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Diarios, Memorias y Relatos Testimoniales
Anexos
Documento Nš 80 - CDHI, XXIII, 338-348.

Diario de las operaciones de la división que, comandada por el Teniente Coronel Manuel Blanco Cicerón, salió de Santiago para recuperar Talca.

Es dictado por un oficial quien sirvió en ella hasta su derrota.

Marzo 9. Se incorporó la partida de 70 hombres que a las órdenes del Bascuñán se retiraba de Talca, a la división del Teniente Coronel don Fernando Márquez de la Plata, situada en San Fernando.

Marzo 10. Llegó a San Fernando el todo de las piezas que debía componer la división de Blanco y constaba de 670 fusileros, 70 artilleros, 6 piezas de artillería con 400 tiros de dotación cada una y de 700 hombres de caballería de milicias.

Marzo 11. Alcanzó la división el Comandante en Jefe Blanco Cicerón.

Marzo 14. Salió la división de San Fernando dividida en secciones: la primera a las órdenes del Teniente Coronel Bascuñán y la segunda a las de don José Paciente Sota; la primera acampó en Chimbarongo y la segunda en las orillas de Tinguiririca.

Marzo 15. Siguieron las secciones su marcha; la de Bascuñán recibió orden para esperar al Comandante General antes de pasar el Teno; no pudo cumplirse porque el comandante de la caballería don Enrique Larenas, cometió el crimen de sublevar la oficialidad, comprometiéndola a que en una junta de guerra se determinase si debía cumplirse la orden de Blanco, o seguirse la marcha hasta Curicó. Se resolvió en ella lo último y pasó hasta los potreros de Mardones. La segunda sección conforme a las órdenes del jefe durmió en Chimbarongo.

Marzo 16. A la una de la mañana se oyeron tiros de las centinelas avanzadas; se alarmó el campo y aunque resultó que todo era efecto del desorden de la tropa, como al mismo tiempo se recibiese aviso de que se acercaba el enemigo por la guerrilla avanzada, se determinó por el comandante posesionarse de un pequeño cerro que domina la población de Curicó. La tropa lejos de obedecer se metió en el pueblo, y sólo la oficialidad tomó la altura. Al amanecer bajó la oficialidad a reunir la tropa que se había embriagado y estaba en desorden. En este estado avisó nuestra guerrilla que el enemigo había pasado el Lontué con fuerzas a que no podía oponerse. Como toda la sección no era capaz de resistir al enemigo por su superioridad, se ordenó la retirada. Al romper la marcha llegó el Comandante en Jefe quien reprendió severamente a los que habían atropellado sus órdenes y expuesto la sección a ser destruida. Se presentó el enemigo, se destacaron gruesas partidas para contenerlo y se continuó la retirada, dando aviso al comandante de la segunda sección para que avanzase con la artillería hasta encontrarse con la primera. El enemigo cesó de perseguirnos, dejándonos pasar el Teno con tranquilidad. Al ponerse el sol llegó toda la división a Chimbarongo; de allí se destacó una guerrilla de 24 de hombres a las órdenes del oficial don... González con el objeto de observar si el enemigo continuaba su alcance y la división siguió para San Fernando: en el camino recibió Blanco, pliegos del Gobierno en que le anunciaba que estaba en marcha y en su auxilio un cuerpo de 100 Dragones a las órdenes del Comandante don Fermín Torres y las municiones de artillería de que hasta entonces carecíamos absolutamente. Cuando llegaba la división al Tinguiririca entre ocho y nueve de la noche se dispersó escandalosamente porque la oficialidad abandonó la tropa para llegar más pronto a San Fernando; al pasar el río nuestros soldados dieron principio a un divertido tiroteo en el que consumieron dos paquetes de cartuchos cada uno, obligando al vecindario a abandonar sus casas, persuadido de que era acción contra el enemigo. El desorden duró hasta el día siguiente y la guerrilla que no quiso ser menos en su comportación se dirigió a la hacienda de don Graciliano Laso y la saqueó muy a su gusto, disfrutando al mismo tiempo de una joven de la casa el señor oficial que se fingió chilote, y con este pretexto exigió dinero, y por el recibo a que le obligó don Graciliano fue descubierto y remitido a la capital con una barra de grillos.

En los días 17, 18 y 19 dispuso el Comandante en Jefe que se montase toda la división lo que se consiguió sin dificultad.

