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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Anexos
Documento Nš 5 - CDHI, XXIII, 18-29.

Declaraciones de José Santiago Muñoz Bezanilla, José Vigil y Bernardo Véliz, sobre el complot de noviembre de 1811.

En la ciudad de Santiago de Chile, en 28 días del mes de noviembre de 1811 años, don Lorenzo José de Villalón, Juez del Tribunal de Justicia y Apelaciones, en virtud de la comisión que se le confiere, por el decreto que precede[1], hizo comparecer a su presencia al Teniente Coronel graduado don José Santiago Muñoz Bezanilla, de quien fue recibido juramento, premisa la venia in voce de su jefe, que lo hizo por Dios Nuestro Señor, bajo su palabra de honor y cruz de su espada, bajo el cual prometió decir verdad de cuanto supiere y le fuere interrogado, y diciéndole sobre el contenido del auto cabeza del proceso, dijo: Que el domingo 17 del presente mes de noviembre, viniendo el declarante a la una del día de su cuartel para su casa, encontró en la plazuela de la Compañía al Capitán de Granaderos don José Domingo Huici, quien se dirigió al declarante diciéndole: Tu mueres sin remedio, y yo, dentro de quince días, si no quitamos del medio a los Carreras, pues estos pretenden entregarnos a Fleming, y como nosotros somos patriotas y no lo consentiremos, seremos víctimas de su furor; y añadió: Voy a misa, vente a mi casa a las tres de la tarde y trataremos varias cosas; Que sorprendido el declarante de la viveza y energía con que le habló, procuró verlo a la hora expuesta, para oír de su boca los fundamentos que tenía para una empresa de tanto bulto; Que llegado a casa de Huici y movida la conversación, le dijo al declarante que los tres millones que se habían pedido eran para que en viniendo Fleming los embarcase y fugarse con ellos los Carreras; Que estas infundadas razones obligaron al declarante a contestarle que no le hacían fuerza y que cuando así fuese, no eran niños para dejarse seducir de tres únicos individuos; Que le replicó Huici que aunque así no fuese, eran los Carreras unos sujetos que mientras viviesen les traerían con las armas en las manos y que si su orgullo había de funestar los días del público, debían morir ellos y cuantos tuvieren con ellos relaciones de familia; Que concluida la sesión se salieron a pasear, diciéndole antes que a la noche le convencería un sujeto que tendría en la Alameda, para lo que también había visto al Teniente Coronel graduado don José Vigil, que se fuese el declarante disfrazado a la 2ª pila de la Alameda y hablarían.

Preguntado sobre qué asuntos movieron la conversación en el paseo, dijo: que fueron indiferentes.

Preguntado qué resultas tuvo la citación, dijo: Que cuando el declarante caminaba al lugar designado encontró, en el camino al citado Vigil, que también llevaba el mismo rumbo, y que recayendo la conversación sobre el intento de Huici, le dijo el declarante: vamos observando si las miras de éstos son por el espíritu de partido, pues no se hallan razones sólidas que me convenzan de que los Carreras atentan contra el sistema; que Vigil le contestó que así lo haría, y que él estaba persuadido a lo mismo que él pensaba; Que llegaron ambos a la 2ª pila, y sentados en su pretil, llegó el Coronel don Juan Mackenna con su hermano político don Francisco Vicuña, bien disfrazados.

Preguntado qué especie de disfraz llevaban, dijo: que bien embozados en sus capas y bien calados sus sombreros, y que el Mackenna iba sin uniforme y ambos de paisanos.

Preguntado qué fue lo que le dijo el señor Coronel Mackenna, contestó: Amigo (le expuso) estamos mal. Los Carreras atentan contra nuestra libertad y vamos a ser víctimas. Que el declarante le replicó –Señor, yo no lo puedo creer. Dígame usted qué le oyó decir a Fleming acerca de don José Miguel Carrera. Nada, le dijo, le he oído; pero sospecho por su íntima amistad. Que entonces Mackenna le expuso que se dirigiesen a lo sustancial del caso, que era ¿cómo podrían dar el golpe? Que el declarante le contestó: no tengo pensado de qué modo sea, que el más fecundo en arbitrios podía discurrir el cómo. Que todo esto lo hacía el declarante para descubrir sus ideas, para precaver el golpe, noticiándolo así a los destinados al cuchillo; pero que conoció que todo aquel plan sólo se formaba por espíritu de partido. Que entonces Mackenna le dijo –Amigo, el modo de ejecutarlo con más seguridad, es que un día de éstos se citen a la sala de la autoridad ejecutiva a los jefes de los cuerpos y junto con el pretexto de que den arbitrios, para acopiar los tres millones que han pedido, tendremos escondidos veinte y cinco o treinta hombres bien armados, que acometiéndoles de improviso los asesinen, cuidando de ocultar sus cadáveres hasta que V.S. soborne la tropa, con cuatro o seis talegas que pondremos a su disposición con todo el tesoro de la Real Caja, como el de mis amigos y parientes. Que se trató sobre quienes serían los agresores, si Dragones de Chile o Asambleas, y que se resolvió fuesen individuos del pueblo, y que exigiendo Mackenna del declarante su palabra de honor en cuanto al sigilo, se retiraron todos.

