ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo CIX. Se acordona la ribera septentrional del Biobio - Últimas hostilidades de ambas naciones - Trata el Gobernador de la paz con los indios.

La escasez de los jeneros de primera necesidad, casi inevitable, cuando ha i guerra, en las plazas situadas en país enemigo, estrecho tanto a los habitantes de Puren, que algunas personas, confiadas en las repetidas inundaciones que tuvo el Biobio, cómo precisa consecuencia dulas excesivas lluvias de aquel invierno, para sentirla ménos se trasladaron a Puren Viejo, segunda ubicacion de aquel establecimiento, sobre la ribera meridional del espresado río. Pero los enemigos, que no perdián la ocasion que les venia a la mano de hostilizar el territorio español, resolvieron le pasase amado en buenos caballos una partida de subandinos a darles un golpe de mano, que lo ejecutaron la noche del 1.° de agosto de 1770. Pusieron fuego a las casas, que todas eran de techos pajizos, sin permitir saliesen de ellas ni aun las mujeres, i niños; i ejecutada con doce familias esta bárbara crueldad, se retiraron a su pais con los caballos, i vacas de leche, que tenian aquellos infelices habitantes para alivio de su necesidad.

Pocos dias ántes de esta hostilidad, don Ambrosio O'Higgins, que sufrid con resignacion esterior el golpe referido en el capítulo anterior, i puesto en la ciudad de la Concepcion, habia presentado al gobernador, con simulada humildad, las cartas de recomendacion que sus protectores de España le enviaron desde la corte, dirijidas a que el caballero Morales le proporcionase colocacion en el Perú, i por ellas admitido a su tertulia, aprovechó la ocasion de haber vacado, por fallecimiento de don Manuel Cabrito, la primera compañía del cuerpo de caballería de la frontera de aquel reino, denominado del Guion, i la solicitó por medio de sus valedores. El oidor Traslaviña (ya es difunto) i don Juan Jerónimo de Ugarte, hoi consejero honorario en el de hacienda, i entonces escribano mayor de gobierno, que es uno de los empleos brillantes de América, como protectores que eran de don Ambrosio, tomaron a su cuenta la solicitud i hablaron al gobernador, en quien a la sazon residian facultades para la provision de empleos militares. No podia ignorar Traslaviña que por real cédula, dada en Madrid a 29 de diciembre de 1671, estaba prohibido dar en Chile semejantes empleos a estranjeros; por representacion que en 1670 hizo al rei el fiscal de aquella Audiencia, don Manuel de Leon i Escobar, con ocasion de haber dado don Diego Gonzalez Montero, gobernador interino de aquél reino, una compañía de caballería a un frances, i mandó S. M. se recojiese la patente. El caballero Morales, deseoso de complacer a sus amigos de la .corte, i de desprenderse de don Ambrosio, con facilidad accedió a la súplica: libró título de la espresada compañía en julio de 1770 a favor de don Ambrosio. Mucho vale porque mucho puede en la América la recomendacion de los cortesanos. Aquella primera hostilidad que hicieron los indios al asomar la primavera, sirvió de aviso para que el gobernador acelerase sus disposiciones, i no hubiese descubierto la divisoria, i mandó el maestre de campo que dispusiese acordonar el Biobio con un campo volante de setecientos soldados de milicias dé caballería, i ciento de caballería veterana. Orientado don Ambrosio de esta rden, i ya introducido con el caballero Senmatnat, tuvo la modesta arrogancia de pedirle la comandancia de aquel cordon, i este jefe la bondad de concedersela, i se le dio drden para que dirijirse sus operaciones sobre la ribera septentrional de aquel rio, i el 19 del espresado agosto marchó al campo de Duqueco, donde hizo su campamento.

Al mismo tiempo que don Ambrosio batia las riberas del Biobio, se aparentaban en la ciudad de la Concepcion muchos preparativos de guerra, sin duda con el objeto de amedrentar a los enemigos, para que, intimados, solicitasen la paz. Mandó el gobernador se prorrateasen caballos (118) en la aniquilada provincia de la Concepcion para montar las tropas veteranas de su infantería, i caballería. Esta delicada comision, que exije mucha prudencia, i mucho método, se dio a don Pedro Sanchez, natural de las montañas de Santander, que vagaba por aquella América, i era conocido por el apodo de Prusiano, hombre loco, i de impetuosas resoluciones. Con ellas tuvo a aquella provincia en. la mayor consternacion, i a punto de sublevarse contra el gobierno, pero los hacendados juiciosos, i nobles, contuvieron a los plebeyos, i todos sufrieron la, violencia con resignacion.

