Se admiraron los indios de la comarca viéndole en Puren sin saber cuándo ni por dónde haya transitado.

Puesto en aquella plaza a la testa de ochocientos combatientes, i con noticia de hallarse ya en Negrete el sarjento mayor con otros seiscientos i aprestándose toda la frontera para su defensa, reconvino a los caciques de todos los butanmapus o cantones para que cortasen la principiada rebelion con la entrega de Millapal i los demas capitanes conjurados. Les amenazó con una cruel guerra, protestándoles hacerla sin distincion de parcialidades, arrollando en sus estragos a los indiferentes i aun a los inocentes. Estos, que conocian a Córdoba i habian experimentado los filos de su espada, se pusieron de parte de los españoles. Viéndose Millapal desamparado de la mayor parte de su nacion. i amenazado de ser invadido por Puren i por Negrete, temió desagradables resultas i se refujió a la marcialidad de Repocura con muchos caciques, sus aliados.

Desde allí solicitaron la paz, i ofrecieron dar la debida satisfaccion del hecho que dio mérito a esta resolucion. Esto pretendia el caballero Córdoba, i a este fin dirijió sus ideas. Se propuso dificultarles el indulto para hacérselos desear mas. Respondió a los mediadores "que si las disposiciones de una guerra provocada estaban de su mano, no pendian de su arbitrio las que se dirijian a la paz, que absolutamente pertenecia al gobernador" Ofreció suspender toda hostilidad, dar noticia al gobernador de su rendida solicitud i esperar su resolucion.

Esta fue favorable. Concedió perdon jeneral sin inquisicion del delito ni del número de los conjurados, a fin de no tener motivo de levantar el brazo para castigar. I para que todo se efectuase con la posible seguridad, dio facultad a Córdoba para tratar i concluir la paz que solicitaban los caciques que se suponian delincuentes, i fractores de los tratados de choque. Les concedió Córdoba salvo-conducto para que concurriesen a las llanuras de Negrete a la celebracion de una asamblea que debia tener con los caciques de los cuatro butanmapus, aunque muchos no habian tenido parte en la revolucion (marzo de 1696). En efecto, concurrieron todos los que no tuvieron lejítimos impedimentos, i ámbas naciones se dieron mútua satisfaccion. Córdoba se empeñó en hacerles conocer el beneficio que les procuraba el gobernador en su civilizacion i en la estincion de sus adivinos i de sus ritos supersticiosos. Los indios, con su acostumbrada aparente insensata insensibilidad, se des entendieron del argumento, agradecieron la buena intencion, i se quejaron del imprudente modo de ejecutarla. Pedrero, que ya era difunto, i no habia de contestar, llevó todo el peso de estas satisfacciones, i quedó establecida la antigua paz.

En el Parlamento de Choquechoque se trató de la ereccion de un colejio para la instruccion de hijos de caciques. Admitieron éstos la proposicion i prometieron enviar a sus primojénitos. El gobierno repitió sus informes a la corte sobre esta inútil idea; i la real piedad del señor don Cárlos II, en cédula de 11 de mayo de 1697, dispuso que dejando a los jesuitas las casas de conversion que dirijian i administraban, i repartida la domas tierra de infieles en el clero i relijiones monacales, estableciendo las conversiones que al gobernador pareciesen convenientes para que en ellas pudiesen todos los eclesiásticos que tuviesen vocacion satisfacer los ardientes deseos de su apostólica mision, se erijiese desde luego el pretendido colejio, i que su direccion i administracion se pusiese al cargo de los jesuitas.

Se elijió la ciudad de San Bartolomé de Gamboa para esta fundacion, que se hizo en las casas de don José Gonzalez Rivera, que las cedió a la Compañía de Jesus. El rei mandaba que se alquilase una, casa para la ereccion provincial hasta ver si se conseguía el fin que se prometia su real piedad, i que parecía debia seguirse al arbitrio. Pero con la donacion de Gonzalez Rivera se procedió a la formal fundacion de un colejio de jesuitas con salas separadas para los colejiales indios, i permaneció hasta su espatriacion (23 de setiembre de 1700). En él se dotaron 16 becas para hijos de caciques, con un rector i dos maestros (62), i, se estableció por un artículo de sus constituciones que no se admitiesen dos hijos de un mismo padre.

Concluida la casa, i puesta en estado de recibir los 16 colejiales, reconvino el gobernador a los caciques sobre la promesa que hicieron de dar a sus hijos para ,que fuesen instruidos en relijion ¡letras. Se negaron todos por dictámen del jeneral Vilumilla, i entró el gobierno en esta dificultad difícil de vencer. Se comisionó el vencimiento de este negocio a don Pedro Riquelme, que tenia partido entre ellos desde que le tuvieron cautivo. Entró Riquelme a su pais, i les hizo ver la conveniencia que se les presentaba dando a sus hijos

"Serán hombres (les dijo), sabrán leer i escribir como los españoles, i alcanzarán vuestros hijos el sacerdocio." Pero Vilumilla, tenaz en su renuncia, respondió con la siguiente pregunta: "Sabiendo leer i escribir ¿mudarán del color de cobre que tienen? A nuestros ascendientes ¿les hizo falta el saber leer i escribir, i el sacerdocio para ser hombres, i para ser respetados de sus mismos conquistadores? No por cierto. Sin letras i sin sacerdocio sabemos defender i conservar nuestra libertad i nuestras costumbres." No se arredró Riquelme ni desistió de su empeño, i aunque no consiguió hijos de caciques para las becas, alcanzó para ellas una docena de indiecitos de las parcialidades de Boroa i la Imperial, que es jente mas dócil, i con ellos se estableció el colejio, que la corte está distante para descubrir estas tramoyas, que valen a los gobernadores para alcanzar mercedes. Jamás faltaron en él colejiales de esta clase. No se sacó de ellos cosa de provecho, i se suspendió su admision, i cesó enteramente este gasto del real erario con el levantamiento del año de 1723, que referiremos en su lugar.