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Crónicas
Descripcion Histórico Geografía del Reino de Chile por don Vicente Carvallo Goyeneche, precedida de una biógrafa del autor por don Miguel L. Amunátegui.
 
Primera parte. Que contiene el descubrimiento i conquista del Reino de Chile: el establecimiento de su Gobierno secular i eclesiástico: un compendio de la historia de sus Gobernadores: i una breve noticia de sus Obispos.
 
Tomo I

Capítulo L. Resuelve Antuhuenu atacar la plaza de Los Infantes - Sucesos de esta espedicion - Antunecul asedia segunda vez la de La Concepcion - Batalla de Lebquetal.

Mui erguido Antuhuenu con la desolacion de Arauco, condujo su ejército contra los Infantes, ¡repitió la operacion que hizo para asediar la de Arauco. Envió a Antunecul con 2,000 hombres a bloquear la ciudad de la Concepcion para divertir la fuerzas españolas i entretener al Gobernador para que no saliese a socorrerla. Acantonó sus tropas sobre el rio Tabolebu, i envió a reclutar otras en Laja. De esta recluta se tuvo noticia en los Infantes, i su ayuntamiento, que mandaba las armas por ausencia del capitan Diego Carranza, su correjidor, destacé a Juan Moran i a Pedro Cortez con 26 soldados de caballería para que los deshiciesen. Por la madrugada se echaron sobre el cuartel de los indios, que hallaron descuidados, i por eso no hicieron la menor defensa. Cada uno atendió a salvar la vida huyendo. Se imajinaron que todo el poder de los españoles habia ido sobre ellos, i con su precipitada fuga, dieron lugar para que los 28 hombres, en el primer ímpetu de su sorpresa, hiriesen a muchos i quitasen la vida a mas de 100. Corrieron todo aquel territorio para dispersarlos, i volvieron a la ciudad con muchos prisioneros.

Esta desgracia no fué bastante para arredrar al jeneral araucano, i ántes sirvió a enardecerle mas. Ardiendo en deseos de vengarse, puso mas dilijencia en juntar jente, i con 2,500 combatientes levantó el campamento i se trasladó a la ribera occidental del rio Vergara en su union con el Biobio. En balsas pasó un trozo de su ejército, i se fortificó en la opuesta márjen con foso i terraplen por el frente i costado del sur; que la retaguardia i costado del norte, estaban resguardados con los dos rios, que allí no permiten vado.

Se tuvo esta noticia en la ciudad, i refleccionando el ayuntamiento, que de aguardarles en ella se segura infaliblemente la destruccion de lar estancias, resolvió atacarles en campaña. Dió esta comision al espitan Lorenzo Bernal con 50 españoles i 400 auxiliares, que ello s mismos se profirieron a la empresa, sin mas sueldo ni otro interes que un hilo de abalorio de una vara de largo para cada uno, mucha chicha i 20 pesos para celebrar la victoria, que ya suponían. Si los indios de hoi oyeran que sus ascendientes pidieron perros para comer en la celebracion de una victoria, no lo creerian o se admirarian, porque poseen numerosos rebaños de ganados, i tienen todos los perros que gustan para la diversion de la caza de perdices i de animales, i para los rodeos. No les causaria admirarian si tuvieran instruccion para saber que un tiempo se burla de otro.

Salió Bernal a buscarles, i al dia siguiente estuvo sobre el confluente de los rios Biobio i Vergara, avista de Antuhuenu. Destacó a Pedro Cortez con 5 hombres a reconocer la fortificacion araucana. Se arrimó Cortez hasta la distancia de 10, o 12 obras castellanas, sin temor del fuego que le hacian con los mosquetes que ganaron a Pedro de Villagra, el jóven. Informado Bernal del puntual reconocimiento que hizo Cortez, difirió el ataque, i pidió al ayuntamiento que enviase mas jente, i en efecto envió 18 hombres, i una pieza de artillería de calibre de a 4 con todo su servicio.

Recibido este refuerzo hizo Bernal sus preparativos para entrar por asalto ala fortificacion de Antuhuenu, i se fué hácia ella con buen órden. Puesto a distancia de 500 pasos, dispuso hacerle ataques falsos toda la noche para que consumiesen todos los cartuchos que tenian, i le salió bien, porque el fuego que hicieron fué sin efecto; no sabian usar de los arcabuces, i mas bien les servian de embarazo que de defensa. Ellos bien lo conocen, i jamás usan de los fusiles sino es para hacer de ellos lanzas i puñales.

Luego que se dejó ver la luz del dia, pasó entre la fortificacion de Antuhuenu i el campamento español una zorra, i un perro de Cortez la dió caza. Los indios son mui supersticiosos, i lo tuvieron a mal agüero; mas Autuhuenu puesto a caballo i blandiendo la lanza, se empeñó en persuadirles que aquella era una casualidad sin influjo alguno en lo próspero o adverso de la batalla, i que solo un prudente valor podia tener parte en la victoria. Por la contraria la tomaron los auxiliares, que interpretando favorablemente la casualidad, enardecidos levantaron el grito, pidiendo no se demorase mas el avance, que era segura la victoria.

