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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo IV. Forma Pedro de Valdivia la ciudad de Santiago del Nuevo Estremo.

 Una de las primeras atenciones de Pedro de Valdivia era orientarse de todos los intereses i proporciones que presentaban las provincias por donde transitaba, para elegir con bastante conocimiento los sitios mas aparentes para establecer colonias cuando tuviese jente con que poblarlas. I viendo que el valle de Mapocho era el territorio mas poblado de todos los que había visto, adornado de frondosas arboledas, i que su área de 250 leguas cuadradas era fertilizada de varios ríos, i que en él deparó la naturaleza muchos planes mui cómodos para levantar una ciudad, que no careciese de las comodidades que se deben apetecer en un establecimiento, con muchas maderas para fabrica i para leña, i el mar a proporcionada distancia para elegir un puerto cómodo para su comercio, i que, poco mas o menos, estaba situado en el centro del distrito, del que se le había hecho merced, le pareció que era el sitio mas ventajoso para la fundacion i establecimiento de la primera ciudad que conquistaba. Mas no quiso resolver hasta que su dictamen fuese examinado en junta de capitanes, i bien pudiéramos decir que ella fué la primera junta de poblaciones, que se celebró en aquel reino

Todos habian la necesidad de fundar colonias para evitar competencias de deslindes con los que alcanzaban merced para descubrimientos; i a ninguno se le podía esconder las ventajosas proporciones del sitio en que se hallaban, i todos declararon ser acertada la eleccion de su jeneral, i determinaron se estableciese, denominándose la ciudad i dedicándose la iglesia parroquial conforme al voto que hicieron en la del Cuzco.

I porque no faltase requisito alguno que pudiera invalidar la posesión, llamó a los caciques del valle, bajo el seguro de la palabra real. No distaron de concurrir, persuadidos que seria aquel negocio pedirles lo necesario para pasar adelante. Concurrieron Milla cura de la ribera del rió Maipo, Incageruloneo de los cerrillos de Apochame, Huarragara de la Dehesa, i Huelen-Huala del cerro de Huelen, hoy Santa Lucia, i dándoles sillas cerca de su persona, siguiéndose después los capitanes españoles por el orden de antigüedad, les hizo la siguiente arenga, formada de orden del rei por el doctor Palacios Rubios.

«Yo, Pedro de Valdivia, les dijo, criado de los mui altos i poderosos reies de Castilla. i de León, domadores de las jentes bárbaras, su mensajero i capitán, os notifico hago saber, como mejor puedo, que Dios, nuestro Señor, uno i eterno, crió el cielo i la tierra, i un hombre i una mujer, de quien vosotros i nosotros i todos los hombres del mando fueron i son descendientes i procreados i todos los que después de nosotros vinieren. Mas por la muchedumbre de jeneraciones que de estos ha procedido, desde cinco mil i mas años que ha que el mundo fué creado, fué necesario que los unos hombres fuesen por una parte, i los otros por otra, i se dividiesen por muchos reinos i provincias, porque en una sola no se podían sustentar conservar. De todas estas jentes, Dios nuestro Señor, dió cargo a uno que fué llamado San Pedro, para que de todos los hombres del mundo fuese señor i superior, a quien todos obedeciesen, i fuese cabeza de todo el linaje humano, do quien que los hombres estuviesen i viviesen i en cualquiera lei, secta o creencia, i dióle a todo el mundo por su servicio i jurisdiccion. I como quiera que le mandó que pusiese su silla en Roma, como en lugar mas aparente para regir el mundo, también le prometió que podía estar i poner su silla en cualquiera otra parte del mundo, i juzgar i gobernar todas las jentes, cristianos, moros, judíos, jentiles, i de cualquiera otra secta o creencia que fuesen.

«A éste llamaron Papa, que quiere decir Admirable, Mayor, Padre i Guardador, porque es Padre i Gobernador de todos los hombres. A este santo Padre obedecieron i tomaron por señor, rei i superior del Universo, los que en aquel tiempo vivían, i asimismo han tenido a todos los otros que después de él fueron elejidos al Pontificado, i así se ha continuado hasta ahora, i continuará hasta que el mundo se acabe. Uno de los Pontífices pasados que he dicho, como señor del mundo hizo donacion de esta Tierra Firme e islas del mar Océano a los católicos reies de Castilla que eran entonces, don Fernando i doña Isabel, de gloriosa memoria, i a sus sucesores nuestros señores, con todo lo que en ellas hai, según se contiene en ciertas escrituras, que sobre ello pasaron, según dicho es, que podéis ver si quisiereis. Así es que S. M. es rei i señor de estas Islas i Tierra Firme por virtud de la dicha donacion, i como tal rei i señor, algunas islas i casi todas a quienes esto ha sido notificado, han recibido a S. M. i le han obedecido i servido i sirven, como súbditos lo deben hacer. I con buena voluntad i sin ninguna resistencia, luego, sin ninguna dilacion, como fueron informados de lo sucedido, obedecieron a los varones religiosos que les enviaba para que les predicasen i enseñasen nuestra santa fe. I todos ellos de su libre i agradable voluntad, sin premio ni condicion alguna, se tornaron cristianos i lo son. S. M. los recibió alegre i benignamente, i así los mandó tratar como a los otros sus súbditos i vasallos. I vosotros sois Atenidos i obligados a hacer lo mismo. Por ende como mejor puedo, os ruego i requiero, que entendais bien en esto que os he dicho, i toméis para entenderlo i deliberar sobre ello, el tiempo que fuere justo, i reconozcáis a la Iglesia por señora i superiora del universo mundo, i al Sumo Pontífice llamado Papa en su nombre, i a S. M. en su lugar como Superior i Señor, rei de las Islas i Tierra Firme, por virtud de la dicha donacion, i consintáis que estos padres relijiosos os declaren i prediquen lo susodicho.

