ACTAS DEL CABILDO DE SANTIAGO PERIODICOS EN TEXTO COMPLETO COLECCIONES DOCUMENTALES EN TEXTO COMPLETO INDICES DE ARCHIVOS COLECCIONES DOCUMENTALES

Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo II

Capítulo CXX. Pasa de Gobernador a Chile el Brigadier Don Ambrosio Benavides - Se refieren los principales ocursos de su Gobierno en la capital.

Al propio tiempo que resolvió la corte trasladar a Lima al, excelentísimo señor don Agustín de Jáuregui, destinó para Chile al brigadier don Ambrosio Benavides, natural de Andalucía, caballero pensionado de la real distinguida orden de Carlos III que acababa de dejar la presidencia de la Audiencia de Charcas. Luego que tuvo los reales despachos se dirigió al reino de su destino, i por evitar a la ciudad de Santiago, su capital; los gastos que acostumbra impender en las recepciones de sus gobernadores (diciembre 12 de 1780), no avisó su llegada i entró en la clase de particular sin el acompañamiento que para estos casos se ha establecido, i del mismo modo pasó a tomar posesión del gobierno en la sala consistorial, i de la residencia del regio tribunal.

Posesionado del mando reforzó la guarnición de la isla de Juan Fernández con una compañía de milicia del regimiento del reí. Dio vestuario completo a, la tropa veterana de la frontera, que acostumbrados a que se baba de cuenta del soldado, no es frecuente esta gracia en aquella tierra.

Las casas consistoriales i las cárceles de aquella ciudad estaban ruinosas, i las mandó levantar de buena arquitectura, i mucha seguridad con sopórtales i barandajes hacia la plaza mayor que la hacen mili lucida. I aunque sus rentas se hallaban exhaustas con esta obra, viéndola espuerta a las inundaciones del Mapocho resolvió cubrir las brechas de su tajamar con espaldones de madera, fajina i cantos, i libró catorce mil pesos para sus costos. Bien se necesitaba esta precaución si fuera bastante para contener la impetuosidad de sus turbiones, pero la experiencia hizo conocer luego lo insuficiente del arbitrio. En uno de los temporales del invierno acaecido el 3 de junio de 1783, salió aquel río de su cauce, i batieron sus corrientes contra los tajamares que por entonces las contuvieron. Continuó lloviendo, i el 16 se repitió otra riada que derribando tajamares i espaldones baño una gran parte de la población i sus arrabales, i causó muchos daños en los tajamares, molinos i edificios que se calcularon en mas de un millón de pesos. Las religiosas del Carmen Bajo estuvieron en peligro de ahogarse, i para libertarlas fue preciso derribar una pared, i sacarlas en caballerías porque ara todo el monasterio estaba inundado.

Propendió al aumento del comercio, i en virtud de dos reales cédulas de 2 i 8 de febrero de 1778, comenzó a girar libremente; según estaba ya establecido en otras partes de América, i mandó que, el de aquella ciudad celebrase junta para determinar el método de satisfacer los reales derechos que sé adeudasen.

I porque ya por su edad i por sus enfermedades habituales habla llegado a cierto grado de languidez i debilidad de ánimo que no estaba en aptitud para llevar el pesado yugo del gobierno de un reino dilatado como lo es aquel por su extensión, por las muchos ramos que abraza, i debe atender, lo abandonó todo, i determinado a conducirse privadamente en el retiro de su casa, solo cuidó de arrojar de sus débiles hombros la carga que le oprimía, i la trasladó a otros mas robustos. Todo lo repartió a todos. Puso la superintendencia de temporalidades de los ex jesuitas en el acreditado celo del señor don Tomas Alvarez de Acevedo, regente entonces de la Audiencia de aquel reino. El gobierno de la ciudad en don Melchor de la Jara, que a la razón era su corregidor. Los negocios del gobierno en su asesor el señor doctor don Alonso de Guzmán, oidor jubilado de la Audiencia de unta Fe. Con su persona entregó los de la capitanía general a su secretario don Tadeo Reyes, natural de aquella ciudad, joven que comenzaba a servir en esta carrera. I el obispado i provincia de la Concepción con su frontera redondamente lo puso al arbitrio de don Ambrosio. El ramo de temporalidades fue tan diestramente manejado que estuvo cerca de ver su último complemento i perfecciona Tuvieron moroso despacho los negocios públicos, i la ciudad no estuvo mal gobernada a la mira de la Real Audiencia quo jamas pierde de vista la suavidad de la leí. Pero en lo militar se vieron monstruosidades que por cierta consideración es indispensable callar, i dejarlas para otro pulso que escriba después de removido el impedimento.

En estas circunstancias ocurrieron dos asuntos de la mayor gravedad:. l.° El capitán graduado don Manuel José de Orejuela, presentó real orden para el descubrimiento de los Cesares (133) cometido al coronel don Joaquín de Espinosa, gobernador de la plaza de Valdivia, i a él en calidad de segundo comandante de la expedición. Ofreció en esta corte proponer arbitrio inocente para facilitar el dinero que demandaba la empresa, i propuso se amonedase medio millón de pesos en cobre dando a la cantidad de este metal el mismo valor que a igual porción de plata. El gobierno pidió informe al comercio de aquel reino que ya se hallaba conmovido porque al errado proyecto no le faltaban poderosos protectores que jugasen con la debilidad del gobernador a su favor,'¡ su universalidad congregada en junta hizo ver los graves perjuicios de aquel sistema dirigido a objeto incierto i concluyó manifestando que aquella moneda seria imaginaria, i en ese caso lo mismo tenia acuñar suela que cobre. Las resultas de su ejecución no hubieran sido favorables al Estado; pero como Orejuela no propuso, otro arbitrio para los gastos de la espesada expedición, quedó suspenso este negocio sin embarazar mas la atención del gobernador que se necesitaba para el otro asunto que con especial estudio trataré mui superficialmente.