Preguntado si el declarante reconvino a Mackenna que quiénes eran los jefes de los cuerpos que se habían de juntar, dijo: que los señores Carreras, don Juan de Dios Vial y don Joaquín Guzmán.

Preguntado si a todos los ya expresados trataban de asesinar como igualmente a todos los demás señores que componen la Autoridad Ejecutiva, y que si no reconvino sobre esto al señor Mackenna, dijo: que en efecto le reconvino; pero que le contestó, que ya se trataría el modo en que el golpe sólo recayese en los señores carreras. Que al siguiente día por la mañana, vino a casa del declarante el citado don José Vigil diciéndole ¿qué hacemos? Al comandante don Juan José lo han citado al gobierno, y Huici que está de guardia en la prevención, me ha dicho que hoy sin remedio morirán. Que cómo permitían esa maldad, que fuesen al punto a noticiarlo a su comandante y acompañarlo, por si sucediese alguna cosa; Que salieron juntos, sin poder hallar arbitrio seguro para hacérselo saber, temiendo los viese Huici entrar al cuartel y hablar con su comandante; Que en estas circunstancias encontraron en la calle al esclavo de dicho comandante llamado Jacinto, a quien le avisaron dijese a su señor que le esperaban en el zaguán del colegio de San Carlos, y que procurase verlos antes de ir al gobierno. Que a poco de esto se encontró en las gradas de la Catedral al expresado su comandante, que se dirigía al gobierno en consorcio de don Ramón Formas, y que haciéndolo a un lado, le dijo que precaviese entrar a la sala de la Autoridad Ejecutiva, que así convenía, y que después le diría los motivos. Que la noche del mismo día le descubrió al comandante la conjuración, con sólo la reserva de los sujetos de quienes esperaba volviesen a mejor camino, sin la fuerza de la justicia, ya por estar advertido su jefe, y ya porque corrompido el secreto, decayesen de ánimo; Que la subsiguiente noche a la anterior, hablando confidencialmente en el cuartel con el citado Vigil, determinaron morir antes que consentir en nada de ese plan, y que en ello quedaron de acuerdo; Que en lo mismo quedó el Teniente Vélez, quien les manifestó las mismas ideas, añadiendo que el amaba al comandante, y que no permitiría se le hiciese la menor extorsión; Que una de las muchas noches que mediaron entre la citación al Tajamar, y en la que se aprehendieron algunos, le dijo Huici al declarante, yendo por la calle, que iba estando la cosa en punto y que el declarante tenía cien mil pesos, según lo acreditaba un pagaré que pretendió darle con la comandancia del cuerpo; Que el dicho pagaré venía con seis o siete firmas, que no vio con la oscuridad de la noche, ni tampoco después, porque le horrorizó el soborno; Que el dicho pagaré, le dijo Huici, estaba firmado de Mackenna y de los Larraines; Que la noche de ayer 27, después de las oraciones, se vino Huici al declarante, estando en el cuartel, y le dijo: He trabajado hoy mucho, esta noche se da el golpe. Mañana, al amanecer, aparecerá la horca con un padre y cuatro hijos Carreras y con don Miguel Ureta, que también morirá; Que el batallón de Pardos estaba citado a las cuatro de la mañana y bastante caballería de campaña; Que preguntándole el declarante como aseguraban a los tres Carreras, le dijo: cuando el Comandante vaya a caballo a la Chimba, se le echarán encima doce hombres, que son dos Formas, dos Larraín, dos Huici, un Astorga, un Bergecio, un mulato sirviente de don José Antonio Huici, un mayordomo de Larraín y que no se acuerda de los otros dos; Que el don José Domingo Huici le expuso igualmente haberle quitado la coba a las pistolas de su Comandante don Juan José, durante la Asamblea, y que actualmente estaban en junta los principales conjurados en casa del Presidente del Congreso y que no acobardase que éste y todo el pueblo estaban con ellos; Que el declarante inmediatamente lo participó al Capitán don Luis de Carrera, para que incontinenti lo denunciase al Comandante don Juan José, porque el declarante no lo podía hacer, por hallarse Huici con el mismo Comandante en su cuarto; Que es cuanto sabe y la verdad, so cargo del juramento que fecho tiene, en que sea firmó y ratificó, leída que le fue esta su declaración; Que es mayor de 22 años y las generales de la ley no le tocan, y firmó con su señoría, de que doy fe.- Villalón.- Santiago Muñoz.- Ante mí, Pedro José Cousiño, escribano sustituto de gobierno.