No faltaron hombres recelosos, que mirando por la salud del Estado, lo advirtiesen al gobernador, aunque infructuosamente, porque inducido del oidor Traslaviña, juzgó conveniente llevar adelante su resolucion, i sostuvo al comisionado contra las justas, i fundadas que jas del vasallo. Viéndolo inexorable, no faltó tampoco un, celoso predicador rel jioso del colejio de Propaganda, natural del reino de Galicia, que desde el púlpito declamase docta i prudentemente contra el violento modo de exijir este servicio. Estaban presentes el gobernador i el doctor Traslaviña, cuyo era el dictamen, i supo indagar tanto al prudente i moderado gobernador, que le hizo resolver el destierro del relijioso, pero por mediacion del reverendo Obispo. Se súspendió el decreto. Son demasiado amargas las verdades para el delicado paladar del jenio de los hombres. Todos aparentamos ser sus amantes, pero nos desagrada, oirla cuando se termina a nuestras irregulares operaciones.

Léjos de arredrarse los indios con estos preparativos de guerra, tuvieron buen cuidado de adelantarse a sus efectos. Apénas comenzaron los ríos a ponerse transitables, pusieron ea campaña un escuadrón de caballera de ochocientos hombres a las órdenes de los toquis Curiñamcu i Taypilabquen. Estos capitanes se propusieron hacer una honrosa espedicion capaz de poner en cuidado al nuevo gobernador, i pasando en setiembre de 1774 por las inmediaciones de la plaza del Nacimiento i Santa Juana, dirijieron sus ideas contra la de Colcura, que es pequeña mal fortificada, i poco guarnecida. Intentaron tornarla por asalto, i la tuvieron mui apresada con repetidos ataques. Sin duda la hubieran rendido, si al favor dé la oscuridad de la noche del 19 del expresado mes, i de la indisciplina de sus tropas, no hubiera logrado meterse en ella con su compañía el teniente coronel Don Antonio Bocardo, natural del reino de Valencia, que les obligó a desistir de su empeño, i se retiraron a un pequeño valle donde antes estuvo situado aquel establecimiento.

Por espías que tenia el maestre de campo, se tuvo anticipada noticia de esta espedicion, i el.gobernador tomo acertadas disposiciones, no solo para desvanecer los designios de los jefes llanistas, sino tambien para castigar su atrevimiento, pero no fueron ejecutadas. Dispuso que el teniente coronel Bocardo reforzase con su compañía la guarnicion de aquella plaza, i ya hemos visto que se hizo con oportunidad. Pasó órden al teniente coronel, Santa María, que ascendió a comisario jeneral del cuerpo de caballería veterana de la frontera por fallecimiento de don Manuel Salcedo, mandaba la plaza de Arauco, a don Ambrosio, comandante del cuerpo volante de la línea divisoria. A éste para que siguiendo sus marchas, les cortase su retirada por el camino que llevaban, i al otro para que tomase las avenidas del cerro Marihueno, o Cuesta de Villagra. Con esta operacion, ejecutada por oficiales intelijentes, ni uno de los ochocientos llanistas hubieran regresado a su país. El gobernador aguardaba el aviso de Don Ambrosio para que saliese el maestre de campo con cuatro compañías de fusileros, i las milicias de caballería de la plaza de San Pedro, i los atacase en el valle de Colcura, que no tiene mas salidas que las mandadas tomar, i no se les dejaba arbitrio para la retirada; pero todo se frustró, i sé les proporcionó un glorioso triunfo.

Don Ambrosio, luego que fué orientado por el comandante de la plaza del Nacimiento, de haber pasado por las inmediaciones de ella el escuadron de llanistas, se arrimó al Biobio i comenzó a hacer pasar el cuerpo volante de su mando. Cuando tuvo la tercéra parte de él sobre la ribera meridional de aquel río, envió al teniente coronel de caballería don José Ruiz de Berecedo, para que tomase del comandante de la plaza noticias puntuales acerca de las fuerzas de los enemigos, i cerciorado de que ascendía su número a ochocientos, varió de consejo, i mandó que su tropa repasase el río. Concibió sin duda que con el escuadron qué tenia a sus órdenes no podria cortar la retirada a los jenerales indios, i se retira a su delicioso campo de Duqueco; Santa María, avisado por el cañon de la plaza de Colcura, envió al teniente de caballería don Rafael Izquierdo, que acababa de llegar a las Indias en la asamblea de caballería destinada a Chile con doscientos hombres de tropas milicianas, i veteraDas, algunos cañones de monté, i los útiles necesarios para fortificarse, con órden de verificarlo haciendo cortaduras i empalizadas en las veredas de la subida de Marihuenue, que mira a la plaza de Colcura, i atrincherándose en su cima, donde no pocas veces practicaron los araucanos esta operacion militar. Puesto Izquierdo en el paraje donde debia obrar conforme a la instruccion que de palabra i por escrito le dió Santa María, porque vid a las tropas enemigas sin las armas de fuego, i uniforme que llevan las de Europa, reprobó el dictárnen de su comandante i el pensamiento del gobernador; i por otra parte, opuesto diametralmente a la prudencia de don Ambrosio, que con ochocientos hombres concibió, no solo que no podia entrar en combate con los enemigos, sino que tampoco podrian mantenerse fortificados en el camino que conduce desde la plaza de Santa Juana hasta la asediada, bajó animoso el valle con solo doscientos (21 de setiembre de 1770). Los indios le recibieron en las puntas de las lanzas, i en ellas halló el castigo de su imprudente inobediencia. Murió peleando con los mas esforzados, que los ménos animosos usaron de prudencia i aseguraron sus personas.

