No solo dan Ambrosio se hallaba embarazado con las alteraciones que padecía la frontera, también lo estaba el gobernador en la capital con las revoluciones que en elle so suscitaron en 1776. Porque don Gregorio González Blanco, natural del reino de Galicia, contador mayor interino del reino de Chile, formó un plan de reales derechos aumentando las contribuciones sobre el antiguo que regia, i remitido a la corte pata su aprobación, suponiéndolo de fácil ejecución, fue adoptado i remitido para que se pusiese en uso. Así de bulto, i sin que precediese noticiarlo el Ayuntamiento al comercio, se publicó la orden que sorprendió al populacho. I como ya tenia noticia del arbitrio de González Blanco, tuvo tiempo aquel vecindario para meditar el modo de evitar aquel negocia que se rabia comenzado i concluido, sin escucharle las expresiones que conviniese representar. Aquellos colonos se pusieron en movimiento, i conmovida la multitud, buscaban al arbitrista para gritarle la vida, i amagaban también contra la casa del gobernador. Pero este jefe, con su genial moderación, acertó a sofocar los violentos incendios que ardían en los pechos menos bien intencionados, i que van signados con el. carácter de la gravedad. Trató el asunto con la Real Audiencia, i corrieron las vistas al fiscal, que concebidas en términos generales, para nada daban luces. Crecía el rumor i el tumulto, i juntó el Ayuntamiento, que fue el iris que serenó la tempestad. Su procurador general, que lo era don Miguel ralas Corvalan, hombre de juicioso pulso i de rectas intenciones, conoció el peligroso estado de la quietud publica, I para sosegar e al tumultuoso vulgo puso pedimento solicitando cabildo abierto para tratar aquel escabroso negocio, que al gobierno de aquel reino le había parecido asequible sin resultas; i tuvo el gobernador que concederlo, limitándolo a Cien personas, receloso del ultimo golpe. Estos recelos le hicieron concebir, i no sin fundamento, que el movimiento era en todo el reino; i dudoso de la fidelidad de don Ambrosio, por extranjero i vasallo del reí de Inglaterra, cuya amistad no es desagradable aquellos colonos, i había dispuesto enviar a su hijo don Tomas, hoy coronel del regimiento de Pavia, para que subrogase a don Ambrosio en el mando de la provincia de la Concepción. Mas todo se aquieto i desapareció pareció luego aquel nublado porque el cabildo de cien vecinos nombro a don Basilio de Rojas, don Antonio Bascuñan, don Antonio Lastra i a don Lorenzo Gutiérrez en calidad de representantes de aquel conmovido vecindario, í estos acordaron con el gobernador i con la Audiencia la suspensión del nuevo plan de derechos, i que éstos siguiesen en él pió que estaban, con lo que quedaron tranquilos aquellos ánimos. Orientada la corte de este ruidoso ocurso, no hizo novedad por, entonces, i pasado algún tiempo libra despacho de ministro de la real hacienda de las arcas de la villa de Potosí a González Blanco, i apartó de allí a aquel hombre odioso, i nombró a don Juan de Ayarzabal de contador mayor de aquel reino, i por grados fue la corte librando las correspondientes órdenes para hacer subir los reales derechos, hasta que ha quedado admitido sin contradicción el plan de González Blanco, que á ates rehusaron porque le vieron de bulto. En llegando el caso de establecer nuevos impuestos, la prudencia debe hacer todo el costo, así en su establecimiento, como en su exacción, que el imprudente modo de conducirse de algunos comisionados, hace duras e insoportables huchas cosas, i mas en aquellos países remotos, i en las críticas circunstancias de estos tiempos.