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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo CXVII. Último reglamento del Ejército de Chile - Llega a aquel Reino la declaracion de guerra contra Inglaterra - Disposiciones de defensa.

Los ocursos referidos pusieron al gobernador en la estrecha necesidad de dar cumplimiento a las repetidas reales órdenes de S. M. dirigidas al arreglo de la tropa veterana de aquel reno, a fin de que se pusiese en el número suficiente para la defensa de aquellos dominios, i que la asignación de sueldos fuese en bastante cantidad para la subsistencia del soldado, i decencia de los oficiales. A este efecto habían informado sus antecesores don Manuel de Amati don Antonio Guill. Este tuvo la primera orden para ello con la, expresión de no verificaría sin consultar al virrey de Lima, i ella fue bastante motivo para suprimirla por cierta etiqueta que había rolado entre los dos jefes. La segunda se recibió en el interinato del mariscal de campo don Francisco Javier de Morales, que por la corta duración, de su gobierno no hizo novedad en el asunto. Pero nuevamente dirigido al gobernador en carta de 4 de febrero de 1778, con facultad de poner en ejecución sus disposiciones, i dar parte a la corto para su aprobación, formó el reglamento de la tropa veterana que ahora rige, i comenzó a correr desde el 1.° de noviembre del mismo año (129). Sé, hizo también nueva formación de los cuerpos de milicias, i es él pié i fuerza en que actualmente se hallan, de que daremos completa noticia en la segunda parte de esta obra.

Se tomaron estas providencias tan a buen tiempo, que no bien se habla verificado su ejecución, cuando se tuvo noticia de la declaración de guerra que la corte de España hizo a la de Londres, i a su consecuencia se invirtió todo el orden del gobierno ordinario en aquel reino, llamando la atención i fuerzas a sus costas i puertos, i libró el gobierno providencias oportunas acerca de su defensa. Para la ciudad de la Serena i puertos del partido de Coquimbo, nombró de comandante militar al capitán de dragones de Chile (hoy teniente coronel de Almaza) dore Pedro Junco, de la orden de Santiago, natural del partido de Asturias; i para los de Copiapó i Huasco , a don Juan García Gago, natural de la plaza de Ceuta, capitán del expresado cuerpo de dragones de Chile, con destino de disciplinar las milicias, i tenerlas en disposición dé bajar a la costa cuando lo demandase la necesidad. Reforzó la guarnición del puerto de Valparaíso con una compartía de infantería de la tropa veterana de la frontera, i de la importante plaza i puerto de Valdivia con veinte artilleros, i dos oficiales de este cuerpo, el coronel don Juan Zapatero, i su hijo el capitán don José, naturales de estos reinos, i cien soldados con sus respectivos oficiales de la expresada infantería.

Al propio tiempo pasó orden a don Ambrosio para que acantonase las tropas veteranas de la frontera en la ciudad de la Concepción, i puertos de Talcahuano i Penco, con facultad de mandar construir las baterías convenientes para as defensa. En éste hizo poner don Ambrosio diez caolines de a dieciocho i veinticuatro, colocados en la antigua Planchada, i del gremio de pescadores levantó una compañía de Milicias de artillería para su servicio. En el de Talcahuano se construyó otra, i un castillo a dirección del coronel de ingenieros don Leandro Badaran, natural de Logrofio, i don Ambrosio dedicó aquella a San Mustia en obsequio del gobernador, i denominó Galvez al castillo en memoria, del marqués de Sonora, entonces ministro de Indias, i para servir su artillería me comisionó la formación de una compañía de artilleros provinciales en el pié de cien hombres, de talla robustez, que saqué del partido de Itata, i conduje al expresado puerto. Ordenó también que se tuviesen prontas las milicias de la provincia de la Concepción para que bajasen a la costa en caso necesario, i a consecuencia de esta orden dispuso don Ambrosio la disciplina de aquellos regimientos, i encargó su instrucción a don Francisco González, natural de Cataluña, don Alonso Arias, i don, Buenaventura. Muñoz, de Castilla la Vieja, don Gregorio Escanilla, de Aragón, i a mí, que repartidos por los partidos de Itata, Rere , huchacai, i Chillan, si no desempleado bien la comisión, a lo menos cumplimos con ella a satisfacción de aquel jefe.

