ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Anexos
Documento Nš 3 - CDHI, XXIII, 8-10.

Exposición sobre el nuevo cambio de autoridad ejecutiva en noviembre de 1811.

El alto Congreso,  desde los primeros momentos de su instalación, discutía reflexivamente sobre el carácter que debía darse al gobierno. Esta controversia llegó a un grado de calor que hubiera hecho desplomarse el sistema, si la feliz revolución del 4 de septiembre último no hubiese restituido al seno de la legislatura los buenos ciudadanos, que se vieron obligados a desamparar el asiento que no podían conservar con decoro en medio de la impotencia de los derechos de los pueblos. La provisión del poder ejecutivo en aquel día glorioso, puso al frente del reino hombres de probidad y virtudes cívicas, que no recibiesen como una ofensa personal la separación del mando, cuando era necesario desprenderse en breve tiempo del que no podía subsistir sino con la representación de las provincias. La de Penco, respetable por su población, por su extensión, por sus armas y comunicaciones, acababa de solicitar que el gobierno concentrado en la capital se colocase en tres individuos; cuyo número siendo el prototipo de las tres demarcaciones del reino, conciliasen por su reducción el secreto en las deliberaciones y la energía en sus providencias. Una gran parte de este noble y generoso pueblo interpeló a los dignos defensores de la patria, para que interesándose por un Cabildo Abierto preparasen la fuerza contra los que intentasen oponerse a la libertad y sufragios del vecindario. Este fue convocado y reunido en la forma apacible, en que majestuosamente propuso y vio sancionadas las peticiones más análogas a los principios del sistema adoptado, resultando electos para el gobierno representativo, por la capital, el Teniente Coronel don José Miguel de Carrera; por Concepción, el señor Brigadier don Juan Martínez de Rozas, supliéndole don Bernardo de O’Higgins; por Coquimbo, el Doctor don José Gaspar Marín.

Ciudadanos amantes de la patria: No creáis que retrograda la gran causa en que os veis justamente empeñados. Estos movimientos son sensibles, pero precisos. Una república naciente padece las mismas vicisitudes que el tierno cuerpo de un infante; pero ellas mismas le robustecen y consolidan sus resortes. Roma y Grecia, esas dos memorables asociaciones, que han figurado un papel siempre heroico en la historia, no levantaron el edificio de su libertad sino sobre la argamasa de la sangre de sus habitantes, cuando el patriotismo de Chile no ha permitido se derrame una gota, a pesar de la satisfacción de los aborrecedores de nuestros derechos, que en cada uno de estos pasos se congratulan pronosticando ruinas y desastres. Tiemblen estos hipócritas de la justicia de un gobierno vigilante, que con su escarmiento dará una lección de espíritu e integridad a los que no la tienen, ni se embarazan en fomentar el descontento y las divisiones que despedacen la patria o la desacrediten en la distancia, tergiversando los hechos. Ella es inmortal y sobrevivirá l exterminio de sus enemigos. Estos no se jactarán de una indulgencia inconciliable con la firmeza de los principios que nos rigen.

¡Patriotas que los conocéis! Reposad tranquilos en los depositarios de vuestras confianzas. La inocencia será protegida, premiado el mérito, castigado el crimen, y activamente atendida la causa pública.

A sus aras se sacrificará el egoísmo, y el humo fétido de sus malignas inteligencias se arrastrará por la tierra para confundir a los secuaces de la maldad, que envueltos en su sombra se precipiten a la vista de los buenos ciudadanos.

Santiago, y Noviembre 18 de 1811.