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Crónicas
Tomo II
Capítulo XCVIII. Pasa de Gobernador de Chile el Mariscal de Campo Don Antonio Guill i Gonzaga - Se refieren algunos principales ocursos de su Gobierno.

Desde que traté de los ocursos del gobierno del excelentísimo señor conde de Poblaciones comencé a hablar de los sucesos de mi tiempo, i ahora entro a referir aquellos de que so i testigo ocular. Bien conozco que debían éstos estamparse por una pluma que, viendo dimidiado el siglo siguiente, fuera al mismo tiempo conducida de mano poderosa i no llevada de pulso tan desvalido como el mío. En las oscuridades de la antigüedad se halla el seguro conveniente contra el riesgo de ofender la modestia en unos i de ruborizar a otros. Al favor de las mismas sombras se puede huir con seguridad de parecer unas veces lisonjero, otras mordaz, i no pocas de jenio demasiadamente severo. Da, en fin, la antiguedad salvo-conducto i toda franquicia i libertad para tirar la pluma con aquella valentía que es propia de la sinceridad, i para que la narracion de los hechos se presente ál público sin la languidez que la comunican los justos recelos de una justa poderosa venganza.

Solo de las corrientes de la obediencia pudiera yo dejarme conducir al centro de tan evidentes escollos. No ignoro que tiene el jenio de los hombres cierta delicadeza que aun el mas apacible ambiente de la verdad les disgusta. I persuadido de que ofende mucho por sí misma i sin añadirles términos demasiado espresivos, no dejaré sin movimiento en su esposicion aun las mas pequeñás ruedas de la precaucion, siempre que pueda ser sin peligro de faltar a su circunstanciada integridad. Vamos al empeño.

Siendo gobernador de Panamá i provincias de tierra firme el mariscal de campo don Antonio Guill i Gonzaga, natural de Valdivia, fué elejido para gobernar el reino de Chile. Se trasladó a la ciudad de Lima donde tuvo la satisfaccion de recibir las convenientes instrucciones que el virei quiso comunicarle para que se condujese con acierto en su gobierno. Despachado del virei mui a satisfaccion de su excelencia i suya, navegó felizmente para su destino i arribó al puerto de Valparaiso. Su primer pensamiento fué aportar al de Valdivia para disponer con esperimental conocimiento el mejor modo de poner aquel puerto en estado de defensa, i se ignora la causa que le separó de tan acertada resolucion.

De Valparaiso pasó a la capital donde tomó posesion de su gobierno en 4 de octubre de, 1762. En los principios de él no tuvieron los negocios públicos el pronto espediente que exije la república. La mayor parte del tiempo se llevaban la música i temporadas de campo a donde concurria la nobleza de ámbos sexos, de modo que no le merecieron un pequeño rato los deberes de su empleo (108). Pero como estas operaciones no eran para permanecer mucho tiempo en ellas, conoció su estravío, i para sepultar con honor esta conducta i que una repentina separacion no diese mayor golpe que ella misma, tomó el arbitrio de hacer los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola en el retiro de la casa dedicada a Nuestra Señora de Loreto que teman los jesuitas en aquella ciudad.

Salió de aquel recojimiento de espíritu otro gobernador; i deal cumplimiento de sus íntimas obligaciones, ordenó sediese eficaz espediente a las causas tanto civiles como criminales. De éstas tuvo el primer lugar la del maestre de campo don Salvador Cabrito; i como los malos no pueden perseverar mucho tiempo unidos, se divieron sus amigos i le hicieron poca i floja oposicion; se puso el proceso en estado de sentencia i votaron los jueces por la inocencia del acusado i fue restablecido en el ejercicio de su empleo. Araful, principal acusador de Cabrito, cayó en la sentencia del Espíritu Santo i medido con la misma vara, fue acusado de feos delitos que le condujeron a una cárcel, porque tampoco dura mucho la prosperidad de los malos: i conociendo la imposibilidad de vindicarse, libró su defensa en la fuga, sin que hasta hoi se tenga noticia de su fortuna.

Desvanecido este nublado que sin duda hubiera oscurecido la conducta del caballero Cabrito, si el excelentísimo Amat no hubiera pasado a virei del Perú, que la adulacion ya hubiera sacado delincuente su inocencia, regresó a la ciudad de la Concepcion para tener la satisfaccion de mandar a los mismos que le oprimieron i tuvieron éstos la felicidad de caer bajo las facultades de un jefe que era todo benignidad i no respiraba mas de beneficencias a favor de los que le calumniaron. Antes de regresar a su destino tuvo la honrosa comision de reparar las ruinas de las obras de fortificacion del puerto de Valparaíso i de construir el castillo de San Antonio, que para defensa del surjidero mandó levantar el gobernador (1763). Correspondió a esta confianza con el celo que acostumbra desempeñar los asuntos del real servicio i volvió a la capital a instruir i presentar las cuentas del caudal invertido en su comision, de que quedó el gobierno mui satisfecho i aplaudida su buena conducta.