Tomadas las convenientes medidas para una vigorosa defensa arribó a las costas de Chile una escuadra de cinco buques (130) a las órdenes de don Antonio Vacara, que el excelentísimo señor don Manuel Quirion, virrey de Lima, dispuso anclase en la bahía de la Concepción i puerto de Talcahuano como de buenas proporciones para salir al reconocimiento de aquellos mares, i su entrada en ellos por el Cabo de Forras. Después de haber reconocido los puertos de Chiloé i Valdivia entró en el de la Concepción (11 de mayo de 1780). Salió del Callao de Lima con poca tripulación, i para aumentarla pidió su comandante alguna gente a don Ambrosio, i éste mandó hacer leva de los hombres díscolos que hubiese en los partidos de aquella provincia i en pocos días puso a bordo toda la que sé necesitaba. Le proporcionó también abundancia de víveres a precios mui equitativos, i porque comprendió la importancia de la subsistencia de la escuadra en aquel puerto no omitió cuidado alguno de leas que podían contribuir a su permanencia i buen estado de defensa.

Se contagió la escuadra de calenturas pútridas complicadas con flujo ele sangre por boca i narices i tan mortal que pereció la mayor parte de los contagiados. Se cebó la epidemia en la jente de leva, i para que no trascendiese a la demás tripulación la devolvió el comandante i la puso. En playa. Orientado don Ambrosio de esta resolución les dio salvoconducto para que se restituyesen a sus partidos, de que resultó la propagación del contagio en lo interior del país (131) i con tal violencia, (principalmente en la gente pobre como más trabajada) que aconteció muchas veces no quedar en sus chozas persona viva i hallarse después tres o cuatro cadáveres en ellas. Si sé hubieran oído los interiores sentimientos de humanidad, se hubiera levantado con poco dinero un hospital provisional en la isla Quiriquina, como se arbitró después, i cuando los enfermos i limpios del contagio hubieran vuelto a bordo a continuar el servicio que comenzaron. Experimentados los funestos de aquel hecho, empezó la murmuración a causar los suyos, porque los que se hacen sordos a los íntimos sentimientos de la humanidad deben resignarse a tolerar la coman detestación. Unos culpaban al comandante de la escuadra por haber echado a tierra la gente que había solicitado con instancia. Otros a don Ambrosio porque contagiada la disparó a sus partidos atribuyéndolo a oscuras conjeturas que yo jamo me pude persuadir. Sea lo que fuese de este modo de opinar, pues no es concedido penetrar el interior del hombre, ello es (en cuanto al hecho, i es lo que pertenece al historiador) que los dos pudieron i debieron acordar el hospital provisional indicado.

Los dos reverendos obispos de aquel reino tomaron a sus expensas caritativas providencias para la curación de los pobres. El ilustrísimo señor don Manuel de Aldai, que gobernaba el de Santiago, movió a los magistrados de aquella ciudad para que se dispusiesen dos hospitales provisionales, uno en la casa del noviciado de los ex jesuitas para hombres, otro para mujeres en la de niños expósitos. Aquél se puso al cuidado de don José Miguel de Prado, alcalde provincial, i éste se encargó al alférez real don Diego Portales. Se emplearon en alivio de los enfermos cerca de doce mil, pesos, i lo aprobó la real piedad del soberano por su carta de 2 de junio de 1791. Los vecinos de conveniencia a ejemplo de su pastor que repartía considerable cantidad de dinero, contribuyeron largamente i arbitraron salir ellos mismos a distribuir limosnas, conducir médicos a casa de los enfermos que no podían ir a los hospitales i providencia su asistencia. Entre todos se distinguió el señor don Juan de Alcalde, natural de estos reinos, primer conde de Quinta Alegre, que abrió sus arcas para socorrer la indigencia, i mandó se diese todo el dinero que se pudiese para alivio de los enfermos. Era de natural bondad i siempre se dejó conocer el espíritu de caridad que animaba su noble corazón i el fondo de piedad i de religión con que se conducía. Tengo noticia de que su primogénito el señor don .......... que reside en la ciudad de Cádiz, ha heredado con el título las bellas cualidades de su ilustre padre.

El de la Concepción, que lo era el ilustrísimo señor don Francisco de la Borja José Maran, acababa de tomar posesión de aquella iglesia, dispuso un hospital para curación de mujeres en la casa de ejercicios i lo mantuvo a sus expensas. Escribir circulares a los párrocos de su obispado librando caudales para que fuesen socorridos todos los enfermos pobres de su diócesis, i dio oportunas providencias para que fuesen asistidos en lo espiritual i para que los muertos no quedasen sin sepultura sagrada como aconteció en los principios de la epidemia, que duró cinco meses su mayor violencia, i se llevó la tercera parte de los habitantes de aquel reino.