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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo XXV. Elojio del Adelantado Pedro de Valdivia.

Fueron tantas las plumas que se dedicaron a escribir las alabanzas de Aquiles, i no pocas las que se emplearon en elogio del gran Macedonio, que Julio Cesar creyó la mayor felicidad de estos héroes en haber tenido panejiristas que esculpiesen sus hazañas en el bronce de los siglos. I Pedro de Valdivia, que hizo ventajoso exceso a los Alejandro, i paso mas allá de lo que alcanzo el invulnerable Aquiles, fué defraudado de esta dichosa suerte. Ninguno de los escritores de Chile dice su prosapia; se contentaron con decirnos que era noble. como si para conocerlo fuera necesario su testimonio. Sus operaciones son decisiva prueba de ilustre sangre, i arguyen en este héroe una alma a todas luces grande. La heroicidad de sus acciones demanda un Homero como el que tuvo la brillantez del grande Aquiles, i no la, embotada i mal cortada pluma de un militar, que no podrá acertar con la digna alabanza de un héroe, que supo exceder a los Cesares i a los Macedonios. Para no oscurecer la brillantez de sus acciones, nada diré que sea mio. Me valdré de lo que escribieron los mejores escritores de aquel reino, que con bien cortada pluma supieron estampar lo poco que escribieron en su elogió.

Fue Pedro de Valdivia, hombre sagaz i bien entendido en el arte de la guerra, natural de Villanueva de la Serena en la Extremadura. Cumplió con su patria denominando a Chile el Nuevo Extremo, i fundó en Coquimbo la ciudad de la Serena en dulce recuerdo del suelo en que nació. Su nacimiento fué ilustre, i supo darle nuevo esplendor con sus heroicas acciones.

Su primera escuela militar la tuvo en las guerras de Italia. Sirvió bajo las órdenes del famoso Antonio de Leiva. Se halló en la batalla de Pavía i prisión del rei de Francia, Francisco I. Estuvo en el saqueo de Roma, sitio de Florencia, i en la funcion de armas en que murió el príncipe de Orange. Volvió a España, ascendió a capitán, i casó en Salamanca con la señora doña Marina Ortiz de Gaete, hija de padres nobles. Pasó a las Indias, i corrió en ellas diversas fortunas. Fué al Perú en el socorro que envió a Pizarro el marques del Valle, a causa de una sublevacion jeneral de los indios de aquel reino. Tomó vecindad en Charcas, i gozaba allí un mediano repartimiento de tierras i de indios. Fué amigo favorecido de los Pizarro, i por gratitud se mantuvo en sus intereses, i no se apartó de su amistad, mientras ellos no se separaron de la fidelidad del rei. Le hicieron maestre de campo de su ejército para la batalla de las Salinas, contra el adelantado Diego de Almagro, i desempeñó bien los deberes de este empleo.

Pidió al marques don Francisco Pizarro la conquista de Chile, i se la concedió a pesar; del real despacho que para ella tenia Pedro Sánchez de la Hoz. De Chile volvió al Perú en socorro del Gobernador Pedro de la Gasca, i llego tan a buen tiempo, que su presencia consternó a los Pizarros, i dió aliento a los que seguían las reales banderas. Dispuso la batalla de Jaquijahuana contra Gonzalo Pizarro que fué Vencido en ella, i con esta victoria aseguró en las reales sienes la corona del peruano imperio, que ya bamboleaba por la tenacidad de aquellos.

Era hombre de claro entendimiento i de pronta resolucion. Bien lo acreditan sus determinaciones que hasta hoy merecen la aprobacion pública, i las sabias equitativas ordenanzas que hizo para el buen gobierno de las ciudades que fundó. Arguyen éstas en nuestro héroe sobresaliente talento, consumada prudencia i un especial don de gobierno. Ellas agrazan todos los comunes orcursos de una república en que se ve resplandecer el buen orden, i dan regla para decidir en aquellos casos particulares, que saliendo del orden regular, no pueden presentarse a la vista del legislador. Yo no me canso de admirar las sobresalientes luces de un hombre que desde sus tiernos años ocuparon su imaginacion los estruendos del airado Marte, i en una época en que los hombres de la América nada estudiaban finas que el arte de pelear.