Era el gobernador hombre débil, de jenio blando, condescendiente i sin reserva, de aquella clase de personas dispuestas a recibir buenas i malas impresiones como éstas le sean disfrazadas con apariencias de rectitud.

No faltó sujeto que apoderado de él abusase de su. bondad para sus particulares intereses con desdoro de la memoria de este jefe i en perjuicio de la república, a quien se debía la recta distribucion de la justicia. Estuvo Chile en tan deplorable estado, que no era el mérito quien hacia acreedor al empleo sino el dinero. todos se vendían i ya parecía no una suple venta, sino almoneda. Los que entónces se colocaron entraron por esta, puerta que abrió la iniquidad i arrebataron a los beneméritos el premio que les correspondía i ellos compraron. ¡Oh, i cuantos ha i en el día oprimidos de la pobreza pórque no se les confirió el empleo de escala que les venia de justicia! Cuando algun hombre o mal intencionado o poseído del interes logra señorearse en aquellos remotos paises sobre la voluntad de un jefe, juega todas las armas del despotismo i del poder ilimitado, como que no teme resultas de su persona ni tiene consideracion a la buena opinion i fama de su favorecedor (109).

Cerca de dos años se mantuvo el gobernador en la capital tomando convenientes medidas para asegurar el territorio que se le habla confiado i para establecer en él sus privativas ideas de gobierno a su parecer i segun sus bellísimas intenciones, equitativo. I despues de haber dado acertadas disposiciones para que don Juan Garland, de la órden de Santiago, teniente coronel de injenieros, pasase a la plaza de Valdivia (1763), a levantar planos de ella, sus castillos i puerto, delinear i calcular la fortificacion de éste, i que todo se remitiese a la corte para su reconocimiento i aprobacion trató de las conveniencias de la capital, de sus aumentos i mayor brillantez.

Estableció el comercio libre de su gobierno con todos los puertos del Perú, que vulgarmente llaman intermedios (1763). Comisionó al oidor don José Clemente de Traslaviña (1763) para que condujese a la capital por cañería hecha a todo costo la agua de Ramon, que dos leguas a su oriente sale de las quebradas de Apoquindo. Tovalaba i Macul, con designio de poner la mitad de ella en la fuente de la plaza mayor i con la otra para hacer una fuente en la Cañada, cuy b barrio necesita de este ausilio. Consiguió ver concluida esta obra que se deseaba desde el año de 1597. Se condujeron aquellas saludables aguas hasta la Alameda; vieja que dista su remate ochenta toesas de la plaza mayor con gastos de veintiocho mil quinientos ochenta i cinco pesos un real que salieron de propios de ciudad i la han dejado perder.

Mandó levantar los tajamares que derribó el río Mapocho con la riada del 7 de noviembre de 1764, i para libertar a toda la ciudad de las resultas de todos estos turbiones se continuaron hasta trescientas toesas mas abajo del puente que mandó construir.

Las desgracias que causó esta riada fueron seguidas de una cruel epidemia de viruelas tan maligna que moria la tercera parte de los contajiados. El piadoso gobernador se interesó con el prelado eclesiástico para qué se hiciesen procesiones de penitencia i rogaciones con sermones misionales para purificar las conciencias i alcanzar de Dios la suspension de este azote de su justa indignacion. La ciudad, cuidadosa siempre de sus moradores, contribuyó con quinientos pesos para alivio de los pobres i a su imitacion los vecinos pudientes erogaron cuantiosas sumas que se distribuyeron con aquella prudente economía que piden iguales casos dirijida a que ninguno de los enfermos quedase sin ausilio para su curacion i asistencia.

