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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo XXXIX. Tercera poblacion de la ciudad de La Concepcion - Marcha el Gobernador a La Imperial - Batalla de Puren.

Le pareció al Gobernador que con tan repetidas grandes pérdidas no estaban los araucanos en estado de juntar ejército, i que por lo mismo eran suficientes pocos españoles para domar su arrogancia, hacerles bajar la cerviz, i correr toda aquella tierra; i conducido de esta persuacion, determinó poblar la, ciudad de la Concepcion, i comisionó este encargo con título de correjidor i justicia mayor al capitan Jerónimo de Villegas, i le dió 200 españoles bien equipados i armados, para defensa de aquella colonia dos veces abandonada. Puesto Villegas en el valle de Penco, mandó publicar el auto de repoblacion (6 de enero de 1558), i fueron admitidos al ejercicio de los empleos concejiles las personas nombradas por el Gobernador (112).

Al mismo tiempo dió licencia a los vecinos de la capital para que regresasen a sus casas a cuidar de sus familias. Les agradeció sus servicios, i en nombre del rei les prometió gratificarles en tiempo. Les amonestó al buen trato de los indios de paz para evitar todo motivo de rebeliones, i que se contentasen con moderado caudal, suficiente para la conservacion de la buena calidad; que se dejasen de ser señores arrogantes, altivos i soberbios, i que procediesen de modo que se conociese sabían hacer buen uso de la prosperidad i de la abundancia (113).

Volvamos a los araucanos. La desgracia no tuvo poder con sus repetidos golpes para inclinarlos a un prudente temor, i jamás entraron por las puertas del escarmiento. Buscaban ocasion de hallar propicia a la fortuna en alguna gloriosa suerte, i no despreciaban proporcion alguna de intentarlo. Padecían escasez de víveres el ejército de los españoles, la ciudad de Cañete, la plaza de Tucapel i el fortín de Lebu, i para ocurrir a esta necesidad, envió el Gobernador al capitan Miguel de Velasco con su compañía para que condujese de la Imperial ganados vacuno, de lana i de cerda, i cantidad considerable de quesos i cecina. Tuvo noticia Caupolican de la salida de Velasco i de su objeto. Puso espías para que -se le noticiase de su regreso; i el dia que salió de la Imperial, envió a la ciudad de Cañete a los capitanes Talcachima i Amuché con designio de descuidar al Gobernador para sorprender a Velasco con la seguridad de que no habia de ser socorrido.

Los mensajeros llegaron a Cañete, i presentados al Gobernador le dijeron de parte de Caupolican, que se había juntado toda la jente de los estados de Arauco, Tucapel, Paren i Catirai, i en junta jeneral les habia espuesto las incomodidades, daños i perjuicios de la guerra, i las ventajas que recrecen de la paz, que ésta se conseguiría dando la obediencia al Rei, i que resolviesen en punto tan interesante a la quietud pública de ambas naciones; que todos los capitanes i soldados se hablan rendido a su dictamen, i le suplicaba se dignase admitirlos bajo la proteccion real. Don García oyó a los enviados benignamente, admitió sin dificultad la proposicion i los despidió cortesmente. Conoció la malicia del araucano, i en el mismo momento hizo salir al capitan Alonso de Reinoso con 100 soldados de caballería para sostener a Velasco.

Fué mui del caso esta disposicion, porque al mismo tiempo que salieron los mensajeros para Cañete, salió un destacamento de 4,000 indios para la cuesta de Paren, a interceptar la conduccion de ganados i víveres i atacar a Velasco. Caminó éste sin oposicion basta que pasó de Paren i entró en el desfiladero de Cayucupil, que es un estrecho sendero formado entre dos cerros, cuyas faldas terminan en él. Tambien dejó Caupolican entrara Reinoso en el sendero, donde ambos jefes fueron repentinamente sorprendidos por frente, espalda i costados, con mucha algazara i descompasados gritos (marzo 20 de 1558). De ambos cerros arrojaban multitud de peñascos i gruesos maderos, i apoderados del camino, ya tenias por suya la victoria. No podían los españoles huir del daño que les bajaba de los montes, ni hallaban arbitrio para evitarlo. No veían quién les molestaba i hería por aquella parte, i en lo mismo advirtió Reinoso el modo de defenderse. A la vista parecía el medio que elijió, si no imposible .mui difícil, pero la necesidad que siempre sapo vencer imposibles, les hizo intentar este desesperado remedio, i el acierto calificó de oportuna su eleccion.

Se presenta a la vista una escarpada roca al parecer inaccesible, único paraje por donde se podia intentar la defensa. Mando Reinoso que por ella subiese Nuño Hernandez con 11 valerosos soldados a desalojar a los araucanos, que seguir cantos, querian despeñar todo el monte sobre los españoles. Venció Hernandez aquel empeño que solo pensarlo parecía un desconcertado desvarío. Subió a la cumbre, se pauso superior a los araucanos hizo fuego o a los de ambos montes i creyendo los indios que estaba sobre ellos todo el poder de los españoles, huyeron con precipitacion. Les picó Reinoso la retaguardia, i cayó sobre los que estaban entretenidos en el pillaje de los víveres i ganados. Les mató muchos recuperó una gran parte de lo perdido, i entró victorioso en la ciudad de Cañete. Mucho aplauso mereció la prudencia del Gobernador que supo conocer la malicia del ardid de Caupolican, en cuya red Hablan caldo hasta los capitanes veteranos i esperimentados en Chile, que graduaron de sencilla la embajada, i libertó a Velasco de ser víctima del furor de los irritados araucanos (114).

Bien guarnecidas la ciudad de Cañete i las plazas de Tucapel i Lebu (abril de 1558), pasó el Gobernador a la imperial i se dedicó a poner los negocios del gobierno político en equidad i justicia, con prudentes reformas de los abusos introducidos contra los indios (115).