Su piedad fué notoria. Por legítimos documentos nos consta el cuidado con los indios, la recomendacion de su buen tratamiento, las equitativas ordenanzas a su favor en todas las colonias que el fundó, los establecimientos de hospitales para su curacion, la conduccion de sacerdotes para su enseñanza, la institucion de aniversarios, la condonacion de tributos, la restitucion de perjuicios, el reparto de ganados, i otras cosas favorables a aquellos miserables. Todo esto convence contra la opinión común de perseguidor de los indios, con que le cal humillaron, i que acaso no tuvo mas principio, que el odio i la envidia de alguno que no fué tan premiado como a el pareció que el merecía. Léase cualesquiera instrumentos o merced de repartimientos de indios hecha por Pedro de Valdivia, i se hallará llena de piadosas i justas cláusulas recomendando su cristiana educacion i tratamientos, conforme a los mejores derechos de humanidad. Sus émulos levantan de piloto esta calumnia abultando el tributo que exigía de sus encomiendas de indios. Hacen subir esta contribucion a diez o doce marcos de oro cada día. Sea así mui en buena hora. Esta misma cantidad abona sin moderacion. Todos convienen en que Pedro de Valdivia tenia 50,000 tributarios; rebájense de ellos 20,000 por enfermos i empleados en la agricultura; repártanse ahora los 12 marcos de oro entre los 30,000 restantes, i no cabe ni once maravedíses a cada, uno. Véase si puede darse mayor moderacion, i en aquel tiempo que se hallaba el oro en la superficie del suelo.

Resplandeció en nuestro héroe su religiosidad, i la acredito en el establecimiento de piadosas ordenanzas, que arreglan la satisfaccion de diezmos¡ el tiempo de su subasta, en el celoso cuidado del culto divino, i en las fábricas de templos i capillas. Guando se aprontaba para salir al descubrimiento de las costas Patagónicas, juntó el ayuntamiento de la ciudad de la Concepcion, i en aquel acuerdo determinó se construyese la iglesia parroquial espesando sus dimensiones, su arquería, naves, frontispicio i sacristía. Asigno los fondos de donde debían salir los gastos de esta obra, i para que el arquitecto se obligase a concluirla en tres años, le ofreció 10,000 pesos de gratificacion sobre la cantidad estipulada.

No tuvo quejosos en la distribucion de premios: era por inclinacion amante de la justicia. Le amaban por eso sus súbditos, i le seguían en todas sus resoluciones por arduas que fuesen. Su valor no conoció límites, i contó sus victorias por batallas; ménos en la última que fue víctima de ajena temeridad. Se le notaba el defectivo de un ardimiento en las acciones de guerra. Suele este declinar en falta de prudencia rozándose un poco con la temeridad, casi generalmente adoptada de todos los militares, cuya profesión hace punto de honor el desprecio de la vida, i es un predicado característico lo llamaré vano entusiasmo, que no nos daremos por ofendidos, que nos distingue de las demás profesiones.

Era magnánimo, liberal i desinteresado. Efecto de estas bellísimas cualidades fué la condonacion del préstamo que hizo en el Perú a los que se alistaron bajo su bandera para pasar a la conquista de Chile. Su afabilidad le hacia congeniar con todos sin abatimiento dé su persona. Se presentaba siempre con semblante festivo, i sabia moderar la alegría con la moderada mesura que le hacia amable objeto de la veneracion del súbdito.

