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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Anexos
Documento Nº 45 - CDHI, XXIII, 206-210.

Informa de acciones militares, elogiando la actuación de Bernardo O’Higgins. Sin fecha ni firma.

Excelentísimo señor:

Empeñada la provincia en dar nuevas glorias al ejército restaurador, dispuso el movimiento, que hice el 14 del corriente a efecto de amparar y proteger el tránsito del centro, según tuve el honor de impartir a V.E. en mi oficio Nº 18 de 12 del mismo. Para ello fue preciso reunirme con la división que en mi primera salida saqué de este punto, y a mi regreso quedó en La Florida, no menos que con la del invicto coronel O'Higgins, que en seguimiento y persecución del enemigo en la retirada que este hizo de la hacienda Rere ya se hallaba situado en el Cerro Negro y acampé en las alturas de las lagunas de Avendaño, frente del vado del Roble. El 16 se trasladó el centro formando su situación como a tres leguas de distancia del punto en que me hallaba. Así situadas ambas divisiones, sobrevino en la de mi mando que el día siguiente por un punto enteramente incógnito nos asaltó tan de improviso el enemigo en número como de 1.200 combatientes a la misma hora en que se rompió la diana; de calidad que sólo fue sentido aquel, cuando se difundió en todo el campo la armonía infernal de las balas. Pero, señor Excelentísimo, no alcanzo a distinguir, ni decidir con certeza si la intrepidez y denotado valor de 800 de nuestros soldados con quienes en muy corto momento se incorporaron otros ciento, y más con su respectiva oficialidad brillante y esforzada se sintió primero su extraordinaria amovilidad y prontitud en presentarse ya formados al frente del enemigo. La acción ha sido de las más terribles y de un fuego el más vivo y tenaz de artillería y fusil de una y otra parte, que no tuvo intermisión en el espacio de 3 horas y media.

Con esta pequeña fuerza que era la única que pudo y debió reunirse por estar empleada la restante en guerrillas y otros puntos, quedó por nuestro el campo de batalla, dejando el enemigo a la vista, ochenta hombres muertos, incluso 4 de sus oficiales, y 17 prisioneros, sin contar con otros muchos que perecieron en algunos bosques y quebradas, en donde sucesivamente se fueron encontrando; abandonó también todas sus municiones, ciento treinta y tantos fusiles, dos piezas de artillería de a 45, a más de la que se le reventó en medio del fuego activo que hizo, y otra que se dice haber perdido en el precipitado tránsito del río en el cual se ahogaron igualmente algunos de sus soldados con un oficial apellidado Vargas, y otros arrojaron sus fusiles al agua a impulsos del terror y consternación inexplicable, que infundió en sus ánimos la sangrienta vigorosa y heroica defensa de nuestras tropas que le siguieron hasta las mismas riberas del Itata.

De nuestra parte murieron veinte, y fueron heridos muy levemente, el benemérito, el intrépido, el digno coronel O'Higgins, y el valiente Capitán de la Gran Guardia Nacional, y Comandante interino de la guardia general don Diego Benavente: de alguna gravedad el Capitán de milicias don Martín Prats, y el Alférez agregado a la Guardia Nacional don Alfonso Benítez; y puramente contuso el Capitán de artillería don Juan Morla, cuya bizarría se ha acreditado en todas las acciones en que ha tenido parte este oficial. Sería, señor Excelentísimo un proceder infinito si hubiese de venirme a individualizar, todos y cada uno de los hechos que han distinguido la gallardía y brillantez del mérito de todos los jefes, oficiales, y tropa de nuestra división. Por ahora me es imposible dar a V.E. este rato de satisfacción y el mayor placer por hallarme un poco indispuesto: lo reservo sí para el parte general en que especificaré a V.E. el todo de las acciones con que se han distinguido el valor y esfuerzo de dichos oficiales y soldados. Sin embargo, no puedo dejar en silencio el justo elogio que tan dignamente se merece el citado O'Higgins, a quien debe contar V.E. por el primer soldado capaz en si sólo de reconcentrar y unir heroicamente el mérito de las glorias y triunfos del Estado chileno. Por último, el centro de nuestro ejército ya se halla situado y ventajosamente atrincherado en Buyuquín, pero sucede señor Excelentísimo, que con diferencia de un cuarto de hora y por la distancia de tres leguas de nuestro acampamento, no tuvieron parte en el día de gloria que acabo de comunicar a V.E., doscientos de nuestros intrépidos Granaderos que marcharon de dicho centro en socorro de la división que se estaba batiendo con el enemigo, a virtud del aviso que a este efecto inmediatamente se comunicó, para que hubiésemos enteramente acabado y tal vez concluido la campaña con la total ruina de este pirata.