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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo CXIX. Gobierno interino del Licenciado Don Tomas Alvarez de Acevedo.

Don Tomas Alvarez de Acevedo, caballero de la real distinguida orden de Carlos III, ministro togado del real supremo consejo de Indias, natural de Los en las montañas de León, por real despacho de 1766 fue promovido a la Audiencia de Charcas. Sus talentos, integridad i juicioso pulso en la expedición de negocios eran demasiado notorios en la corte, i no pudieron esconderse a la superioridad; i el excelentísimo señor conde de Aranda lo comisionó cierta pesquisa (1787), que debía hacerse en las provincias de Buenos Aires sobre asuntos de la mayor gravedad, i la desempeñó a satisfacción del soberano. Del mismo modo sirvió la fiscalía de Charcas, i en un año dio despacho a ochocientos cuarenta i cuatro expedientes, de modo que por su parte no quedó asunto alguno pendiente en aquellos tribunales i juzgados; de que se dio su majestad por bien servido, i lo manifestó en real cédula de 27 de septiembre, de 1770. Orientado de su talento, i acreditada conducta, el excelentísimo señor don; Manuel de Amat, virrey del Perú, por título de 18 de junio de 1773 le nombró gobernador de la villa de Potosí, con especia encargo de aquietar las desavenencias de los ministros de real hacienda i sus vecinos, poner buen cobro en las amas reales i casa de moneda i de proteger las minas, i banco de aquella villa. Cumplió exactamente los deberes de su comisión, i de tal modo fomentó la minería, que no rindiendo los reales derechos de diezmos i cobros en su mayor aumento mas de doscientos sesenta i unos mil pesos que les hizo subir a la cantidad de trescientos diecisiete mil pesos, de que le da el virrey las tracias en la carta de 5 de junio de 1774. De la Audiencia de Charcas fue trasladado a la de Lima con el mismo empleo por otro real despacho de 16 de febrero de 1774, cuyos deberes desempeñó con el mismo celo que tenia acreditado. I encargado de la protección del Colegio Carolino de aquella ciudad, lo visitó i aumentó sus constituciones sobre varios puntos interesantes a la educación de la noble juventud en la práctica de buenas costumbres, i en su mejor instrucción en las ciencias.

Informado el rei de su distinguido mérito lo ascendió a regente de la Peal Audiencia de Chile por real despacho de 14 de noviembre de 1776. Posesionado de este empleo en 22 de diciembre de 77, verificó su establecimiento, i tomó sabias prudentes providencias para el arreglo de aquel tribunal, i para la pronta expedición de los negocios, que tanto interesa al vasallo: i dio expediente a todos los pleitos atrasados; sin que quedase uno de ellos que no lograse su deseada finalización. Con este, esmero se hizo acreedor a que la real piedad le honrase con merced de habito en la real distinguida orden de Carlos III, por real título de 6 de enero de 1786, i se puso la cruz en 27 de agosto del mismo año. Las ocupaciones de la regencia bien eran bastante para llevarle toda la atención, i todavía tuvo a bien el soberano encargarle la visita de aquel reino en calidad de subdelegado del visitador general, i en virtud de real orden de 7 de abril de 1777 dio principió a ella en 1778, i la finalizó con general. Aplauso en 1785. El rei se dio por, bien servido de este celoso ministro, i por real despacho de 15 de octubre de 88 siguiente premió sus laudables tareas, trasladándole a su real i supremo consejo de Indias, donde hoy continúa su mérito en calidad de consejero togado.