Se hallaban en Chile dos franceses, Berney i Gramuset: el primero residía en la capital de preceptor de latinidad i matemáticas, i el segundo en el interior del país, donde tenia arrendada la estancia de Campeu. Tramaron estos una conjuración contra el Estado. Hallaron entrada en los ánimos mal contentos i fue tomando mucho cuerpo este negocio. Hostigados de muchos gobernadores que no aciertan o no quieren acomodarse a gobernar según el espíritu de la leí que siempre fue suave, porque jamas se puso sin la debida premeditación, sino conforme a su antojo, teniendo a falta de autoridad el no ejecutar en todo las. Inclinaciones de su voluntad, se arrojaron a proponerse la idea de sacudir el yugo del dominio español, corno si el monarca que siempre quiere lo mejor tuviera parte en la dureza de algunos gobernadores que ínter de seno presentaron el buen vino de sus operaciones, manifestindose sagaces, condescendientes, llenos de bondad i de benignidad, i así que se acreditaron i alcanzaron lo que pretendían i que y a dominan, sé empeñaron en. hacer traer el malo i quitando la antigua mascarilla de virtud descubren un corazón vano, duro, inflexible i lleno de iniquidad. Ido pretendo. Que en este punto se me preste el ascenso que me es debido solo sobre mi palabra i a mas de la autoridad del caballero Bascuñan, que en varias partes he citado, oigamos al señor abate Don Miguel de Olivares, que hablando en su Historia de Chile de la conducta ele algunos gobernadores, dice: "El ambicioso sirve con humildad para mandar después con soberbia, i éstos son los humildes que también tiene el diablo. Sirven vilmente al que puede ser autor de sus ascensos. Se abaten para pescar las honras i así el oficio que adquieren mal lo administran peor." ¿Cómo podrá la corte evitar esto, si a los sabios ministros - no les he dado el conocimiento de lo interior del corazón del hombre, que este es propio del Creador? Las mas veces elijo la corte, hombres realmente buenos para gobernadores de aquellos remotos dominios, i sus mismos colonos los hacen malos, los hacen vanidosos tributa índoles honores, i obsequios propios de la soberanía, i apresuradamente los conducen a la tiranía,. i al despotismo. Volvamos a oír al mismo señor abate, que a renglón seguido se produce así: "Los aduladores hacen su fortuna de las ruinas del público. A los que mandan les hacen ver hermosos sus más feos errores. Les representan su grandeza congo divinidad para que se les haga sacrificio de las fortunas de todos, i para que demanden la obediencia como culto. Les dicen que Dios les privilegio para que se privilegien en todo- i no guarden la igualdad que es la alma de la justicia. Estos son la peste de las repúblicas. Ellos son la principal causa de que apenas haya jefe que no sea delincuente delante de Dios." No ignoro que los que sencillamente dicen la verdad sobre asuntos de los superiores tienen peligrosos intérpretes; ni que el decirla lleva vinculadas las heridas, la sangre, el abatimiento i aun la misma muerte. Soi el primero que acerca de las cosas de Chile salgo al frente a decidas, i ya tengo mili ensangrentados los vestidos i me hallo gravemente herido, pero no puedo ocultarla que como buen servidor de reí escribo para que se remedien las pésimas irremediables consecuencias que veo mui cerca de verificarse, si se deja seguir el sistema de gobierno que allí corre en estos tiempos, i de n1í sea lo que Dios quiera, que va yo como buen; vasallo hice de mis comodidades i de mí mismo un generoso sacrificio en obsequio del soberano.

Acordaron hacerse independientes i establecer el gobierno republicano i aunque habían elegido proporcionados conducentes medios a salir con ello, erraron haciéndolo saber a muchos antes de dar el primer golpe, i uno de los principales conducidos de su fidelidad, despreciando honores i conveniencias que le ofrecían en el nuevo gobierno, orientó al legítimo i antiguo en la conjuración, i el señor don Tomas Alvarez de Acevedo con su sabia i prudente sagacidad la cortó con oportunidad. Se procedió a la prisión de los dos franceses, quo remitidos a Lima i de allí a España, perecieron en el navío San Pedro Alcántara en su naufragio sobro las costas de Peniche. No se dio un paso mas sobre este peligroso asunto, i entregado al silencio se conformó su majestad con este tan piadoso como seguro meto do i todo quedó sepultado sin estrépito i sin resultas.

Con este motivo abandonó el gobernador la, disciplina de las tropas milicianas decía distrito, i pasó informe al soberano representando inconvenientes en su instrucción. Pero su majestad graduó cae mala política su pensando lento, i desaprobándolo le mandó continuar el arreglo de aquellas tropas que deben hacer la defensa de su propio país contra designios extranjeros, pues para evitar los recelo, que le agitaban nada mas era menester que alejando de sí toda voluntariedad sujetarse a gobernar conforme a la suavidad de sus piadosas soberanas leyes.