«Si así lo hiciere des haréis bien, i a aquello a que soy tenido i obligados, i S. M., i yo, en su nombre, os recibirán con todo amor i caridad, i: os dejaran vuestras mujeres e hijos libres, sin servidumbre, para que de ellos i de vosotros hagáis libremente todo lo que quisiere des i por bien tuviere des, como lo han hecho casi todos los vecinos de las otras islas. I allende de esto S. M. os dará muchos privilegios i exenciones, i os hará muchas mercedes. Si no lo hiciere, o en ello dilacion maliciosamente pusiere des, certificaos, que con el ayuda de Dios, yo entraré poderosamente contra vosotros, i os haré guerra por todas las partes, i manera que yo pudiere, i os sujetaré al yugo i obediencia de la Iglesia i de S. M. i tomaré vuestras mujeres e hijos i les haré esclavos i como tales venderé i dispondré de ellos como S. M. mandare, i os tomaré vuestros bienes, i os haré todos los males i daños que pudiere, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su Señor, i le resisten i contradicen. I protesto que las muertes i danos que de ellos se recrecieren sean a vuestra culpa, i no de S. M. ni nuestra, ni de estos caballeros que conmigo vinieron. I de como os lo digo, pido i requiero al presente escribano que me lo dé por testimonio signado.

«Porque en mí, (prosiguió Pedro de Valdivia, después de concluida la relacion mandada hacer para estos casos), i en estos santos sacerdotes no hallareis ásperos superiores, sino padres benignos que os amparen. I para que de mas cerca, i perpetuamente lo experimentéis, será conveniente el establecernos entre vosotros. Mas como esto no podrá ser sin fundar una colonia en que vivir, nos han de ceder el terreno que corre al rededor del cerro Huelen, ocupado por el cacique Huelen Huala, que esta aquí presente. En compensacion de esta pequeña parte de tierra, le daremos para que se establezca lo que posee el pueblo de los Mitimaes del Inca, situado en Tala gante, con la acequia que le baña, i a ellos le traeremos a vivir entre nosotros».

Esta resolucion sorprendió mucho a los caciques del valle de Mapocho, de tal modo que por largo rato enmudecieron. Estuvieron persuadidos que los extranjeros pasaban así al sur descubriendo tierras por curiosidad, i sobrecogidos del dolor les faltaron las voces. Todo era mirarse los unos a los otros, sin determinarse ninguno a proferir una sola palabra. Pero en aquella, especie de enajenacion i de sorpresa en que los puso la resuelta i atrevida proposicion de Pedro de Valdivia, todos allá en su interior fueron del mismo dictamen. Pensaron prestar allí su consentimiento, i despees de encerrar en las trojes sus cosechas, unirse para desalojar a aquellos insolentes forasteros. I como si lo hubieran acordado, i largamente conferenciado entre sí, tomando la voz Huelen-Huala, cacique de la tierra que se pedía, i disimulando con fingida alegría su doloroso sentimiento, se levantó de la silla, i con semblante risueño dijo: «El gusto que nos habéis dado, valeroso i esforzado capitán, queriendo estableceros entre nosotros con tan valientes soldados, ya visteis que sorprendió nuestra admiracion. Nuestra gratitud buscaba palabras con que explicarse, i no acertaba a prorrumpir en las debidas gracias de tan señalado beneficio. Esta fué la causa de nuestro silencio; que ratificar la alianza que solicitáis, i ya tenemos concedida, rendir i servir al Papa que nos decís, i en su nombre a estos venerables hombres que nos decís nos envía para que nos enseñen vuestra lei; reconocer por señor i soberano al rei de España obedeciendo a vosotros, que representáis su persona; todo lo haremos con rendimiento. Pero concederos el pedacillo de tierra que pedís para levantar un pueblo, no solo se os da con sumisión, sino con indecible gusto, i es buen testigo de nuestra gustosa, libre i graciosa condescendencia, aquella especie de enajenacion que sin duda advirtieron en nuestro semblante. Mas no por eso penséis que fué hija del temor, sois valientes i sabios i sin duda conocéis, que numerando nuestra jente por millares, nos sobra poder para arrojaros de nuestro país, i aun para acabar con el último de vosotros. Entended que no fué efecto de pusilanimidad. Todo su principio estuvo en una desmedida alegría, que fué capaz de embargarnos la respiracion. Nos habéis cautivado la voluntad, i os tenemos no sé qué inclinacion, que faltan voces para explicarla, i solo las obras podrán manifestar. Mía es la tierra que pedís: ya la tenéis con mi persona, con mis indios i con cuanto yo puedo. Ellos i yo os ayudaremos a edificar las casas para que vivías con comodidad, i a sembrar la tierra para que con sus abundantes frutos no tengáis necesidad de cosas necesarias para la vida i para vuestro regalo. Una cosa no mas os pedimos, i es que seáis buenos vecinos, i sepáis estimar la pronta buena voluntad con que os hemos admitido en nuestra compañía». I volviéndose a los caciques, les preguntó, si estaba bueno, i conforme a sus dictámenes, si tenían algo que decir,  i habiendo ellos contestado que se conformaban en todo con su acertado discurso, volvió a tomar su silla.