Aquel acordado golpe de ojo en las empresas, su prontitud en las ejecuciones i lo infatigable en los trabajos, le distinguieron de los demás hombres. Su entereza de corazón no tuvo igual. Con 150 españoles se arroja a la conquista de un país poblado de millares de hombres belicosos, que todo el poder de los emperadores del Perú no pudo sujetar en mas de un siglo de contímia guerra. No se contenta la grandeza de su espíritu con sujetarlo, i poblarlo desde los 26 hasta mas allá de les 42 grados de latitud austral, i extiende sus conquistas a las provincias de Cuyo i del Tucumán, i el mismo se dispone para, buscar el mar del Norte, i descubrir i poblar sus costas por la Patagonia. Suspéndase la admiracion con que el grande Alejandro embargó la atencion de todo cl mundo con la rapidez de sus conquistas, a vista de las que hace i emprende el famoso extremeño Pedro de Valdivia, no con un ejercito que se numeraba por millares como el de aquel, sino con un puñado de hombres, que jamás atendieron de 1,200.

Pero que nos admiramos si fué tan gran soldado, que sus mismos capitanes confiesan, que sabia hacer con cien hombres lo que otros con dificultad ejecutaban con 300. Su observancia de la disciplina militar era con tal exactitud, que liada mando con la voz, que antes no lo hubiera ordenado con el ejemplo. Su elocuencia fué tan insinuante, que siempre inspiro en sus tropas generosos sentimientos que Convenia para las empresas de mas ardua dificultad

Concurrieron en Pedro de Valdivia todas las buenas cualidades que deben adornar la persona de un Gobernador. Desatendió siempre la lisonja con prudente desestimacion i conocido desprecio. Jamás pisaron sus umbrales la adulacion, i la detraccion que vulgarmente llamamos chismes. Comprendió que el admitir detracciones un Gobernador, es, poner dentro de su corazón la confusión, el desasosiego, la inquietud, el desorden, e trastorno de las leyes i de la justicia conmutativa, distributiva i indicativa. El jefe que oye a malsines recapacite en su corazón esta verdad, i conocerá en sí mismo estos efectos. Ellos son los que tienen llenos de quejosos malcontentos al reino que es gobernado por un hombre débil, que admitió la detraccion, i no tuvo fortaleza para despreciarla. Ellos finalmente son los que llenan de padecimientos a los buenos vasallos, cargan de persecuciones a los hombres de mérito, i exasperan a los buenos servidores del rei, porque estos solo son el objeto de la envidia i de la inicua emulacion de los malos. De este peligroso escollo supo huir el prudente Valdivia, i por eso fué mui amado de sus súbditos.

Supo también conocer nuestro Héroe los males que trae consigo la adulacion para despreciarla. «Los aduladores (dice el padre Miguel de Olivares), hacen su fortuna de las ruinas del público. A los que gobiernan les hacen ver hermosos sus mas feos errores. Les presentan su grandeza como divinidad, para que demanden la obediencia como culto. Les dicen que Dios les privilegió para que se privilegiasen en todo, i no guarden la igualdad, que es el alma de la justicia. Ellos son la principal causa de que apenas haya jefe que no sea delincuente delante de Dios.» Nada de esto hubo lugar en Pedro de Valdivia sin mas estudio que haber cerrado los iodos a la detraccion, i a la adulacion, i se hizo amable i benéfico para todos.

Su fidelidad al rei fué hecha a toda prueba. Bien la manifestó separándose de la amistad de los Pizarros, cuando estos se entregaron a la terquedad i al capricho. No la hizo ménos visible resistiendo al nombramiento de Gobernador, que le hizo en su persona el ayuntamiento i Vecindario de la ciudad capital de aquel reino.

Fue el hombre mas rico que hubo en América i el mas pobre. Siempre estuvo adeudado. Gastaba su caudal, i contraía empeños para la recluta de jente en el Perú i su transporte, para el de sacerdotes que convirtiesen a los indios i les instruyesen en los misterios de nuestra santa religión, i en fin para los gastos necesarios de aquella conquista, que toda se hizo a sus expensas.