Los jenerales Curiñamcu i Taypilabquen, orientados de que don Ambrosio pasaba el Biobio; suponian cortada su retirada por el camino de Santa Juana, que llevaron, i regresaron a su pais por los Estados de Arauco i Tucapel, haciendo el extravío de muchas leguas por evitar una funcion que no se meditaba, con el campo volante de don Ambrosio. Con esta victoria, que consistió en cuarenta españoles muertos, un soldado de la compañía de Bocardo, i el cabe de escuadra Nicolas Toledo, de la compañía de caballería del comisario Santa María, prisioneros, algunas armas, i vestidos de los muertos, muchos caballos i vacas, se pusieron mas arrogantes e hicieron alto en Tucapel para acordar con los capitanes araucanos el modo de devastar la frontera, que suponian rendida. a su valor. Toledo se les escapó cerca de Tucapel, i volvió a la plaza de Arauco, pero el de la compañía de Bocardo fué sacrificado, segun su bárbara costumbre.

Los pensamientos del gobernador eran opuestos, i llevaba aquel negocio por senda contraria. El oidor Traslavina; que cuando gobernaba el licenciado Balmaceda, su colega, no respiraba otra cosa que conquistas, i que dispuso atacar a los indios por dos puntos de la cordillera, por los llanos, i por la costa, i que se llevó a ejecucion, aunque sin efecto alguno por la impericia de los comandantes que elijió, ahora inclina al gobernador por una paz intempestiva cuyo influjo no debió ser admitido con la esperiencia del errado dictamen sobre los alcances del batalion que despues de dado el escándalo se pagaron sin pedir dinero, i de los peligrosos ocursos de prorratas que quedan referidos, i fueron absurdos demasiado groseros para no conocer su oríjen. Los de mas corta vista alcanzaron a conocer la idea: quiso hacer ver al virei que cuando gobernó la toga iba mejor el gobierno que despues de haberlo tomado el uniforme. El gobernador, como era hombre de bien, i todavía ignoraba las tramoyas de la América, le creyó sin difilcutad, i todas sus miras las dirijia a la paz contra el dictámen comun, i el del maestre de campo, i de la mayor parte de los oficiales que opinaban por el escarmiento de los enemigos para evitar consecuencias en el porvenir, i dejar bien puesto el honor de las armas.

No obstante esta diversidad de pareceres, salid el maestre de campo para la frontera (setiembre de 1770), visitó las plazas i fuertes de ella, revisó sus guarniciones, i fijó su residencia en la de los Anjeles para comunicar, desde allí sus acertadas providencias a los demas establecimientos. 1 viendo que el gobernador, seducido del doctor Traslaviña, no se determinaba a obrar contra los enemigo, i que éstos continuaban las hostilidades, arbitró enviar algunos indios amigos, desde la plaza del Nacimiento a la parcialidad de Angol, residencia del jeneral Cirinamen con destino de darle un golpe de mano. En efecto, lo medito bien i lo dispuso mejor: de modo que lo dispusieron con tal felicidad que mataron al sarjento mayor de la parcialidad, aun hijo del jeneral, i otros mas, cuyas cabezas presentaron credenciales de la accion que el maestre de campo les gratificó de su bolsillo (octubre de 1770), para estimularlos a otros de mayor riesgo, i mui importantes, a fin de matarles los caudillos, i debilitarles sus fuerzas.