Marzo 20. A las 2 de la tarde salió la división de San Fernando y vivaqueó a 3 leguas del Tinguiririca. Los capitanes don Manuel Tuñón y don Nicolás Martínez destinados a puntos fijos con grandes guardias, los abandonaron dejando descubierta nuestra línea; a la que se volvieron diciendo que ya habían corrido el campo: se les volvió a destinar, y antes de amanecer habían vuelto a delinquir.

Marzo 21. Se acuarteló la división en Curicó y el enemigo se hallaba en Quechereguas.

Marzo 24. A las 2 de la tarde amagó el enemigo pasar el Lontué. Los oficiales que guardaban aquella ribera por los tiros de fusil que de la otra parte del río sostenía el enemigo, echaron a correr vergonzosamente.

Marzo 25. A las 11 de la mañana se puso en marcha la división, al mismo tiempo que recibió el refuerzo de los 100 Dragones de la capital. Puesta a las orillas de Lontué destacó guerrillas para batir [a] los enemigos que impedían el paso; pasaron las guerrillas; pero las enemigas necesitaban de más fuerza para ser batidas. Nuevo refuerzo los obligó a retirarse sobre su línea la que observada en la posición de las Quechereguas Por el Alférez don José Gregorio Allende, descubrió fuerzas que para desalojarles de aquel punto era preciso apelar a la división. Cuando le replegaba Allende fue atacado y se vio obligado a la defensa, siendo el resultado de la acción la retirada del enemigo hasta el Sur del río Claro, dejándonos el cómodo alojamiento de Quechereguas, sin duda por que vio nuestra respetable columna. De nuestra parte tuvimos cinco muertos y cinco heridos. El enemigo dejó en el campo 7 muertos 15 prisioneros, llevándose siete prisioneros nuestros. El oficial don Ramón Gormáz ocupaba la retaguardia de Allende con 50 milicianos; a él remitió Allende los prisioneros que hacía, y Gormáz por salutación les cortaba las orejas: creyendo prisioneros a los sirvientes de la hacienda de don Juan Manuel Cruz les hizo el mismo obsequio.

Al anochecer fue mandado Allende a buscar dos cañones que decían había abandonado el enemigo en su retirada; marchaba acompañado de los oficiales Guzmán y Larenas, cuando en los callejones fue sorprendido por una partida enemiga, a cuyas descargas murió el Ayudante don José Vicente Guzmán y un soldado, obligando este accidente a replegarse la partida sobre su línea. Se pasó la noche con toda precaución sin haber ocurrido otra novedad que la enfermedad peligrosa de un oficial que no pudo mirar con indiferencia la desgraciada suerte de Guzmán; sanó con la retirada a Curicó. (J.P.d.L.S.)

Marzo 26. Al amanecer se puso en marcha la división sobre el enemigo que se hallaba acampado en las casas de Parga. En el camino se presentó un parlamentario del enemigo con oficio de su jefe el traidor Ángel Calvo, en el que preguntaba a Blanco si era positivo que en la tarde anterior habían sido mutilados los prisioneros de la división de su mando; que así se le había informado, y que si se verificaba usaría de represalia en los prisioneros que tenía en su poder. En contestación negó Blanco el hecho. El parlamentario procuró intimidar con la funesta noticia de la rendición de Concepción y Talcahuano; pero como conoció que nada influía en el ánimo de los valientes, quiso usar de la intriga para entretener [a] la división mientras que sus piezas se aseguraban en Talca; dijo a Blanco, de orden de Calvo, que le señalase el lugar donde quisiese que se batiesen ambas piezas; admitió Blanco la proposición y señaló el campo de las Quechereguas. Se retiró el parlamentario, Blanco formó su línea de batalla y quedó esperando el momento de empeñar el desafío; así pasó hasta la puesta del sol, y mientras este inocente perdía mejor el mejor tiempo de perseguir al enemigo y fatigaba su tropa con el sol, y con el hambre, el enemigo se retiró tranquilo para Talca. Volvió la división a Quechereguas en donde pasó la noche.

Marzo 27. A las 6 de la mañana salió la división para Talca y pasó la noche a 9 leguas de las Quechereguas.

Marzo 28. Al amanecer siguió la división su marcha y vivaqueó en las orillas al Sur de Larqui.