En este caballero adornado, de las bellas cualidades que dejamos referidas recayó el interinato de la capitanía general de Chile, i presidencia de su Peal Audiencia, en virtud de la lei, por ascenso del excelentísimo señor don Agustín de Jauregui a virei de Lima. En 6 de julio de 1780 tomó posesión de estos empleos con las formalidades acostumbradas, i. la Audiencia en que entra el gobierno, también por ministerio de la lei, en iguales casos, le transfirió la facultad gubernativa, reservándose el vice-patronato, i la provisión de oficios. Dio pronto expediente a la multitud increíble de negocios que halló retardados en aquel gobierno, i sin que la laboriosa i crítica comisión de la visita de real hacienda en todos sus ramos a que dio prudente expedición padeciese la más leve demora, halló el público en su gobierno la más pronta i desinteresada administración de justicia. Parecía imposible el desempleo de tantos deberes, mas ello fue así. Jamas faltó al tribunal ni a las juntas de temporalidades de los ex jesuitas. Oía i sentenciaba los recursos verbales sin que se dejase do personar en las direcciones generales de las reales rentas de tabacos, aduana i arcas reales. Atendía incesantemente a los negocios ocurrentes en el gobierno, sin dejar de atender a la política de la capital. Para toda tenia tiempo su actividad, i esta es la clase de hombres que se debía buscar, i elegir para los gobiernos de aquellos remotos países.

Estableció rondas para toda la ciudad, i so hacia orientar diariamente de sus resultas con tales circunstancias i precauciones, que evitaban: la posibilidad de eludir sus disposiciones (31 de agosto de 1780). Puso en ejecución el establecimiento de alcaldes de barrio promovido por su antecesor Don Francisco Javier de Morales, i formalizó la ordenanza que debían observar estos alcaldes. Adoptó sabias disposiciones sobre su abasto, i hasta hoi se experimentan sus buenas resultas. Estableció un método invariable en la recepción de los maestros artesanos, para evitar los perjuicios que los mengues idóneos causaban al publico. Mandó componer el empedrado de las calles, i levantar puentes en sus acequias; que se limpiase, empedrase, hermosease la calle ancha de la Recoleta en el arrabal de la Chimba; que se abriese cauce al río Mapocho para precaver la ciudad de inundaciones; i que se levantase un puente provisional sobre las ruinas del antiguo, atendiendo al beneficio de los vecinos de aquel arrabal. Hizo demoler los pretiles del canal de San hablo, que cerraban cuatro calles de las que conducían a la nueva alameda, que plantó su inmediato antecesor. Formalizó el colegio Carolino, establecido en el de San Miguel de los ex jesuitas, para la instrucción de la noble juventud, i como protector del hospital de San Borja, propendió también a su elección. I tentó relevar al vasallo en todo aquel reino de la contribución de caballería, iba alejes para transportes de reos de tinadas a obras públicas; de idos a la capital, i a los demás establecimientos; de los correos extraordinarios que hacen los jefes de la frontera; i de la, tropa que pasa de unos destinos a otros. Para todo este servicio se grava al vasallo sin pagarlo, i sin la menor consideración; i para libertarse de esta carga, hicieron donación todos los vecinos, cada uno según sus posibles do la cantidad de ochocientas yeguas, para que puestas en los muchos potreros que él rey tiene en aquel reino, se surtiese de caballos, i destinados en los tránsitos ordinarios no sé retrasado asunto alguno del real servicio. Pidió informes al Ayuntamiento sobre el paradero de estas yeguas, i entendiendo que habían entrado a poder de don Ambrosio, no dio un paso reas sobre este negocio.

Estas ocupaciones no fueron solas las que llamaron su atención; también tuvo parte en sus desvelos la defensa de las costas impuestos de su gobernación, amenazados de las armas británicas. Se hizo dar noticias del pié, i fuerza de los regimientos de milicias, de su armamento, i establo de su instrucción i disciplina para usar de esta tropa con conocimiento en caso necesario. Expidió serias i oportunas providencias para el gobierno económico de los cuerpos veteranos, con pronto expediente libre de las morosidades voluntarias que se experimentaban no pocas veces con perjuicio del real servicio. Libró caudales para el servicio de la compañía de artillería del puerto de Valparaíso, i para doscientos reclutas del batallón de infantería de Chile. Todo lo registraba su clara penetración, i a todo se extendía su incomparable actividad. Mandó continuar las obras de fortificación del puerto de Talcahuano, i dispuso una buena batería en el paraje nombrado la Cabrillearía; para defensa de Valparaíso, i providencia el servicio de su artillería, aumentando veinte plazas en la compañía de artillería de aquel destino.