Pedro de Valdivia, que le había oído con gran atencion, le dió las gracias a nombre del Papa i del Rei, i disuelto aquel congreso, que sin escrúpulo ninguno podemos decir que fué el primer parlamento celebrado con los chilenos, les despidió cortésmente. I cono- ciendo que en la pronta ejecucion de los negocios suele consistir su buen éxito, sin perder momento levantó el campamento, i pasó a plantarle en el sitió que acababan de cederle. Puesto el proveído al auto de fundacion de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, capital de todas las poblaciones, que en adelante se establecieren en Chile, dado a 12 de febrero de 1541, i publicado sobre la marcha, en forma de bando, se solemnizó el acta con tres salvas de artillería i mosquetería. Gobernaban entonces, la nave de San Pedro N. M. S. P. Pablo III, la monarquía española el señor don Carlos I de España i V de este nombre en el Imperio de Alemania, la iglesia del Cuzco, que extendía su jurisdiccion a todo lo descubierto en el Perú i sus adyacencias, el Ilmo. señor don frai Vicente Valverde, i de todo este distrito era gobernador i capitán jeneral don Francisco de Pizarro, Márquez de los Atabillos.

A la sabia penetracion de Pedro de Valdivia no se pudo ocultar el espíritu belicoso que residía en aquellos naturales, i que si hasta allí les había sujetado con la suavidad, no por eso se lisonjeaba de su pacificacion. Advirtió en sus semblantes evidentes indicios de que no seria permanente su tranquilidad. Esperaba una repentina invasión, i para asegurarse de las resultas, mandó a sus capitanes i soldados anduviesen siempre armados,  i persuadiesen a los indios era aquel su traje militar, para que no concibiesen se les temía, ó que recelaban de su fidelidad, i se fortificó a la subida septentrional del cerró Huelen situado a la parte oriental de la ciudad, i en tan bella proporcion para su defensa, que el fortín dominaba la nueva poblacion i descubría toda la ribera del río Mapocho.

Mientras se trabajaba en esta importante obra, se delineaba la ciudad. Trazada la plaza mayor i destinado un solar para la Iglesia Parroquial, que señaló, poniendo el mismo jeneral, con relijiosa piedad el Santo Árbol de la Cruz, i asignados los que habían de ocupar las casas de Ayuntamiento, Cárceles, Arcas Reales, i habitacion de los Gobernadores, siguió repartiendo sitios a sus capitanes i soldados.

Concluida la delineacion i repartimiento de solares, pasó a la eleccion del Ayuntamiento, (7 de Marzo de 1541). Nombró para Alcaldes ordinarios a Francisco de Aguirre i Juan Dávalos Jufré; para regidores anuales ó electivos, a Juan Fernández Alderete, Juan Bohon, Francisco de Villagra, Martín Soler, Gaspar de Villarroel, i a Jerónimo de Alderete; mayordomo a Antonio Zapata; procurador a Antonio Pastrana; alguacil mayor a Juan Gómez, i escribano a Luis de Cartagena (5 de Marzo de 1541). Recibidos al usó de sus empleos, después de haber Lecho el juramento de fidelidad, i de cumplir con exactitud las obligaciones de sus cargos, les entregó las sabias ordenanzas que hizo para su gobierno económico, con muchos artículos, dirigidos al buen tratamiento de los indios i a su instruccion en la Iglesia Católica.

Pasó luego a señalarle término i le dió de  jurisdiccion, de Norte a Sur, desde el río Choapa hasta el Maule, i de poniente a levante cien leguas, que corren desde el mar del sur hasta la parte oriental de la cordillera. Le dió para ejido una dehesa en el territorio del cacique Huara-Huara; señaló los montes de las riberas del rápido Maipo perteneciente al cacique Milla cura, para que los pobladores edificasen sus casas, precediendo licencia del Ayuntamiento para cortarlos. Concedió libre los pastos i los puentes a los ganados que se vendiesen para su abasto. Con estas equitativas i sabias disposiciones, se dedicaron con eficacia aquellos nuevos colonos a levantar casas en que abrigarse, por que se les acercaba la rígida estacion. La religiosa piedad de aquellos españoles comenzó por la Parroquia, que la edificaron entre todos, i dedicada a la gloriosa Asuncion de Nuestra Señora, como prometieron a Dios, solemnizaron su colocacion i se remitieron al tiempo para edificar templo.