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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo XXII. Tratan de rebelarse los araucanos, i elijen por Jeneral a Caupolican.

No sin razón imaginaba Pedro de Valdivia ser el primogénito de la fortuna. Tenia conquistado todo el reino de Chile, i provincia de Cuyo. Miraba poblada toda su gobernacion con nueve ciudades (68), cuatro aldeas (69) i cinco fuertes (70), se Hallaba con cerca de 1,200 soldados para mantenerla. Le Halagaban el gusto la prodijiosa multiplicacion de ganados i las abundantes cosechas de todas las simientes i frutas de Europa. Le aseguraban su posesión los muchos matrimonios de españoles, i las innumerables conversiones de los naturales al cristianismo (71). Tocaba ya con la mano la estincion del paganismo con el establecimiento de muchos clérigos, i la fundacion de dominicanos i franciscanos. Logró la satisfaccion de tener paternales letras del Sumo Pontífice, ofreciéndole obreros evanjélicos para aquella nueva cristiandad. Jerónimo de Alderete le avisó Haber sido bien recibido en la corte, i que el soberano quedaba orientado de sus buenos servicios i satisfecho de sus operaciones; que tenia entabladas sus prevenciones, i algunas de ellas ya concedidas, i las demás rodaban sobre fundadas esperanzas; i que no dudaba llevarle un socarro de jente, armas i municiones, tal como él lo deseaba i Babia pedido, capaz de aseo arar lo conquistado. I para que nada pudiese incomodarle, se hallaba querido de sus súbditos, i con su amada esposa i familia en el apogeo de su felicidad. No hai que admirarse que Pedro de Valdivia se hubiese elevado tanto, que tocase las estrellas con su cabeza; estaba ya mui cerca de su ocaso, i es condicion de la fortuna, llegar a poner el pié en lo mas alto de su rueda para caer con precipitacion.

Dadas mui sábias disposiciones para el gobierno de las ciudades, revalidado su testamento (octubre 25 de 1553), i asentadas las cosas de su casa, en la que dejaba a su mayordomo Juan de Alba para que su familia estuviese bien servida, determinó marchar a Río Bueno con los 30 hombres que dejó a este fin. Mas no le dieron lugar los indios con un repentino i poderoso levantamiento, que tuvo principio según unos, en el deseo de recuperar su amada libertad, i según otros, en el mal tratamiento que les daban los españoles, si no es, que uno i otro tuvieron influjo en el hecho. Ello es así, que en todo lo conquistado de aquel reino, se estableció la labor de minas, i como jamás se hartase con la riqueza la codicia de los hombres, insensata por anhelar de lo que les sobra, aquellos conquistadores, a pesar de las sabias i justas disposiciones de Valdivia, cargaron a los indios de mas trabajo del que era establecido por ordenanza, i agraviándolos al mismo tiempo con tan esorbitantes castigos, que pasando los límites de lo justo i de la humanidad, tocaban en crueldad (72). Insensibles aquellos hombres a los lamentos de aquellos miserables, nada tardó el cielo en proporcionar el castigo de tan detestable insensibilidad.

Si los indios no hicieron mayor resistencia i dejaron hacer tan rápidos progresos en la conquista, no fué por falta de animosidad i de valor. Estuvieron por una parte persuadidos de que eran disposiciones del Dios de los Incas del Perú, en atencion a la prediccion de Viracocha Inca, i por otro lado espantados de los hombres a caballo, que les parecieron bestias feroces, inmortales e incansables, i tan atónitos con el estallido de lis armas de fuego, que si todos no los tuvieron por deidades, algunos les creyeron semidioses. Pero desengañados ya, i cerciorados que estaban sujetos a las mismas frajilidadades que ellos, i al mismo tiempo exasperado su belicoso natural, tramaron otra poderosa conjuracion.

Les movió a ello el anciano Colocolo. Celebró una ,junta de guerra en el estado de Arauco, con los de Tucapel, Paren, Cayucupil, Catira i  Angol. Después que hubieron bebido, cuando concibió que ya estaban poseídos del fumoso espíritu de Baco, les dijo: «Ya es tiempo valerosos capitanes i soldados, que sepáis los fines aguase dirijo esta junta. No penséis que yo os hice venir de vuestras casas para alegrarme con vosotros. Es mas alto el fin que os conduce a este escondido sitio. No quiero enero mas tiempo suspensos. Os diré luego mi pensamiento, i vosotros mismos conoceréis la necesidad de su ejecucion. Valerosos capitanes, los españoles son el objeto de esta junta.. Esos usurpadores de nuestras tierras i crudísimos verdugos de nuestras vidas, son la causa de vuestra convocacion. Esa tiranía con que nos oprimen, esa violenta privacion de nuestra libertad, con que apuran nuestra paciencia i ejercitan nuestro humilde sufrimiento, me tiene atravesado el corazón i penetrado del mas vive sentimiento i del mas vehemente dolor. La vergonzosa pusilanimidad i cobardía en que estamos sumergidos, me tiene en una especie de admiracion, que yo mismo no acierto a conocer ni ménos a descubrir sus causas i explicarlas. Conviene desnudarse de ella i vestirnos de aquel antiguo valor que hizo el canciller de nuestra nacion. Ninguna ocasión nos puede presentar la favorable fortuna finas aparente para, sacudir tan pesado yugo, como la presente. Francisco de Villagra, se halla con todo el ejército de los españoles sobre los llanuras del Río Bueno. En las ciudades son tan pocos los que han quedado, que muchas veces no se ve uno por las calles, i nosotros somos innumerables. Vosotros, capitanes animosos, sois valientes, sois amantes de la patria i de la libertad. Los españoles, usurpadores de nuestras posesiones i nuestra libertad, son sus cruelísimos tiranos. Son valerosos, es verdad, pero no inmortales e invencibles como los creíamos. Ahora pues es tiempo, amigos míos, de arrojar de nuestras serviles el pesado yugo de la servidumbre que nos han puesto, i nos abruma. El tomadas armas los seis estados que aquí estáis presentes, i acabemos hasta con el último de estos hombres impíos.»