No se olvidó de los de Coquimbo, i Copiapó, i adoptó convenientes arbitrios para la subsistencia de las milicias que debían hacer su defensa. I orientado por real orden de 18 de febrero de 1.780 do la expedición que meditaba la Inglaterra contra el mar del sur, reforzó mas la guarnición de la plaza de Valdivia con otros quinientos hombres, los trescientos del regimiento del milicias urbanas denominadas del rey. No quiso fuesen nombrados, sino voluntarios, i puestos al frente del regimiento se profirieron a la expedición cerca de seiscientos, i de éstos se hizo la elección de los trescientos, i uniformados de cuenta del rey marcharon a Valparaíso a embarcarse en la escuadra del sur, que salió a reconocer los puertos de Chiloé i Valdivia, i los condujo a su destino. Los doscientos fueron de tropa veterana de los cuerpos de la frontera, i a ejemplo de su antecesor don Juan de Henriquez, que en 1670 reforzó la guarniciona de la misma plaza con ciento cincuenta solados conducidos por don forje Lorenzo Olivar, atravesando lo mas interior del país ocupado por los indios, previno a don Ambrosio hiciese pasar estos doscientos, i en octubre del mismo taño los condujo con felicidad el teniente coronel don José Ruiz de Berecedo, natural de la Concepción de Chile.

Para que esta tropa no hiciese falta en el puerto de esta ciudad, dispuso acantonar en Penco dos compañías del regimiento de milicias de Borbon, para que disciplinadas i unidas a un escuadren de la caballería de milicias de Puchacai, defendiesen la costa de aquella bahía, hasta la embocadura del río Itata, i don Ambrosio ene envió al partido de Chillan a elegirías, i conduciría a su destino (octubre de 1780).

I para que los indios no obligasen a dividir las fuerzas, pasó orden al expresado don Ambrosio, i libró caudales para reparacion de las, fortificaciones de la divisoria, i para que fuesen guarnecidas con las compañías sueltas de milicias. I porque los pehuenches podían aprovechar esta ocasión, i salir a infestar el partido de Chillan con sus acostumbradas correrías, me comisionó don Ambrosio para que volviese al expresado partido (noviembre de 1780), dispusiese guarnecer con soldados de los regimientos de milicias los boquetes de la cordillera, i para que propendiese a qué sus vecinos contribuyesen con algún contingente para su subsistencia en aquellos puntos avanzados, i bien insinuado en la voluntad de aquellos colonos, negoció una voluntaria contribución que fue suficiente para su magneticen en todo aquel verano. Asegurado el distrito de la frontera por aquella parte, me hizo pasar don Ambrosio a la divisoria (diciembre de 1780) con destino de visitar las plazas, i fuertes que la guarnecen, con orden de aquietar ciertas revoluciones que comenzaban a fermentar entre los pehuenches por los lados de la parcialidad de Villucura, i sus dependencias.

Con estas excelentes disposiciones del gobernador para defender el distrito de su gobernación contra cualquier designio de la Inglaterra, nos hizo admirar, unidas en su persona, las armas con las letras, i vio desmentida la falsa preocupación del vulgo, que piensa ser la ciencia militar característica de los hijos del arfado Marte con total exclusión de los partos legítimos de la sabia Minerva. En este ventajoso estado entregó el gobierno al provisto por el rei, con general sentimiento de aquellos habitantes, porque en los cinco meses de su mando, dio a conocer las grandes ventajas que hubieran recrecido al reino todo si su gobierno hubiera sido de más larga duración.