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En el mismo día mandó dicho señor comparecer a su presencia al Teniente Coronel graduado don José Vigil, de quien fue recibido juramento y premisa la venia in voce de su comandante, lo hizo bajo su palabra de honor y cruz de su espada, bajo del cual prometió decir verdad de lo que supiere, y le fuere preguntado y siéndole al tenor del auto cabeza de proceso y de las citas que de él se hacen, en la precedente declaración del Teniente Coronel graduado don Santiago Muñoz y Bezanilla, dijo: Que todo cuanto en dicha declaración se refiere al declarante es cierto y en los mismos términos, que allí se contiene y que esta es la verdad, y cuanto tiene que decir en la materia, so cargo del juramento que tiene prestado en que se afirmó y ratificó, siéndole leída su declaración y las citas ya referidas del anterior del indicado Muñoz, que es mayor de 25 años, y que las generales de la ley no le tocan y firmó con su señoría de que doy fe—Villalón.- José Marcial Vigil.- Cousiño.

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En 20 del mismo mes y año, mandó otro señor comparecer a su presencia al Capitán graduado don Bernardo Vélez, de quien recibí juramento, y que lo hizo bajo su palabra de honor y cruz de su espada premisa la venia in voce de su jefe bajo del cual prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado, y siéndolo al tenor del auto cabeza de proceso, y de las citas que de él se hacen en las dos anteriores declaraciones, dijo: Que el día 17 del corriente se encontró en la calle del señor Marqués de Casa Real con don José Antonio Huici, quien le expuso que los señores Carreras trataban de alzarse con el mando para entregarlo a nación extranjera, por medio del Brigadier Fleming. A este objeto se dirigía la petición de los tres millones, para fugarse con ellos, que era de necesidad el quitarlos del medio, y que le propuso los que se tenían tomados para su ejecución, que eran el citar alguna gente armada para que cuando se hallasen los jefes de los Cuerpos en la sala de la Autoridad Ejecutiva asaltar a. los señores Carreras y asesinarlos, que esta conversación corrió desde el punto ya expresado hasta la Alameda. Que el declarante sorprendido con un proyecto de tanto bulto, le expuso las razones que lo harían ineficaz, y comprendió que aquello procedía de enemistades entre familias, lo mismo que ha oído decir a los tenientes coroneles graduados Muñoz y Vigil, y en que los tres han convenido que don José Antonio le encargó el sigilo en asunto de tanta gravedad, y que el declarante lo prometió bajo su palabra de honor y que jamás se hubiera oído de su boca, a no ser que el proyecto se hubiese descubierto. Que pasados algunos días viniendo el declarante del cuartel y enfrentándose a la casa de los Huici le llamó del alto don José Domingo Huici, que subió arriba donde se encontró igualmente con su hermano don José Antonio, que allí de nuevo suscitaron la conversación del proyecto meditado y que en estas circunstancias llegó el Sargento Mayor de Granaderos don Juan José Carrera y que de ello tuvieron aviso de la casa, que entonces don José Domingo bajó a las piezas principales y después de un corto espacio que se detuvo, subió de nuevo al alto y propuso al hermano don José Antonio que si quería que en aquel acto asesinasen a Carrera, que en el acto se haría: que el declarante se horrorizó de oír una proposición tan terrible, y les dijo, que el declarante al momento se iría, si se hablaba más de una acción tan inicua, que por ello cesaron de sus intentos, por entonces, y serenada la cosa, bajó don José Domingo con un zahumador para las piezas principales, y que el declarante se retiró. Que el 27 por la tarde hallándose el declarante en su cuartel le dijo don José Domingo Huici, que había quitado la ceba de las pistolas de su comandante don Juan José, porque aquella noche a este señor y a sus demás hermanos se les iba a dar el golpe; Que el declarante por la viva expresión de Huici comprendió que ya el plan estaba para consumarse, y meditó de pronto los medios con que podía redimirlos, que le ocurrió el decírselo inmediatamente a su jefe sin nombrarles sujetos; pero que Huici lo comprendía por hallarse allí presente, que por ello esperó el declarante hasta las ocho y tres cuartos de la noche, por ver si Huici se retiraba, pero que no se consiguió. Que en eso llegó el Presidente don José Miguel Carrera, y que sabiendo de positivo que no se retiraría hasta salir con su hermano, según lo tenía de costumbre ya, vio frustrado su designio, de comunicarlo a su jefe; que en este conflicto, salió el declarante del cuartel a solicitar una persona, que al tiempo mismo que a los señores Carreras les descubriese la conjuración, no le pudiesen compeler a la designación de sujetos como temía lo podían hacer con el declarante, que sabiendo la íntima amistad que don Juan Antonio Muñoz cultiva con don Juan José Carrera, se dirigió a él y le descubrió el proyecto sin designación de personas, para que lo participase al Comandante expresándole que había llegado ya la cosa al punto más alto de su ejecución, y de el peligro, que es cuanto sabe y la verdad, so cargo del juramento hecho en que se afirmó y ratificó, leída que fue su declaración, que es mayor de 26 años, y las generales de la ley no le tocan, y firmó con su Señoría, de que doy fe.- Villalón.- Dr. Bernardo Vélez.- Cousiño.

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[1]

No figura en el texto.
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