Por este medio, i el de espias adquirió este ,jefe puntuales noticias de la situacion de los enemigos, i viéndose con bastante número de tropas milicianas, tres compañías de fusileros, i otras tantas de caballería (novienbre de 1770), determinó una sorpresa contra lus parcialidades inmediatas al Biobio. Dispuso pasar este rio en las primeras horas de una noche. Don Ambrosio con el escuadron de su mando, reforzado con la mitad de la tropa veterana por la plaza de Puren, para que al amanecer el dia siguiente cayese sobre las parcialidades subandinas que confinaban con ella, i él por la del Nacimiento, para atacar las llamistas situadas en sus inmediaciones. Con prevencion de unirse ámbos trozos después de dado el golpe, i en el mismo día, para retirarse unidos al Biobio sobre Negrete, i de este modo irles devastando sus parcialidades como ellos lo ejecutan contra los establecimientos españoles. Pero prefijado ya el día, i hora de arrimarse al Biobio, i prevenido competente número de balsas para transitarle, llegó órden del gobernador para que nada de lo acordado se llevase a ejecucion. Esta suspension tuvo principio en una representacion que le hizo el doctor Traslaviña manifestando que la paz convenía al real servicio, era conforme a las leyes de indias, i mui propia de la piedad del reí, que tan cuidadosamente encarga la conservacion de aquellos naturales; i expresamente, ordena se les requiera con ella aunque sea cediendo de los derechos de su soberanía, i perdonándoles su rebeldía, i concluyó pidiendo se suspendiese toda la hostilidad de parte de los españoles como contraria a las negociáciones de paz que se debian entablar sin perder tiempo. Ignoro por qué causa no le mandó el gobernador que diese razon de la contradiccion de sus dictámenes; pocos meses ántes hizo la guerra como hemos referido, i ahora pide la paz habiendo mas proporciones para la guerra. Parece sospechosa su conducta al verle dirijir a los dos gobernadores por opuestas sendas sobre un mismo negocio, pero ello es que todo se hizo como le acomodó.

Luego que los montes andinos se desnudaron de la nieve, i dieron vereda (noviembre de 1770), comenzaron los pehuenches las hostilidades al mismo tiempo que el gobernador meditaba la paz. Salió un numeroso escuadron por el boquete de Alico con designio de hostilizar las llanuras de Longaví en el partido de Chillan. Se trató de paz, i no esperaban sus colonos el golpe por aquella parte, i fueron impensadamente sorpredidos, de modo que ni se pudieron defender ni hubo quien dispusiese seguirlos en su retirada. Quitaron muchos vacunos i caballar, la vida a muchos hombres que no acertaron a ocultarse en los bosques, i se llevaron algunas mujeres i niños, i se retiraron impunes.

Pero ni este hecho, ejecutado con la crueldad que aquellos bárbaros acostumbraban, fué bastante para que variase el gobernador de modo de pensar. Era conducido por un sábio i prudente político que, desentendiéndose de hablillas, i murmuraciones, en nada mas ponia su solicitud sino en verificar sus ideas. Se le insinuaba con sagacidad, i le hizo creer convenía hacer la paz a todo costó porque aquella era la intencion de su majestad, espresamente declarada en las reales ce dulas que a favor de aque llo miserables mandaron librar los reyes desde el descubrimiento de las Amér icas, Estás reales cédulas también estaban espedidas ocho meses ántes, i no las podía ni debia ignorar el doctor Traslaviña, i no trataba de paz sino de conquistas. Seducido el caballero Morales para dar mas calor a las negociaciones de paz, dejó la ciudad de la Concepcion; en los primeros dias de diciembre se trasladó a la plaza de los Anjeles. Desde allí envió al país subandino tres españoles chilenos que voluntariamente se profirieron para tratar de este negocio con el cacique pehuenche Güeguir, i con otros principales.

En aquellas circunstancias, ni debía yo, (allá en mi interior por la guerra, ni menos me declaraba por la paz. Me hallaba en la clase de teniente, i por eso no era preguntado, i callaba oyendo hablar a capitanes i jefes, pero por la. práctica i conocimiento que tenia de aquellos indios, i de su modo de hacerla guerra, conocía que un medio término era lo conveniente, i conducido de mi celo por el real servicio, dejaba caer con modestia en las conversaciones con los jefes, mis discursos sobre poner la frontera a cubierto de toda invasión, i aguardarles que se tenian positivas noticias de que ya no podian subsistir por sí solos. Antes de seis meses hubiera logrado el gobierno verles sujetos a las leyes que les hubiera querido dar para la quietud de aquel reino, mas no se aprovechó esta oportunidad que los mismos indios habian presentado, porqué el gobierno aceleró sus dispogiciones para regresar a la capital, donde convendría mas su presencia que los secretos del gobierno no los podemos ni debemos penetrar los que no cenemos parte en él.