Los médicos hicieron cuanto cabia en sus facultades en ausilio de la humanidad; pero la malignidad de la viruela inutilizaba todos los esfuerzos de su aplicacion. Seguian los estragos del contajio con íntimo dolor de los profesores hasta que fatigada ya con el estudio la imajinacion del reverendo padre doctor frai Pedro Manuel Chaparro, de la órden de nuestro padre San Juan de Dios, tuvo el pensamiento de inocular este veneno siguiendo las huellas de antiguos hábiles médicos para quitarle la mortífera malignidad con que heria (110). Comenzó la inoculacion con tanto acierto que fué el iris que serenó aquella horrible tempestad. Excedieron el número de cinco mil las personas inoculadas i ninguna pereció. La capital de Chile debió su salud a este digno hijo suyo, que con la caridad propia de su instituto asistia a los necesitados i menesterosos i auxiliándoles con su ciencia, i secorriéndoles con todo lo que querian darle los ricos por la asistencia que les hacia. No es ménos recomendable este relijioso por las buenas cualidades personales que le adornan que por las adquiridas. Sus talentos son de primer órden i su instruccion nada vulgar. Ansioso siempre del deseo de investigar la humana naturaleza es aplicado a experiencias físicomédicas con que adelanta sus conocimientos en medicina, i por eso desean todos en sus dolencias valerse de su ciencia. Pero las circunstancias que deben hacer eterna su memoria son el desinteres ¡su caridad. Aquél jamas le permitió exijir de los ricos la propina que es costumbre contribuir a los de su facultad, i ésta le hace repartir a los miserables la mayor parte de lo que la libertad de los enfermos pudientes voluntariamente le dispensa. Esta conducta del reverendo padre frai Pedro Manuel es bien notoria i bien se manifiesta en el relijioso ajuar de su celda. En ella no se rejistra mueble alguno de vanidad i todo su adorno consiste en algunos libros con quienes emplea una buena parte de tiempo, aun de aquel que las relijiosas distribuciones destinan al sueño.

Aunque el gobernador se hallaba indispuesto de su salud, herido de parálisis, no por eso olvidó las obligaciones de su empleo; su celo i buena, intencion le inclinaban al cumplimiento de sus deberes. Para satisfacer a éstos en la capital elijió por su correjidor (1762) a don Luis Zañartu, natural de Vizcaya, de la órden de Santiago, coronel del rejimiento de milicias del virei, casado con doña Mercedes Errázuriz i Madariaga, en quien concibió talentos para gobernar i no se engañó porque sostenido de su autoridad sujetó a la desenfrenada plebe i estableció arreglado método de gobierno en todos los asuntos que comprendia su jurisdiccion. I como aquella, ciudad echase ménos un puente para transitar el río Mapocho, facilitar su abasto i aumentar su brillantez, emprendió su fábrica en 1767 i doce años despues logró verle concluido sin mas costo que el de doscientos mil pesos.

El caballero Guill comprendía mui bien que sus obligaciones le estrechaban al desempeño de la real confianza, no solo de la capital sino hasta en lo mas distante de su dilatada gobernacion i a todo atendía su eficacia, aunque con la desgracia de que se estendiesen sus disposiciones segun sus justas ideas, sino conforme a las de la insaciable codicia de la persona que le dominaba i tiraba los espedientes que su debilidad firmaba i rubricaba sin dificultad. Conducido de esta verdad i advertido del riesgo con que los correos trasmontaban los elevados montes de los Andes en tiempo de invierno, que la ríjida estacion los cubre de nieve, dispuso levantar cuatro garitas para su seguridad i por recomendacion del teniente coronel don Juan Garland (año 1765) comisionó este encargo a don Ambrosio O'Higasns, de Vallenar, que en calidad de sobrestante de esta obra la concluyó en dos veranos.

Advirtió, tambien que no habia pasado revista de inspeccion á los cuerpos veteranos de su distrito, i conociendo la utilidad de esta operacion militar para tomar conocimiento de las fuerzas de su gobernacion, elijió para esta comision al caballero Garland. Este oficial a sus escojidos talentos unía la mas sana intencion, compañera inseparable del jenio suave i de la verdad. Con estas bellas cualidades que adornaban su persona desempeñó su encargo a satisfáccion del real servicio i del gobernador i sin perjuicio del súbdito. Comenzó la revista (1765) por el batallon fijo de la plaza de Valdivia, de allí se trasladó a la frontera donde hizo la misma dilijencia i un prolijo reconocimiento de sus fortificaciones, i concluido todo marchó para la capital a dar cuenta de su comision al gobernador.

Satisfecho el gobierno de su conducta, le permitió regresar a la plaza de Valdivia a continuar las obras de fortificacion que tenia ideadas para defensa de aquel puerto (1768); i luego que se le orientó del fallecimiento de su gobernador, el teniente coronel don Félix de Berroeta, le nombró gobernador interino de aquella plaza, donde fué admitido con el mayor aplauso i respiracion de aquellos colonos en cinco años que tuvieron la felicidad de su suave i prudente gobierno. Porque cuanta pesadumbre causa en los súbditos un gobierno absoluto, tanta es la alegría que se goza en el que es dirijido, establecido i fundado en la suavidad. El caballero Garland entregó el mando de la plaza al coronel Don Joaquin de Espinoza i quedó en ella en calidad de injeniero hasta que le relevó don Antonio Duce, i trató de regresar a España. Elijió la ruta de Panamá i navegando desde Portobelo a la isla de la Trinidad; fué asaltado de un violento tabardillo que le privó de la vida a fines del año 1775.