Concluida la oracion de Colocolo, aplaudieron todos su pensamiento, i se comprometieron con el para que dispusiese el modo de ejecutarlo. No perdió tiempo el prudente anciano, hizo conducir a la unta tres españoles que estaban solos i descuidados en sus estancias, i les mandó quitar la vida; con las supersticiones que acostumbran (73). Con los destrozados cadáveres salieron muchos mensajeros por diversas partes haciendo la convocatoria (74), i señalando el estado de Arauco para la unión del ejército. Mientras se hacían estas dilijencias, tomó Colocolo todas las avenidas i caminos para que no llegase a noticia de los españoles, i lo consiguió, porque como estaban en el tiempo de la demora, no se estañaba que ninguno de ellos se dejase ver en nuestras colonias.

Entraron en la liga 24 parcialidades de los seis mencionados estados, cuyos jefes trataban de nombrar un caudillo que dirigiese las operaciones de la guerra. Discordaron en su eleccion, i con el calor de la embriaguez, la remitieron a las armas. Conoció Colocolo las males consecuencias de esta discordia, i se propuso conciliarlos. «Muy mal empleado, les dice, esforzados capitanes. Vosotros mismos vais ejecutar crueldad, enemigos hicieron. Manifestáis, verdad, sois valientes, lo debéis ningún puede lícito armas. Alguno morir pelea, defensor pierde patria tiene vidas. No intentaran nuestros enemigos, hallaran esta junta. Nada hicieran sembrar entre nosotros. Ellos procurarían armar brazos unos vida otros. Advertid los mayores males guerra civil, esa misma intentáis. Pero amor patria, machas veces supe acreditar, me tomo libertad hacemos saber muerte hiciese alguno compatriota compañero, vergonzosa detestable traicion hace contra ella. La entrega 'enemigos quitándole defensores Esta es ocasión estimar mucho vuestras vidas, cada uno I ninguna asegura conduce fin hemos propuesto, como verdadera unión. veo, si intentáis procuráis útil necesario, hacéis al mismo tiempo cosa mas perniciosa. Se trata elejir un jeneral guíe sus consejos defienda su valor, hecho tomar las armas, os oponéis negocio tanta importancia. Debe ser eleccion pacífica libre, discordia violencia, echáis por tierra concordia destruís libertad. Debéis apartar ira, valores razón prudencia. Alejada vosotros ese espíritu ambicion apoderado vuestros corazones. Mira tratándose bien coman, ni memoria ha Haber interés particular. Tranquilizados, animosos capitanes, porque otro poder discurrir desinterés con acierto. Mas no penséis, yo quiero quitar a valentía derecho elegir. Sea, animosidad haga eleccion. Comprometemos, pues, sea jeneralísimo del ejército el diese pruebas mayor robustez, de este modo será vuestro esfuerzo quien hace, pero sin derramar vuestra sangre,  se necesita para lavar deshonra en que nos puso pusilanimidad i la cobardía.»

Se aquietaron aquellos leones con la prudente voz del anciano Colocolo, i de comun acuerdo le dieron facultad para que arbitrase el modo que se habla de tener en la eleccion. Tenia experimentados el prudente anciano los talentos militares del famoso Caupolican, natural de la parcialidad da Pilmaiquen en el estado de Tucapel, i allá en su interior votaba por él. Alas como se hallaba distante, i cada uno de los capitanes presentes optase también al jeneralato, principalmente el bravo i soberbio Tucapel, cuyo súbdito era Caupolican, propuso fuese jeneralísimo del ejército aquel que por mas tiempo mantuviese al hombro un pesado madero. Diez i seis capitanes entraron en esta prueba, i de ellos robo muchos que la sostuvieron medio día. Algunos lo tuvieron un día, i uno hasta dia i medio. En estas pruebas el prudente Colocolo le proporciono tiempo a Caupolican para que llegase. Entró pues, en la prueba, i después de haberse mantenido tres días de pié, con la pesada carga al hombro, la arrojó de sí con pujanza, no porque le faltasen fuerzas para mantenerla mas tiempo, sino que los concurrentes se dieron por vencidos (75).