Les complació Bernal, ¡dividido su destacamento entres partes, para cada una que se componia de 20 españoles, señaló el tercio de los 400 auxiliares. Destinó dos partidas para el asalto, i la tercera para el reemplazo de aquellas. Puso a 8 soldados de su confianza a retaguardia, con órden de quitar la vida al que se separase del ataque, aunque estuviese herido. I en una breve exhortacion, les hizo conocer que allí estaban en la indispensable necesidad de morir o vencer; que de aquella, funcion estaba pendiente la conservacion de la ciudad, la de sus vidas i de su honor, la de sus mujeres i de sus hijos, que en su valeroso esfuerzo teman labrada su libertad, pues en la ciudad no quedaban mas defensores que la pudiesen mantener contra las furias de los indios vencedores; i finalmente que en la ocasion no les pedia ejemplo, sino imitacion; i volviendo a los 8 soldados de retaguardia, les repitió la órden de quitar la vida al que se retirase, sin escepcion de persona alguna, aunque fuese él mismo. La heroicidad de esta accion debia esculpirse en láminas de bronce, para perpetua memoria de quien supo hacerla.

Antuhuenu poco tuvo que hacer para infundir animosidad a los suyos, que deseaban con ansia tomar entre las manos a les cuatro españoles que tenian a la vista. El primero que avanzó fué Bernal, i defendiendose animosamente los araucanos, duró mas de dos horas el combate sin conocerse ventaja. Muchos araucanos eran ya muertos, pero tambien habian caido no pocos auxiliares i estaban heridos 20 españoles. Conoció Bernal que por el costado del sur cargaba- doble número de araucanos, i conoció debilidad por allí, i dirijió los ataques contra aquel con su esforzado brazo. Defendia este punto un valiente capitan de los araucanos, que no le cedió sino con el último aliento. Muerto éste, desampararon la brecha, i entraron por ella los españoles conduciendo los horrores de la muerte por donde pasaban. Amedrentados los araucanos, se retiraron muchos al rio Vergara para conservar la vida, repasándolo a nado. Lo advirtió Antuhuenu, i con tanta entereza como presencia de ánimo, dió voces llamando por sus nombres a los capitanes que huian, i pidiéndoles que no le desamparasen. ¡Rara contancia digna de la mayor admiracion i merecedora de los favores de la fortuna, si esta hubiera hecho profesion de protejer la audacia! Mucho pudo aquel hombre con la enerjía de su voz, i volvieron a la batalla, pero ya fué a destiempo, porque aprovecharon los españoles aquel momento, i se declaró por ellos la victoria. Murieron cinco españoles, cuyos nombres ignoramos, i mas de 100 auxiliares (127). De los enemigos perecieron cerca de 800 con su jeneral, Antuhuenu que se ahogó en el Biobio a donde se arrojó para libertarse, i se hicieron cerca de 500 prisioneros. Dejaron los araucanos 41 arcabuces, 26 cotas de malla i 15 celadas que ganaron en la última batalla de la cuesta de Villagra.

A Antunecul tampoco le. Fué bien en el asedio de la Concepcion. Bloqueda la ciudad, la asaltaba diariamente con tanto animosidad i con tan tenaz empeño, que hubiere salido con la empresa de tomarla, si no hubiera sido oportunamente socorrida de la Capital, que con toda dilijencia hizo aprestar en el puerto de Valparaiso, dos bastimentos con tropas, víveres ¡municiones de guerra, por disposiciones del Gobernador que comisionó para ello al capitan Pedro Lisperguer, i anduvo en ello con toda dilijencia. Arribaron felizmente i lograron desembarcar sostenidos de la guarnicion de la ciudad.

Meditando el Gobernador salir contra Antuhuenu para reprimir su orgullo, Babia pedido 400 soldados de caballería de las ciudades Imperial, Villarrica, Valdivia i Osorno, que gozaban de las delicias de la paz. I fueron conducidos por el capitan Diego Perez de Zurita. Pasó esta partida por la de los Infantes, i su correjidor Diego Carranza, que tenia que tratar con el Gobernador varios asuntos, acompañado de ocho españoles, se incorporó con él para mayor seguridad de su persona, i en verdad que estuvo bien esta union; porque alojados en Lebquetal, fueron improvisadamente sorprendidos de un cuerpo de 400 hombres, que destacó Antunecul para impedirles la entrada en la ciudad. Se defendieron valerosamente, i aunque perdieron a Pedro Godo¡ con otros siete, no fué sin pérdida grande de los enemigos, i por veredas escusadas, entraron en la ciudad sin ser vistos del capitan araucano. Pocos dias despues de la entrada de Zurita en la Concepcion, tuvo noticia Antunecul de la derrota de Antuhuenu i se retiró a su país (1564).