«Su repartimiento (dice don Pedro Figurera), fué el mas opulento que se vio en indios, pues principiaba desde Talcahuano i tomaba los distritos de Arauco, Tucapel i Puren, en que tenia 50,000 indios tributarios, i excedió en esto a Hernando Cortes i a don Francisco Pizarro, i en el corto tiempo que vivió, acumuló mucha riqueza, pues regulando en lo mas promediado el tributo que le daban, era de diez a doce marcos de oro al dia lo que puede ser admiracion, pero no duda. El Emperador le confirió el repartimiento, el gobierno de por vida, i merced de hábito de Santiago, i suspendió el titularle hasta estar mas informado del país.»

Diga el mismo Pedro de Valdivia los honores que tuvo en Chile (84), «Gobernador i capitán jeneral propietario por S. M. en esta provincia de la Nueva Extremadura, i primer descubridor por mar i por tierra, conquistador poblador, sustentador i perpetuado de estas provincias, i alguacil mayor perpetuo de toda esta gobernacion por S. M., como se contiene en sus reales provisiones.» En el centro de esta grandeza fué humilde, i jamás tuvieron entrada en su corazón la arrogancia, la altanería ni la fastidiosa soberbia. Su moderacion fué sin igual. A todos recibía con agrado, i jamás tuvo la grosera soberbia de Volver la espalda a los honrados vasallos del reí. católico.

Se asigno (prosigue don Pedro Figueroa), en todas las ciudades que pobló, grandísima extensión de campos, a lo que no llegó ningún conquistador en Indias..... Con tantas posesiones no tuvo ocho pies de tierra para el reposo de sus cenizas en un reino que conquistó, a donde tanto dió i para sí recabo. Portentoso caso! I por fin con la postrera señal de vida dió el último hará sismo su riqueza i su grandeza! Quién hubiera dicho tan infeliz pasaje, ¡Quien mutacion tan imprevista hubiera creído sino es que tardes tan funestas acompañan las serenidades de nuestra alegría! I así dice Oviedo que nadie es dichoso hasta el fin, que un dia juzga de otro, i el último de todos.»

¡Oh gran Pedro de Valdivia' ¿Quien, señor, no te es deudor en Chile de lo que posee? El católico monarca sabe que añadiste a su real corona un reino dilatado, pingüe i rico, i que en gran parte engrandeciste el estado español. El geógrafo, te debe agradecer las líneas que aumentaste a sus demarcaciones. Los indios te deben ser reconocidos por la civilidad en que los pusiste. No fué culpa tuya, señor, que tus sucesores perdiesen lo que tú en este punto ganaste. La iglesia confiesa que le diste innumerables hijos, que de la oscura delincuente infidelidad viniesen a ser adoradores de la majestad adorable. El Gobernador debe reconocer que te es deudor de la elevacion en que se halla, de la grandeza i de la renta que goza. Los obispos conocen que tú les proporcionaste la mitra que honra sus sienes, las pingües rentas que poseen para ejercicio de su religiosa liberalidad i la numerosa feligresía, en que ejercitan su apostólica: inician. Los templos¡ sus altares te reconocen por su fundador i su primer vice-patron. Todos los títulos de Castilla confiesan que por ti les viene la honra i el mayorazgo que allí disfrutan. Los nobles encomenderos publican que ti! les constituiste señores de vasallos. Las ciudades, villas i lugares, dicen, que su poblacion i aumentos de ti tuvieron su principio. I últimamente los militares, te dan, señor, i te rinden las mas debidas gracias por los brillantes blasones que les presenta la profesión.

Ilustre i nunca bien alabado i aplaudido capitán Pedro de Valdivia, esa conquista que emprendiste con los españoles, i que supiste concluir con 1.200, es la que debe formar todo el fondo de tu aplauso. Ella es la que te coloca en el elevado templo de los héroes sabios i prudentes, i ella es la que hace tu mayor alejo, i lo concluiremos con don Pedro Figueroa, diciendo: «que te hallaron siempre cuerdo las. dichas. Las dos fortunas, igual. El castigo, medido. La piedad generoso, las consultas prudentes, i la resolucion, brioso.» Vive eternamente ilustre i magnífico señor en los anales de la fama.