Marzo 29. Al amanecer marchó la división sobre Talca. A las 11 del día intimó Blanco la rendición de la plaza, y contestó Calvo que haría el último sacrificio por su defensa, añadiendo que sabía se intentaba quemar la población si se hacía resistencia, pero que en tal caso serían pasados a cuchillo los agresores. Blanco despreció la amenaza y pensó únicamente en rendir la plaza; para ello formó su división en batalla y se colocó en los arrabales del Norte, desde donde nuestra artillería batía las trincheras del enemigo. Una guerrilla a las órdenes del Alférez don Florentino Palacios, fuerte de cuarenta fusileros, tomó posesión de la iglesia de San Agustín que dista tres cuadras de la plaza. Esta corta pieza situada en la torre de la iglesia, obligó al enemigo por aquella parte a encerrarse en la plaza; salieron muchos vecinos y declararon que la pieza del enemigo era pequeña y que los primeros tiros de nuestra artillería habían destruido una de las trincheras. Continuó su avance nuestra división y ya obraba la fusilería cuando por una espía se nos avisó que un cuerpo de trescientos fusileros enemigos había pasado el Maule y se dirigía en auxilio de Talca, a cuyas inmediaciones se hallaba, siendo comandado por el traidor Crisóstomo Zapata. Blanco creyó de necesidad la retirada; la intentó a la chacra de Albano; pero la carga precipitada del enemigo, le obligó a formar la batalla para resistirle. Hablando verdad, el enemigo que nos atacó no presentó más que ciento cincuenta o ciento sesenta hombres con dos piezas de artillería; este pequeño número triunfó en la Cancha Rayada a las 4 de la tarde de nuestra numerosa división compuesta en este aciago día de 770 fusileros, 6 piezas de artillería servida[s] por 70 artilleros y 700 soldados de caballería lanceros. No los esfuerzos del enemigo, ni su pericia causaron nuestra derrota, y sí la cobardía y la infamia de don Fermín Torres, Comandante de los Dragones de Aconcagua, de don Enrique Larenas, Comandante en Jefe de la caballería,  de don Ramón Gormáz, Comandante de las tropas de San Fernando, de don Francisco Gaona, Sargento Mayor de Asamblea, quien fue agraciado por el superior Gobierno por el buen desempeño  que manifestó cuando desde Talca fue destinado por el Gobernador Spano a guardar los puntos del Maule, de don Ramón Formas, Comandante de las tropas de Colchagua y de los oficiales don Manuel Tuñón, quien en los campos de San Carlos observó la misma conducta, don Nicolás Martínez, que permitió que su compañero el oficial don Santiago Díaz lo levantase a sablazos porque tirado en el suelo creía evitar el peligro que prometían las pocas balas del enemigo, don Manuel Matalinares compañero de Gaona en los campos del Maule, don Mariano Magallanes y algunos otros que serán señalados con esta nota en la lista general de oficiales; así como en ella misma se pondrá a cubierto el honor de otros dignos oficiales.

La acción (si tal puede llamarse) duró 15 minutos y no pujaron de 6 los tiros de la artillería enemiga. Quedaron al enemigo por trofeo, 300 prisioneros entre los que se cuentan los oficiales Picarte, Thomson y Reyes; toda nuestra artillería, armamento, municiones, los caballos de toda la infantería, equipaje, etc.

He aquí el resultado de una empresa fiada a un joven que jamás había mandado un soldado. La intriga del guatemalteco Irisarri causó tantos males a la patria, que no pueden numerarse; él entregó la división a Blanco por premiarle el servicio que le prestó elevándolo interinamente a la dirección suprema, y él, en todo tiempo, será responsable a estos cargos. Blanco parece que procuró cumplir con honor, pero la insubordinación del criminal Larenas y del traidor Bascuñán, no menos que su escasez de conocimientos militares le hicieron destruir una de las más respetables fuerzas del Estado. No debemos olvidar que ayer 28 recibió Blanco por medio del oficial don... Campos, orden del General en Jefe don Bernardo O'Higgins para no comprometer la división de su mando, y que no fue obedecida por la oposición de los oficiales Larenas y Bascuñán que hallaban siempre lugar en la debilidad de su Comandante en Jefe. La orden conducida por Campos es en todo opuesta a las que le comunicó oficialmente con fecha 31 de Marzo, ignorante aún de la completa derrota que había sufrido la división; así se manifiesta en el suplemento al Monitor [Araucano] de marzo, número 32.

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